miércoles, 30 de junio de 2010

La prueba de que Hitler estuvo en la cárcel


Los nombres de Erich Ludendorf, Ernst Roehm y Albrecht von Graefe figuran en una autorización de visita al desaparecido dictador nazi Adolf Hitler durante su ingreso en la prisión de Landsberg/Lech en 1924, en Fuerth (Alemania).

La autorización es uno de los numerosos documentos correspondientes al periodo que permaneció Hitler en prisión tras su intento de golpe de estado, que serán subastados el 2 de julio en Fuerth con un precio de salida de 25.000 euros.

martes, 29 de junio de 2010

Dos canadienses intentan robar parte de las vías de tren del campo de Auschwitz

Dos canadienses de unos 20 años de edad han sido detenidos por intentar robar unos ganchos de las vías de tren del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, según ha denunciado un portavoz del museo del lugar.

"Los vigilantes arrestaron el domingo a los dos canadienses en posesión de dos ganchos de mantenimientos de los raíles de las vías del tren" del campo del que fuera campo de concentración nazi. Así lo declaraba Bartosz Bartyzel, del gabinete de prensa del museo.

La vía de tren afectada servía a los nazis para tranportar a miles de judíos a las cámaras de gas de Birkenau.

"Los detenidos han sido trasladados a la comisaría de policía", añadió Bartyzel. "Han sido interrogizados con un traductor y luego han quedado en libertad", ha relatado Pawel Kufel, portavoz de la polcía de Oswiecim (Auschwitz en polaco).

Parece que este tipo de robos se está comenzando a poner de moda...

Salta la polémica por las relaciones sexuales de Ana Frank... en una novela

En estos días se ha presentado (no en nuestro país), una novela que lleva por título Annexed y que está escrita por Sharon Dogar, escritora británica de origen asiático. Hasta aquí todo normal, nada nuevo bajo el sol. Pero si os digo que en dicho libro aparecen relaciones sexuales de Ana Frank en su escondite de Amsterdam, la cosa cambia, ¿verdad? Mínimo, no deja indiferente a nadie.

Y es que en ‘Annexed’ se menciona una relación sexual entre Ana y Peter van Pels, tres años mayor que ella y que vivía con sus padres y la familia de Ana en el escondite de la calle Prisengracht, donde se escondieron hasta su detención por los nazis el 4 de Agosto de 1944. Un año más tarde moría Ana Frank con tan sólo quince años, Ni que decir tiene, que esto ha sentado muy mal en la fundación que lleva por nombre el de la joven judía, y han sido así de concisos y claros en su declaración:

Esto es de mal gusto. Le faltan a uno las palabras.

Además, afirman que sí es cierto que en su diario personal, la joven contaba que se había enamorado de Peter, pero que en ningún caso se esconde el menor indicio de una relación sexual, concluyendo que “es un diario lindo, puro y a corazón abierto”.

La escritora afirma simplemente haberse basado en su diario íntimo, y novela también el destino de Peter van Pels en el campo de concentración de Auschwitz. Recordemos que de las ocho personas que habitaron la casa de Amsterdam, sólo el padre sobrevivió, haciendo posteriormente públicos los escritos de su hija, en lo que todos conocemos como El diario de Ana Frank.

He de confesar que no he leído el libro, incluso que no me llama especialmente la atención. Cuando estuve de visita por Amsterdam me acerqué a la casa, pero la cola daba toda la vuelta a la manzana, así que me conformé con verla simplemente por fuera, dejando su interior para una futura visita (que espero no tarde mucho). En cualquier caso, está claro una vez más el objetivo. Sharon Dogar sabe que de esta forma se hablará de su libro, y posiblemente venda bastantes más que si simplemente hubiese escrito la misma historia con personajes anónimos. Os dejo con las palabras del único sobrino vivo de Ana Frank, que también lo tiene claro:

Pienso que su horrible destino no debería ser utilizado para una historia de ficción.

¿Qué opinión os merece a vosotros todo esto?

lunes, 28 de junio de 2010

Editan por primera vez en español 'El compañero de viaje', de Malaparte

La novela El compañero de viaje, un recorrido por una Italia en descomposición durante la Segunda Guerra Mundial escrita por el periodista y escritor italiano Curzio Malaparte, ha sido editada por primera vez en español por Alfaguara. La historia se desarrolla en 1943, cuando un destacamento de soldados italianos situado en Calabria espera el desembarco de las tropas aliadas, que ya han ocupado la isla de Sicilia, convencidos de que, perdida la guerra, sólo combaten por preservar su dignidad. Entre esos soldados está Calusia, que viajará hasta Nápoles para devolver a su familia los restos mortales de un teniente muerto en combate.

sábado, 26 de junio de 2010

"Nuestra película aborda la deportación de homosexuales durante la II Guerra Mundial”

Olivier Ducastel y Jacques Martineau, autores de Jeanne y el chico formidable, han comparecido en rueda de prensa esta mañana para presentar la película de clausura del Festival, L’arbre et la fôret, sobre la deportación de homosexuales durante la Segunda Guerra Mundial. El tándem de directores franceses ha sido merecedor del premio Luna de Valencia en esta XXV edición del Festival Internacional de Cine Cinema Jove, organizado por la Conselleria de Cultura y Deporte a través del Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía, y con el patrocinio del IVAJ.
Desde que se conocieron en 1995, Olivier Ducastel y Jacques Martineau no han dejado de trabajar juntos en el guión y la dirección de sus películas. La ópera prima de esta pareja de cineastas franceses, Jeanne et le garçon formidable (Jeanne y el chico formidable, 1998), fue presentada en la Berlinale y es, hasta la fecha, la única película de los directores estrenada comercialmente en nuestro país.

Ducastel y Martineau han afirmado en la rueda de prensa que sin duda su cine es “comprometido y ha sido así desde el principio. Sólo entendemos el cine hablando de la sociedad, del mundo actual. Por eso hablamos también de política, aunque con cierta militancia que toleramos”.

El tándem galo ha realizado media docena de filmes respaldados por actores como Jean-Marc Barr, Laetitia Casta, Valeria Bruni-Tedeschi o Virginie Ledoyen (homenajeada por Cinema Jove en 2006) y premiados en Milán, Toronto y Berlín, entre otras citas de la cinematografía. De hecho, los dos directores han comentado la importancia de mover sus trabajos por festivales de todo el mundo, ya que consideran que son una “opción muy válida frente a las escasas facilidades” a la hora de distribuir sus películas. “Por ello –continúa Martineau- esperamos que la participación en Cinema Jove nos abra las puertas de los cines españoles”. Entre risas, Ducastel corrobora: “hacemos cine no comercial, pero tenemos muchos gastos, obviamente”.

Las películas de Ducastel y Martineau abordan con ternura y desenfado las conflictivas relaciones entre padres e hijos, el paso de la adolescencia a la edad adulta o la dificultad de convivir con el fantasma del SIDA. Del mismo modo, a través de filmes como Drôle de Felix (2000) y Crustacés et Coquillages (2005), o la citada Jeanne y el chico formidable, Ducastel y Martineau dan cuenta de una “homosexualidad tranquila y asumida”, atestigua Alain Brassart, autor de L’homosexualité dans le cinéma français.

Cinema Jove ha presentado, en primicia en España, la filmografía completa de los directores galos, incluyendo el estreno en nuestro país de su último trabajo, L’arbre et la forêt (2010), gestado a lo largo de más de 10 años y que se proyectará durante la ceremonia de clausura.

Al ser preguntados sobre el significado del árbol que da título al filme, los cineastas franceses han comentado que “para nosotros es un símbolo, pero para Frédéric no es un símbolo, es un ser real, un ser vivo, con una dimensión paradójica: ha sido plantado para conjurar el olvido, pero el árbol crece demasiado cerca de la casa, al tiempo que lo hace el secreto que guarda. Al cabo de 60 años, el secreto amenaza, al igual que el árbol, los cimientos de la casa, de la familia”.

La película aborda por primera vez en Francia, la transmisión de un acontecimiento traumático que ha permanecido largo tiempo silenciado en el país galo: la deportación de homosexuales durante la Segunda Guerra Mundial. En palabras de Ducastel, “sin restarle importancia al hecho de proclamar que se deportó a personas únicamente por su orientación sexual, quisimos articular nuestro relato en torno a la cuestión del silencio, el secreto y sus consecuencias”.

jueves, 24 de junio de 2010

Hitler, el preso feliz

Resulta difícil imaginar cómo encontró Hitler tiempo y concentración para escribir 'Mi lucha', durante los nueve meses que pasó en la prisión de Landsberg, en medio del ajetreo de visitas, celebraciones y actos políticos que, según unos nuevos documentos recién alumbrados, lo mantuvieron ocupado en prisión. Los documentos, que ilustran los días en Landsberg y que serán subastados el 2 de julio con un precio de salida de 25.000 euros, contienen entre 300 y 400 tarjetas de visita, lo que demuestra que el cabo Hitler, que había sido condenado a cinco años de cárcel por sus anhelos golpistas (el 'putsch de la cervecería'), contaba con numerosos amigos fuera de la cárcel y con abundante apoyo para su causa.

Las visitas eran constantes, incluso de figuras que le habían ayudado en el golpe, como el héroe de la Primera Guerra Mundial, Erich Ludendorff, quien no solamente intercedió por él ante las autoridades de Berlín, sino que entró varias veces en la cárcel para ver al cabo Hitler sin autorización, según los documentos. También constan visitas de personalidades internacionales, que acudían a Landsberg atraídas por el discurso de derechas y nacionalista que Hitler había expuesto durante su juicio.

Aquel proceso judicial puso a disposición del golpista tiempo prácticamente ilimitado para hablar en defensa propia. Hitler, consciente del interés que su caso había despertado en la prensa internacional, asumió su responsabilidad en el golpe y se dedicó, durante el resto de su intervención, a cantar las maravillas del nacional-socialismo.

Estando en prisión, llegó la fecha de su 35 cumpleaños. Según los citados documentos, Hitler organizó una fiesta a la que acudieron 40 invitados, sólo 19 días después de que fuese puesto tras las rejas. Los historiadores y biógrafos de Adolf Hitler ya habían probado que el tiempo en Landsberg no fue exactamente una tortura para el líder nazi, a pesar de que el aparato de propaganda del partido se encargase de pintarlo como un martirio. Pero semejante grado de privilegios en prisión no había sido documentado hasta ahora.

El fajo demuestra que Hitler llevaba una vida alegre en Landsberg y que no solamente se ocupaba de asuntos políticos o militares, sino que, incluso, se encargó de elegir automóvil para su regreso a la calle, como lo demostraría una carta dirigida a Benz (hoy Mercedes-Benz), fechada en septiembre de 1924 y en la que se interesa por un coche gris que costaba 18.000 Reichsmark y para el que Hitler pedía un descuento: "La dificultad para mí está en el hecho de que no espero los ingresos de mi trabajo ('Mein Kampf' no está aún acabado) antes de mediados de diciembre. Por supuesto, el margen de unos pocos miles de marcos por su parte, jugaría un papel importante".

El hallazgo de los documentos ha sido fruto de la casualidad, según Werner Behringer, cuya casa de subastas en Fuerth, Baviera, certifica su autenticidad. Los papeles fueron encontrados recientemente por un ciudadano de 55 años de Nuremberg, que desea permanecer en el anonimato. Al parecer, el hombre se topó con ellos al revisar la biblioteca de su difunto padre. Cree que fueron adquiridos junto a un conjunto de libros sobre la I Guerra Mundial en un rastrillo y que su padre ni siquiera fue consciente en vida del contenido de los polvorientos papeles.

