Desde 2GM Blog nos gustaría saber a qué personaje relacionado directa o indirectamente con la Segunda Guerra Mundial os hubiese gustado estrechar la mano y por qué.
Esperamos vuestras respuestas y comentarios.
El presidente de Alemania, Christian Wulff, llegó a Auschwitz para acompañar a su homólogo polaco, Bronislaw Komorowski, y recordar a las víctimas del Holocausto en el sexagésimo sexto aniversario de la liberación de Auschwitz por parte del ejército soviético.
Wulff y Komorowski se reunieron con un grupo de jóvenes alemanes y polacos en Auschwitz, y recordaron a los alrededor de un millón 100 mil prisioneros que fueron exterminados en ese lugar durante la dictadura de Adolf Hitler.
Auschwitz-Birkenau, un gigante complejo de campos de concentración, ubicado en la que fue zona de ocupación nazi en Polonia, es el principal símbolo de la industria del exterminio humano que desarrolló la dictadura nacionalsocialista de 1933 a 1945.
Si bien las tropas soviéticas, que arribaron el 27 de enero de 1945 a Auschwitz, hallaron apenas 7 mil 500 prisioneros al borde de la muerte, en poco tiempo salió a la luz el complejo sistema de que disponían los nazis para exterminar a miles de opositores y a miembros de lo que ellos consideraban “razas” inferiores.
Ese campo de concentración se denomina desde 2007 “Auschwitz-Bir- kenau. Campo alemán de concentración y exterminio”, con el fin de dejar en claro que los alemanes son responsable de ese sitio ubicado en territorio de Polonia.
Se trata del mayor sitio de encarcelamiento creado por los nazis, y éste se extendió en una superficie de miles de hectáreas.
Gitanos también recuerdan
El parlamento alemán también conmemoró el Día del Holocausto y recordó a las víctimas del exterminio nazi, y por primera vez pronuncio un discurso en ese recinto un representante de los gitanos, que también fueron blanco del genocidio de Hitler.
En la ceremonia en el parlamento alemán (Bundestag) estuvieron presentes la canciller federal alemana Angela Merkel y la presidenta del Consejo Federal, Hannelore Kraft, además de varios representantes de asociaciones de víctimas del Holocausto.
El presidente del parlamento, Norbert Lammert, destacó la importancia de que las nuevas generaciones no olviden el terror de la historia, sino que conserven el recuerdo de las víctimas para evitar que algo similar se repita.
Agregó que “las víctimas nos obligan a no aceptar ningún tipo de discriminación o intolerancia y a combatir con empeño toda forma de odio”.
A través de fotografías y pasajes de la vida de una de las caras más reconocibles del sufrimiento judío a causa del régimen nazi, Ana Frank. Una historia reciente recorre los pasajes de la niña que vivió escondida con su familia en Amsterdam durante dos años (1942-1944) anotando en su diario hasta ser descubierta todo el sufrimiento que veía desde su refugio.
Como acto simbólico, el jueves -Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto-, el alcalde donostiarra, Odón Elorza, junto al director de la Fundación Anne Frank, Kleis Broekhuizen, plantarán un esqueje del castaño que Ana Frank veía desde su ventana. Por la tarde, el presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, Diego Carcedo, impartirá una conferencia sobre el holocausto nazi.
La exposición se completa con más de treinta paneles que plasmarán las consecuencias y los motivos que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial, con varias visitas guiadas a las que se ha invitado a todos los centros educativos de ESO, Bachiller y FP de Guipúzcoa.
Becky Jacks Durr observó cuidadosamente el costado del bombardero B-24 buscando el nombre de su padre, Troy Jacks, artillero durante la Segunda Guerra Mundial y uno de una docena de nombres inscritos en un B-24 original que ahora es parte de un tributo itinerante a los caídos en esa conflagración mundial.
Se subió a una escale y besó el nombre.
Entonces comenzó a llorar.
"Me trae muchos recuerdos de mi papá'', dijo Durr, quien manejó hasta Fort Lauderdale desde Pensacola para ver el Wings of Freedom Tour, que hizo una escala de fin de semana en el Aeropuerto Ejecutivo de Fort Lauderdale.
Su padre, que pertenecía al Grupo de Bombardeo 454 y volaba mnisiones con su tripulación en Italia, falleció en el 2008.
