martes, 22 de abril de 2008

La incursión Doolittle


El 7 de diciembre de 1941 pasó a la historia de los Estados Unidos como el día de la infamia; el día en que Japón osó invadir territorio norteamericano en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial para bombardear Pearl Harbour.

Fue el motivo que necesitaban para intervenir en la Gran Guerra, y desde un primer momento el presidente Roosevelt propuso la idea de dar un golpe similar a Japón en su propio territorio. Pero la operación no era tan fácil como parecía, en primer lugar por la distancia de las bases norteamericanas en el Pacífico a las islas japonesas, y en segundo lugar por la escasa flota que les quedaba después del bombardeo. Por otro lado, los portaaviones no eran los elementos más apropiados para hacer despegar desde allí los pesados bombarderos.

Se escogió finalmente el USS Hornet, pero había que elegir al encargado de la misión de hacer despegar ese tipo de aparatos en tan corto espacio de despegue como es la plataforma de lanzamiento de un portaaviones. El elegido fue el teniente coronel James H. Doolittle.

El 2 de abril de 1942, el USS Hornet y los B-25 Mitchell, únicos bombarderos capaces de despegar del barco, zarparon desde California. Intentarían acercarse a 500 millas de las costas japonesas, cada avión llevaría sólo 4 bombas, y el combustible justo para que el peso no fuera excesivo. Sin embargo, la flota fue descubierta por los acorazados japoneses antes de llegar al punto de despegue, casi 9 horas antes del previsto. Doolittle decidió arriesgarse.

Doolittle al frente de la flota de aviones mandó 9 de sus aviones hacia Tokio, 3 a Yokohama, y los otros 3 a Nagoya, Osaka y Yokosuka. El bombardeo fue un éxito a pesar de que desde el mando japonés habían recibido noticias de dicho bombardeo, aunque no le dieron crédito. Pero quedaba la parte más complicada, y era el aterrizaje, con escaso combustible y sin referencias ninguna, puesto que los radio-guías encargados de enseñarles el camino de vuelta habían sido capturados por los soviéticos.

Por su cuenta aquellos aviones tuvieron que encontrar sitios de aterrizaje, desde Vladivostok, donde uno de los aviones fue capturado por los rusos, hasta la China, los que tuvieron más suerte, o incluso en propio territorio japonés, donde muchos de sus aviadores fueron capturados y asesinados.

El resultado de aquella operación, fue de un total de 11 soldados muertos, los 12 aviones perdidos y 5 aviadores más capturados por los rusos.

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