lunes, 26 de agosto de 2013

Hallan filmación secreta de presos en un campo de concentración y su huída



El campo de concentración nazi Oflag 17A, en Austria y cerca de la frontera con Checoslovaquia, tenía como prisioneros a 5.000 oficiales franceses en 1940. Según una investigación de la cadena BBC, el lugar había sido construido para tropas que realizaban ejercicios militares.

Allí ingresó un grupo de prisioneros aliados en la II Guerra Mundial tras ser derrotados en la Batalla de Francia. Había 40 barracas, 20 a cada lado de un pasillo central. El terreno estaba rodeado por dos líneas de alambre de púas y el perímetro estaba iluminado por focos.

Escapar parecía casi imposible. Pero gracias a un ingenio y astucia inimaginable, los hombres lograron eludir la seguridad y filmaron su hazaña. Incluso ese material de archivo es tan profesional que la primera vez que se observa puede confundirse con una reconstrucción de posguerra.

La filmación es un documental de 30 minutos llamado “Cladestinamente”, que fue filmado en secreto por los propios presos y divulgado por primera vez en 1946. Arriesgando sus vidas, lo grabaron con una cámara secreta que construyeron a partir de piezas que ingresaron ocultas en salchichas.

Después de armarla, guardaron la cámara en un diccionario ahuecado en la biblioteca del campo. Los rollos de 8mm los llevaban ocultos en los tacones de los zapatos.

El 17 de septiembre de 1943 los hombres estaban listos para partir a través de un túnel que construyeron día a día bajo las narices de los guardias. Los alemanes habían cancelado la rutina de pasar lista. Un grupo grande se fue la primera noche. La desaparición pasó desapercibida, así que la noche siguiente fue otro grupo.

“La corta longitud del túnel y el número de personas en el interior hacía que tuviéramos que estar en posición fetal”, dijo uno de los exprisioneros. “Había tan poco aire. Algunos de los hombres se desmayaron. Esperamos casi 10 horas para salir, todo el tiempo imaginando lo peor: un pelotón de fusilamiento alemán esperando al final del túnel”.

Una vez que salieron, cada uno recibió la instrucción de no viajar juntos y de hacerlo en diferentes direcciones. Veinte años después, esa epopeya sería retratada en la famosa película “El Gran Escape”, con Steve McQueen y Charles Bronson.

miércoles, 14 de agosto de 2013

El motín en el campo de exterminio de Treblinka, contado por un superviviente

Año 1943. En Treblinka la minoría de reclusos que habían escapado de las cámaras de gas sabían que sus días estaban contados. El trabajo del campo de exterminio nazi se acabaría pronto y los prisioneros temían que en ese momento los nazis les asesinarían. No tenían nada que perder si intentaban escapar.
Entonces, el grupo de resistencia que se había formado a comienzos de año comenzó a planear un levantamiento. Tenían unas pocas armas escondidas y el 2 de agosto intentaron apoderarse de otras en la armería. Pero fueron descubiertos. En un intento desesperado, cientos de reclusos asaltaron la entrada a Treblinka. Muchos perecieron por los disparos. Otros escaparon, pero la mayoría fue capturada y obligada a desmantelar el campo. Una vez finalizado el trabajo, fueron fusilados.
Chil Rajchman fue uno de los pocos que sobrevivió para contarlo. En sus escritos aparece el nerviosismo que reinaba en los momentos previos al levantamiento: «Han repartido el almuerzo. Todos tenemos hambre, como siempre, pero ninguno de nosotros es capaz de comer nada. Nadie pregunta si puede repetir la sopa. Decenas de compañeros ni tan siquiera tocan la comida».