"Esto era una parte muy importante de su vida''.
El Wings of Freedom Tour, organizado por la Fundación Collings Foundation, una organización sin fines de lucro, visita unas 110 ciudades al año con tres tipos de aviones --los bombarderos B-17 y B-24, y el caza P-51 Mustang-- que volaron durante la Segunda Guerra Mundial.
Los aviones son restaurados y se usan para rendir homenaje a los hombres y mujeres que arriesgaron la vida durante la guerra. Como la mayoría de los aviones se reciclaron después de la guerra, el B-24 y el P-51 son los últimos ejemplares de esos aparatos. El B-17 es el único de 11 en condiciones de volar en Estados Unidos.
"Es un pedazo de historia que vive'', dijo Tom Evans, el último sobreviviente de su tripulación de un B-24.
Evans, de 86 años y quien vive en Pompano Beach, era de la misma tripulación que Jacks y vino con Durr a la exhibición. "Muchos han fallecido y tenemos que seguir mostrando la historia''.
El sábado, docenas de personas --muchos veteranos de guerra y niños-- esperaban ansiosos el aterrizaje de los aparatos.
Parado detrás de una cerca, Ariel Anderson, de 5 años, saludó con los brazos tan pronto vio aterrizar el P-51 Mustang.
"Llegó, llegó'', le gritó a su mamá, Barbie Freeman. "¿Cuándo puedo montarlo?''
Después llegó el B-24.
"Tenía muchas ganas de ver esto'', dijo Freeman, quien condujo desde Coconut Grove. "Es increíble''.
Los aviones debían haber llegado el viernes y quedarse hasta el lunes, pero debido al mal tiempo hicieron su debut el sábado.
El B-17 no pudo participar debido a un problema con los motores y se quedó en tierra en New Smyrna Beach.
Rob Collings, piloto e hijo de los fundadores de la organización, dijo que esperaban que el B-17 llegara hoy.
Mantener los aviones de alta cuesta más de $4,000 por hora por cada aparato, dijo Hunter Chaney, director de Mercadotecnia de la Fundación Collings. El costo se cubre mayormente a través de contribuciones.
Pero sólo ver los dos aparatos fue suficiente para Kim Whitney, que fue artillero de cola durante la guerra.
"Ya no quedan muchos'', dijo. "Los niños no aprenden de este tipo de cosas en la escuela. Me alegra mucho que puedan verlo.
Los visitantes pudieron subir al B-24.
Mike Romaniw dijo que el aparato era increíble. Lo que más le gustó a su hijo de 4 años, Matthew, fue "jugar con la ametralladora''.
Para John Katsaros, de 87 años, la visita le trajo algunos recuerdos dolorosos.
Katsaros, que en la Segunda Guerra Mundial tenía 20 años, fue artillero de un B-17.
Su tripulación participó en una misión para destruir una fábrica de aviones en Francfort, Alemania, cuando fue fue derribado por cañones antiaéreos.
Katsaros se lanzó en paracaídas a más de 25,000 pies de altura y su bombardero explotó en medio del aire.
Mientras iba en caída libre perdió el conocimiento, pero volvió en sí y pudo abrir el paracaídas. Cuando tocó tierra se fracturó varios huesos y lo capturaron de inmediato. Los guerrilleros franceses lo rescataron.
Katsaros contó su historia sentado detrás de una mesa con ejemplares de libros que ha escrito sobre la experiencia.
"Compartir mi historia significa que otros pueden conocer el precio de la libertad'', dijo.
Los investigadores José Luis Arráez Llobregat y Amelia Peral son los autores de este Lexicón, una base de datos que, a través de fichas, recoge toda la información sobre más de 500 escritoras.
Cada una de las fichas cuenta con una galería fotográfica de la autora, así como los principales datos biográficos y bibliográficos, situándola en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, antes, durante o después.
El Lexicón incluye a autoras tanto de primera como de segunda generación y forma parte del Proyecto DIGEC (Discriminación, genocidio y exterminio cultural: un estudio sobre la literatura del Holocausto y la recuperación de la memoria), dentro de la vía de investigación abierta sobre las autoras.
