El año que terminó la guerra, 1939, para él empezaba. César Bertomeu
(Valencia, 1919) pertenece a la quinta del biberón y en junio de ese año
fue llamado a filas y destinado a la XI Brigada Internacional IV
Batallón Thaelman. Recibe al periodista en el bar del Club Santa Clara
con sus poemas sociales dedicados a la tragedia de las pateras o a la
caída de las Torres Gemelas; con sus dibujos, uno de ellos un retrato
casi perfecto de Ingrid Bergman en Madame Butterfly.
También conserva el programa oficial del campeonato nacional de Outriggers de julio de 1950 que organizó el Club Náutico de Sevilla del que es socio. Era alcalde el marqués del Contadero y Bertomeu está en uno de los comités junto a Joaquín Díaz Langa, arquitecto de Villanueva del Río y Minas, autor del edificio del Náutico y, como Bertomeu, represaliado por el franquismo. "A mí Franco me quitó el último curso de Bachillerato y mi plaza de profesor en un instituto de Manresa. Me rehabilitó como funcionario el 9 de marzo de 1983 el primer Gobierno de Felipe González y me incorporé como secretario del Museo Arqueológico de Sevilla. Me encanta la arqueología. Tiene su razón de ser. En Cataluña buscábamos pecios". En la organización de esas pruebas del Náutico figuran sus amigos alemanes Luis Rank Róels y Juan Sneider Küfelmann. "Fui con ellos a Múnich y estuvimos en el bar donde Hitler daba sus discursos de exaltación de la raza aria".
"El alemán que sé lo aprendí en el Batallón Thaelman". Su especialidad era la guerra química. "Formaba parte del equipo anti-gás que teníamos como cometido desactivar las bombas que Hitler le había enviado a Franco y que estaban en el sótano de una abadía abandonada". El 21 de septiembre de 1940 más de un centenar de aquellos hombres, entre ellos el general Julio Ortega Sáez o el soldado Narciso Puig, murieron al explosionar aquella carga maldita. "El destino de las personas está marcado: tenía que morir yo y murieron ellos". César era el encargado de facilitar el parte de desactivaciones.
Este apacible nonagenario que se vino a Sevilla para llevar la delegación de una empresa de plantas frigoríficas que tenía entre sus clientes a Pescanova siempre ha estado relacionado con las bombas. En el destino y hasta en el amor. "A mi mujer, Matilde, que murió hace cinco años, la conocí en un bombardeo de Barcelona. Estábamos estudiando en el Paseo de Gracia y cada vez que sonaban las sirenas salíamos corriendo hacia la boca del Metro. Las jovencitas se agarraban al primero que encontraban y así la conocí, ella tenía 14 años".
El alemán que habla lo aprendió en el fatídico curso 1939-40 en el batallón Thaelman. "Todavía le puedo cantar algunas canciones en alemán". Era un comando curioso, con alemanes que luchaban contra Hitler y que habían combatido en la batalla del Ebro. "Eso no se sabe, como aquí parecen olvidar la contribución que hizo un andaluz universal. Gracias a Picasso y a su cuadro Guernica el mundo supo que Franco puso a disposición de Hitler a un pueblo entero para probar un nuevo tipo de avión alemán que bombardeaba directamente el objetivo, sin soltar las bombas a discreción como huevos, que por eso a esos bombarderos les llamábamos pavas. Un pueblo entero, niños, mujeres. A veces pienso que ése fue el caldo de cultivo de que allí naciera el terrorismo. Cuando empezaron con los crímenes, aquellos vascos dejaron de ser amigos. Y lo de Hipercor en Barcelona fue un Guernica de la ETA".
Nació en Valencia el día de San Juan de 1919 porque su familia veraneaba en Carcagente, pero es barcelonés a todos los efectos. Cuando decide venirse a Sevilla, sus hijas Olga y Matilde, todavía niñas, se negaban en redondo. "Después ya no querían volver". "¿Sabe por qué me vine a Andalucía? A los estudiantes nos gustaban mucho los poetas andaluces. Lorca, Machado, Alberti, Juan Ramón. El que más me gustaba era Lorca. ¿Sabe por qué? Utilizaba la metáfora como nadie. ¿Quiere que le recite La casada infiel? Yo me la llevé al río...".