«Muchos caen muertos»

Cuando el reloj dio las 3:30. «Escuchamos los dos disparos en el campamento 1. La señal de que la revuelta había comenzado». Entre llamas, disparos y soldados alemanes asesinados, el motín avanza. Aunque muchos caen entre ametralladoras y alambres de púas, unos pocos logran salir.
La euforia se desata, pero el peligro acecha de nuevo. «Un automóvil nos persigue con una ametralladora disparando en todas direcciones. Muchos caen muertos. Me topo con cadáveres a cada paso que doy. Cambio la dirección y corro a la izquierda de la carretera. El coche pronto se encuentra enfrente de mí. Corremos en varias direcciones. Los asesinos nos persiguen por todos los lados». Finalmente, los pocos que sobreviven se esconden en la maleza.
Chil Rajchman escribe un testimonio exacto, sin adornos, del horror que ha permanecido en la familia hasta que se ha recogido en un libro «Treblinka: memorias de un superviviente».

lunes, 12 de agosto de 2013

El día en que Varsovia se levantó contra el terror nazi

Aquel 1 de agosto de 1944 la paciencia y el dolor de los polacos habían superado todos los límites. Ya hacía cinco años que los nazis había invadido Polonia dejando tras su desoladora invasión la huella de un martirio sin límites, una destrucción como si hubiera sido pergeñada por el mismísimo Diablo, la terrible huella de espantosas matanzas, de saqueos, de violaciones, de una destrucción y una desolación como pocas veces hasta entonces se habían visto.
El objetivo principal de los alemanes, sobre todo desde principios de 1942 cuando se puso en marcha la maquinaria diabólica de la Solución Final, habían sido los judíos, pero el resto de la población polaca tampoco escapó a sus crímenes. Ni tampoco a los de los soviéticos, como en la terrible carnicería de Katyn, en 1940, en la que Stalin hizo ejecutar a la mayoría de la oficialidad polaca y a un buen número de intelectuales, profesores, sacerdotes y civiles indeterminados.
Precisamente, ese 1 de agosto de 1944 las tropas del Ejército Rojo estaban a las puertas de la frontera polaca. Y los polacos, los resistentes aglutinados entonces en su capital, Varsovia, debían dar un paso adelante para liberar su tierra antes de que la «liberara» Stalin. De paso, esperaban la ayuda aliada, principalmente de los británicos. Todo ello formaba parte de la llamada Operación Tempestad, que debía poner en marcha el llamado Armia Krajowa (Ejército Territorial, también conocido como Ejército Nacional o Ejército del País) comandado por Tadeusz Bór-Komorowski que era el grupo de resistencia auspiciado por el Gobierno polaco en el exilio.
Pero antes, conviene señalar los antecedentes que llevaron a ese Alzamiento de Varsovia ese 1 de agosto de 1944 a las cinco en punto de la tarde.

Los soviéticos no dieron un paso

El 13 de julio de anterior, las tropas de Stalin ya estaban en la frontera y los mandos del Armia Krajowa pillados entre dos fuegos: o se levantaban casi como en una inmolación contra los nazis o esperaban que los soviéticos (que no mostraban mucho interés, aduciendo que estaban agotados) liberaran Varsovia.
El 27 de julio, Hans Frank, gobernador nazi de Polonia, que se olía algo, mandó a 100.000 polacos comenzar a construir fortificaciones, orden que el Armia Krajowia pidió que fuera desobedecida. El 29 de julio, las primeras tropas soviéticas llegaron a los suburbios de Varsovia, en la orilla oriental de río Vístula.
Entonces, los polacos, temerosos de que su boicot del pasado día 27 pudiera tener terribles consecuencias para la población dieron la orden de comenzar el levantamiento. 
Se cree que el Ejército Territorial podía contar con 50.000 combatientes, aunque existían otras unidades fuera de Varsovia que poco a poco intentaron acercarse a la capital. El general Antonio Chrusciel estaba al mando de los resistentes, que fueron distribuidas en ocho áreas. Sus recursos armamentísticos eran escasos. Algunas cifras hablan aproximadamente de 1.000 fusiles, 2.000 pistolas, ·7 ametralladoras, 35 armas antitanque y alrededor de 25.000 granadas.
En aquellos momentos, las tropas germanas estaban constituidas por unos 10.000 soldados, mandados por el General Rainer Stahel. A ellos había que sumar unos 5.000 policías y miembros de las SS, y casi cien mil soldados más que estaban en regiones próximas a la capital polaca.
El día 1, a primera hora de la tarde, unos soldados alemanes descubrieron a unos partisanos cargando armas en un camión, los resistentes acabaron con ellos pero el levantamiento no podía esperar ni un minuto más. A las 5 de la tarde, empezaba la sublevación en diversas zonas de Varsovia. El centro y la ciudad antigua fueron liberados rápidamente, pero en otras partes la cosa no fue tan fácil. Muchos grupos de sublevados quedaron aislados unos de otros, sin ningún tipo de contacto, lo cual facilitaba la labor de los nazis. Los resistentes levantaron barricadas y fortificaciones con los escombros y las ruinas, incluso con algunos vehículos alemanes de los que se habían apropiado.

