En la guerra todo vale. Sin duda, las tropas aliadas siguieron esta frase al pie de la letra cuando, en 1943, crearon el «Ejército Fantasma»
-una unidad formada por expertos en efectos especiales, actores e,
incluso, tanques de cartón y caucho-, con la finalidad de hacer creer a
los nazis que el desembarco aliado en Francia se realizaría al este de
la costa y no en Normandía.
De forma concreta, el cometido de los curiosos personajes
contratados fue conseguir que el Führer creyera que los aliados
disponían de una gran cantidad de tropas adicionales. Este «Ejército
Fantasma» se ubicó en varios puntos estratégicos del mapa para dispersar a las fuerzas alemanas a lo largo de toda la costa francesa y, así, debilitar las defensas nazis de Normandía, donde se llevaría a cabo el verdadero asalto.
Un desembarco para acabar con Hitler
La creación de esta falsa unidad se comenzó a plantear en
torno a 1943, año en que las fuerzas aliadas estaban ya decididas a
acabar con el poder nazi en toda Europa a través de una gran invasión.
De hecho, esta necesidad se acrecentó después de que Hitler invadiera Yugoslavia y Grecia y comenzara la conocida como «Operación Barbarroja», el plan nazi para hacerse con el control de la Unión Soviética.
En poco tiempo, el Führer consiguió acabar con la paciencia
aliada gracias a sus ansias expansionistas. Era el momento de pararle
los pies. Por ello, tanto británicos como norteamericanos establecieron
que era hora de arrebatar el suelo galo a los nazis aún a sabiendas del
gran coste de vidas que supondría para sus fuerzas armadas.
Se crearon campamentos sin hombres y con tanques falsos
Estaba decidido; lo idóneo era atravesar el escaso espacio
que había entre el sur de Gran Bretaña y el norte de Francia con una
gran flota y asaltar las playas fortificadas de Hitler en Normandía. Una
vez dentro de Europa continental, sólo era necesario ir ganando terreno
a los Alemanes hasta llegar a Berlín. Este plan, considerado por muchos
oficiales como un suicidio, convenció también a Stalin,
ansioso de que los aliados atacaran para provocar que las tropas nazis
tuvieran que dividirse y, así, reducir la presión sobre su querida Unión
Soviética.
Un curioso engaño
Sin embargo, el mando aliado pronto se percató de que,
aunque en el ataque participarían más de un millón de hombres y cientos
de blindados, sería difícil romper las defensas establecidas por los
nazis. Y es que Hitler no tardó en reforzar las posiciones del norte de
Francia con multitud de hombres, tanques y artillería al enterarse de la
gran cantidad de tropas que se estaban reuniendo en Inglaterra y
Escocia.
Por ello, había que idear alguna estratagema para que los
alemanes dispersaran sus fuerzas a lo largo de toda la costa norte Así, y
según añade Gilbert, «el 26 de febrero, Eisenhower emitió una directiva
de alto secreto sobre el plan de engaño diseñado para convencer a los
alemanes de que Normandía no era el único destino aliado».
El nuevo FUSAG sería comandado por Patton
«Desarrollaron un plan llamado Operación Fortaleza, por el
cual se crearía la ficción de un gran ejército fantasma, dividido a su
vez en dos comandos, uno con base en Escocia para insinuar una invasión
por Noruega, y el otro en East Anglia y el sudeste de Inglaterra, para
hacer pensar a los alemanes en el Paso de Calais», completa el autor.
El ejército fantasma
Urdido el engaño sólo faltaba ponerlo en práctica. Para
ello, primero se formó oficialmente el ejército fantasma, el cual
recibió el imponente nombre de Primer Grupo del Ejército Estadounidense (FUSAG
en sus siglas en lengua inglesa). A continuación, se reclutó a sus
integrantes, los cuales fueron principalmente actores, expertos en
efectos especiales (los de la época), guionistas, especialistas en
comunicación y, finalmente, un par de unidades militares reales para dar
más credibilidad al engaño si fuera necesario.