En total son unos 500 documentos y sólo uno de ellos aparece firmado por el propio Hitler, pero, según Robert Bierschneider, un experto del Archivo de Estado Bávaro en Munich, contienen sellos y anotaciones que coinciden con las encontradas en otros papeles de la misma prisión y la misma época.

miércoles, 23 de junio de 2010

Medvédev rinde homenaje a los caídos en la Gran Guerra Patria

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, rindió hoy homenaje a los soviéticos caídos en la Gran Guerra Patria, como denominan en Rusia el período de la II Guerra Mundial comprendido entre el 22 de junio de 1941 y el 9 de mayo de 1945.

El líder ruso, acompañado de otros dirigentes, depositó rosas y claveles ante la Llama Eterna de la Tumba del Soldado Desconocido, situada en los Jardines de Alejandro al pie de la muralla del Kremlin, informó la televisión.

Rusia conmemora hoy el 69 aniversario del ataque de la Alemania nazi a la URSS y recuerda a los cerca de 27 millones de soviéticos, entre militares y civiles, caídos en aquella contienda, según datos oficiales.

El 22 de junio se recuerda en Rusia como el Día de Duelo y Recordación, jornada instituida el 8 de junio de 1996 por el entonces presidente Borís Yeltsin.

El aniversario del comienzo de la invasión nazi se recuerda también en Ucrania, Bielorrusia y otros países que formaron parte de la Unión Soviética.

Un historiador cree que Hitler pudo visitar Moscú con Ribbentrop en 1939

Un historiador ruso afirmó hoy que el líder nazi Adolf Hitler pudo haber visitado en secreto Moscú en 1939 para reunirse con el dictador soviético Iósif Stalin y asistir a la firma del pacto Mólotov-Ribbentrop.

Alexandr Osokin, autor de libros sobre la Segunda Guerra Mundial, basa su conjetura en las listas, recién halladas en los archivos soviéticos, de la delegación que en agosto y septiembre de 1939 acompañó al ministro de Exteriores nazi, Joachim von Ribbentrop, en sus visitas a Moscú.

El historiador determinó que las listas incluyen a al menos ocho personas del entorno más cercano de Hitler, como el piloto, el fotógrafo, el ayudante, el ordenanza, el médico y el taquígrafo personales de Hitler.

Además, sospecha que las únicas dos mujeres de la comitiva -la "señorita ("Fräulein") Edith Krüger" -sin mención de cargo- y la "secretaria Hilde von Seef", podrían ser la esposa del "Führer", Eva Braun, y su hermana Ilse.

Agrega que en el material gráfico sobre las visitas de Ribbentrop hallado en los archivos aparecen dos personajes nunca mencionados en la prensa y que tienen un gran parecido con dos importantes asesores de Hitler: el mariscal de campo Wilhelm Keitel y el político Karl Ernst Haushofer, uno de los ideólogos del nazismo.

"La explicación más probable de la inclusión de una parte tan importante del séquito de Hitler en la delegación de Ribbentrop es nada menos que... la presencia secreta en la misma del propio 'Führer'", sostiene el autor del artículo.

Sin embargo, sus conjeturas y argumentos son rechazados por otros historiadores.

"Me parece un desvarío. ¿Para qué tenía que viajar a Moscú Hitler? ¿Para reunirse con Stalin? Resulta imposible ocultar semejantes hechos, y menos durante setenta años", declaró a la agencia Interfax el conocido historiador Arseni Rogunski.

Osokin expuso su teoría en un extenso artículo publicado hoy en el diario "Moskovski Komsomólets" (2.094.807 ejemplares) con motivo del 69 aniversario del ataque de la Alemania nazi a la URSS en la madrugada del 22 de junio de 1941.

El pacto Molotov-Ribbentrop, por el que Stalin y Hitler en la preguerra se repartieron las zonas de influencia en Europa del Este, dejó las manos libres a la Alemania nazi para atacar Polonia y desatar la Segunda Guerra Mundial.

Ese pacto está formado por dos tratados, uno de no agresión y otro de amistad y fronteras, que fueron suscritos en presencia de Stalin en Moscú el 23 de agosto y el 28 de septiembre de 1939 por Ribbentrop y el jefe de la diplomacia soviética, Viacheslav Mólotov.

Fallece la enfermera que se convirtió en icono tras el beso de un marinero en Times Square



Probablemente es uno de los besos más famosos. En 1945 un marinero estadounidense dio un apasionado beso a Edith Shain en Times Square en las celebraciones del final de la Segunda Guerra Mundial y la convirtió en icono. Shain ha fallecido este domingo a los 91 años.

Una enfermera con su característico uniforme blanco recibía un apasionado beso de un marinero estadounidense en medio de Times Square para celebrar en 1945 el final de la Segunda Guerra Mundial. El fotógrado Alfred Eisenstaedt retrató este momento en la vida de Edith Shain, que ha fallecido este domingo a los 91 años, según ha informado su familia.

La escena se convirtió en la imagen de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundia y la fotografía de Eisenstaedt pronto se convirtió en un icono tras ser la portada de la revista Life.

La identidad de la enfermera en la fotografía no se conoció hasta la década de 1970, cuando ella escribió al fotógrafo diciendo que era la mujer de la foto que tomó el 14 de agosto. Se encontraba en Nueva York trabajando en un hospital de la ciudad. La identidad del marinero sigue sin conocerse.

Desde entonces, la fotografía también dejó su huella en la vida Shain. La fama que obtuvo con su imagen le dio invitaciones para todos los eventos relacionados con la guerra, desfiles y demás eventos conmemorativos.

Shain murió en su casa en Los Angeles este domingo, dejando tres hijos, seis nietos y ocho bisnietos.

martes, 22 de junio de 2010

'El hijo de Hitler', un cómic hilarante




En la Primera Guerra Mundial, durante la batalla de Somme (1916), un médico atendió a un joven en medio del campo de batalla. Este individuo, apodado "el chillón" por sus compañeros, era nada más ni nada menos que Adolf Hitler, quien había sido herido en el abdomen y en los genitales. A consecuencia de las heridas perdió un testiculo.

A pesar de esa pérdida, parece ser que Hitler mantuvo una vida sexual muy activa, aunque nunca tuvo descendencia.

Hasta ahí los hechos históricos, pero... ¿qué hubiera pasado si Hitler, a pesar de las heridas, hubiese tenido un hijo con la enfermera que le atendía? ¿Y sí ese hijo hubiese crecido y se hubiese enamorado de una judía? ¿Y sí los alíados se enterasen de su existencia?

Ese es el interesante punto de partida de El hijo de Hitler (Glénat), una irónica y divertidísma parodia del holandés Pieter de Poortere en la que no faltan Eva Braun, ni el Coronel Claus von Stauffenberg (Al que interpretó Tom Cruise en la película Valkyria), y en la que repasa la historia de Hitler mezclando hechos históricos con su magistral sentido del humor. E incluso rinde homenaje a ¿Dónde está Wally?, con páginas en las que hay que buscar a los personajes principales.



El Hijo de Hitler es Dickie, el genial personaje con cabeza de playmobil creado por Pieter De Poortere que ha vivido aventuras en todas las épocas, en los cinco álbumes que lleva publicados en el mercado francobelga.

En la mejor tradición del cine mudo clásico, las divertidas aventuras de Dickie transcurren sin diálogos pero con mucha ironía, dando una lección magistral de humor universal.

Los chistes se suceden a una velocidad de vértigo repasando hechos como la posible incapacidad de Hitler para tener hijos o los famosos experimentos de Josef Menguele para clonar al dictador. Nada escapa a la sutil ironía de Pieter de Poortere.

Y todo con un dibujo de apariencia inocente que le permite mantener un difícil equilibrio, sin caer nunca en el mal gusto, en un tema tan delicado como este, con el que podía haber herido sensibilidades.

Mathias Sindelar, el futbolista que se burló de Hitler

"Jugaba como nadie, ponía gracia y fantasía, jugaba desenfadado, fácil y alegre, siempre jugaba y nunca luchaba".- Friedrich Torberg

El fútbol tiene historias que van más allá del terreno de juego y la de Mathias Sindelar es precisamente una de ellas. Este futbolista forma parte de los perdurables en la historia de este deporte, apodado como el “Mozart del fútbol” por su elegancia en la conducción del balón y con una gran habilidad para penetrar entre los defensas. Sería en la selección de su país, Austria, donde se convertiría en leyenda: fue un hombre que nunca se doblegó al nazismo. Hay que tener en cuenta que la selección de Austria de aquella época era una de las grandes potencias del continente europeo. Alemania como parte del plan del III Reich en 1938 invadió y anexó a Austria. En el plano futbolístico Alemania, en esa época, no gozaba de gran potencial en su equipo nacional por lo que como parte de la anexión, la selección de Austria desaparecería cediendo sus mejores jugadores. Y entre ellos figuraba Mathias Sindelar.

En este plan orquestado por los dirigentes nazis, con Hitler a la cabeza, nunca albergaron especial atención por el fútbol pero lo quisieron usar como propaganda y beneficio social para sus macabros planes expansionistas. Sindelar iba a suponer un contratiempo. Al futbolista austriaco, de origen judío, le dolía ver a su amada patria sometida entre las garras de acero del Tercer Reich, nunca vio con buenos ojos la anexión y mucho menos estaba dispuesto a defender la camiseta alemana. Sin embargo, los planes siguieron su curso y el 3 de abril de 1938 quedó acordado el último partido de los austriacos en un amistoso que les mediría con la selección alemana, a la que posteriormente, deberían incorporarse forzosamente mediante la naturalización.

Cuentan sobre el encuentro que más que un partido amistoso debería llamársele una parodia más de la infame propaganda nazi. Todo estaba preparado para que los austriacos se dejaran ganar obedientemente y según las crónicas, los austriacos recibieron la consigna de no marcar. Durante la primera parte, Mathias Sindelar regateó mil y una veces a los defensores alemanes, pero, cada vez que llegaba ante el portero, echaba el balón fuera y volvía a su campo con gestos de resignación. Los austriacos teniendo muchas y claras ocasiones fallaron (de manera premeditada).

Sindelar en el segundo tiempo asumió el liderato de su equipo, siendo el mejor y desplegando sobre el terreno de juego todo un amplio repertorio de regates culminados con la consecución de un gol que celebró bailando y burlándose enfrente del palco de los jerarcas nazis. En lugar de alzar el brazo frente a Hitler, como todo el mundo esperaba, el delantero austriaco se puso a bailar. Adolfo Hitler, enfurecido por haber sido dejado en ridículo, sentenció a muerte al jugador austriaco, que tuvo que vivir en la clandestinidad a partir de ese momento. Nunca más volvió a pisar un terreno de juego. Nunca más volvió a tocar un balón de fútbol.

A partir de entonces la vida de Sindelar fue la de un perseguido más. Investigado por la Gestapo junto con su familia y apartado del fútbol, el jugador nunca más volvería a demostrar sus habilidades en un terreno de juego. Moriría meses después junto con su pareja (algunos dicen que era una prostituta) en su residencia de Viena envenenado por inhalar monóxido de carbono. Algunos dicen que se suicidó porque le habían quitado el fútbol, la pasión de su vida. Pero sin embargo no son pocas las voces que se inclinan por la posibilidad de que fuera asesinado como castigo a su condición de judío o como venganza a su actitud en el famoso partido amistoso. Hace 71 años de aquel triste día y para homenajearlo muchos compatriotas dejan flores sobre su tumba en el Cementerio Central de Viena, porque como un gran héroe, su nombre sigue vigente y siempre se le recuerda como el mejor deportista austriaco del siglo XX.

