viernes, 29 de mayo de 2015

Futbolista, atleta, boxeadora... la "Hiena de la Gestapo"



El comandante Breteuil, conocido como Marcel Baudot, recibió un mensaje directo del Estado Mayor de Londres. Se lo entregó el enlace Marel Maillard y el contenido era tajante: "A petición FFI-MEU. De Londres, Estado Mayor: Ejecutar de manera inmediata y por cualquier medio a la espía Violette Morris. Stop. Localizar y eliminar agentes de contacto con ella en las regiones M1-M2-M4. Stop. Orden prioritaria. Fin".

En Saint-Clair d'Arcy se reunieron los responsables de los cuatro brazos de la resistencia en la Alta Normandía y se encargo a Robert Leblanc, jefe del maqui de Surcouf, la ejecución de la 'Hiena de la Gestapo'.



Nacida en 1893 fue educada como un niño al no aceptar su padre, el Barón Pierre Jacques Morris, que no hubiera llegado un varón. Violette Morris se convirtió en una celebridad deportiva en la Francia de los años 20 y 30. Practicó y brilló en muchas disciplinas, incluida el fútbol, un deporte al que casi ninguna mujer se acercaba. Practicó tenis, ciclismo, automovilismo (su gran pasión), brilló en lanzamiento de peso y martillo y no dudó en subirse al ring para boxear contra France Maitrot, campeón francés.


"Lo que un hombre puede hacer, Violette puede hacerlo", presumía una mujer que escandalizó a la sociedad parisina, que fumaba al día dos cajas de cigarrillo y que nunca ocultó su bisexualidad. Se casó en 1923 con Raoul Paoli, un atleta y actor que participó en cinco Juegos Olímpicos. En 1929, Paoli la abandonó después de que ella decidiera someterse a una masectomía para adaptarse mejor al hueco entre el asiento y el volante en los coches de carreras.

Conductora de ambulancia en la I Guerra Mundial en el Ejército francés, su presencia en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín la dejaron obnubilada y entregada al nazismo. Desde ese momento arrancó su colaboración con la Alemania nacionalsocialista. Violette era muy popular en París, presumía de muchas relaciones con personajes influyentes en el mundo político-militar y en Berlín tuvieron desde 1936 gracias a ella información detallada de la Línea Maginot y los planes de defensa de París y las grandes ciudades francesas. Su trabajo en una fábrica de coches en la parisina Porte de Champerret regentada por un judío la había convertido en una furibunda antisemita.

Cuando los nazis ocuparon París, Morris se integró a la infraestructura de la Gestapo. Desde la Rue Lauriston trabajó codo a codo con Henry Lafont, llamado Pierre El Loco. Su sadismo en interrogatorios y torturas traspasó pronto los muros de la prisiones parisinas de la Gestapo. En 1941 el escritor francés Auguste Le Breton, que se habían infiltrado en los ambientes proalemanes de París, la bautizó como 'La hiena de la Gestapo'. Nunca recibió dinero de manos alemanas por su colaboración.

En las celdas de la Rue Lauriston mostró un sadismo que llegó a sorprender incluso dentro de la Gestapo. Violette, como descubrió en sus investigaciones Raymond Ruffin, mostraba una especial debilidad por las mujeres detenidas. Morris, amante de un personaje conocido como 'Jo El Terror', era el último escalón de la humillación y la vejación. Se las entregaban después de haber sido salvajemente torturadas y en un estado deplorable las colgaba para azotarlas y acabar defecando sobre sus cuerpos destrozados y cubiertos de sangre.

Su fama hizo que se convirtiera en objetivo prioritario de la Resistencia. De forma rocambolesca logró escapar entre noviembre de 1943 y abril de 1944 a varias operaciones destinadas a acabar con su vida. Pero la suerte de este diablo se iba a acabar en Beuzeville, zona en la que actuaba el maqui de Surcouf, cuya cabeza era Robert Leblanc.

El 6 de abril, un enlace avisa a Leblanc: al día siguiente Violette Morris tenía que desplazarse hasta Beuzville. Lo haría por carretera y conduciendo ella misma su Citröen 15 CV. A partir de ahí se organiza una emboscada desde las siete de la mañana del día 7 y el punto elegido es La Côt du Vert.

A la hora prevista el objetivo no aparece. Pasan el tiempo y el temor a que se les escape de nuevo se hace presente. 'La hiena' cambió de planes y decidió hacer una parada en Pacy-sur-Eure para ponerse al día con la información de su contacto en la región. Pero a las 10.40 horas la señal acordada aparece. El Citröen irrumpe a tal velocidad que el único disparo de Leblanc no alcanza el objetivo. El jefe de los maquis, que sabe que el ruido de motor ha impedido a Morris intuir lo que pasaba, detiene la operación, reagrupa a sus hombres y, toda vez que el objetivo está localizado y sabe que tiene que regresar, aplaza el operativo.

Para asegurarse, decide cruzar un carro de un campesino que ayuda a los maquis en un cruce de caminos. Cinco tiradores se camuflan entre los árboles. En Beuzeville, cada movimiento de Violette están controlados. A las 18.25 horas, tras pasar casi hora y media en el café Baudoin, Morris se sube a su coche para regresar. Diez minutos después aparece el Citröen en el que junto a Morris viaja la familia Bailleul, propietaria de la charcutería de Beuzeville. Se le da el alto junto al carro atravesado, pero la conductora se baja revolver en mano dispuesta a abrir fuego. No le da tiempo. Las ráfagas de ametralladora acaban con su vida y con todos los ocupantes del vehículo. En el maletín que llevaba Violette Morris se encuentra documentación, órdenes de la Gestapo, listas de personas a las que detener… Todo lo que llevaba fue recogido en una bolsa y todos los cadáveres , seis en total (el de Morris y cinco de la familia Bailleul) fueron enterrados. Era el fin de 'La Diablesa', 'La hiena de la Gestapo', títulos de los libros de de Raymond Ruffin que narran la historia de esta deportista que se convirtió en asesina.

6 comentarios :

  1. Bien hecho por las personas de la resistencia que ejecutaron la misión. Eso me recuerda la película de siete hombres al amanecer.
    Saludos!

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  2. Bien hecho por las personas de la resistencia que ejecutaron la misión. Eso me recuerda la película de siete hombres al amanecer.
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