Escribió unas Memorias "de la guerra civil y la posguerra inmediata" que subtituló Nunca... Jamás. La tragedia de una Nación. "Fue eso, una tragedia, una guerra entre hermanos. Me han dicho que por qué no las novelo. Yo me limito a contar lo que he vivido". Algunas de sus vivencias las refleja en su libro Una historia de la guerra civil que no le va a gustar a nadie Juan Eslava Galán, que coincidió con Olga Bertomeu, la hija del guerrero químico, en un programa de Canal Sur Radio.
Tiene nombre de delantero del Barcelona y de portero del Espanyol. "Un Bertomeu sobrino jugó al baloncesto y fue a los Juegos Olímpicos de Roma". De los de Barcelona 92 dice que "allí surgió la bebida Aquarius". Se siente cómodo hablando de pintura, de poesía o de arqueología. "No me gusta hablar de religión ni de fútbol ni de toros. ¿Sabe por qué? Porque siempre hay líos, discusiones, follones. ¿Sabe por qué se llaman talibanes? Un talibán es un estudiante de la religión".
Tiene once biznietos. Se quedó atónito cuando leyó en la prensa que en la abadía en cuyo sótano habían almacenado el regalo envenenado de Hitler a Franco, entre las poblaciones vallisoletanas de Sardón de Duero y Quintanilla de Onésimo, han instalado un restaurante Abadía Retuerta. Tiene un sentimiento proustiano de la vida. "Me rehabilitaron como funcionario, pero no me devolvieron los años perdidos, que fueron muchos".
Los papeles de César Bertomeu han llegado hasta la Universidad de Nueva York. "Gracias a una amiga americana que nada en la piscina. Un día hablando me contó que su padre fue brigadista en el Batallón Abraham Lincoln".
También conserva el programa oficial del campeonato nacional de Outriggers de julio de 1950 que organizó el Club Náutico de Sevilla del que es socio. Era alcalde el marqués del Contadero y Bertomeu está en uno de los comités junto a Joaquín Díaz Langa, arquitecto de Villanueva del Río y Minas, autor del edificio del Náutico y, como Bertomeu, represaliado por el franquismo. "A mí Franco me quitó el último curso de Bachillerato y mi plaza de profesor en un instituto de Manresa. Me rehabilitó como funcionario el 9 de marzo de 1983 el primer Gobierno de Felipe González y me incorporé como secretario del Museo Arqueológico de Sevilla. Me encanta la arqueología. Tiene su razón de ser. En Cataluña buscábamos pecios". En la organización de esas pruebas del Náutico figuran sus amigos alemanes Luis Rank Róels y Juan Sneider Küfelmann. "Fui con ellos a Múnich y estuvimos en el bar donde Hitler daba sus discursos de exaltación de la raza aria".
"El alemán que sé lo aprendí en el Batallón Thaelman". Su especialidad era la guerra química. "Formaba parte del equipo anti-gás que teníamos como cometido desactivar las bombas que Hitler le había enviado a Franco y que estaban en el sótano de una abadía abandonada". El 21 de septiembre de 1940 más de un centenar de aquellos hombres, entre ellos el general Julio Ortega Sáez o el soldado Narciso Puig, murieron al explosionar aquella carga maldita. "El destino de las personas está marcado: tenía que morir yo y murieron ellos". César era el encargado de facilitar el parte de desactivaciones.
Este apacible nonagenario que se vino a Sevilla para llevar la delegación de una empresa de plantas frigoríficas que tenía entre sus clientes a Pescanova siempre ha estado relacionado con las bombas. En el destino y hasta en el amor. "A mi mujer, Matilde, que murió hace cinco años, la conocí en un bombardeo de Barcelona. Estábamos estudiando en el Paseo de Gracia y cada vez que sonaban las sirenas salíamos corriendo hacia la boca del Metro. Las jovencitas se agarraban al primero que encontraban y así la conocí, ella tenía 14 años".