Matthias Sindelar, el Mozart del fútbol, uno de tantos que se rebeló contra la injusticia de la guerra y la opresión de los débiles y para ello lo hizo de la forma que mejor sabía: jugando al fútbol.

lunes, 21 de junio de 2010

Auschwitz: El tren de la muerte

El 14 de junio de 1940, hace 70 años y una semana, salía de la ciudad de Tarnów (sur de Polonia) el primer tren de la muerte con 728 detenidos hacia el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Los detenidos eran presos políticos polacos y su traslado, durante los 140 kilómetros que separan Tarnów de Auschwitz, fue un tormento. Encerrados en vagones de madera para el ganado, sin agua, sin ventilación, sin espacio, custodiados por asesinos uniformados armados, los prisioneros sufrieron un calvario. No fue sino el siniestro preámbulo de una situación aún más terrible: el cautiverio en Auschwitz.

Muchos prisioneros no lo pudieron soportar y murieron pronto a causa del hambre, el frío, las enfermedades; otros fueron gaseados y sus escuálidos cuerpos incinerados en los hornos crematorios. 239 detenidos de este primer convoy sobrevivieron.

Un tren con unos pocos supervivientes, familiares y amigos recorrió de nuevo el trayecto entre Tarnów y Auschwitz, donde se celebró una misa al aire libre en memoria de las víctimas. El convoy, en este caso, sembró a su paso por pueblos y campos todo lo contrario de lo que hicieron los nazis: vida, amor, esperanza. Este viaje simbólico fue organizado hace pocos días por la Asociación de Familiares de Auschwitz.

Danuta, una cracoviana de 60 años nieta de una víctima, explica que su objetivo ha sido «que la memoria no se muera, porque el recuerdo de las víctimas es un antídoto contra el totalitarismo, el fascismo y el nazismo».

Contra los totalitarismos

Kazimierz Zajac, uno de los pocos supervivientes del primer tren de la muerte hacia Auschwitz, de 86 años, comparte plenamente el punto de vista de Danuta, y destaca la necesidad de «no banalizar o relativizar el nazismo y otros totalitarismos que causaron la muerte de millones de seres humanos».

Antes de salir de la estación de Tarnów, los organizadores del viaje inauguraron un monumento con los nombres de los 728 presos y un triángulo rojo marcado con la letra P de Polonia. «Es un homenaje a todas las víctimas de los campos alemanes nazis», dijo uno de los presentes. Con lágrimas en los ojos, en algunos casos, y sonrisas forzadas, en otros, los insólitos viajeros subieron al tren. En esta ocasión no tuvieron que soportar los gritos y latigazos de las Waffen SS.

Kazimierz Zajac contó a los periodistas que acompañaron al grupo de supervivientes: «Nos dijeron que nos llevaban a un campo de concentración, pero ninguno de nosotros sabían a qué campo íbamos. Nadie lo sabía». La estación de Cracovia era parada obligatoria. Bastantes prisioneros del primer convoy de la muerte se enteraron al llegar de que las tropas alemanas habían entrado en París y Francia se había rendido a Alemania.

domingo, 20 de junio de 2010

La lista de Franco para el Holocausto

Al final de la II Guerra Mundial, el régimen de Franco intentó con relativo éxito confundir a la opinión pública mundial con la fábula de que había contribuido a la salvación de miles de judíos del afán exterminador nazi. No solo era falso lo que la propaganda franquista pretendía demostrar. En la España del dictador hubo la tentación de contribuir a acabar con el "problema judío" en Europa.

La paciente labor de un periodista judío, Jacobo Israel Garzón, ha conseguido que aflorara el único documento conocido sobre el asunto, conservado por obra de la casualidad en el Archivo Histórico Nacional, y proveniente del Gobierno Civil de Zaragoza. Lo publicó en la revista Raíces. A partir de ese trabajo, EL PAÍS ha continuado la indagación y ha reconstruido la historia completa de la frustrada colaboración con el Holocausto. Quiénes fueron sus protagonistas y sus cómplices. Una historia que cambia la Historia.

El 13 de mayo de 1941, todos los gobernadores civiles españoles reciben una circular remitida el día 5 por la Dirección General de Seguridad. Se les ordena que envíen a la central informes individuales de "los israelitas nacionales y extranjeros afincados en esa provincia (...) indicando su filiación personal y político-social, medios de vida, actividades comerciales, situación actual, grado de peligrosidad, conceptuación policial". La orden la firma José Finat Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, el último día de su permanencia en el cargo, porque va a ser relevado por el coronel Galarza. De ese puesto va a saltar en pocos días al de embajador de la España de Franco en Berlín.

El conde es un personaje refinado y culto, y muy amigo de Ramón Serrano Suñer, el hombre fuerte del régimen [fue ministro de Interior y Asuntos Exteriores], que es quien le va dando los distintos cargos que ostenta. Ha prestado grandes servicios a Serrano y a Franco, como el de organizar a los policías que, en connivencia con el embajador Lequerica y la Gestapo, utilizando a un siniestro policía de apellido Urraca, consiguió traer a Companys y Zugazagoitia a España para sufrir una burla de juicio y ser fusilados.

José Finat hizo buenas migas con Himmler cuando este visitó España en octubre de 1940. Himmler pudo asistir a un espectáculo que le pareció cruel: una corrida de toros en Las Ventas. En esos días, ambos pusieron al día una vieja colaboración firmada por el general Severiano Martínez Anido en 1938. Gracias a ese acuerdo, la policía política alemana goza de status diplomático en España, y puede vigilar a sus anchas a los treinta mil alemanes que viven aquí.

Dentro de poco más de un mes, Finat va a ocupar su cargo de embajador en Berlín. Allí podrá entregar en persona a Himmler sus listas de judíos. Si España entra en la guerra, serán un buen regalo para los nazis. Antes va a tener tiempo suficiente para dar una paliza y emplumar por maricón a un cantante, Miguel de Molina. Le ayudará el falangista Sancho Dávila, primo del fundador del partido fascista.

El objetivo del Archivo Judaico no consiste en defender al régimen de la posible acción subversiva que puedan realizar los refugiados que pasan por España huyendo de la persecución nazi. Esos son conducidos directamente a Portugal para que se marchen a Estados Unidos, o internados en el campo de concentración de Miranda de Ebro hasta que se sepa qué hacer con ellos. De lo que se trata, sobre todo, es de tener controlados a los judíos españoles de origen sefardí:

"Las personas objeto de la medida que le encomiendo han de ser principalmente aquellas de origen español designadas con el nombre de sefardíes, puesto que por su adaptación al ambiente y similitud con nuestro temperamento poseen mayores garantías de ocultar su origen y hasta pasar desapercibidas sin posibilidad alguna de coartar el alcance de fáciles manejos perturbadores".

El trabajo no va a ser fácil por esa capacidad de adaptación que tienen los judíos. Sobre todo en lugares que no sean como Barcelona, Baleares y Marruecos, donde había antes de la guerra "comunidades, sinagogas y colegios especiales", y eso permite una mayor facilidad de localización.

La circular no oculta la urgencia de la acción. Hay que proteger al Nuevo Estado de la posible actuación de estos individuos, que son "peligrosos".

El coronel Valentín Galarza está poniendo patas arriba el ministerio que le ha dejado Serrano Suñer, infestado de falangistas revolucionarios. Pero no va a destrozar toda la obra de su antecesor. El Archivo Judaico se va a seguir completando con carácter de urgencia al principio y con metódica seriedad después.

¿No son acaso los judíos y los masones los enemigos fundamentales del Nuevo Estado?

Cuando haya pasado el tiempo, el Archivo Judaico será ocultado y sistemáticamente destruido, como toda la documentación comprometedora para el régimen franquista en relación con la persecución antisemita realizada en los años cuarenta. Cuando deje de ser urgente tener listas completas de israelitas y haya que justificar la patraña de que el régimen surgido del 18 de julio ayudó en todo lo posible para que se salvaran muchos judíos de la persecución nazi.

En mayo de 1941, cuando se envía la circular, resulta muy significativa la desaparición de las guardias de falangistas de la puerta del Ministerio de la Gobernación. Ya no se trata de que la represión la lleve la Falange por su cuenta, como si fuera un poder autónomo del Estado. Se trata de que el Nuevo Estado asume comportamientos que le identifican con los de la Alemania nazi, pero mediante las instituciones tradicionales, o sea, en este caso, la Policía y la Guardia Civil. Eso sí, "auxiliados por elementos de absoluta garantía".

Esos elementos son falangistas entusiastas de la represión, que hay muchos. Porque continúa en funcionamiento la Delegación Nacional de Información e Investigación, con sedes en muchos municipios españoles. Hay más de tres mil agentes del partido repartidos por toda la geografía nacional, que elaboran sin descanso expedientes sobre sospechosos. En el año anterior han escrito más de ochocientos mil informes y han elaborado fichas sobre más de cinco millones de ciudadanos. Los miembros de las delegaciones hacen informes constantes sobre la situación política en cada lugar, sobre el estado de la opinión pública, y sobre los antecedentes políticos de cualquier ciudadano que aspira a un puesto de trabajo. Y tienen el privilegio de participar en interrogatorios policiales y torturas en comisarías o cuartelillos.

A veces, fuera de las dependencias judiciales. El ricino y las palizas callejeras están a la orden del día.

Con el cambio de destino del conde de Mayalde, los falangistas dejan de ser los que encabezan este tipo de investigaciones, pero están. Siguen estando.

Los investigados para el Archivo Judaico no son gente de especial relevancia. Salvo en algún caso, como el del escritor Samuel Ros, amigo íntimo del revolucionario Dionisio Ridruejo, cuya condición de judío levantará las inquietudes de los funcionarios nazis instalados en España. Se da la circunstancia de que Ridruejo es también muy amigo del conde, con el que va a compartir muchas jornadas en Berlín durante su discontinua presencia en la División Azul, el contingente español que va a marchar a Rusia a luchar contra el comunismo a las órdenes del general Agustín Muñoz Grandes.

Los hombres de Himmler, a los que el conde de Mayalde ha dado el estatus oficial para que se muevan con soltura por el país, reclaman a la Policía española que les dé detalles sobre las actividades de Samuel Ros. Incluso se atreven a protestar porque se le permita escribir en medios oficiales como el diario falangista Arriba.

Otra de las circunstancias llamativas de la circular es que rompe con el antijudaísmo clásico de la católica España. Para la Iglesia, y por tanto para el régimen nacional católico amparado por los cardenales Pla i Deniel y Gomà, un judío deja de serlo si se convierte al catolicismo. Los nazis consideran que se trata de una raza, y el conde de Mayalde expresa claramente su concepción próxima a la de los seguidores de Hitler: los sefardíes, que por "su adaptación al ambiente y su similitud con nuestro temperamento poseen mayores garantías de ocultar su origen". Hay un temperamento español y un origen judío.

La fecha en que se emite la circular tampoco es casual. En España se debate desde hace meses la posibilidad de que el país entre en guerra al lado de Alemania. Y los más furibundos partidarios de esta opción son los falangistas revolucionarios, los nacionalsindicalistas que admiran a Hitler y comprenden su política de liquidación del judaísmo.

