miércoles, 30 de septiembre de 2009
Devuelven pulsera perdida durante Segunda Guerra Mundial
martes, 29 de septiembre de 2009
A subasta el Fiat de Mussolini, Franco y Hitler
Recordará El Vaticano con un concierto la II Guerra Mundial
La iniciativa cultural lleva por título "Jóvenes contra la guerra" y se llevará a cabo en el Auditorium Conciliazione, a unos 300 metros de la Plaza de San Pedro.
A la cita asistirán la mezzosoprano Michelle Breedt, famosa por sus éxitos en Sudáfrica y Alemania, así como el actor austríaco Klaus Maria Brandauer, conocido por películas como "Africa Mía" (1985) y "007 –Nunca digas nunca" (1983).
Las melodías ejecutadas serán de Gustav Mahler y Felix Mendelssohn-Bartholdy con textos de Wolfgang Goethe, Heinrich Heine, Paul Celan, Bertold Brecht y dos poesías escritas por niños internados en Theresienstadt.
El concierto ha sido convocado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, la comisión vaticana para las relaciones religiosas con los judíos y la embajada de Alemania ante la Santa Sede.
El evento musical forma parte de un proyecto más amplio titulado "1939-2009: 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial" que será presentado formalmente el próximo jueves 1 de octubre en la Sede Apostólica.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Noticia importante: Hitler pudo no haberse suicidado en el búnker
"En el Día D las tropas aliadas no estaban dispuestas a sacrificarse como los alemanes"
Ahora un monumental tratado sobre el Día D, el desembarco de los aliados en Normandía, cierra su ciclo de la Segunda Guerra y completa el fresco con otra certeza horripilante: "La pulverización de la ciudad normanda de Caen fue una estupidez militar de los aliados; no murieron soldados alemanes sino miles de civiles".
Educado en Winchester, oficial del 11° Batallón de Húsares, Beevor dejó su carrera militar para consagrarse de lleno a escribir, primero ficciones (es nieto e hijo de escritoras) y luego un estudio sobre la resistencia en Creta y una historia exhaustiva de la Guerra Civil española. Pero fue con Stalingrado que se convirtió en el más ilustre historiador inglés; y en el más popular, con la traducción a trece idiomas. Allí despliega la invasión alemana en territorio soviético, en 1941, y el combate encarnizado entre las ruinas de esa ciudad, hasta la rendición de la Wehrmacht en el río Volga, un año y medio después.
Beevor también fue, junto con Luba Vinogradova, el editor de Un escritor en guerra, los extraordinarios cuadernos del frente del corresponsal Vasili Grossman, de donde surgiría su novela Vida y destino.
En el diálogo, que transcurrió en su casa de las afueras de Londres, no se privó de encadenar cigarrillos negros "a fin de concentrarse". Esa misma semana fue convocado por la reina para "ilustrar" al primer ministro Gordon Brown acerca de Afganistán, en vista del pobre desempeño británico.
El Día D, el desembarco aliado en la Normandía ocupada (junio de 1944), fue el mayor asalto militar de la historia y remató al nazismo, ya perdedor del frente oriental. En un reciente reportaje usted dijo que la lluvia de bombas sobre Caen produjo una masacre de civiles equivalente a "un crimen de guerra".
Fue una frase desafortunada. Le contestaré con la famosa respuesta de Talleyrand sobre la ejecución del Duque de Enghien, en tiempos de Napoleón: "Caen fue peor que un crimen, fue un error". Los bombardeos no dejaron alemanes muertos sino un cementerio de civiles. Su destrucción no significó ningún logro y las ruinas fueron más propicias para los alemanes: la ciudad en pie habría impedido la entrada de vehículos. Un crimen de guerra es algo deliberado; aunque esto no lo fue, expone una de las grandes paradojas de las fuerzas militares en países democráticos: sus comandantes siempre tienen más exigencia de no provocar bajas indeseadas y, por ende, dependen más de la exactitud del bombardeo.
Para empezar, el asalto involucró 5000 barcos. Sin embargo, usted destaca cuánto de su éxito dependió de un pronóstico meteorológico.