Cuarenta mil personas ejecutadas

Por supuesto, los germanos no se quedaron a verlas venir. El día 2 empezaban a llegar sus refuerzos a Varsovia. Hitler lo había dejado claro: «Conviertan esa ciudad en un lago». A las SS no le hacían falta muchas palabras. A las órdenes del teniente general Heinz Reinefarth pasaron a la rápida y cruenta acción: 40.000 civiles fueron ejecutados en lo que se conoció como la Matanza de Wola. Un día después más tanques panzer llegaban a Varsovia: en otro ejemplo de suma crueldad llevaban civiles polacos adheridos como escudos humanos.

Varsovia en llamas

Entre los días 9 y 18 de agosto toda la ciudad estaba en llamas, y se libraban combates en cualquier plaza, en cualquier calle, en cualquier esquina. Pero la resistencia iba quedando reducida ante la superioridad, sobre todo aérea y artillera, de los alemanes. Muchos polacos huyeron por las alcantarillas y cloacas como en mayo de 1943 habían hecho los resistentes judíos del Gueto de Varsovia. La ayuda aliada era escasa. Llegaba por avión y era lanzada en paracaídas, cayendo casi siempre en manos de los propios alemanes.
El 10 de septiembre, el Ejército Rojo estaba en los suburbios de Varsovia. Los polacos intentaron ponerse en contacto con los soviéticos, pero las conversaciones no fructificaron. La Historia aún no ha decidido si los rusos no quisieron o no pudieron meterse de lleno en la liberación de Varsovia. Los polacos ya estaban completamente convencidos de que no tendrían ninguna ayuda y solo valía resistir y morir ante los nazis. El propio jefe de las SS, Himmler, declaró que los combates fueron «una de las más mortíferas batallas desde el comienzo de la guerra, tan difícil como la lucha por Stalingrado». Exagerase o no, llegó la hora de la rendición.
El 2 de octubre, el general Tadeusz Bór-Komorowski firmó la capitulación. El documento, al menos, aseguraba que los polacos serían tratados como prisioneros de guerra en los términos de la Convención de Ginebra. ¿Pero fue así?
Al día siguiente, 15.000 miembros del Ejército Territorial fueron encerrados en diversos campos de Alemania, en tanto que la práctica totalidad de la población de Varsovia era enviada temporalmente al campo de concentración Durchgangslager 121 en Pruszków. La cifra de personas podía superar el medio millón. Posteriormente, casi 100.000 fueron deportadas a campos de trabajo en Alemania y alrededor de 60.000 acabaron en los campos de exterminio de Ravensbruck, Auschwitz y Mauthausen.

Venganza diabólica

Pero la venganza alemana no quedó ahí. Como había ordenado Hitler, los nazis no querían que de Varsovia quedara piedra sobre piedra. Comandados por oficiales de ingenieros y armados con explosivos y lanzallamas, los alemanes fueron borrando del mapa los edificios de Varsovia, casa a casa, portal a portal. Las cifras son espeluznantes: se destruyeron 10.455 edificios, 923 de ellos de carácter histórico, 25 iglesias, 14 bibliotecas incluyendo la Biblioteca Nacional, 81 escuelas primarias, 64 escuelas secundarias, la Universidad de Varsovia y la Universidad Politécnica de Varsovia. Casi un millón de personas perdieron todas sus propiedades.
El 17 de enero de 1945 el Ejército Rojo ocupaba Varsovia... lo que quedaba de ella. El Alzamiento se había llevado por delante la vida de 250.000 personas. Entre Stalin y Hitler, Varsovia ya solo estaba habitada por fantasmas.

viernes, 9 de agosto de 2013

La historia del batallón alemán contra Hitler

El año que terminó la guerra, 1939, para él empezaba. César Bertomeu (Valencia, 1919) pertenece a la quinta del biberón y en junio de ese año fue llamado a filas y destinado a la XI Brigada Internacional IV Batallón Thaelman. Recibe al periodista en el bar del Club Santa Clara con sus poemas sociales dedicados a la tragedia de las pateras o a la caída de las Torres Gemelas; con sus dibujos, uno de ellos un retrato casi perfecto de Ingrid Bergman en Madame Butterfly.