En Francia, las autoridades de Vichy han puesto en marcha, sin necesidad de que los ocupantes alemanes se lo pidan, un Estatuto Judío que incluye un censo. Ya hay muchos miles de judíos franceses o apátridas recluidos en campos de concentración en la zona de Vichy y en la zona ocupada. En todos ellos la autoridad le corresponde a la policía francesa. De esos campos saldrán los trenes de la muerte que conducirán a casi todos los judíos franceses al exterminio en Auschwitz.

El más importante está al lado de París, en una localidad llamada Drancy, donde catorce sefardíes españoles han sido recluidos. Un diplomático llamado Bernardo Rolland de Miota, cónsul general en París, intenta, contra las órdenes del embajador Lequerica y del ministro Serrano Súñer, salvarles. No lo consigue, aunque sí puede actuar a favor de otros dos mil que reciben protección de su consulado. Serrano Suñer le hará pagar por su desobediencia destinándole a un oscuro puesto africano. Será declarado por la Fundación Wallenberg "justo entre las naciones", un título al que se harán acreedores otros diplomáticos españoles, como Sebastián de Romero, Eduardo Propper, Julio Palencia, Ángel Sanz Briz o Carmen Schrader.

»LA REUNIÓN DE WANNSEE. A las afueras de Berlín hay un plácido barrio de casas residenciales donde muchos berlineses de posición económica acomodada pasan los fines de semana. Antes para alejarse del estruendo de la gran urbe. Ahora para eludir la incomodidad de las alarmas aéreas. El barrio se llama Wannsee, y está construido a las orillas del lago del mismo nombre.

Allí se solazan y descansan los responsables de la Seguridad del Estado hitleriano. Los jefes de los Eisantzgruppen, estresados, se recuperan del pesado trabajo de matar en masa a tantos judíos, a tantos partisanos y comisarios bolcheviques. Lo hacen en una casa adquirida por la Seguridad del Reich, que dirige un asesino en masa llamado Reinhardt Heydrich.

Heydrich, el virtuoso violinista que, a las órdenes de Himmler, desarrolla la matanza de los judíos, ha hecho balance, y este no es nada bueno. Con gran esfuerzo y un enorme gasto de munición y recursos, se ha conseguido matar solo a un millón de judíos en números redondos, de los más de once que se calcula que están en los territorios del Reich o en las zonas conquistadas. Y lo que no cabe ya, a la vista de la reacción del Ejército soviético, que ha detenido la ofensiva sobre Moscú y Leningrado, es pensar en expulsar a todos los hebreos hasta los montes Urales para que allí se extingan.

Hasta octubre de 1941, se ha conseguido que quinientos treinta y siete mil judíos se marcharan de los territorios del Reich. Unos quinientos mil, de Alemania y Austria; los treinta mil restantes, de Bohemia y Moravia. Pero esta política está realmente acabada, porque trae muchos problemas, en plena guerra, negociar transportes, destinos e itinerarios.

Mientras a los de las repúblicas bálticas se les mata en bosques o se les enrola por la fuerza en destacamentos de trabajo, en Varsovia sigue habiendo un gueto poblado por decenas de millares de judíos polacos que absorben recursos alimenticios, que obligan a dedicar numerosas tropas a controlarles. No es barato liquidar el problema judío. Los responsables de cada área ocupada se las ven y se las desean para cumplir con una orden muy vaga, la de que cada uno se las tiene que arreglar para matar a sus judíos. Pero eso no es fácil. Hans Frank, el gobernador general de Polonia, ha mostrado su desesperación hace pocas semanas: "No podemos fusilar a esos tres millones y medio de judíos, no podemos envenenarles, pero tenemos que ser capaces de dar pasos para encontrar una forma de llegar al éxito en el exterminio".

Es 20 de enero y en el palacio de Wannsee, junto al lago de aguas cristalinas, Heydrich ha reunido a los quince mejores expertos en matanzas porque ha recibido la orden de poner de una vez en marcha la "solución final" de ese problema. Hay que tomarse en serio el asunto, y ordenar los métodos, convertir el empeño en un sistema industrial eficiente en resultados concretos y en términos de economía. Y la consigna debe carecer de elementos que permitan la duda. A partir de ahora está claro que lo que procede es matar a todos, absolutamente todos, los judíos que se encuentran en territorios del Reich o en zonas conquistadas. No solo en esas áreas, sino también en el resto de Europa. Porque quedan muchos judíos en países rendidos o aliados. En casi ninguno de ellos se va a encontrar ningún problema para aplicar la solución. Sí en Italia, que es un aliado dubitativo en este asunto, pero no hay quejas sobre la actitud de Francia.

Hitler ha hecho hincapié varias veces en su "profecía" de que, si se produjera una nueva guerra mundial, los judíos desaparecerían de la faz de la tierra. Ahora ya no puede haber vacilaciones. Ya hay una guerra mundial desde que Estados Unidos se han enrolado en ella. Dentro de diez días, en un sitio público, el Sportpalas de Berlín, el Führer va a insistir en ello: "Esta guerra no tendrá un final como imaginan los judíos, con el exterminio de los pueblos arios de Europa, sino que el resultado de esta guerra será la aniquilación de la judería. Por primera vez, la antigua ley judía será aplicada ahora: ojo por ojo y diente por diente".

No hay constancia documental de que en Wannsee se hable de España. Se hace notar, simplemente, que allí hay seis mil judíos. Pero su destino está claro, para cuando se pueda atender la relación con este país. Lo seis mil están censados por algún organismo del Gobierno, que ha pasado nota a los representantes alemanes en la Embajada de Madrid. El censo que inició el 5 de mayo de 1941 José Finat, conde de Mayalde, ahora embajador en Berlín. Están todos localizados.

Una compleja serie de razones impedirá que España entre en la guerra al lado de Alemania. Eso evitará que los nombres incluidos en el Archivo Judaico pasen a formar parte de los listados de Auschwitz.

A finales de 1945, los archivos de los ministerios de Gobernación y de Asuntos Exteriores serán expurgados para que no quede nada que demuestre que la mayor actitud de piedad de Franco hacia los judíos fue dejar pasar a algunos, o soportar en ocasiones la acción individual de los pocos diplomáticos que se la jugaron por salvar vidas humanas.

El Archivo Judaico habría sido un hermoso regalo para Hitler. Su conservación, una repugnante prueba de lo que los falangistas de Ramón Serrano Suñer pretendían hacer con los judíos españoles.

El cinismo franquista llegó al extremo cuando tuvo que negociar con los aliados vencedores en la guerra la liquidación de las deudas con Alemania. La delegación española se atrevió, ante el escándalo de los representantes aliados, a pedir compensación por los daños patrimoniales causados por los nazis a los sefardíes de Tesalónica. El representante inglés McCombe tuvo que recordar en la reunión que España jamás había protestado por la persecución nazi contra sus compatriotas.

sábado, 19 de junio de 2010

La UAM albergará en septiembre un curso sobre las enseñanzas del Holocausto para la Medicina actual

La Universidad Autónoma de Madrid (UAM) acogerá en septiembre un curso sobre las enseñanzas que aportan las prácticas médicas realizadas durante el Holocausto a los médicos de nuestros días.

Se trata del curso 'Enseñanzas del Holocausto para la Medicina actual' que se celebrará dentro de los cursos de verano de la universidad madrileña los días 1,2 y 3 de septiembre y que estarán dirigidos por el profesor de la Facultad de Medicina Esteban González López y la directora del área de Holocausto y Antisemitismo de la Casa Sefarad-Israel, Henar Corbi Murgui.

En el curso se recordará cómo, entre 1933 y 1945, se exterminaron sistemáticamente a millones de personas en acciones no bélicas por parte de la Alemania nazi y sus aliados.

Según consta en la página web del Colegio de Médicos de Madrid, "muchas de estas acciones de exterminio contaron con la participación activa de médicos clínicos, investigadores, neurocientíficos y otros profesionales de la salud". Además, indica que "también los médicos participaron en la esterilización de pacientes portadores de enfermedades genéticas y mentales y en experimentos científicos y pseudocientíficos".

El post afirma que actualmente "siguen vigentes en la asistencia diaria a los pacientes muchos de los aspectos éticos presentes durante el período nazi", como es el caso de "límites de la investigación, decisiones al comienzo y final de la vida, relación del médico con el estado o investigación genética".

"Conocer el pasado y el papel jugados por los médicos nazis refuerza la necesidad de poner énfasis en la bioética y en el profesionalismo dentro de la formación y del desarrollo profesional de los profesionales sanitarios", sostiene el artículo.

Así, en el curso se abordarán cuestiones como la medicina Nazi de 1933-1945, aspectos históricos como la ideología del Nacionalsocialismo, el papel de los médicos judíos en los ghettos y en los campos, así como una conferencia que aborda los dilemas éticos que se presentan. Al curso acudirán supervivientes de campos de exterminio y se hablará del nacimiento de la bioética.

viernes, 18 de junio de 2010

Sarkozy conmemora en Londres el llamamiento de De Gaulle a la Francia Ocupada

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, visita hoy viernes Londres para conmemorar el 70 aniversario del llamamiento radiofónico del general Charles de Gaulle a sus compatriotas en la Francia ocupada.

Acompañado de su esposa, Carla Bruni, Sarkozy acudirá al estudio de la emisora pública BBC donde el general instó a los franceses a resistirse a la ocupación de la Alemania hitleriana.

Junto al príncipe de Gales, el presidente francés colocará también una corona ante la estatua del padre de la reina Isabel II, Jorge VI.

Posteriormente, acompañado del primer ministro británico, David Cameron, el presidente francés se reunirá con veteranos de la Segunda Guerra Mundial.

Se trata de la primera visita que hace un jefe de Estado francés para conmemorar el histórico llamamiento radiofónico del general de Gaulle, el 18 de junio de 1940.

De Gaulle había huido de Francia un día antes de que el nuevo gobierno colaboracionista de Philippe Pétain firmara un armisticio con Hitler.

El día después de su huida, De Gaulle acudió a los estudios de la BBC, desde donde se dirigió a los franceses.

En un principio, el Reino Unido rechazó su intento de hablarles por radio a sus compatriotas, pero finalmente se aceptó tras la intervención personal del primer ministro, Winston Churchill.

Según recuerda ahora la BBC, para irritación del general, no se grabó entonces el mensaje, por lo que el general volvió cuatro días después a la emisora para repetirlo.

En él, De Gaulle se autocalificó de líder de la "Francia Libre", lo que dio origen al movimiento de resistencia contra la ocupación alemana.

El general les dijo a sus compatriotas que jamás se extinguiría "la llama de la resistencia francesa".

Durante su visita a la sede central de la BBC, la llamada Broadcasting House, Sarkozy inaugurará una placa y un tapiz donados por Francia a la emisora en señal de agradecimiento tras la Segunda Guerra Mundial.

Un alumno del Liceo Francés de Londres leerá el discurso de De Gaulle, cuyo texto completo está inscrito en una placa de bronce al pie del Arco del Triunfo en París.

El presidente galo y el príncipe Carlos pondrán luego sendas coronas junto a la estatua del general francés en Carlton Gardons, donde estuvo el cuartel del líder de la Francia libre durante la guerra.

Sarkozy y sus anfitriones se reunirán luego con miembros de la resistencia francesa y veteranos británicos de la Segunda Guerra Mundial en el Chelsea Royal Hospital, residencia de estos últimos.

