Los largos tentáculos de la Segunda Guerra Mundial alcanzaron también a Vigo. Con una nutrida colonia de 200 germanos bien asentada -dotada de un "Hogar" y "Colegio Alemán"-, su enclave estratégico como puerto de acceso al Atlántico y la cercanía a minas de wolfram, la urbe olívica vivió de cerca los avatares de la gran contienda entre el Eje y los Aliados. El historiador Antonio Giráldez Lomba analiza en detalle ese episodio de la crónica local en el nuevo libro de Estudios Vigueses: "Vigo y su colonia alemana durante la Segunda Guerra Mundial".
Noventa y siete días antes de que las tropas del III Reich avanzasen sobre Polonia en lo que resultó el primer compás de la Segunda Guerra Mundial, las tropas nazis desplegaban todo su boato militar en las calles de Vigo. Al filo del mediodía del viernes 26 de mayo de 1939, bajo un cielo asaeteado con fuegos artificiales y el frío restallar metálico de las fanfarrias, cerca de 5.000 soldados de la "Legión Cóndor" desfilaron hacia el puerto para partir rumbo a las costas germanas. A la cabeza de la marcha: una bandera con la cruz gamada y otra de España. Cinco transatlánticos -el Wilhelm Gustloff, Deutsche, Stuttgart, Sierra Córdoba y Robert Ley, enumeran las crónicas de la época- esperaban su embarque fondeados en la ría. A ellos se sumó, entre otros, el general Antonio Aranda, invitado por el gobierno de Hitler. Miles de curiosos contemplaron el paso de la soldadesca apostados en el entorno de O Berbés o a las puertas del Hotel Continental, donde se hospedaba Aranda con cargos y oficiales del régimen.