También conserva el programa oficial del campeonato nacional de Outriggers de julio de 1950 que organizó el Club Náutico de Sevilla del que es socio. Era alcalde el marqués del Contadero y Bertomeu está en uno de los comités junto a Joaquín Díaz Langa, arquitecto de Villanueva del Río y Minas, autor del edificio del Náutico y, como Bertomeu, represaliado por el franquismo. "A mí Franco me quitó el último curso de Bachillerato y mi plaza de profesor en un instituto de Manresa. Me rehabilitó como funcionario el 9 de marzo de 1983 el primer Gobierno de Felipe González y me incorporé como secretario del Museo Arqueológico de Sevilla. Me encanta la arqueología. Tiene su razón de ser. En Cataluña buscábamos pecios". En la organización de esas pruebas del Náutico figuran sus amigos alemanes Luis Rank Róels y Juan Sneider Küfelmann. "Fui con ellos a Múnich y estuvimos en el bar donde Hitler daba sus discursos de exaltación de la raza aria".

"El alemán que sé lo aprendí en el Batallón Thaelman". Su especialidad era la guerra química. "Formaba parte del equipo anti-gás que teníamos como cometido desactivar las bombas que Hitler le había enviado a Franco y que estaban en el sótano de una abadía abandonada". El 21 de septiembre de 1940 más de un centenar de aquellos hombres, entre ellos el general Julio Ortega Sáez o el soldado Narciso Puig, murieron al explosionar aquella carga maldita. "El destino de las personas está marcado: tenía que morir yo y murieron ellos". César era el encargado de facilitar el parte de desactivaciones.

Este apacible nonagenario que se vino a Sevilla para llevar la delegación de una empresa de plantas frigoríficas que tenía entre sus clientes a Pescanova siempre ha estado relacionado con las bombas. En el destino y hasta en el amor. "A mi mujer, Matilde, que murió hace cinco años, la conocí en un bombardeo de Barcelona. Estábamos estudiando en el Paseo de Gracia y cada vez que sonaban las sirenas salíamos corriendo hacia la boca del Metro. Las jovencitas se agarraban al primero que encontraban y así la conocí, ella tenía 14 años".

El alemán que habla lo aprendió en el fatídico curso 1939-40 en el batallón Thaelman. "Todavía le puedo cantar algunas canciones en alemán". Era un comando curioso, con alemanes que luchaban contra Hitler y que habían combatido en la batalla del Ebro. "Eso no se sabe, como aquí parecen olvidar la contribución que hizo un andaluz universal. Gracias a Picasso y a su cuadro Guernica el mundo supo que Franco puso a disposición de Hitler a un pueblo entero para probar un nuevo tipo de avión alemán que bombardeaba directamente el objetivo, sin soltar las bombas a discreción como huevos, que por eso a esos bombarderos les llamábamos pavas. Un pueblo entero, niños, mujeres. A veces pienso que ése fue el caldo de cultivo de que allí naciera el terrorismo. Cuando empezaron con los crímenes, aquellos vascos dejaron de ser amigos. Y lo de Hipercor en Barcelona fue un Guernica de la ETA".

Nació en Valencia el día de San Juan de 1919 porque su familia veraneaba en Carcagente, pero es barcelonés a todos los efectos. Cuando decide venirse a Sevilla, sus hijas Olga y Matilde, todavía niñas, se negaban en redondo. "Después ya no querían volver". "¿Sabe por qué me vine a Andalucía? A los estudiantes nos gustaban mucho los poetas andaluces. Lorca, Machado, Alberti, Juan Ramón. El que más me gustaba era Lorca. ¿Sabe por qué? Utilizaba la metáfora como nadie. ¿Quiere que le recite La casada infiel? Yo me la llevé al río...".