A su entrada en el París liberado en agosto de 1944, el general De Gaulle fue recibido como un héroe.

jueves, 17 de junio de 2010

Nuevo concurso para paliar la decepción Mundial

Hoy estamos todos un poco decaídos por la soprendente derrota de España ayer en el Mundial de Sudáfrica. Seáis o no españoles habréis de reconocer que el resultado ha sido la gran sorpresa hasta ahora del campeonato.

Pero, por otra parte hoy me he llevado una alegría al alcanzar por fin los 100 seguidores de este blog (lo podéis comprobar en el widget de la columna de la izquierda).

Así que para recuperarnos de lo primero y celebrar lo segundo os propongo un concurso muy fácil y acorde con estos tiempos.

Un porra de fútbol!!!

Mediante un comentario a esta entrada, y solo uno, debéis tratar de adivinar cuál será el resultado del partido Honduras-España del próximo lunes 21.



El ganador de la porra podrá elegir entre estos dos libros como premio:

En caso de que haya más de un acertante se elegirá el ganador por sorteo.

Vamos a animarnos todos un poco, que todavía PODEMOS!



Destripando los reactores de Adolf Hitler

En 1939, cuando la ciencia que estudiaba la fisión nuclear estaba todavía en pañales, la Alemania nazi de Adolf Hitler emprendió dos programas paralelos para crear el primer reactor atómico del mundo. Sólo 70 años después, los científicos del Instituto de Elementos Transuránicos de Karlsruhe han conseguido desvelar todos los pormenores de aquel programa secreto.

En 1945, tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, una misión especial del ejército de EEUU decomisó en varias instalaciones alemanas 664 cubos de uranio, utilizados por los científicos nazis como combustible nuclear. Pero cinco cubos se quedaron en Alemania. Un equipo dirigido por el investigador Klaus Lützenkirchen ha analizado dos de ellos.

Una de las muestras, perteneciente al programa Uranverein (club del uranio), dirigido por el premio Nobel de Física Werner Heisenberg, estaba almacenada en el Museo Atómico de Haigerloch, la ciudad en la que los nazis intentaron desarrollar la bomba nuclear. La segunda muestra, una lámina de uranio, se encontraba en el Instituto Max Planck de Física Nuclear en Heidelberg y procedía del trabajo de un colega de Heisenberg, Karl Wirtz.

El equipo de Lützenkirchen aplicó las mismas técnicas que emplea en el análisis del uranio de contrabando interceptado y observó que el cubo y la lámina procedían de dos lotes diferentes. Es más, según explica el científico, el primero se fabricó en 1943 y el segundo, en 1940. En ninguno de ellos se detectaron residuos característicos de la fisión nuclear.

"Estos programas sólo buscaban obtener energía nuclear para uso civil, pero fallaron", señala Lützenkirchen. El Proyecto Uranio, el nombre en clave del programa de las fuerzas armadas alemanas para fabricar una bomba nuclear, también falló. El Proyecto Manhattan, llevado a cabo por el ejército de Estados Unidos, se adelantó y acabó decidiendo la Segunda Guerra Mundial.

miércoles, 16 de junio de 2010

Encuentran esqueletos de soldados nazis en la ciudad polaca de Wroclaw

Arqueólogos polacos encontraron hoy en Wroclaw (suroeste de Polonia) los esqueletos de varios soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente ejecutados con un tiro en la nuca por sus compatriotas.

Los arqueólogos, pertenecientes al museo local, realizaban unas excavaciones en un céntrico parque de la ciudad cuando tuvo lugar el hallazgo.

Los esqueletos estaban tendidos de espaldas, cerca de un muro, con orificios de bala en la parte posterior del cráneo, explicó el director del museo de Wroclaw, Radoslaw Jarysz, a la cadena de televisión TVN24.

Para Jarysz, esto hace pensar que los militares fueron asesinados, posiblemente en el marco de las ejecuciones que los propios alemanes llevaron a cabo en los últimos días de la guerra, cuando las tropas soviéticas avanzaban imparables hacia Berlín.

Los restos de los soldados germanos, cuyo número todavía no se ha podido determinar, serán enterrados en el cementerio alemán de Wroclaw, una ciudad que hasta el final de la Segunda Guerra Mundial perteneció a Alemania y que fue posteriormente cedida a Polonia, dentro de los acuerdos que siguieron al fin del conflicto.

Operación Saturno

La Operación Saturno fue ejecutada por el Ejército Rojo en el frente Oriental de la II Guerra Mundial, librándose batallas con Alemania en el norte del Cáucaso y en la región de Donbas, en la Unión Soviética desde diciembre de 1942 hasta febrero de 1943.

El éxito de la operación Urano, ejecutada el 19 de noviembre de 1942, atrapó al 6° Ejército Alemán (300.000 soldados) en Stalingrado. Para asegurarse que el cerco soviético no fuera levantado y aprovechar la frágil situación alemana en el sur, la Stavka preparó una campaña ofensiva invernal llamada "Saturno".
[editar] Operación Pequeño Saturno: Diciembre de 1942

La operación Saturno debió ser revisada, ya que el plan original indicaba el aislamiento del Grupo de Ejércitos A en el Cáucaso. No obstante, una ofensiva alemana para establecer comunicación terrestre con Stalingrado lanzada el 12 de diciembre, desarticuló momentáneamente los planes soviéticos (véase Operación Wintergewitter). El General Rodión Malinovsky bloqueó el avance de las tropas alemanas lideradas por Erich von Manstein con su 2° Ejército de Guardias, permitiendo que una variante de la operación Saturno original, llamada Operación Pequeño Saturno fuera ejecutada el 16 de diciembre.

Esta operación intentaba atrapar a las fuerzas italo-alemanas que estaban luchando para llegar a Stalingrado y al mismo tiempo, al llegar a Rostov del Don, atrapar al Grupo de Ejércitos A en el Cáucaso. De esta manera, un rápido ataque desde el norte ,ejecutado por el 1° Ejército de Guardias y el 2º Ejército de Guardias del General, chocaría frontalmente con el 8° Ejército Italiano de 130.000 soldados intentando empujarlo hacia el este, donde estaba el cerco de Stalingrado. El generla von Manstein envió a la 6ª División Panzer en su ayuda, logrando establecer contacto con 45.000 italianos el 17 de enero, perdiéndose el resto. Por el sur, el 28º Ejército Soviético intentó atrapar a las fuerzas alemanas que se acercaban desde el sur, mientras que el 51º Ejército atacó a estas fuerzas directamente. El 24 de diciembre, los tanques soviéticos llegaron a Tatsinskaya, que era la base aérea de donde salían la mayoría de los aviones hacia Stalingrado (véase Batalla de Tatsinskaya)

Como las fuerzas alemanas que estaba dirigiéndose a Stalingrado corrían el riesgo de ser rodeadas, von Manstein ordenó la retirada a Kotelnikovo el 29 de diciembre. De esta manera los soldados alemanes atrapados en Stalingrado fueron dejados a su suerte, sobreviviendo al cerco 90.000 de los 300.000 originales, aunque la cifra de sobrevivientes se redujó drásticamente durante el cautiverio que siguió ya que sólo 5.000 regresaron a sus hogares. No obstante, la ofensiva soviética no logró avanzar lo suficientemente rápido, lo que permitió que las tropas del Grupo de Ejércitos A se retiraran del Cáucaso hacia Rostov del Don o la península de Taman, frente a Crimea.

El 13 de enero se reiniciaron las ofensivas soviéticas en el norte, ya que cuatro ejércitos del frente de Vorónezh rodearon y destruyeron al 2º Ejército Rumano en Svoboda. Un segundo ataque en la ciudad de Voronezh, casi atrapa al 2° Ejército Alemán, que no obstante, perdió un cuerpo blindado que tuvo que escapar abriéndose paso a la fuerza.

Al avanzar el frente de Voronezh hacia el oeste, se inició la última etapa de la operación Saturno. En esta etapa se esperaba llegar rápidamente hasta el río Dnieper y rodear al escurridizo 2º Ejército Alemán, mientras que los frentes del Suroeste y del Sur tomarían Voroshilovgrad y luego se dirigirían al sur, al mar de Azov para rodear a los Grupos de Ejércitos A y del Don.

Kursk fue liberada el 8 de febrero de 1943 y el 15 de febrero Jarkov lo fue también. Rostov del Don fue abandadonada por las tropas alemanas el 18 de febrero. El 17º Ejército, que formaba parte del Grupo A, fue arrinconado en la península de Taman, aunque resistió varias semanas (véase Batalla del cruce de Kuban). Por otro lado, los Grupos del Don y los restos del A corrían el riesgo de ser aisladas en el sureste de Ucrania por un peligroso avance del 1º Ejército de Guardias hacia Dnipropetrovsk. La rendición de Stalingrado el pasado 2 de febrero, permitió que más tropas soviéticas se prepararan para entrar a formar parte de las operaciones.

No obstante, las victorias soviéticas les hicieron creer a los líderes militares que podían explotar aún más la situación. Se empezó a planear un ataque contra el saliente alemán creado alrededor de Orel, para luego dirigirse contra Bryansk. Las tropas soviéticas dispersas por el frente y los refuerzos ubicados en Stalingrado a cientos de kilómetros demoraron el inicio de la ofensiva hasta el 25 de febrero. El ataque soviético, ejecutado por cansadas tropas, chocaron contra la defensa alemana ya preprarada para este ataque, por lo que el saliente de Orel no pudo ser eliminado.

El 20 de febrero se inició una audaz contraofensiva planeada por el general von Manstein con cuerpos SS Panzer, logrando hacer retroceder a una fuerza superior soviética hasta más allá de Járkov (véase Tercera Batalla de Járkov), librando a los Grupos de Ejércitos B y del Don, a partir de ahora Grupo de Ejércitos Sur, de ser atrapados.

A pesar de los contratiempos de Jarkov y Orel, la ofensiva soviética mantuvo su máximo avance en un saliente ubicado en Kursk, lo que motivó a Hitler para que planeara una ofensiva contra dicho saliente. La batalla de Kursk, la mayor batalla de tanques de la historia, se empezó a planear entonces con mucho cuidado por los alemanes, ya que probablemente iba a ser la única ofensiva de importancia que podrían realizar por lo que quedaba de guerra.

martes, 15 de junio de 2010

Novedades en Galland Books

Os informamos de dos de las últimas novedades que ha publicado la Editorial especializada Galland Books... y de cada un de las cuales tenemos un ejemplar reservado como premio para nuestros lectores, o sea, vosotros.



DIVISIÓN «FELDHERRNHALLE»
Tropas de Guardia de las SA

Autor: Alfonso Escuadra
Páginas: 64
Muy ilustrado

Las unidades «Feldhernhalle» fueron la concreción más explícita de uno de los grandes mitos del nacional-socialismo: el soldado político. El viejo ideal de guerrero nacional-socialista hundía sus raíces en las acciones de los antiguos Freikorps, aquellas unidades de voluntarios que, años atrás, habían aplastado la revolución comunista en Alemania, protegiendo su territorio frente a los afanes anexionistas de sus vecinos.

Tal y como ocurrió con otras unidades similares, el SA-Standarte «Feldhernhalle» se beneficiaría de extraordinarios programas de armamento y desarrollo táctico; programas que determinaron su progresiva ampliación, primero a división de Panzergrenadieren, para pasar luego a división Panzer y alcanzar, finalmente, la talla de un cuerpo blindado.