El desafío clave, en una operación de esta escala, es mantenerlo en secreto. Así, los aliados intentaron convencer a los alemanes de que Normandía era apenas una maniobra de distracción; estos sabían que los aliados iban a desembarcar pero se preguntaban si lo harían allí o al noreste, en el Paso de Calais. Uno de los factores que hicieron que los alemanes descartaran Normandía fue que hacía mal tiempo: ellos no tenían meteorólogos eximios, mientras que los aliados contaban con barcos científicos en el noroeste Atlántico. Los aliados necesitaban visibilidad para los bombarderos y calma en las aguas del canal para los barcos de apoyo. Esa primavera hacía un calor insólito y venían tormentas. Le debemos al experto Stagg que, contra todos sus colegas, evaluara que había una ventana de apenas un día de buen tiempo para cruzar a Francia. Lanzarse esa madrugada, tras posponerlo un día, fue una de las decisiones más arduas de la Segunda Guerra. El general Ike Eisenhower, a cargo del desembarco, tenía una tremenda presión, que lo llevaba a fumar varios paquetes de Camel al día. Pero decidió confiar en Stagg y lanzarse ese día, lo cual representó una gran ventaja pues los alemanes no enviaron naves y hasta el mariscal Rommel fue a visitar a su esposa en Alemania.
El lanzamiento de paracaidistas, tanto como los posteriores bombardeos, hoy impactan por su inexactitud y su desperdicio en vidas.
El principal problema de las misiones aéreas, con los norteamericanos actuando por la derecha y los británicos por la izquierda, era que cuando las defensas antiaéreas empezaban a disparar, los pilotos perdían formación y por ende dirección, de manera que las bombas terminaban regadas por todas partes. Por el lado británico lo más exitoso fue la primera andanada, con la captura de los dos puentes; los planeadores depositaban paracaidistas en el sitio exacto. Pero los alemanes habían inundado la zona de manera que muchos murieron ahogados en el barro, enredados en las propias cuerdas. Al mismo tiempo, la dispersión impedía al enemigo distinguir los objetivos.
¿Se puede sintetizar la Segunda Guerra como una confrontación de número (aliados) versus la superioridad tecnológica (alemana)?
Hay detalles que observar. Pese a haber perdido en el frente oriental (el Este de Europa ocupado por el nazismo, y la URSS, con la batalla de Stalingrado, a fines del 42), en Normandía el ejército alemán había adquirido una enorme experiencia, sobre todo en la guerra sucia. Esto sorprendió a los británicos y americanos; hasta que se enfrentaron en Francia, éstos no tenían idea de lo brutal que podía ser la lucha. Las cifras de Normandía revelan que era tanto o más feroz que en el frente oriental. Francia daba ventaja a los alemanes en el terreno. En el combate antitanque los alemanes eran superiores y podían destruir los blindados británicos desde gran distancia. Los tanques, las defensas antitanques y las ametralladoras alemanas eran mejores. De hecho, uno de los mayores escándalos en Francia fue lo poco que había adelantado la tecnología británica en el curso de una guerra tan larga. No fue hasta 1945 que los tanques británicos, los Comet, pudieron superarse.
Según el consenso de los estudiosos, la Segunda Guerra fue decidida por el poder aéreo.
Sí y los aliados llevaban gran ventaja, pero todo se debe relativizar: ese junio el tiempo era tan malo que muchos días los aviones ni siquiera despegaban. Fue recién en julio del 44 que destruyeron a la Luftwaffe. Lo que sí podemos decir como síntesis es que el poder naval británico, sobre todo los acorazados, dieron un grandísimo apoyo de artillería al ejército y quebraron los ataques de los Panzer alemanes. En el campo aliado, la gran diferencia la hizo el despliegue abrumador de los mecanizados estadounidenses. ¡Nunca en la historia un ejército desplegó tal cantidad de vehículos! Una vez que rompían la defensa alemana, avanzaban a una velocidad inédita. A esa altura a los alemanes ya no les quedaban vehículos ni combustible.
Una historia natural de la destrucción, el ensayo del alemán W. Sebald, nos recuerda a las víctimas de los bombardeos aliados.
