La historia de Giovanni Palatucci se ha escrito encumbrándole como el salvador de más de cinco mil judíos durante el Holocausto. Su nombre figura en plazas y calles de Israel, Italia y Nueva York. Incluso el Papa Juan Pablo II lo declaró mártir.
Pero ahora, casi setenta años después de su muerte en un campo de concentración de Dachau, un artículo del periódico The New York Times a través de una investigación del Centro Primo Levi ha desenmascarado la verdadera labor de Palatucci.
Todo comienza en Fiume,
(ahora Rijeka, parte de Croacia) una ciudad portuaria del Adriático,
donde Palatucci era el jefe de policía. La historia oficial cuenta que
cuando los nazis ocuparon la ciudad en 1943, Palatucci
destruyó todos los registros civiles que pudo para evitar que los
alemanes enviaran a los judíos de Fiume a campos de concentración.
Pero la realidad era otra. Una investigación coordinada por Natali Indrini, directora ejecutiva del Centro Primo Levi, encontró los archivos de Fiume supuestamente destruidos, donde se acredita que de los 500 judíos que vivían allí unos 412 terminaron en Auschwitz. Cerca de un 80%, un porcentaje más alto que en cualquier otra ciudad italiana.
Además, en ellos Palatucci no figuraba como jefe de policía, sino como un adjunto al comisario encargado de hacer cumplir las leyes raciales de la Italia fascista.
¿Y su deportación a Dachau?
Según los documentos, el traslado al campo de concentración no estuvo relacionado con el salvamento de judíos, sino unido a acusaciones de malversación de fondos alemanes y traición a la patria.
Se estima quedurante la Segunda Guerra Mundial fueron deportados desde Italia aproximadamente 9000 judíos, pero los expertos señalan que, a pesar de que 45000 judíos fueron pereguidos en Italia, muchos sobrevivieron a la guerra.
Sin embargo, muchos eruditos
describen que algunos italianos salieron en el último momento para
salvar judíos como parte de un intento por reformular el pasado fascista
de Italia. La declaración por defecto de cada líder fascista después de la guerra fue «Ayudé a los judíos», puntualiza Indrini.
No obstante, el informe dejaba abierta la posibilidad de que Palatucci hubiera ayudado a algunas personas,
aunque no está claro si pudo haber sido bajo las órdenes de sus
superiores. La narración del altruísmo de Palatucci se convirtió en tema
de artículo, libros y película de televisión "Senza Confini".
El Centro Primo Levi envió una carta
al Centro de Estudios Judíos de Nueva York donde declaraba que durante 6
años Palatucci fue un «elemento de ejecución voluntaria de la legislación racial fascista».
La carta decía que los registros italianos y alemanes no proporcionaba
pruebas de que hubiera ayudado a los judíos durante la guerra, y que la
primera mención a su persona emergió años más tarde, en 1952.
No hay explicación de como Palatucci pudo apoderarse de esa heroica figura.
Algunos expertos dicen que puede deberse a la intención del Gobierno
italiano de desligarse de su pasado fascista y su alianza con Hitler.
Indrini dijo que: «'El mito' en torno
a Palatucci utiliza la historia para convencer al gobierno italiano de
abonar una pensión a sus padres. En cualquier caso, Palatucci representa el farisaísmo y la sumisión de muchos jóvenes italianos a la última etapa de Mussolini».
Honrado hasta por Israel
Tal vez el mayor reconocimiento de Palatucci fuera ser nombrado en 1990 por el Yad Vashem, institución oficial israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto como uno de los «Justos entre las Naciones», una final de árboles con cuadros de honor debajo sobre los que rescataron a los Judíos que incluye a Oskar Schindler.
Después de recibir el informe de los historiadores, el Yad Vashem dijo que había comenzado el proceso de examinar a fondo sus documentos.
La «Liga Antidifamación» otorgó el premio «Courage to Care» a Palatucci, y la «Fundación Internacional Raou Wallaberg» tiene un himno a él en su sitio web.
Alexander Stille, profesor en la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia, revisó algunos documentos concluyendo que el caso Palatucci fue resultado de tres poderosas instituciones, todas con un gran interés en la difusión de lo que parecía ser un cuento heróico. El Gobierno italiano, que ansiaba demostrar que era mejor y más humano que sus aliados nazis. La Iglesia Católica, que también quería contar una historia positiva sobre su papel durante la guerra, y el Estado de Israel, que estaba dispuesto a promover la idea de gente normal que ayudó a salvar a judíos normales.
Un artículo del mes pasado en el periódico italiano Corriere Della Sera dijo que un creciente coro de historiadores e investigadores había llamado a la liberación de Palatucci «una estafa descarada, orquestada por amigos y familiares».
La asociación Palatucci desestimó esta consideración en una indignada carta al periódico.
Vía| ABC
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