El proyecto DIGEC forma parte del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Ciencia e Innovación y cuenta con Alicia Ramos, del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad de Granada, como la investigadora responsable, y los doctores de la Universidad de Alicante, José Luis Arráez y Amelia Peral, como investigadores participantes.
El Lexicón, que traduce la información a inglés, español, francés y hebreo, se publicará en internet en 2012, fecha prevista para su presentación pública.
Arráez y Peral han introducido ya 300 autoras dentro de la base de datos y la previsión cifra en más de 500 las mujeres que figurarán, con los géneros autobiográfico, autoficción, biográfico y ficción narrativa.
Los primeros textos que salen son de autoras de origen polaco, pero escritos en lengua francesa, ha explicado Arráez.
Los investigadores apuntan que fue en 1946 cuando se publicaron los primeros textos, pero hubo que esperar a los años noventa para la publicación del material de forma más extensa.
Una exposición sobre la “historia de víctimas y victimarios del Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial” abrió en el Museo de Arte Moderno de la capital colombiana, donde podrá ser visitada durante un mes.
La muestra educativa “Shoá, memoria y legado del Holocausto” será “contada a través de un recorrido interactivo, alimentado con intervenciones artísticas, recuerdos de los protagonistas de la época, anécdotas y un mensaje sobre los derechos humanos y la coexistencia entre los pueblos y la tolerancia”, dijo el comité organizador en un comunicado.
Añadió que se trata “de una exposición divulgativa, interactiva y multimedia, guiada por los pilares de la memoria, la educación y la concientización”.
La exposición, que fue inaugurada por el presidente Juan Manuel Santos, tiene como hilo conductor la vida de tres mujeres que fueron víctimas de la barbarie nazi: Hana Brady, Ana Frank y Ana Vinocur.
“La muestra expone a partir de fotografías, instalaciones, mapas, audiovisuales, testimonios de supervivientes y obras realizadas por artistas la mayor vergüenza de la humanidad en el siglo XX”, dijeron los organizadores.
Dentro de los objetivos de la exposición están la transmisión de valores como el respeto y el amor al prójimo, el valor a la vida y a la libertad, la tolerancia y la lucha contra la xenofobia, la discriminación y la indiferencia.
La muestra expone, a partir de fotografías, instalaciones, mapas, testimonios de sobrevivientes y obras realizadas por artistas, la cruda realidad de uno de los acontecimientos que conmocionó a la humanidad en el siglo XX, con los campos de concentración, que eran industrias de aniquilar judíos, enemigos políticos, así como homosexuales, y otros.
En la exposición, que ya fue presentada en Uruguay y Argentina, también se muestran los uniformes que las personas usaban en los campos de concentración.
Como por todos es conocido, en los años 30 Alemania comenzó su recuperación y crecimiento a través de una aterradora expansión territorial. De la mano de Adolf Hitler, quien anhelaba anexionar todo el Viejo Continente a su poder, el III Reich infundó el terror y el pánico a todos los pueblos vecinos, conquista tras conquista. Nadie osaba resistirse...
¿Nadie? Hubo un futbolista que sí lo hizo. Se llamaba Mathias Sindelar, y lo pagó con su vida.
El hombre de papel
Kozlov (Moravia) vio un 10 de febrero de 1903 los primeros pasos de un niño que iba a hacer historia. Criado en el barrio de Favoriten (Viena) en el seno de una familia judía, ya de pequeño se dio cuenta de que el fútbol era lo suyo, y muy pronto pasó a formar parte del Austria de Viena, al que llevaría a lograr tres Copas de Austria en sus tres primeras temporadas, y donde marcaría más de 600 goles.
Pero la gran fama de Sindelar llegó con la selección austriaca. Integrante del famoso Wunderteam (equipo maravilla), probablemente el mejor equipo de la década de los 30 –no en vano, de 50 partidos disputados sólo salió derrotado en 4- y que en el Mundial de 1934 sólo pudo ser frenado por la intervención de Mussolini. Y es que, pese al deslumbrante juego desplegado, Austria cedió en semifinales por 1-0 ante la escuadra local, Italia, en un encuentro que resultó un escándalo arbitral.
