-Albañil por obligación (es su profesión) e historiador por devoción. ¿Por qué la División Azul?
-Siempre me ha gustado la Historia Militar, y hace quince años se planteó en mi familia dónde estaría enterrado un tío segundo mío que murió en Rusia con la División Azul. Así que me puse a investigarlo, busqué la copia del expediente y averigüé el lugar donde se hallaban sus restos. A raíz de aquello, otras personas empezaron a pedirme ayuda para buscar a sus allegados y fui recopilando más datos. Hasta hoy, en que tengo documentación de 5.013 fallecidos inhumados en más de cien lugares diferentes.
-El material recabado le ha dado para escribir un libro.
-Da para más. Soy coautor, junto a Francisco Gragera Díaz, de «Rumbo a Rusia. Los voluntarios extremeños de la División Azul», publicado hace dos años, pero ahora hemos dado un paso adelante porque tenemos abundante información sobre voluntarios de toda España y hemos creado una web en la que, sin ánimo de lucro, ayudamos a quienes desean saber dónde yacen sus familiares. Nuestra fuente es fehaciente: los libros de enterramiento de los capellanes de la División.
-Esos desaparecidos no interesan a Garzón.
-¡Hoy en día es un tema tabú! No se puede hablar de la División Azul a ciertas personas ni a ciertos organismos. Cuando hace unos años se inauguró en Moscú un monumento a los españoles caídos en Rusia, se dio la consigna de no mencionar a los divisionarios.
-Por lo que no habrá encontrado usted gran apoyo institucional.
-Ni siquiera nos hemos planteado buscarlo. Y menos aún aquí, en Extremadura.
-Algunos presentan a aquellos voluntarios (más de 45.000) como paladines de Franco y Hitler cuando los motivos por los que se alistaron fueron heterogéneos.
-Efectivamente. Había de todo. España acababa de salir de la Guerra Civil y muchos voluntarios se apuntaron por necesidad. Por ejemplo, mi tío se marchó para poder comprarle una casa a su madre. Hubo también quien se aventuró por conocer mundo y quien quería lavar su pasado republicano para poder trabajar aquí en España.
-Odisea en las estepas rusas y materia prima para apasionantes guiones, que, sin embargo, no interesa al cine español.
-Imagínate. El primer invierno que les tocó vivir a los divisionarios fue el más frío en muchos años. Llegaron a estar a 53 grados bajo cero. Se han hecho abundantes documentales (por ejemplo para el No-Do), pero película, que ahora recuerde, sólo una en 1956, «Embajadores en el infierno», de José María Forqué. Después, nada.
-¿Fue relevante el papel de la División Azul en auxilio de los nazis?
-Hay que diferenciar. La División Azul fue a luchar en favor del bando alemán, pero sobre todo en contra del comunismo. Y estaba formada por voluntarios para que España no adquiriera el rango de nación en guerra.
-¿Se evaporó el rastro de muchos divisionarios?
-Cuando se retiró la División en octubre de 1943 se quedó un contingente, que se llamó la Legión Azul. Eran más o menos dos mil hombres que aguantaron hasta marzo de 1944. A partir de ahí el régimen de Franco dijo que los que no volvieran no serían tratados ya como españoles y quedaban a su suerte. No hay cifras concretas, pero varios cientos de ellos se quedaron luchando en unidades alemanas. Hubo incluso españoles defendiendo la Cancillería del Reich hasta el último momento.
Vía| ABC
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