Escribió unas Memorias "de la guerra civil y la posguerra inmediata" que subtituló Nunca... Jamás. La tragedia de una Nación. "Fue eso, una tragedia, una guerra entre hermanos. Me han dicho que por qué no las novelo. Yo me limito a contar lo que he vivido". Algunas de sus vivencias las refleja en su libro Una historia de la guerra civil que no le va a gustar a nadie Juan Eslava Galán, que coincidió con Olga Bertomeu, la hija del guerrero químico, en un programa de Canal Sur Radio.

Tiene nombre de delantero del Barcelona y de portero del Espanyol. "Un Bertomeu sobrino jugó al baloncesto y fue a los Juegos Olímpicos de Roma". De los de Barcelona 92 dice que "allí surgió la bebida Aquarius". Se siente cómodo hablando de pintura, de poesía o de arqueología. "No me gusta hablar de religión ni de fútbol ni de toros. ¿Sabe por qué? Porque siempre hay líos, discusiones, follones. ¿Sabe por qué se llaman talibanes? Un talibán es un estudiante de la religión".

Tiene once biznietos. Se quedó atónito cuando leyó en la prensa que en la abadía en cuyo sótano habían almacenado el regalo envenenado de Hitler a Franco, entre las poblaciones vallisoletanas de Sardón de Duero y Quintanilla de Onésimo, han instalado un restaurante Abadía Retuerta. Tiene un sentimiento proustiano de la vida. "Me rehabilitaron como funcionario, pero no me devolvieron los años perdidos, que fueron muchos".

Los papeles de César Bertomeu han llegado hasta la Universidad de Nueva York. "Gracias a una amiga americana que nada en la piscina. Un día hablando me contó que su padre fue brigadista en el Batallón Abraham Lincoln".

martes, 6 de agosto de 2013

Hiroshima celebra el 68 aniversario del bombardeo atómico

La ciudad japonesa de Hiroshima conmemoró hoy el 68 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica que se cobró la vida de cientos de miles de sus ciudadanos al final de la II Guerra Mundial, con una ceremonia en la que se pidió el fin de la proliferación nuclear.

Durante el memorial, celebrado en el Parque de la Paz de la ciudad, se ha guardado un minuto de silencio a las 23.15 GMT.
A esa misma hora, el B-29 Enola Gay de las Fuerzas Aéreas de EEUU lanzó el 6 agosto de 1945 el que sería el primer ataque nuclear de la historia.
Se calcula que la bomba, que detonó con una intensidad de unos 16 kilotones a unos 600 metros de altura muy cerca de donde hoy se levanta el mencionado parque, acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas.
Sin embargo, para finales de 1945 los muertos se elevaban a unos 140.000 y las víctimas por la radiación en los años posteriores fueron muchas más.

Sin armas nucleares

En la ceremonia participó el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que en su discurso pidió la abolición de las armas nucleares.

También intervino el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, hijo de uno de los miles de supervivientes de la bomba, colectivo al que se conoce en Japón como "hibakusha".
En su alocución, Matsui clamó por una Corea del Norte, y un "noreste de Asia" libre de armas nucleares y recordó que Japón aún sufre, más de dos años después, los efectos del accidente en la central nuclear de Fukushima.
El regidor quiso mostrar su apoyo con los afectados por el peor accidente en una planta atómica en más de 25 años y aseguró que la ciudad de Hiroshima conoce y comparte "la dureza de la recuperación".
También pidió al Gobierno central más esfuerzos para lograr "un mundo sin armas atómicas" y se mostró preocupado por los deseos mostrados por Japón e India de cara a firmar un pacto de cooperación nuclear.

Representantes de 70 países

La ceremonia de este año congregó a representantes de 70 países, incluido el embajador estadounidense en Japón, John Roos.

Tras el ataque sobre Hiroshima, EEUU lanzó una segunda bomba nuclear el 9 de agosto de 1945 sobre la ciudad de Nagasaki, lo que forzó la capitulación de Japón seis días después y puso fin a la II Guerra Mundial.
Los ataques atómicos sobre las dos ciudades japonesas han sido los únicos que se han llevado a cabo a día de hoy.
En marzo pasado, el número total de "hibakusha" en Hiroshima y Nagasaki era de 201.779, 9.051 menos que el año pasado, y su edad media era de 78,8 años. 




