lunes, 19 de enero de 2015

"La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos", por Juan Eslava Galán



El 23 de octubre de 1943, 1.700 deportados judíos polacos se desnudan en el campo de exterminio de Birkenau antes de entrar en la cámara de gas. Ante la mirada atónita de los SS alemanes, Franciszka Mannówna, una famosa bailarina polaca, escenifica un voluptuoso streaptease que desata la lujuria de un guardián. El soldado se aproxima y la bailarina le golpea la cara con un zapato, se apodera de su pistola y lo mata.

“Lo mata a él y a otro más. Es significativo como se puede mantener la dignidad cuando te la han hecho perder por completo”, explica a RTVE.es Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948), autor del libro La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos, publicado por Planeta y en las librerías desde el 13 de enero.

750 páginas para aquellos que "a lo mejor no terminan de creerse la historia tal y como se les sirve. Que Alemania era una gran potencia que agrede a una serie de potencias menores o iguales que ella, por ejemplo. Mi explicación es que desde el principio, Alemania por lógica tiene perdida la guerra, aunque puede parecer justo lo contrario".


El protagonista es el hombre común

Con este título, ya son cuatro los textos sobre historia "para escépticos" publicados por el escritor. Relatos desmenuzados en anécdotas bien documentadas, con referencias bibliográficas y fotografías, para ofrecer lo que define como "la intrahistoria. Cómo la gente de la calle, la gente común, padece las decisiones de los grandes personajes o padece los grandes hechos".

"La vulgaridad y la grandeza no son conceptos distintos, van muy unidos", argumenta Galán, y explica como motivos ridículos a veces desencadenan efectos trascendentes. Las complejidades de uno de los submarinos más modernos de la flota alemana, el U1206, hicieron que un caza enemigo les descubriera y hundiera después de que su capitán "tirara de la cadena del retrete inapropiadamente".

Que sea de fácil digestión, no implica falta de seriedad. "El libro está estructurado sobre un esqueleto cronológico de los hechos, pero luego hago un montaje al estilo cinematográfico, que es a lo que está acostumbrado el lector moderno", explica Eslava Galán.

Historias menudas para enseñar Historia

El autor, doctor en letras y con una amplia experiencia docente, defiende un enfoque "didáctico" de la historia y la necesidad de una vocación divulgadora que define como "la parte más artística de esta ciencia. El académico crea la ciencia, hace las investigaciones, entra en archivo, y todo eso, pero el divulgador parte de la obra que ha hecho el académico y hace una cosa más ligera y digerible para el gran público".

Y reivindica la justicia de esa función: "Son dos estratos interdependientes y muy necesarios, puesto que el gran académico se está manteniendo con los impuestos de la gente más sencilla, a quienes hay que dar a cambio algo. Hacerles llegar los resultados de esas investigaciones es tarea de los divulgadores".

Las historias menudas tejen las vidas individuales de la gente normal, y suman en el gran titular de la Historia con mayúscula, cuyos protagonistas se diluyen en naciones o pueblos en lucha. Son la letra pequeña que acerca los motivos a la comprensión y despiertan el interés del lector. En este libro, el autor plantea el análisis como fruto del comportamiento cotidiano de los que estaban allí.

El capítulo de España

"Franco quiso entrar en la guerra, en contra de la opinión de que pretendió ser neutral, para uncirse al carro del vencedor, que él creía que iba a ser Hitler en un principio, pero Hitler despreció a Franco". La participación en el bando del Eje se firmó, y aunque "en el Pardo se destruyó la copia española del documento, la alemana se conservó", relata el autor.

Y prosigue añadiendo que "lo que queda en la memoria es que Franco nos salvó, lo cual no es más que propaganda franquista que sigue funcionando, y que enviamos a la División Azul". "Para las nuevas generaciones, Franco es un dictador sobre el que casi nada saben, para ellos es como si les hablas de Napoleón".

Juan March es otro personaje mencionado. Con una vida discreta pero épica, "que empezó ya en la Primera Guerra Mundial, jugó a dos barajas y se enriqueció a costa de la guerra", comerciando con los dos bandos y "cobrando en oro" por sus servicios.

El exceso de ingeniería, lastre y derrota

Cuenta Galán que "el exceso de diseño y de ingeniería también traicionó a los alemanes porque destinaron recursos que no iban poder rentabilizar. Algunas armas aún no se han llegado a fabricar porque faltan los adelantos necesarios para materializarlas", comenta el autor, explicando como ejemplo que "el tanque germano Tigre era el mejor tanque de la época, pero solo pudieron fabricar 1300 ajemplares del primer modelo y 500 del segundo, contra los 40.000 sherman de los americanos y los 80.000 T34 de los rusos".

"El Tigre es la maravilla tecnológica que ha produicido Alemania. Pero se trata de un tanque plagado de defectos por una razón ridícula: Para poder presentárselo a Hitler el día de su cupleaños, adelantan el diseño que quedará sin depurar y lleno de defectos".

Hacer digerible una etapa tan compleja del siglo XX también es desmenuzarla en ideas razonables y sencillas. "Los alemanes tenían una cosa en contra: Estaban en manos de Hitler. Era un dictadior e imponia su voluntad. Hasta los 30 años fue una persona sin voluntad, sin oficio ni beneficio, pero era un demagogo y sus compatriotas creyeron en él. La guerra la dirige él, un amateur, desde el principio, y esta es la principal causa de que pierdan la guerra".

Conocer el terreno e interpretarlo

Una visión que ya tuvieron otros a priori, que es lo difícil, o no tan difícil, si se conoce el terreno, tal y como cuenta Juan Eslava en una anécdota entre españoles en el París ocupado: "En 1940, Dionisio Ridruejo se encuentra en París con el corresponsal de EFE que era Ramón Garriga. Ante el despliegue de fuerza y rapidez, Dionisio le dice 'hay que reconocer que son una raza superior'".

Prosigue el narrador con la sorprendente respuesta: "Entonces, Ramón le contesta: 'como se nota que eres mesetario, estos tíos van a perder la guerra en 1945'. Era un corresponsal bien informado que había vivido en Berlín muchos años".

Una sorprendente predicción que el propio Garriga confirmaría años después rememrorando el encuentro. "Una anécdota significativa es mejor que cuatro páginas de aburrida prosa para explicar una cosa que se puede explicar mejor con una parábola", insiste nuestro entrevistado.

Vía| RTVE

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