El hombre de papel, como era conocido por su delgadez extrema y por su plasticidad en el juego, alcanzó durante aquellos años una fama inaudita hasta el momento para un futbolista. Su calidad sólo era comparable a la del italiano Giuseppe Meazza y la del húngaro György Sarosi; los tres eran considerados los mejores jugadores del mundo de la época. Pero además el austriaco fue uno de los primeros deportistas en recibir compensaciones económicas por publicitar relojes, ropa o comida. Fue, por decirlo de alguna forma, el primer futbolista mediático.
El sueño truncado del Wunderteam
Pero si Austria era una de las mejores selecciones del momento, Alemania no era menos. Tercera clasificada en el Mundial de 1934, para el Mundial de Francia del 38 tenían el plan perfecto. A la fuerza y tesón de la selección germana (algo que aún hoy perdura) se le iba a unir la experiencia y fantasía de los jugadores austriacos, obligados a fusionarse después del anschluss llevado a cabo el 12 de marzo de ese mismo año.
La unión de ambos conjuntos debía formar un equipo invencible. Hasta cinco futbolistas titulares del wunderteam se integraron en la plantilla germana, perola clave estaba en Sindelar, la pieza básica para convertir a Alemania en la mejor selección de todas.
Pero al hombre de papel la idea de jugar para el III Reich, aquel que había asesinado a tantos conocidos suyos, judíos como él, y de realizar el saludo nazi antes de cada encuentro le repudiaba, así que nunca aceptó las "invitaciones" que recibía. Primero aludió una lesión de rodilla; después, consciente de que Herberger, el nuevo seleccionador alemán, era un técnico serio y preparado y no un nazi fanático, le solicitó educadamente que le dejara fuera de las convocatorias. Pero al parecer eso nunca convenció a las autoridades germanas.
El partido que le sentenció
Para celebrar la anexión austriaca a Alemania, el 3 de abril se disputó un encuentro entre ambas selecciones, en lo que suponía la despedida del wunderteam. Como no podía ser de otra forma, se trataba de un partido amañado de antemano y destinado a demostrar la superioridad germana. "Ganar un partido es más importante para la gente que capturar una ciudad del Este", dijo Goebbels.
Sindelar ya comenzó mal. O no. Por aquellos años era tradición efectuar el saludo nazi antes de comenzar el partido, pero el austriaco se negó a ello, lo que irritó, y mucho, a los jerarcas nazis ahí presentes.
Durante la primera parte, la estrella austriaca se dedicó a torear a los defensas alemanes, pero cuando se mostraba en disposición de marcar, disparaba burdamente fuera, para regresar, con cara de resignación, al trabajo de su equipo. Pero se cansó, y estalló.
A los 70 minutos, y ante la sorpresa de todos, llegóel que probablemente sea el gol más controvertido de la historia. Sindelar recogió un rechace del guardameta alemán y, descargando toda su rabia, introdujo el balón en la portería. No contento con ello, celebró el tanto por todo lo alto: corrió y se situó frente al palco alemán para marcarse un baile que fue toda una ofensa y humillación para las autoridades presentes.
Diez meses después, estaba muerto
Después de aquel encuentro Matthias Sindelar, que se había convertido en un héroe para los austriacos pero en un peligroso elemento subversivo dentro del orden nazi, se vio obligado a esconderse y a vivir bajo muchísima presión por parte de la Gestapo, que pocos días después destrozó un bar de su propiedad como amenaza.
El futbolista no aparecía, e incluso se dice que Hitler ofreció una recompensa económica a quien lo encontrara, y que fue un compañero del Wunderteam quien lo delató.
El caso es que el 23 de enero de 1939 Sindelar fue encontrado muerto en su casa, tumbado en su cama junto a su reciente esposa, la joven italiana judía Camilla Castagnola.
Las causas nunca se han aclarado. Los informes oficiales de la época aseguran que la muerte se debió a un escape de gas, con lo que se indujo al suicidio, nada descartable dada la situación insoportable en la que había pasado a vivir el austriaco, aunque llama la atención la celeridad con la que la Gestapo cerró y archivó el caso. Por lo menos, uno de los oficiales tuvo el detalle de asegurar que había sido un accidente, logrando de este modo que Sindelar recibiera una merecida despedida, pues hay que recordar que entonces quien había sido asesinado o se había suicidado no podía celebrar un funeral.
