lunes, 21 de marzo de 2011

Libia, la primera ‘distracción’ de Hitler

El 3 de febrero de 1941, Hitler supervisó la futura operación Barbarroja de invasión de Rusia, y la improvisada operación Girasol (Sonnenblume) para auxiliar a los italianos en Libia.

El general Erwin Rommel llegó a Trípoli el 12 de febrero, con unidades de la 5 División Ligera (motorizada). Los británicos habían detenido su avance en El Agheila el 8 de febrero. Allí los sorprendió Rommel, tomando la posición por sorpresa el 24 de febrero.

Rommel improvisó el ataque tras darse cuenta de que los ingleses habían retirado sus mejores tropas. Desobedecía así las órdenes del alto mando de que esperara la llegada de una división acorazada antes de atacar. Pero esa fue también su suerte, ya que los británicos descifraban las órdenes codificadas por los alemanes (Enigma) y por eso estaban seguros de que Rommel no atacaría.

Errores garrafales

La retirada de las mejores tropas inglesas para enviarlas a Grecia, que desde octubre de 1940 estaba en guerra con Italia, es considerado como uno de los mayores errores militares de Churchill. De no haber detenido su avance, todo apunta a que los ingleses habrían llegado a Trípoli, poniendo fin a la presencia italiana en África.

De todos modos, si la expulsión de las tropas del Eje de África se demoró hasta 1943 y los alemanes no atacaron Grecia cuando lo previó el primer ministro inglés, al final sí que hubo una operación de conquista de Grecia y Yugoslavia (Marita, a partir del 6 de abril de 1941), que retrasó en un mes la invasión de Rusia. Y al final, ese retraso supuso el fracaso definitivo de Hitler a las puertas de Moscú.

Lo que pocos cuentan es que El Sadat, futuro presidente egipcio y premio Nobel de la Paz en 1978, fue miembro de uno de los círculos de espías alemanes en El Cairo.

Barbarroja

Para España, la implicación de Hitler en África suponía que ya no tendría lugar la conquista de Gibraltar, por la que el dictador alemán nunca había llegado a interesarse.

La desgana de Hitler para atacar al Imperio británico se debía a que su principal objetivo bélico era la URSS, y siempre confió en conseguir la neutralidad británica. La operación Barbarroja ocupó la mente del dictador nada más firmar el armisticio con Francia (22 de junio de 1940), y la orden de llevarla a cabo la firmó el 31 de julio siguiente. La principal conclusión es que la batalla de Inglaterra, a pesar del carácter épico que se le ha querido adjudicar, sólo fue un gesto para la galería.

El discurso del rey

La recién oscarizada película El discurso del rey nos recuerda la primera decepción de Hitler: que los británicos le declararan la guerra. La valentía de no negociar con semejante individuo, y que al final Inglaterra quedara como único país occidental enfrentado a los alemanes, no significa que su heroísmo carezca de matices.

El primero es que los ingleses no se jugaban tanto como el resto de países, ya que Hitler no podía conquistarles. Las únicas posesiones británicas ocupadas por los alemanes fueron las diminutas Islas del Canal, junto a la costa francesa. Enviaron, sí, dos divisiones contra Egipto, pero esa fuerza no resiste la comparación con las 121 lanzadas en junio de 1941 contra la URSS.

Para hacer frente a Hitler, Churchill tuvo que aceptar el apoyo condicionado de Estados Unidos. Y la democracia antiimperialista que propugnaba Roosevelt llevó, al final, a la desaparición del Imperio británico.

No hay comentarios :

Publicar un comentario