Así, en los emplazamientos establecidos empezaron a
edificarse auténticos campamentos militares falsos y que no contenían
más que aire. «En el interior de las tiendas no había un solo soldado,
los cajones de madera no guardaban ninguna bala, los bidones no
contenían ni gota de gasolina», completa el investigador Larry Collins en su obra «Los secretos del Día D».
A su vez, las autoridades militares encargaron la
construcción de réplicas de tanques Sherman exactamente iguales a los
reales y piezas de artillería de campaña. Este material de atrezo se
fabricaba en principio de madera por parte de carpinteros
experimentados, no obstante, terminó haciéndose de caucho para ahorrar
tiempo y dinero.
«Al cabo de un mes, empezaron a llegar a Inglaterra grandes
cantidades de tanques Sherman junto con camiones Dodge y piezas de
artillería de campo ligera y pesada ¡Y llegaban en paquetes del tamaño
de una maleta! (…) Sin embargo, una vez hinchados con un compresor de
aire, se convertían en imitaciones tan perfectas que incluso tenían
remaches en las torretas», añade Collins.
Un ardid muy completo
Pero el ardid no acabó en ese punto, ya que los militares
pensaron hasta en el más mínimo detalle para que los aviones de
reconocimiento nazis mordieran el anzuelo al sobrevolar los campamentos.
De hecho, y como los vehículos falsos no dejaban huellas al moverse, se
encargó a los soldados que realizaran surcos en la tierra similares a
los que hacían las orugas de los blindados.
El engaño funcionó y los alemanes dispararon contra la flota ficticia
Tal fue la precisión en la mentira que se encargó a un grupo del Cuerpo de Señales del Ejército
que emitiera por radio todo tipo de mensajes (codificados y sin
codificar) simulando desde órdenes, a falsas notificaciones que
informaban de la llegada de unidades extranjeras. Además, y como
completa el autor, los campamentos fantasma recibieron también las
visitas del rey Jorge VI y del alcalde de Dover.
La puntilla final
Sin embargo, la puntilla final de este engaño y lo que
probablemente terminó de convencer a los alemanes de que el ejército
fantasma era real fue el comandante al que se le otorgó el curioso honor
de dirigir al FUSAG: George Patton.
La elección no podía ser más acertada, pues este oficial tenía una hoja
de servicio lo suficientemente reseñable como para generar cierto
respeto en los nazis.
Tomada la decisión, se encargó al militar que realizara una
gira europea en la que fue ampliamente fotografiado. «El 26 de enero de
1944, Patton fue finalmente llevado a Inglaterra (…) para comandar el
ficticio FUSAG. (…) Así pues, la fuerza denominada coloquialmente Grupo
de Ejércitos de Patton, tan preocupante para Hitler, era sólo un
ejército fantasma», determina Balboa.
El FUSAG el Día D
Finalmente, y a sabiendas de que los alemanes habían
mordido el anzuelo, sólo quedaba poner en práctica la última parte del
plan: hacer creer a los nazis el propio Día D que recibirían tres
grandes ataques en varios puntos de la costa norte de Francia. Para
ello, la noche del 5 de junio (pocas horas antes de la invasión), se
preparó a varias unidades con el fin de simular la movilización de una
ingente cantidad de hombres y barcos.
«(Varios) bombarderos (…) lanzaron (…) tiras de aluminio
para simular en la pantalla de los radares la aproximación de un convoy
invasor a la costa del Cap dŽAntifer (…). Esta medida fue acompañada de
una artimaña naval consistente en utilizar lanchas a motor y torpederos
que arrastraban globos reflectantes, para que en el radar parecieran
grandes buques», puntualiza el investigador y escritor Antony Beevor en su libro «El Día D. La batalla de Normandía».
La operación funcionó a la perfección, pues los alemanes
enviaron instantáneamente notificaciones informando de que en Calais y
Dunkerque (una ciudad portuaria alejada de Normandía) se esperaba la
llegada de una gran flota aliada. De hecho, el anzuelo fue mordido de
tal manera que incluso dispararon contra la flota fantasma del ejército
invisible. Tras este engaño comenzó el sangriento desembarco de
Normandía pero, como se suele decir, eso ya es otra historia.
Vía| ABC
No hay comentarios :
Publicar un comentario