Imágenes de Nueva York en la Segunda Guerra Mundial

La Sociedad Histórica de Nueva York abrió una exposición sobre la ciudad de Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial. Las fotografías de la muestra revelan, entre otras escenas, la importancia de la aviación -resaltando el transporte marino- durante el traslado de provisiones desde el puerto neoyorquino.


El puerto de Nueva York llegó a trasladar más 3 millones de hombres, con naves que zarpaban cada 15 minutos, según informa la Sociedad Histórica neoyorquina. Durante el lapso de la guerra, mpvió más de 60 millones de toneladas en provisiones.


En estas fotos -algunas con motivo propagandístico-, seleccionadas por 2GM Blog, se puede observar cómo hasta las mujeres participaron en trabajos que, décadas antes, estaban reservados solo a los hombres.

 

No os podéis perder el reportaje completo, hay fotos espectaculares. Pinchad AQUÍ.

Operación Titanic

La Operación Titanic fue una operación del SAS británico, puesta en marcha en la noche entre el 5 y el 6 de junio de 1944 (el día D en Normandía) que consistió en lanzar cientos de maniquíes en paracaidas con el objetivo de engañar a los alemanes sobre las auténticas zonas de lanzamiento de las tropas aerotransportadas. Los falsos paracaidistas, apodados "Ruperts", eran sencillos muñecos de trapo con forma humana con una serie de bolsas de paño y tiras unidas en forma de cruz para dar la impresión de un paracaidista. Los maniquíes estaban equipados con petardos, cohetes de señales, sonidos de batalla, e incluso frascos de esencias para producir olores. También tenían un dispositivo para que el enemigo no descubriese que se trataba de un engaño: se trataba de una carga explosiva que prendía fuego al muñeco y lo destruía, tratando de sugerir que el paracaidista había quemado su paracaidas y se había ocultado. Seis hombres del SAS saltaron con los "paramaniquíes" con la misión de ayudar a hacer que los ataques pareciesen verdaderos, haciendo todo el ruido posible y lanzando pequeños ataques contra los alemanes. Era una misión muy arriesgada, y sólo dos de ellos sobrevivieron y pudieron reunirse con sus tropas días después.

La operación Titanic fue un éxito, y creó una enorme confusión en las tropas alemanas. Provocó en los comandantes alemanes dudas de si la invasión había comenzado realmente o se trataba unicamente de un engaño a gran escala. También consiguió desviar tropas de los auténticos lugares de lanzamiento. Así, se dio el caso de que el 915 Regimiento, perteneciente a la 352 División de Infantería alemana, fue movido 50 millas al sudeste de Omaha Beach para lanzar un contraataque contra los muñecos paracaidistas que habían tomado tierra cerca de Marigay.

Una fuerza de 40 Hudsons, Halifax y Stirlings, pertenecientes a los escuadrones 90, 138, 149 y 161 de la RAF, lanzaron a los falsos paracaidistas, los comandos del SAS, y grandes cantidades de "window" (tiras de aluminio que interferían las frecuencias de los radares alemanes) en tres zonas distintas: 200 muñecos y el equipo de seis SAS al mando del capitán Harry Fowles fueron lanzados cerca de la base de la península de Cotentin, en un campo 8 Km al oeste de Saint-Lô; esos seis hombres fueron los primeros que saltaron esa noche sobre Normandía. Rapidamente instalaron reproductores y amplificadores de sonido de los que salían ruidos de explosiones, disparos y gritos. Los comandos tenían orden de permitir escapar a los alemanes que encontrasen, para que dieran aviso de que se estaba produciendo un ataque. En otras dos zonas se lanzaron unicamente centenares de muñecos: en Maltot, cerca de Caen, y en las proximidades de Rouen, al sur de Dieppe.

Uno de los muñecos paracaidistas que se lanzaron en la Operación Titanic, que se conserva en un museo del Día D en Merville:

domingo, 4 de agosto de 2013

'Tuits' desde la Segunda Guerra Mundial: la contienda se vive en la red

El 19 de julio de 1941, los soviéticos evacuaban el cuerpo embalsamado de Lenin de su mausoleo en la Plaza Roja de Moscú y lo llevaban a una pequeña población rural en Siberia, ante los avances del ejército alemán a través de Rusia. Un tren especial viajaba hacia el Este con el cuerpo, productos químicos especiales y algunos de los tesoros de los zares, fuertemente custodiado por soldados para evitar un asalto de refugiados hambrientos.