En este libro se matizan los vínculos que existieron entre esta unidades y los milicianos de las SA; se da una visión pormenorizada de lo que fue el proceso de ampliación y transformación de su estructura táctica y se ofrece una panorámica de lo que fueron los combates libados por unas formaciones que, hasta no hace mucho se presentaban como las más desconocidas entre las unidades de la Guardia del Ejército Alemán




LA INVASIÓN DE POLONIA
El inicio de la II Guerra Mundial

Autor: Juan Vázquez Garcia
Páginas: 80
Muy ilustrado

En septiembre de 1939, el mundo contempló atónito como el joven y revolucionario ejército alemán, renacido de sus cenizas de la Primera Guerra Mundial, aplastaba al ejército polaco con una rapidez hasta entonces desconocida. La Biltzkrieg aún estaba lejos de su mejor momento pero los alemanes supieron identificar los errores cometidos y resolverlos con vistas a la siguiente campaña. Curiosamente, ni Inglaterra ni Francia, que declararon la guerra a Alemania por la cuestión polaca, hicieron lo propio con la Unión Soviética a partir del 17 de septiembre de 1939, fecha en la que Stalin invadía Polonia a traición cuando, prácticamente, estaba todo decidido. Es más, ambos países –o lo que quedaba de ellos– lucharían codo con codo con el dictador comunista durante el resto del conflicto.

La invasión nazi-soviética de Polonia fue el primer acto de la Segunda Guerra Mundial, una conflagración que transformaría el mundo.

En este libro se explica en detalle como sucedieron los acontecimientos que dieron al traste con la frágil paz en la Europa de 1939, abriendo las puertas al terrible conflicto mundial; cuales fueron las tácticas que utilizaron atacantes y atacados así como las consecuencias de tales sucesos. Todo ello acompañado de numerosas fotografías, mapas e ilustraciones.

Boris Pahor recuenta el horror nazi

El horror de los campos de exterminio ha dado grandes testimonios de la poesía de la crueldad. De Primo Levi a Jorge Semprún, muchos escritores han descrito en primera persona el delirio del mal radical de unos centros creados para la aniquilación sistemática y la deshumanización. El italiano Boris Pahor presenta ahora «Necrópolis» (Anagrama) un nuevo recuento del horror nazi que el escritor sufrió a final de la guerra, cuando rondaba los 30. Ahora, con 97, todavía le resulta difícil describirlo. «Lo más difícil de explicar aquella experiencia es que el lector sea capaz de revivirla con toda su crueldad», comentó ayer en su visita a Barcelona.

Sin vacuna contra el siglo XX

«Llegabas en un tren. Lo primero que hacían era dejarte desnudo. Estabas en montañas nevadas. Te ponían un pijama de tela fina. Si era tu talla bien, sino, te aguantabas. Y a todas horas veías el humo del horno crematorio y ese olor a carne quemada», afirmó Pahor. En el libro nos explica su experiencia en el campo de concentración de Natweiler-Struthof. «Sólo comías una triste sopa a las 12.00 horas y estabas todo el día pensando en comida. Las humilalciones eran constantes. Muchos no lo aguantaban y se suicidaban», aseguró el escritor. En su opinión, los niños deberían conocer estas experiencias, en lugar de memorizar quién ganó la guerra y quién eran sus generles. «El siglo XX no ha servido de vacuna, todo sigue igual», dijo Pahor.

lunes, 14 de junio de 2010

La clave Embassy


Llega a mis oidos la publicación de un nuevo libro, en este caso de una autora española, Patricia Martínez de Vivente, publicado por La Esfera de los Libros, que tiene unapinta muy interesante y que nos trae una historia bastante desconocida.

Os dejo la sinopsis a continuación.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el salón de té Embassy, uno de los centros sociales más elegantes del Madrid de la época, se convirtió en el lugar de encuentro de numerosos agentes y cooperantes secretos de los servicios de inteligencia británicos.
Entre ellos, uno de los más destacados fue el doctor Eduardo Martínez Alonso, el padre de la autora. En esta fascinante novela histórica, su hija saca a la luz los documentos inéditos que demuestran cómo este médico ayudó directamente en la red humanitaria organizada por el Servicio Secreto británico, que, a través de España, evacuaba a refugiados europeos hacia Portugal y Gibraltar. Miles de perseguidos por el nazismo, indocumentados, apátridas y judíos (polacos y checos en su mayoría) fueron rescatados por el doctor Martínez Alonso, quien expidió certificados médicos falsos, creó la ruta de evacuación desde el campo de concentración de Miranda de Ebro a Vigo e, incluso, cedió su casa en Galicia para acoger a los fugitivos en su huida hacia Portugal.
Con un importante respaldo testimonial y tras una profunda investigación en archivos españoles e ingleses para contrastar los testimonios familiares, la autora presenta en La clave Embassy un capítulo inédito de la historia española, novelesco pero real, con un final auténtico y feliz.

domingo, 13 de junio de 2010

Nazis de elite: los hijos de Lebensborn

Para Guntram Weber, el viaje que lo llevó a este pintoresco pueblo de carros tirados por caballos y casas con marco de madera fue largo, difícil y cualquier cosa menos una redención. Hace cuatro años Weber descubrió que su padre no era, como su madre le había dicho, un joven soldado que murió honorablemente en el campo de batalla en la II Guerra Mundial. Era en realidad un alto oficial de la SS que supervisó la muerte de decenas de miles de personas en lo que es ahora Polonia occidental.

"Murió pacíficamente en la Argentina, con sus antiguos camaradas en torno a su tumba alzando el brazo derecho", dijo Weber, con la voz cargada de ira y pesar. "Un racista es por siempre un racista".

Cuando, a los 63 años, Weber contó su historia en un cuarto poblado por hombres y mujeres canosos, en silencio, hubo asentimiento con simpatía, pero no sorpresa. La mayoría tenía sus propias historias de engaño y descubrimiento, historias de vida que resultaron ser cuentos de hadas hogareños, con la oscura verdad oculta baja el silencio.

Estos son los hijos del Lebensborn, un programa de la SS creado para propagar rasgos arios. Este fin de semana gélido se reunieron en un rincón de Alemania central para compartir sus historias y hablar en público, por primera vez, acerca del horror de descubrir que se los había criado para convertirse en la siguiente generación de elite nazi.

"Es el ejemplo opuesto del Holocausto", dijo Gisela Heidenreich, de 63 años, una terapeuta familiar de Bavaria cuya madre fue soltera y cuyo padre -lo descubrió tarde en su vida- fue un alto oficial de la SS. "La idea era continuar la raza aria, sean cuales fueran los medios."

Lebensborn, o la primavera de la vida, refiere a una serie de clínicas desparramadas por Alemania y países vecinos, a las que mujeres embarazadas, la mayoría solteras, fueron a dar a luz en secreto. Fueron atendidas por médicos y enfermeras empleadas por la SS, la temida unidad paramilitar del partido nazi. Una de tales clínicas está en la cima de una colina suave en Wernigerode, un pueblo remoto cercano a las montañas Harz. El edificio, abandonado hace tiempo, fue parte de un tour agridulce de regreso al hogar para las alrededor de 40 personas que concurrieron a la reunión de una asociación conocida como Rastros de Vida.

Para ser aceptadas en el Lebensborn, las mujeres embarazadas tenían que tener las características raciales adecuadas -pelo rubio y ojos azules-, demostrar que no tenían problemas genéticos y poder probar la identidad del padre, que tenía que cumplir con criterios similares. Tenían que jurar lealtad al nazismo y se las adoctrinaba con la ideología de Hitler mientras estaban internadas. Muchos de los padres eran oficiales SS que tenían sus propias familias. Heinrich Himmler, jefe de la SS, alentaba a sus hombres a procrear hijos fuera del matrimonio como manera de crear la raza alemana que dominaría el mundo. Entre 6000 y 8000 personas nacieron en estas clínicas en Alemania entre 1936 y 1945. Debido a que el programa era secreto, a la mayoría de ellas no se les dio a conocer por décadas las circunstancias de su nacimiento o la identidad de sus padres, que no estaban registradas en sus certificados de nacimiento. Algunas personas aún no saben la verdad.

Recién en los últimos 20 años, al comenzar a derrumbarse los muros de silencio, los investigadores han podido documentar el programa Lebensborn. Han acabado con algunos mitos purulentos: que estas clínicas eran burdeles nazis, poblados de procreadoras de cabellos rubios dispuestas a aparearse con hombres de la SS.

"Los niños fueron concebidos del modo usual: amoríos, encuentros de una vez, etcétera" dijo Dorothee Schmitz-Köster, que ha escrito un libro sobre Lebensborn. "El aborto no era legal en Alemania entonces y, en muchos casos, las mujeres no querían conservar los bebés."

Algunas de las madres los dieron en adopción a familias de los SS. Otras criaron a sus hijos solas, diciéndoles que sus padres habían muerto en la guerra. Habiendo dado a luz bebés ilegítimos en un ambiente fervientemente nazi, las madres enfrentaban un estigma doble en la Alemania de posguerra.

Muchas vivieron sus vidas en un terrible silencio, dicen sus hijos. Algunas tuvieron problemas psicológicos o se volvieron alcohólicas. Para los niños, descubrir la verdad fue igualmente traumático. Weber, profesor de escritura creativa en Berlín, aún trata de asimilar el golpe que significó descubrir sus raíces no hace mucho tiempo. Algunos indicios aportados por miembros de su familia y su propia investigación lo llevaron a descubrir la verdad. Entre sus descubrimientos más desagradables: Himmler fue su padrino.

"La mayoría creció sabiendo que tenía un secreto", dijo Schmitz-Köster. "Sentían ira hacia sus madres, porque se les había mentido o se los había abandonado. Algunos sentían vergüenza. También hay un pequeño número de personas que se sienten orgullosas de ser hijos del programa Lebensborn. Se sienten parte de una elite".

Para los niños del programa Lebensborn nacidos fuera de Alemania la vida fue aún más dura. En la Noruega ocupada por los nazis, por ejemplo, los SS crearon una clínica porque Himmler valoraba el aspecto de los escandinavos. Esos bebés, nacidos de madres noruegas y soldados alemanes, fueron marcados como los hijos del enemigo después de la guerra y sufrieron una discriminación impiadosa. Otros niños que respondían a los estándares raciales perniciosos de Himmler fueron secuestrados a sus familias en países ocupados por los nazis y enviados a Alemania, donde fueron criados por familias nazis.

Elegir los rasgos

Pero si algo demostró la reunión es que la ingeniería racial tiene sus límites. Los alemanes reunidos aquí no se ven diferentes de cualquier otro grupo de alemanes mayores: los hombres con barbas entrecanas y bastante pelados, las mujeres con anteojos y escarcha en el pelo.

"Yo soy realmente una excepción", dijo Heindenreich, una mujer alta con pelo rubio y ojos azules brillantes. Heidenreich, la primera entre los niños del programa Lebensbor en escribir un libro sobre su experiencia, sostiene que el programa, por siniestro que fuera, tiene ecos en el mundo actual. Señala que con los avances en genética los padres que discriminen pronto podrán elegir los rasgos de sus futuros hijos.

Dada esa posibilidad, dijo, no debe permitirse que queden olvidados los males de la era nazi. "Si empezamos a hacer ingeniería para tener bebés rubios y de ojos azules, ¿podemos culpar sólo a Hitler?", dijo. Heidenreich nació en una clínica en Oslo, aunque sus padres eran alemanes. Su madre decidió dar a luz allí para alejarse lo más posible de la aldea en Baviera donde se había criado. A Heidenreich no le contaron de sus orígenes pero comenzó a sospechar luego de ver un documental en televisión sobre los niños del programa Lebensborn. Hoy le cuesta reconciliar la figura amable en la que se convirtió su madre en años posteriores con la nazi convencida que había sido. "Fue una abuela maravillosa, a pesar de haber sido una madre horrible", dijo.