Sin embargo, ya durante la época hubo quien incluso apuntaba a un crimen. Los bomberos que acudieron a su domicilio declararon que no habían notado olor a gas a su llegada, y que no había señales de fuga en la estufa. Incluso, en un reportaje reciente de la BBC, un amigo del futbolista asegura que hubo sobornos a los funcionarios para no comentar nada del caso y finiquitarlo lo antes posible.
Despedida épica
Pese a las prisas de la Gestapo, que querían una despedida rápida, casi clandestina, el día de su muerte el Austria de Viena, su club, recibió más de 15.000 telegramas de pésame, tantos que el correo de la ciudad se colapsó, y a su entierro acudieron más de 40.000 personas, que se enfrentaron a la amenazadora presencia de tropas nazis, temerosas de una rebelión de quienes se habían sumado a la despedida de su ídolo.
Desde entonces, el 23 de enero de cada año se lleva a cabo una sencilla ceremonia sobre su tumba. En ella participan dirigentes de la Federación Austriaca, del Austria de Viena, aficionados y los de cada vez menos numerosos compañeros de equipo de los tiempos del Wunderteam, que rinden homenaje al mejor futbolista austriaco de todos los tiempos, como así determinó la IFFHS en el 2000.
Pero no hay duda de que su fama trascendió mucho más allá de lo deportivo. Nunca un futbolista le plantó tanta cara a la injusticia política; nunca un gol supuso tanto para un país. El recuerdo del Der Papierene seguirá siempre vivo en Austria.
Desde el 15 de octubre y hasta el 27 de febrero próximo, puede verse en la ciudad de Berlín la exposición que lleva el título de este artículo ( Hitler und die deutschen ). Situada en el subsuelo del imponente palacio que alberga el Museo de Historia de Alemania, en la avenida Unter den Linden, la exposición tiene como propósito mostrar, a través de documentos de la época, diarios, fotos y videos, así como objetos diversos de la vida cotidiana (uniformes, souvenirs , artículos de consumo), "la interrelación entre el poder carismático de Hitler y las expectativas y comportamientos del pueblo" alemán o -como explica en otro pasaje el folleto que acompaña la muestra- "las condiciones políticas y sociales y las sensibilidades mentales del pueblo alemán" de entonces, que explican el fenómeno del nazismo.
Organizada cronológicamente, la muestra abarca desde la construcción del liderazgo de Hitler dentro del nacionalsocialismo en los años veinte, hasta su caída, en 1945, y destaca algunos temas como la construcción de la "comunidad nacional" luego de la toma del poder en 1933, la vida durante los años de la guerra y la sociedad frente a la segregación racial y la campaña de exterminio.
El argumento central de la exhibición sostiene dos tesis centrales, que son repetidas una y otra vez en los textos que acompañan cada conjunto de objetos o fotografías. La primera es que Hitler no era una persona con cualidades personales demasiado excepcionales, una especie de genio o líder innato que encandiló al pueblo alemán gracias a esas virtudes, sino un "emergente" de ese pueblo, que tuvo la habilidad de aglutinar y poner tras de sí voluntades, ideas, expectativas, pero también prejuicios y frustraciones prevalecientes en grandes sectores de la sociedad alemana de entonces. La segunda tesis es que tanto el ascenso de Hitler al poder, como su permanencia en él y el éxito de sus políticas (desde sus campañas militares hasta su campaña antisemita y de limpieza étnica) no hubieran sido posibles sin el acompañamiento de la inmensa mayoría del pueblo alemán, que fue expresado de distintas formas, que iban desde el fanatismo hasta el consenso pasivo, pasando por entusiasmos más o menos moderados. Fotos y videos (de los actos multitudinarios, de la gente que espontáneamente se abalanzaba al paso del Führer para vivarlo y abrazarlo) así como postales diversas que exhiben a una sociedad que orgullosamente celebraba los triunfos militares, el poder de la nación alemana y el optimismo del progreso material, reflejan muy vivamente esa compenetración entre Hitler y la sociedad que lo engendró y los apoyos masivos con que contó durante los años que ocupó el poder.
