Los héroes y heroínas de la historia de la humanidad no siempre alcanzan el reconocimiento que merecen. Algunos de ellos parecen especialmente discretos y silenciosos, como si no deseasen más reconocimiento que el de las personas a las que ayudaron de manera desinteresada. Afortunadamente, la blogosfera nos ayuda a recuperar las biografías de esos magníficos modelos de generosidad y valor. A través de la bitácora Auschwitz.info, por ejemplo, podemos acercarnos al coraje de una mujer holandesa que quizá no conozcas, llamada Geertruida Wijsmuller-Meijer.
Geertruida tuvo desde muy joven dos espejos de solidaridad en los que mirarse, los de sus padres, que tras la I Guerra Mundial no dudaron en alojar en su casa de Alkmaar a varios niños austriacos en situación de necesidad. Ya convertida en adulta, su intuición le advirtió enseguida sobre el peligro en que se encontraba la población judía ante la escalada violenta de antisemitismo en Alemania. Sin pensarlo dos veces y abandonando una situación personal bastante cómoda, Wijsmuller-Meijer comenzó a viajar repetidamente a Viena desde finales de 1938.