No todos han tenido una mala experiencia. Ruthild Gorgass, que nació aquí, dijo que su madre le contó acerca de las circunstancias de su nacimiento en la adolescencia. Gorgass tuvo algún contacto con su padre, gerente de una fábrica química, que tenía otra familia.

Su madre le dejó un álbum de fotos que mostraba su estancia en Wernigerode. Lo recordaba como un tiempo idílico, aunque expresaba rechazo por el bautismo de su hija, en el que la beba fue colocada ante un altar con una svástica.

"Tuve suerte porque mi madre hablaba del asunto" dijo Gorgass, de 64 años, terapeuta física jubilada. Al hojear el álbum se puso un par de anteojos de lectura. Mirando por encima de ellos, dijo con una sonrisa: "No tengo ojos perfectos. Todos tenemos las mismas enfermedades y discapacidades que los demás".

Supervivientes españolas en el infierno nazi


Dantesca y cruel. Así fue la entrada de miles de mujeres en uno de los peores campos nazis durante la II Guerra Mundial: Ravensbrück, cerca del pueblo de Fürstenberg, un lugar pantanoso unos 90 kilómetros al norte de Berlín. Una gran mayoría fueron presas por motivos políticos: luchaban contra el fascismo. Las españolas también. Habían combatido para defender la libertad y los valores de la II República durante la guerra civil española, pero Franco ganó la batalla y el exilio fue inevitable.

Terminaba la Guerra Civil en febrero de 1939 y en septiembre de ese mismo año comenzaba la II Guerra Mundial y la expansión de Hitler. De una u otra forma, sin importar nacionalidades, todas lucharon por unos ideales: colaboraron con la Resistencia, sirvieron de enlaces o combatieron como antiguas brigadistas internacionales. Un día fueron capturadas por la Gestapo y conducidas a los campos de concentración.

De la deportación femenina siempre se ha hablado menos. Sufrieron todos, hombres y mujeres, pero a ellas habría que añadir otros sufrimientos adicionales, los que se desprenden de su propia condición de mujer: experimentos médicos, esterilización, eliminación de sus hijos ante su presencia e incluso prostitución.

El impacto físico y psicológico generado en ellas creó una larga etapa de silencio e introspección.

Acaban de conmemorarse los 65 años de la liberación de los campos nazis y muy pocas mujeres siguen con vida. Muchas viven en Francia, país que acogió a los españoles temerosos de las represalias del franquismo. Nos desplazamos hasta sus domicilios para conocerlas, recordar detalles inéditos de sus vivencias, ver cómo viven y cómo lo recuerdan todo. Incluso saber cómo lograron superar aquella experiencia tan traumática.

Tienen entre 85 y 95 años: Neus Català, que reside actualmente en Rubí (Barcelona); Conchita Ramos, en Toulouse, ciudad en la que ha vivido siempre, aunque nació en Cataluña, y Lise London, en París, una mujer francesa de padres aragoneses y con profundas raíces en nuestro país. En París fue imposible visitar, por su delicado estado de salud, a Carmen Cuevas, nacida en Sueca (Valencia), deportada también a Ravensbrück. No se tiene noticia de la existencia de más supervivientes españolas en campos nazis, según indica la asociación Amical de Ravensbrück, cuya sede en España se encuentra en Barcelona. Neus Català es la presidenta de honor de dicha asociación, y su hija, Margarita Català, igual de activa y solidaria que su madre, forma parte del Comité Internacional de esta entidad junto con Teresa del Hoyo, secretaria de la Amical Ravensbrück, y Anna Sallés, su vicepresidenta ejecutiva. La Amical rinde homenaje a estas mujeres dando la máxima difusión a aquellos acontecimientos y recuperando las voces de las supervivientes.

Entre 1939 y 1945, la fecha de su liberación, fueron presas en este campo unas 132.000 mujeres de más de 40 países, sobre todo de Polonia, Alemania, Austria y Rusia. Algunas, pocas, llegaron con sus hijos, la mayoría exterminados, al igual que los cerca de 20.000 hombres que a partir de abril de 1941 fueron destinados a un anexo construido para ellos.

Eran agrupadas en función de sus características o condición: delincuentes comunes, judías, gitanas, políticas, homosexuales o testigos de Jehová... Todas eran marcadas con un triángulo invertido de diferente color. Verde para las presas comunes, negro para las criminales, amarillo para las judías. Las españolas, unas 400, aproximadamente, de las que apenas existe información ni datos precisos, fueron señaladas con el color rojo destinado a las presas políticas más un número de matrícula. Ya no tendrían jamás un nombre. Sólo un número que las supervivientes recuerdan a la perfección incluso hoy.

Existen los grandes horrores de este campo. Como el quirófano donde el temido doctor Gebhardt y su equipo efectuaban horribles experimentos médicos con mujeres y niñas, las llamadas kaninchen o conejitas de Indias. Y el crematorio, inaugurado en abril de 1943, y la cámara de gas, a finales de 1944. Allí fueron gaseadas unas 6.000 presas, pero al mes morían, de promedio, 1.000 mujeres debido a las pésimas condiciones higiénicas, la tuberculosis, la disentería o el tifus.

Viendo el final de su imperio, a finales de marzo de 1945, Himmler ordenó la evacuación de los campos, y el comandante de Ravensbrück, Fritz Suhren, mandó salir a todas las mujeres que aún quedaban con vida y en condiciones de caminar. Eran las conocidas marchas de la muerte en las que tantos presos quedaron sin vida en la cuneta de las carreteras. Habían dejado en el interior del campo a cerca de 2.000 mujeres, muchas moribundas, que el Ejército Rojo encontró en el momento de la liberación, el 30 de abril de 1945.

Eran libres, pero muchas morirían a los pocos días, tan debilitadas

y enfermas estaban. Las rusas padecieron después otro horror: su traslado a los gulags estalinistas. Las españolas tampoco pudieron volver en muchos años a España, donde gobernaba Franco.

NEUS CATALÀ

"Ravensbrück aún me impresiona. En cuanto piso Alemania, me cambia la cara y no me doy cuenta. Me viene la entrada, es algo que nunca he conseguido explicarlo, la llegada a las tres de la madrugada por un camino de piedras y con un frío que pelaba.

En el Báltico era el infierno, pero helado y, día tras día, oscuro, tétrico... Siempre me viene aquello".

Lo cuenta sentada en el sillón de su casa en Rubí (Barcelona), mientras sostiene en sus manos una piedra pequeña y redonda. Le encanta la energía de la piedra. Es natural, Neus Català, a sus 95 años recién cumplidos, es una mujer fuerte, de carácter enérgico y rebelde, que sobrevivió por su dureza y su buen humor. Ella asegura que fue cuestión de suerte y tener un espíritu fuerte. Me dice que, en cierto modo, la ayudaron las golondrinas de su calle.

"Me gustaban mucho. Yo no sabía dibujar, pero allí en el campo lo hacía, y esto me ayudó a no pensar en otras cosas".

Nació en Els Guiamets (El Priorat, Tarragona). Hija de campesinos, adoraba a su padre, con quien compartió su pasión por el teatro. Organizó las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña (JSUC) y fue miembro fundador del PSUC. Diplomada en Enfermería, al final de la Guerra Civil cruzó la frontera y se estableció en Francia. Junto con su primer marido, Albert Roger, fallecido durante la deportación, participó en actividades de la Resistencia francesa y llegó a ser enlace interregional con seis provincias a su cargo. Su casa era un punto clave donde escondía a guerrilleros españoles y franceses y a antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales. Centralizaba la transmisión de mensajes, documentación y armas. Hasta que fue denunciada a los nazis.

Fue detenida junto con su marido y tres guerrilleros más el 11 de noviembre de 1943 por la Gestapo. Sufrió su primer interrogatorio a punta de pistola en cada sien y fue conducida a la cárcel de Limoges, en cuya komandatur recibió una gran paliza. Fueron dos largos meses y la última vez que vio a su marido.

Como todos los deportados, fue trasladada al campo de concentración a bordo de un tren de ganado en condiciones infectas. El recuerdo de aquellos vagones quedó imborrable en todos, hombres y mujeres. En su interior la situación era insostenible, imperaba el miedo: "Mil mujeres, muchos vagones y cuatro días de viaje sin parar, sin higiene, sin aire para respirar, sin saber qué sería de nosotras. No teníamos sitio para sentarnos, nos apañábamos, poníamos espalda contra espalda como podíamos. Éramos 90 o más en cada vagón con un cubo de basura en medio para hacer nuestras necesidades y que con el traqueteo se volcaba. Olía muy mal. Algunas salieron muertas ese 3 de febrero de 1944, cuando desembarcamos en Ravensbrück".

Comenzaba el ritual del terror que todas recuerdan. Duchas de "desinfección", pelo rapado al cero, inspección de todos los rincones del cuerpo, el traje de rayas y un número. El de Neus: 27.532. Antes que nada, eran encerradas para pasar la cuarentena, momento en que vio morir a varias compañeras. Una de las situaciones más humillantes para las mujeres era el exhaustivo control ginecológico, efectuado en condiciones vergonzosas y antihigiénicas. Con el mismo utensilio eran inspeccionadas todas las presas. "A todo mi grupo nos pusieron una inyección para eliminarnos la menstruación con la excusa de que seríamos más productivas. Ocurrió en 1944; no la volví a tener hasta 1951".

Las embarazadas tenían pocas o ninguna esperanza de sobrevivir. "Se salvaron muy pocas; los bebés nacidos eran automáticamente exterminados, ahogados en un cubo de agua, o los tiraban contra un muro o los descoyuntaban. Ellas agonizaban por las malas condiciones higiénicas del parto o se volvían locas por la impotencia de presenciar tales asesinatos".

Aun así, y aunque parezca imposible, consiguió robar algunas risas a sus compañeras. El domingo era el día destinado al despioje y, por la tarde, al ocio. Neus procuraba distraer a las demás, contar chistes, leer, "lo que fuera, con tal de no dejarse llevar por el abatimiento". "También recuerdo que al principio me dieron unos zapatos del 43 cuando yo calzo un 36, y claro, al ser tan largos, hacía la broma de ser Charlot. Así que le imitaba y nos reíamos un poco".

Una noche irrumpió de repente en su barracón un grupo de Aufseherinen con sus perros ladrando. Llamaron a gritos a varias mujeres, siempre por su número; entre ellas, a Neus. Las presas se despidieron con nerviosismo pensando que era su último adiós, que se trataba de una selección para la cámara de gas. Sin embargo, fueron introducidas en un tren y tras varios días de viaje llegaron a Holleischen, en Checoslovaquia, un pequeño campo dependiente de otro central de hombres, Flossenbürg. Allí fue destinada a trabajar en la industria armamentística nazi. Día y noche se fabricaban armas, obuses, balas, sin parar. "Mientras podías producir, te perdonaban la vida".

En este lugar recibieron un peculiar nombre: el Comando Faul, de las holgazanas, denominadas así por su baja producción de armas. Cada equipo debía fabricar series de 10.000 piezas cuyo funcionamiento correcto se probaba. "En las balas escupíamos o poníamos aceite, porque cualquier cosa mezclada con la pólvora las inutilizaba. No parábamos de escupir. Escupir y ¡sabotear, sabotear, sabotear! En nueve meses en nuestro comando la producción bajó de 10.000 piezas a la mitad. Dejamos 10 millones de balas inutilizadas".