Y es en ese mensaje, en el momento y la forma en que se emite, así como en los efectos que provoca su visita, donde radica el enorme significado histórico de esta exposición. Los alemanes esperaron 65 años para tener una exhibición así. No es que no haya otras que tratan esos años y exhiban partes de los efectos del nazismo (desde museos del Holocausto hasta la misma "Topografía del terror", también en Berlín, pasando por la parte dedicada a los años del nazismo en la colección permanente del museo de historia alemana). Me refiero a una sobre Hitler, así, con nombre y apellido, en un país en que ese nombre y todos los símbolos ligados a él -de la esvástica al bigote- están cubiertos no sólo por un grueso manto de tabúes (el nombre Adolfo sencillamente ha dejado de usarse en ese país, al igual que ese corte de bigote), sino de protecciones y prohibiciones legales, gracias a las cuales, entre otras cosas, la preparación de la muestra tomó casi diez años. Me refiero también a que, llegado el momento y superados todos los obstáculos, la exhibición se realiza en la capital del país y, dentro de ella, en un lugar central, no sólo por la ubicación geográfica, sino porque ocupa un lugar en el museo más importante de historia de Alemania. Es decir, que es Hitler, nombrado, apropiado -como un exponente del pueblo alemán de entonces- y exhibido en y con la historia de Alemania.
También son importantes los efectos que provoca la muestra. Si visitándola uno se detiene por un minuto y se da vuelta hacia el público, el espectáculo que ve es sobrecogedor. Lo primero que se ve es mucha gente -el día que lo visité era un día de semana a media tarde- y una proporción mayoritaria de alemanes (al revés de lo que ocurre en la colección permanente del museo). Desde una pareja de ancianos con una mueca indescifrable en el rostro contemplando una foto en la que se ve a Hitler abrazado a su paso por mujeres y niños, hasta jóvenes y niños acompañados por sus padres y abuelos, todos recorren la muestra con gesto adusto y un silencio de misa que emociona. Como si se tratara de una procesión, un pasaje necesario, una ceremonia de catarsis colectiva en la que es difícil no sentirse un convidado de piedra, un intruso que espía algo que es a la vez colectivo y muy privado.
Como argentino, es imposible salir de esa exposición y no quedarse reflexionando. No se trata de extraer fáciles moralejas ni de volver a decir "¡qué bien hacen las cosas los alemanes!". Pero creo que hay que tomar nota de la seriedad, el cuidado y el tiempo que se han tomado para tratar de frente el tema más delicado de su historia. Tiempo que no ha sido en vano, ya que el resultado es impecable: una exposición que tiene un claro propósito de reconciliar a los alemanes con ese pasado oscuro, doloroso, vergonzoso y hasta ahora innombrable, pero que no por eso deja de contener un mensaje duro, que sin embargo es transmitido con delicadeza, sin adjetivos innecesarios (las expresiones "solución final" o "exterminio" no necesitan, además, ser adjetivadas) ni pancartas condenatorias que, sin duda, sobrarían. Es evidente que se trata de una muestra organizada por un equipo de gente que tiene una doble distancia con los hechos que narra: la que da el tiempo transcurrido y esa otra que es "técnica" o profesional (ya que, además de los curadores, es evidente la participación de historiadores en la elaboración del texto).
Creo que los argentinos (todos, en la primera persona del plural, no este o aquel gobierno) estamos todavía muy lejos de poder tener un museo o una exhibición que hable, no de la dictadura, no de los desaparecidos, sino de Videla (o Massera o la dictadura) y los argentinos. Y es probable que lo estemos por buenas razones, entre las cuales no es menor el hecho de que es muy difícil -diría "casi imposible"- pensar en semejante muestra con buena parte de los protagonistas vivos y, por así decirlo, la sangre todavía tibia de nuestros muertos. Lo máximo que podemos lograr está a la vista y es, a lo sumo, exhibiciones que muestran el horror, pero como caído del cielo y no como algo en lo que desembocó y provocó la sociedad argentina toda; algo que pasó y generó víctimas y desaparecidos, pero cuya relación con el drama general de esos años no sabemos, no importa o no se nos cuenta, así como tampoco el grado de acompañamiento, consenso o aval de la sociedad con que contó la dictadura militar.
Según la casa de subastas, las fotografías las realizó el fotógrafo personal de Hitler Heinrich Hoffmann antes de la Segunda Guerra Mundial. En las imágenes aparece el dictador entre otros durante un pleno del "Reichspartei" en 1934 en Nuremberg, durante los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín o en un encuentro con el líder italiano fascista Benito Mussolini.
