lunes, 23 de febrero de 2015

¿Cómo entró México en la Segunda Guerra Mundial?


Eran las veintitrés horas con cincuenta minutos y en las aguas del Golfo de México todo parecía estar en calma. A lo lejos se veía el faro de Fowey Rocks, al sur de Miami. Los tripulantes del “Potrero del Llano” sabían que su viaje no era seguro; desde hacía tres meses los submarinos alemanes habían comenzado a hundir algunos barcos mercantes que navegaban en la zona. Los capitanes alemanes de los submarinos ya habían advertido a los navíos mexicanos que serían atacados si continuaban abasteciendo de petróleo a los Estados Unidos. Era el 13 de mayo de 1942, el “Potrero del Llano” había abandonado el puerto de Tampico cuatro días antes, con una carga de 40,000 barriles.

A las 23:55, el submarino U-564 abrió fuego contra el navío mexicano. El Museo de la Marina, en el puerto de Veracruz, muestra, por cierto, algunas fotografías del infortunado barco. El 20 de mayo, de nuevo un submarino alemán hundió al petrolero mexicano “Faja de Oro”. Después de que el Congreso de la Unión aprobó un decreto del presidente Manuel Ávila Camacho, México declaró la guerra a las potencias del eje y se preparó para participar en el conflicto bélico mundial.

En aquel tiempo, la mayoría de los mexicanos pensó que el “Potrero del Llano” había sido hundido por un submarino o incluso por un avión bombardero de los Estados Unidos para obligar a México a entrar a la guerra, pero no existe duda de que los responsables fueron los alemanes. Un acta del Ministerio del Exterior Alemán, con fecha del 16 de mayo de 1942, indica que “el submarino 564 hundió en el estrecho de la Florida a un oscuro vapor, que no pudo ser identificado como navío neutral… Debió tratarse del petrolero mexicano “Potrero del Llano”.


No se ha podido establecer si los alemanes hundieron al “Potrero” sabiendo que se trataba de un barco mexicano. En una carta dirigida a un historiador alemán que investigó el tema, el capitán del submarino le informaba que sólo después de que ordenó el lanzamiento de los torpedos y se encendieron las luces del barco, “pudo reconocer los colores mexicanos.”

Esta afirmación difiere de la apreciación de los políticos de la época, que aún hoy en día prevalece en la historia mexicana. En su primera declaración posterior al ataque, el director de “Petróleos Mexicanos”, Efraín Buenrostro, afirmaba lo siguiente:

“El ataque del submarino fue absolutamente planeado… El barco portaba, por indicaciones de “Petróleos Mexicanos”, la bandera de México. Estaba pintada a ambos lados y la iluminación era intensa, de manera que el barco podía ser reconocido a muchas millas de distancia.” El capitán alemán afirmaba que el “Potrero” iba a oscuras.

El gobierno de Ávila Camacho, que contemplaba la entrada a la guerra como una oportunidad para ganarse el apoyo popular y fortalecer su autoridad, consideró los bombardeos alemanes como una provocación.

Así también lo vieron casi todos los diputados en el debate en la Cámara de Diputados, el 29 de mayo de 1942. El diputado Samaniego aseguraba, por ejemplo, que no se trataba sólo “de la pérdida de dos de nuestros barcos; es la patria mexicana la que sufrió el ataque.” Y el diputado Betancourt Pérez decía: “¿Podría México escapar a la voracidad insaciable y a los instintos sangrientos de Hitler, Mussolini e Hirohito? No. México debió padecer necesaria e inevitablemente del zarpazo de los nazis y por ello fueron hundidos en forma cobarde el “Potrero del Llano” y el “Faja de Oro”.

El ataque al “Potrero del Llano” impactó a la opinión pública mexicana, el transporte de los cuerpos de los marinos fallecidos fue una demostración de duelo nacional. El 14 de mayo de 1942, el gobierno mexicano envió una nota de protesta a Estocolmo, en la que pedía al gobierno sueco participarles a las potencias del eje su protesta contra el ataque. Sin embargo, la nota de protesta no fue admitida por el enviado alemán en Suecia, ni tampoco en Berlín. El 21 de mayo, un nuevo ataque hundió a un barco de carga mexicano, el “Faja de Oro”, en el que fallecieron diez marinos.

La izquierda mexicana se pronunció con grandes manifestaciones por la inmediata declaración de guerra. El grupo de emigrantes alemanes “Alemania libre” y “Liga pro-Cultura Alemana” declararon que, en caso de un conflicto, estarían del lado de México.

A pesar de la declaración de guerra, los Estados Unidos se opusieron a una participación de contingentes mexicanos en acciones militares. También en la opinión pública había un rechazo al envío de tropas al otro lado del Atlántico. Fue hasta el final de la guerra, en los ataques a Japón, cuando un cuerpo de expedición mexicano fue enviado al lejano oriente, el “Escuadrón 201”. Junto con Brasil, México fue el único país de Latinoamérica que participó activamente en la Segunda guerra. Muchos mexicanos residentes en los Estados Unidos, poco más de 15,000, prestaron su servicio militar en el ejército estadunidense. Algunos mexicanos lucharon como voluntarios en los ejércitos franceses y británicos y en la Fuerza Aérea Real británica. Soldados mexicanos del ejército estadunidense también participaron al final de la guerra en algunas batallas en suelo alemán. Además miles de campesinos mexicanos emigraron a los Estados Unidos para incorporarse a las fábricas de armamento. El monumento que se encuentra a un costado del Mercado del Mar, en Zapopan, fue realizado en memoria del Escuadrón 201.

Vía| Milenio

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