Ése mismo día, un grupo de soldados alemanes que formaba parte de los escuadrones que marchaban hacia la capital rusa consiguió el mejor botín que podía imaginar: un millón de huevos de un almacén de alimentos del Ejército Rojo.

Son dos pequeñas anécdotas durante la Segunda Guerra Mundial,  un periodo histórico que hizo temblar los cimientos de nuestro continente y del mundo entero. Las cifras son apabullantes: 6 años de guerra, entre 50 y 70 millones de muertos, cien millones de militares movilizados y un estado de guerra total en muchos de los países implicados. Y casi todos los países del mundo se implicaron, de una forma u otra.

Estamos acostumbrados a ver películas y leer novelas ambientadas en esta época y a pesar de ello a muchos nos cuesta imaginar la vida diaria en semejantes circunstancias, un día tras otro hasta sumar los seis años y un día que duró la contienda. La cotidianidad de la guerra, su continuidad implacable y la forma en que invadió cada aspecto de la vida de los que la sufrieron es algo que para nosotros termina cuando salen los títulos de crédito.

El día a día de la guerra contado en Twitter

Pero desde hace algún tiempo, la Segunda Guerra Mundial también se vive en Twitter. La cuenta WW2 Tweets from 1941 (Segunda Guerra Mundial Tuits desde 1941), lleva dos años narrando día a día el desarrollo de la guerra con, exactamente, 72 años de distancia. Los movimientos de tropas y las batallas, pero también testimonios de civiles, prisioneros de guerra, soldados y líderes políticos de la época.

Alwyn Collinson, un estudiante británico de Historia, es el alma del proyecto. “Twitter es el canal perfecto para este tipo de cobertura”, comentó hablando de su proyecto, sorprendido de que nadie hubiese tenido la misma idea antes. 

Una idea que, por cierto, ha despertado el interés de miles de usuarios: la cuenta tiene en el momento de redactar este artículo 289.983 seguidores. ¿Quién dijo que no nos gusta la historia?

Narrado en presente y con muchos recursos

Pero el gancho de esta cuenta no es solo los acontecimientos que cuenta, sino cómo los cuenta. Los mensajes se escriben en presente, con un eco periodístico de últimas noticias, como si fuese ahora cuando el ejército alemán hubiese capturado a Yakov, el hijo de Stalin, y no hace 72 años. No es solamente una forma enganchar a la audiencia, sino que consigue transmitir la misma sensación que vivieron los que sufrieron la guerra: no adelanta acontecimientos, de forma que no sabes quién va a ganar las batallas. Si te olvidas de lo que ya sabes, es como seguir un conflicto actual. 

Pero además, Collinson se apoya en otros recursos para darle fuerza a su idea y engancharnos a los acontecimientos: fotografías, carteles, archivos de audio, documentos históricos, citas. Cualquier documento que ilustre cómo fueron los hechos que narra y que nos conectan con los protagonistas.

Conectar con la realidad del momento

Esa es precisamente la intención de Collinson, conectar a la sociedad actual con la de entonces. “Creo que es imposible empatizar con la gente que murió si solamente conoces el número de bajas, pero leer la historia de una niña que vio morir a su hermana mayor tiroteada desde un avión un día concreto hace 72 años te hace entender el horror y la pérdida de la guerra”.

Twitter ha resultado ser la herramienta perfecta para ello: rápida, ágil, diaria y fugaz. En estos momentos –72 años atrás- el Ejército Rojo se prepara ante el avance de las tropas alemanas a través de Rusia, y Hitler ve la ventaja tan cerca que ha ordenado reducir considerablemente el tamaño del ejército germano. Churchill intenta animar a los londinenses, que resisten los bombardeos de la Luftwaffe como una oposición a Hitler en Europa. Mientras, los aliados discuten si pueden y deben fabricar la bomba atómica

Quedan aún cuatro años hasta que Japón firme su rendición el día 2 de septiembre de 1945 y con ello termine la guerra, y eso son muchos días con historias que contar.