En total fueron subastados 900 negativos y 600 fotos. "Estaba sorprendido por el interés mostrado por las imágenes, incluso desde Alemania", comentó el subastador Jonathan Humbert.
Las fotos dan una visión nunca antes ofrecida del ascenso del partido nazi el NSDAP, algunas de ellas muestran primeros planos del dictador.
Una anciana solitaria que murió sola en su apartamento en el suroeste de Inglaterra y que no tenía a nadie que pagara por su funeral saltó a la fama de forma póstuma cuando se supo que había sido una valiente agente secreta durante la Segunda Guerra Mundial.
Eileen Nearne falleció el 2 de septiembre en su casa en la ciudad de Torquay, a los 89 años de edad. Varios días después y ante la ausencia de algún conocido que se hiciera cargo de los trámites funerarios, las autoridades entraron en el apartamento para hacerse cargo, explicó un portavoz del ayuntamiento local.
Una búsqueda de documentos que pudieran ayudar a localizar a algún familiar llevó al hallazgo de varias medallas y papeles que revelaron la vida de una mujer que una vez fue conocida como “Agente Rose” y que desafió a los nazis sirviendo como operadora de radio en la Francia ocupada.
Los medios británicos compararon su muerte con la del personaje ficticio Eleanor Rigby, cuya muerte solitaria describieron los Beatles en una canción.
“Iba a ser enterrada, como Eleanor Rigby, junto con su nombre”, afirmó el periódico The Times, que publicó en su portada una gran foto en blanco y negro de una joven Nearne tocada con una boina.
“Eso ahora podría cambiar. Debería cambiar, por el servicio que Eileen Nearne brindó a su país (…) Su valor fue superado sólo por su humildad. Cada parte de su vida merece ser mencionada tanto como la de Eleanor Rigby”, afirmó The Times en una editorial.
A los 23 años y como miembro de la Dirección de Operaciones Especiales (SOE, por su sigla en inglés), Nearne entró a Francia en marzo de 1944 para trabajar como agente encubierta y ayudó a coordinar una red de espías y combatientes de la resistencia.
Después de la guerra, Nearne fue reconocida como Miembro de la Orden del Imperio Británico por sus servicios. Vivió la mayor parte de sus años restantes con su hermana Jacqueline, que también sirvió en la SOE.
Tras la muerte de su hermana en 1982, Nearne vivió sola y nunca habló sobre sus hazañas en tiempos de guerra.
Un vinicultor alemán que siguió una corazonada encontró un alijo escondido de vino que no había sido tocado desde 1945.
Andreas Neymeyer descubrió 500 botellas debajo de la escalera de un sótano mientras limpiaba un edificio quemado en su viña de 38 hectáreas al sur de Alemania, poco antes de la Navidad.
"Fue idea de mi tío. Estaba preparando la demolición del edificio y él sabía que el vino había estado escondido algún tiempo allí antes del fin de la Segunda Guerra Mundial", dijo Neymeyer a Reuters.
"Era la primavera (boreal) de 1945 y los franceses estaban a punto de invadir. Mi familia quería asegurar algo de vino por si había algún saqueo de tropas", afirmó.
Esta no fue la primera reserva que Neymeyer ha encontrado en el viñedo, que produce anualmente cerca de 350.000 botellas.
"El vino todavía es potable; de hecho algunos son bastante buenos", explicó el viñatero, quien es el quinto de su familia. "Las condiciones oscuras fueron ideales para su almacenaje", agregó.
Algunas de las botellas no eran de la viña, pero habían vinos dulces que se cree provenían de España o Grecia. También se encontró dentro de la colección brandy, schnapps y vino de liturgia.
Neymeyer piensa volver a embotellar el vino y subastarlo cuando el nuevo edificio esté listo el próximo año.
El objeto de las iras de los nazis era un empresario finlandés cuyo perro, de nombre Jackie, levantaba la pata cuando se le gritaba la palabra "¡Hitler!".
Los ataques contra el empresario Tor Borg han salido a la luz en una nueva correspondencia descubierta entre el Ministerio de Exteriores alemán y su embajada en Helsinki en 1941, cuando Finlandia se unió a las fuerzas alemanas para atacar a las tropas soviéticas.