El alemán que habla lo aprendió en el fatídico curso 1939-40 en el batallón Thaelman. "Todavía le puedo cantar algunas canciones en alemán". Era un comando curioso, con alemanes que luchaban contra Hitler y que habían combatido en la batalla del Ebro. "Eso no se sabe, como aquí parecen olvidar la contribución que hizo un andaluz universal. Gracias a Picasso y a su cuadro Guernica el mundo supo que Franco puso a disposición de Hitler a un pueblo entero para probar un nuevo tipo de avión alemán que bombardeaba directamente el objetivo, sin soltar las bombas a discreción como huevos, que por eso a esos bombarderos les llamábamos pavas. Un pueblo entero, niños, mujeres. A veces pienso que ése fue el caldo de cultivo de que allí naciera el terrorismo. Cuando empezaron con los crímenes, aquellos vascos dejaron de ser amigos. Y lo de Hipercor en Barcelona fue un Guernica de la ETA".
Nació en Valencia el día de San Juan de 1919 porque su familia veraneaba en Carcagente, pero es barcelonés a todos los efectos. Cuando decide venirse a Sevilla, sus hijas Olga y Matilde, todavía niñas, se negaban en redondo. "Después ya no querían volver". "¿Sabe por qué me vine a Andalucía? A los estudiantes nos gustaban mucho los poetas andaluces. Lorca, Machado, Alberti, Juan Ramón. El que más me gustaba era Lorca. ¿Sabe por qué? Utilizaba la metáfora como nadie. ¿Quiere que le recite La casada infiel? Yo me la llevé al río...".
Escribió unas Memorias "de la guerra civil y la posguerra inmediata" que subtituló Nunca... Jamás. La tragedia de una Nación. "Fue eso, una tragedia, una guerra entre hermanos. Me han dicho que por qué no las novelo. Yo me limito a contar lo que he vivido". Algunas de sus vivencias las refleja en su libro Una historia de la guerra civil que no le va a gustar a nadie Juan Eslava Galán, que coincidió con Olga Bertomeu, la hija del guerrero químico, en un programa de Canal Sur Radio.
Tiene nombre de delantero del Barcelona y de portero del Espanyol. "Un Bertomeu sobrino jugó al baloncesto y fue a los Juegos Olímpicos de Roma". De los de Barcelona 92 dice que "allí surgió la bebida Aquarius". Se siente cómodo hablando de pintura, de poesía o de arqueología. "No me gusta hablar de religión ni de fútbol ni de toros. ¿Sabe por qué? Porque siempre hay líos, discusiones, follones. ¿Sabe por qué se llaman talibanes? Un talibán es un estudiante de la religión".
Tiene once biznietos. Se quedó atónito cuando leyó en la prensa que en la abadía en cuyo sótano habían almacenado el regalo envenenado de Hitler a Franco, entre las poblaciones vallisoletanas de Sardón de Duero y Quintanilla de Onésimo, han instalado un restaurante Abadía Retuerta. Tiene un sentimiento proustiano de la vida. "Me rehabilitaron como funcionario, pero no me devolvieron los años perdidos, que fueron muchos".
Los papeles de César Bertomeu han llegado hasta la Universidad de Nueva York. "Gracias a una amiga americana que nada en la piscina. Un día hablando me contó que su padre fue brigadista en el Batallón Abraham Lincoln".
Hitler y Franco tenían ideología fascista como Mussolini. Hitler en la vida hubiera querido acabar con Franco porque nunca lo consideró un enemigo a eliminar. Ambos se reunieron en Hendaya una vez comenzada la segunda guerra mundial para hablar del apoyo militar de España al "eje" Berlín-Roma-Tokio. si no participó, únicamente fué porque las exigencias en material militar, equipamientos de todo tipo, toneladas de trio, carbón, acero, munición, etc, que Franco le puso como condición a Hitler para entrar oficialmente en la 2ª guerra mundial, le parecieron a Hitler desmesuradas, sobrepasaban con mucho las que Mussolini pretendía continuamente, por poner un ejemplo. Sin embargo, Franco envió, como todo el mundo sabe, tropas al frente del Este, y hubo combatientes españoles en las filas de las SS, en el último tercio de la contienda. Franco, además, delató indentidades de ex-combatientes Republicanos a los alemanes, que luego acabaron en campos de exterminio. En una visita de una delegación alemana a España, se quedaron impresionados con el trato que Franco daba a sus propio compatriotas.
ResponderEliminarUna cosa es que los comunistas fueran tan totalitarios como los fascistas y que los aliados fueran unos santos, y otra poner ahora a soldados franquistas como luchadores contra el nazismo.
puse algo mal; cuando dije "que una cosa es que los aliados fueran unos santos" cuando queria decir: "una cosa es que los aliados no fueran unos santos"
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