El día de la liberación las encerraron en el barracón y minaron el campo para hacerlo saltar en pedazos a las doce en punto. "Bloquearon las puertas con barras de hierro y vimos que se escapaban las SS. Por la ventana observamos un frente de fuego enorme y supimos que algo pasaba. '¡Están entrando los rusos en Praga, estamos salvadas!".

El primer marido de Neus murió tras la liberación. Dos años más tarde conoció al que fue su segundo esposo en una casa de reposo; con él tuvo a sus dos hijos. Natural de un pueblo de Segovia, Juarros del Río Moros, fue comisario general de las guerrillas españolas.

Años después de la liberación, Neus tuvo el coraje y casi atrevimiento de llamar a la puerta de antiguas compañeras deportadas para entrevistarlas, escribir su testimonio y darlo a conocer a la humanidad. Algunas no quisieron hablar, pero ella no se dio por vencida y persistió. Así consiguió editar el libro De la resistencia y la deportación. 50 testimonios de mujeres españolas, que publicó casi cuarenta años después. La herida aún estaba muy abierta.

LISE LONDON

Sus padres eran aragoneses y ella, Lise Ricol, más conocida como Lise London por su marido, Arthur London, fue miembro de las Brigadas Internacionales en Albacete. Es francesa, pero habla español perfectamente y conoce nuestro país. En el portal de su piso de París hay una placa en recuerdo de su esposo, con quien compartió ideales y una convencida militancia comunista.

Lise estuvo en contacto con Santiago Carrillo, con quien mantiene aún hoy una excelente relación, y trabó amistad con Dolores Ibarruri, la Pasionaria, a la que conoció durante su estancia en Rusia cuando tenía 18 años.

Su casa es espaciosa e iluminada y parece un pequeño museo. Cuadros regalados por sus amigos, dibujos y pinturas que ella misma hizo a sus hijos y, en el salón, una gran fotografía en blanco y negro con el rostro de su marido, Arthur London, escritor y político checoslovaco que estuvo preso en Mauthausen. Lise o Elisabet es una mujer culta a la que le gusta escribir y pintar. Y que disfruta con su pasado, como militante de las juventudes comunistas, como resistente, como brigadista. Es fácil comprenderlo cuando uno lee su libro Memorias de la Resistencia, en el que narra miles de situaciones que parecen extraídas de una película de intriga y espionaje.

Lise London nació el 15 de febrero de 1916 en el pueblo minero de Monceau-les-Mines. Sus padres emigraron a Francia en pésimas condiciones económicas y a los 15 años era militante comunista, al igual que sus dos hermanos. En 1934 partió hacia la Unión Soviética, trabajó de mecanógrafa en el Bureau del Komintern y allí conoció a Arthur London, con quien se casó en segundas nupcias. En 1936 trabajó, hasta julio de 1938, en el cuartel general de las Brigadas Internacionales en Albacete. De vuelta en Francia, nació su primera hija y comenzó a trabajar en La Voz de Madrid, el órgano de los republicanos españoles refugiados en Francia, y más tarde, en el Centro de Documentación y Propaganda de la República española. En julio de 1940, Lise entró en la Resistencia y en agosto de 1942 encabezó una manifestación en pleno corazón de París en la que hizo un llamamiento contra los alemanes, pidió una Francia libre y apeló a la lucha armada. Con la llegada de los soldados alemanes, todo el mundo comenzó a gritar y a correr. Hubo disparos y una muerte. Lise fue arrestada, encarcelada durante más de un año, juzgada y condenada a muerte. El embarazo de su segundo hijo la salvó de la pena capital, pero fue dictada orden de trabajos forzados a perpetuidad. En 1944, Pétain firmó un acuerdo con Alemania según el cual los prisioneros políticos franceses debían ser trasladados a campos de trabajo alemanes porque necesitaban mano de obra. Fue deportada a Ravensbrück, adonde llegó el 15 de junio de 1944. Mientras Lise London entraba en los campos nazis, su marido Arthur y su hermano habían sido deportados al campo de Mauthausen, en Austria, donde permanecieron más de 8.000 españoles y salieron con vida apenas 2.000.

Era la responsable de mantener en orden y limpio su barracón. Esa función le permitió aportar algunos momentos de alivio a sus compañeras y reforzar su ánimo para seguir el día a día, sobrevivir y no desfallecer. "Organizamos todo tipo de actividades para animar a las presas. Hacíamos teatro, poesía, actividades, incluso llegué a ocultar una pequeña biblioteca, algo absolutamente prohibido. La moral es una herramienta básica". Pero el hambre las acechaba permanentemente. "Por la mañana tomábamos café aguado con una ración de pan. Comíamos una especie de sopa con alguna cosa dentro y poco más, alguna patata. El domingo daban pan y margarina con un poco de queso".

En su barracón consiguieron montar una estructura de supervivencia muy útil para las deportadas. Se organizaron en pequeñas familias de cinco o diez mujeres en las que una presa asumía el papel de madre. Era el apoyo directo moral, emocional.

En el momento de finalizar la entrevista, se despide diciéndome: "Y recuerde, yo nunca tuve miedo, ¡jamás! Yo era una luchadora".

CONCHITA RAMOS

Tiene un hablar dulce, buena memoria y una conversación convincente y repleta de detalles. La entrevista con Conchita Ramos se desarrolla en un lugar peculiar: el Museo de la Resistencia y la Deportación, en Toulouse, dirigido por Guillaume Agulló, descendiente de catalanes. Allí, varias tardes a la semana, Conchita se dedica a impartir charlas a los adolescentes. El espacio es sencillo pero interesante, repleto de fotografías, trajes de presos expuestos, dibujos y pinturas de prisioneros y diversos objetos, como máquinas de escribir o transmisores de radio de la guerra.

Al bajar por las escaleras precisa ayuda, un punto de apoyo. Una fuerte artrosis se le desencadenó a partir de los 50 años. Esta es una de las consecuencias más evidentes fruto de los siete interrogatorios que sufrió en manos de la Gestapo.

Conchita Ramos nació el 6 de agosto de 1925 en Torre de Capdella (Pallars Jussà, Lleida). De padre francés -Josep Grangé- y madre española -María Veleta-, en los primeros meses de vida fue trasladada a Toulouse, donde fue educada y criada por sus tíos. Por eso su historia está íntimamente unida a las dos mujeres más cercanas: su tía Elvira y su prima María; la familia Veleta.

Su tío participó en la Resistencia organizando grupos de maquis en la zona del Ariège; tras su huida -para no caer en manos de la Gestapo-, Conchita, una joven de apenas 17 años, se hizo cargo de la situación, reorganizó grupos de la Resistencia y fue integrada en la 3ª brigada de guerrilleros el mes de abril de 1943. Así fue como se convirtió en enlace. Siempre en compañía de las mujeres Veleta. Recibían los partes, propaganda, cartas y órdenes de misión que llevaban a ciertos jefes del maquis.

El 24 de mayo de 1944, a las nueve de la mañana, los milicianos, la policía de Pétain, rodearon su casa de Francia justo cuando tenían a un grupo de tres hombres escondidos preparado para ir, al día siguiente, hacia la frontera, y a un guerrillero, el capitán Ríos. Tras producirse un tiroteo, las tres mujeres fueron trasladadas a la prisión de Foix y, más tarde, entregadas a la Gestapo para ser interrogadas. En esta casa existe todavía hoy una placa en recuerdo a la memoria de las Veleta y su labor por la Resistencia.

Fue entonces cuando Conchita, muy joven, con apenas 18 años, recibió los primeros golpes y bastonazos de manos de la Gestapo. Su único objetivo era no hablar. Y lo consiguió. "Vi cómo les arrancaban las uñas de pies y manos a hombres y mujeres. Tenía miedo de hablar, pero no lo hice".

Las tres mujeres permanecieron juntas en su viaje hasta el campo de deportación a bordo del terrible Tren Fantasma, el gran tren de los resistentes que tardó dos meses en llegar a su destino en Alemania. A bordo había 700 hombres y 65 mujeres. "Dentro del convoy, en pleno mes de agosto, cumplí los 19 años".

Era un tren de ganado, maloliente, que recogió a presos de varias cárceles y de campos como el de Vernet o el de Noé, de donde salieron unas 200 españolas y volvieron unas pocas. Resulta casi una ironía que fueran enviadas a la muerte tantas personas justo cuando el fascismo comenzaba a perder su auge. Tras una parada y pocos días en Dachau para dejar a los hombres, las mujeres seguirían su camino inexorable e incierto hasta llegar a Ravensbrück el 9 de septiembre de 1944.

Nada más llegar se produjo la primera selección. Las jóvenes, fuertes y aptas para trabajar, vivían; las demás eran gaseadas. Las tres mujeres Veleta seguían juntas. "En Ravensbrück he visto a las SS pegar con saña por cualquier cosa, a mujeres mayores, a los niños, y hemos pasado horas inmóviles al pasar lista en la Apellplatz. Allí, quietas bajo un frío tremendo y débiles, algunas caían y no las podías ayudar o te echaban a los perros encima".

Ver a algunas mujeres brutalmente mordidas por los perros y la imagen de niños golpeados y asesinados son los dos recuerdos que más impactaron a Conchita durante años. La maternidad también es uno de los temas más sensibles y dolorosos. Hicieron barbaridades con las madres. "Muchas fueron detenidas y no supieron durante años qué pasó con sus hijos. Los buscaron después con la ayuda de la Cruz Roja. Algunas tuvieron suerte y los encontraron en orfelinatos. Otras jamás volvieron a saber nada más".

Conchita presenció el asesinato de tres niños. "Lo recuerdo perfectamente. Uno de ellos, el más pequeño, tenía sólo tres o cuatro años y corría por la calle de los barracones. Una de las Aufseherinen le gritó, pero el niño no la escuchó y ella le lanzó el perro. Lo mordió y lo destrozó. Después ella lo remató a palos".

La maldad llegó al paroxismo en los experimentos médicos. "Cuando me dijeron 'te enseñaremos a las petites lapines' -conejitas-, yo, inocente, preguntaba si acaso conseguiríamos conejos para comérnoslos. Nos llevaron a un barracón donde vi mujeres a las que les habían operado las piernas, cortado tendones, los músculos, rasgado la piel, se les veía el hueso, todo para experimentar con el cuerpo humano. Tenían unas cicatrices horribles. A otras les inoculaban productos químicos o las amputaban".

Al poco tiempo fue conducida, una vez más junto con su tía Elvira y su prima María, a un Komando de Auberchevaide, una barriada de Berlín, donde debían trabajar, día y noche, junto con otras 500 mujeres, en un gran barracón de madera. Fabricaban material de aviación, y también lo saboteaban. "Yo debía controlar las piezas, pero hacíamos sabotaje. Lo hacíamos todas. Me dieron muchos bastonazos y me cortaron el pelo al rape. De 650 mujeres quedamos sólo 115".

Conchita tiene muchas condecoraciones, como la Legión de Honor del Gobierno francés y la Medalla de la Resistencia; y posee el grado militar de sargento -lo recibieron las mujeres que hicieron de enlace-. Actualmente es la vicepresidenta de la Asociación de Deportados del Tren Fantasma.

En las navidades de 1946 se casó con el que hoy es su marido, Josep Ramos. La vuelta fue muy traumática y le costó superar el silencio; la ayudó su entorno y el nacimiento de su primer hijo, en noviembre de 1947.