El bombardeo en Alemania es muy polémico; ellos dicen que eso también fue un crimen de guerra. Desde luego la Luftwaffe hacía lo propio pero no a una escala tan masiva. La razón de reducir a escombros setenta ciudades alemanas se debe en gran medida, una vez más, a la inexactitud del fuego aéreo. Los aliados no podían hacer blanco en las fábricas, que era lo que pretendían aniquilar. Esto desde luego motiva graves cuestiones morales acerca de si en la guerra es aceptable que los civiles sean los grandes blancos, como vemos en Caen. Desde el punto de vista militar, Normandía fue un acierto porque obligó a los alemanes a retirar los escuadrones del frente oriental para defender el Reich y permitió al Ejército Rojo arremeter recuperando la Ucrania y Polonia tomadas. Sin embargo, los historiadores rusos no aceptan la importancia de Normandía: se atribuyen por entero la derrota de Hitler.
En el plano político, usted presenta esos dos últimos años de guerra como una ronda de mutuos recelos: Churchill sospecha de Stalin, De Gaulle sospecha de Roosevelt, los franceses -divididos entre los comunistas y los partidarios del gobierno de Vichy- tampoco confían por entero en De Gaulle.
Fue así. Pero en el 44 el grueso de la Resistencia aceptaba a De Gaulle como comandante general, a excepción de los comunistas, que creían que la liberación debía conducir a la revuelta. En el sudeste de Francia había una situación rayana en la guerra civil y De Gaulle temía que esto podía estimular a los estadounidenses a no admitir una Francia independiente y ocuparla.
Y Eisenhower aparece subyugado por el majestuoso Stalin.
Sí, aunque el más subyugado era el propio presidente Roosevelt, en parte porque estaba seguro de que él era el seductor y creía tener amarrado a Stalin cuando en verdad el soviético era refractario a sus encantos.... Como se verá bien en Yalta, Roosevelt sigue confiando en que logrará reconvertir a Stalin en un socio fiable para la posguerra. Churchill era mucho más realista sobre las ambiciones del líder soviético. Claro que a esta altura el poderío británico había disminuido dramáticamente y los Estados Unidos eran los dueños indiscutidos del show.
Los efectivos norteamericanos parecen muchachitos recién salidos de suburbios con música country.
Por cierto, eran menos profesionales; era la primera vez que pisaban un país donde se hablaba otro idioma y tenían el prejuicio de que un país ocupado por el enemigo equivalía al enemigo.
Esto nos lleva a un tema en el que usted hace hincapié en este ciclo de libros: las diferencias entre un ejército democrático y uno totalitario.
Es una de las grandes cuestiones que se juegan en Normandía. No se puede esperar que un ejército democrático, compuesto por civiles de uniforme bajo la conscripción masiva, se comporte con el mismo fanatismo de un ejército totalitario, trabajado por el adoctrinamiento y la propaganda. Los efectivos aliados de elite eran tan buenos como los alemanes, pero el promedio no estaba dispuesto a sacrificarse con la misma entrega. En Normandía la mayoría de los alemanes habían sido persuadidos de que si no defendían la ocupación de Francia, Alemania sería arrasada; por el contrario, los aliados sólo querían terminar la faena y volver a casa. Uno de los hallazgos que me causó sorpresa fue la abrumadora cantidad de bajas psicológicas entre americanos y británicos. Los psiquiatras aliados se sorprendían de la poca cantidad de soldados alemanes en estado de shock; es que ellos habían sufrido mucho más los bombardeos y las granadas, que es lo que induce el shock de combate. Concluyeron que éstos habían estado mucho más preparados psicológicamente al cabo de una década de propaganda nazi.
Sus libros insisten en los efectos de la propaganda en la psicología del combatiente. De hecho, en Stalingrado se enfrentan dos estados totalitarios con ambiciones imperiales y ejércitos fanatizados.
El genio diabólico de Goebbels descubrió que el modo más eficaz de adoctrinar a los soldados para que atacaran sin escrúpulo era combinando odio y miedo. El odio solo no alcanza; el miedo es el sustrato pero el odio es el explosivo. Eso jugó de manera evidente en el ataque a la URSS, al comienzo de la Operación Barbarrosa. La propaganda y el adoctrinamiento dividen el campo también entre los aliados, me refiero a los soviéticos, mientras que entre los británicos también había propaganda, pero no fue eficaz.
El historiador Eric Hobsbawm reconoce que el logro último de la experiencia soviética fue aplastar a Hitler. ¿Está de acuerdo?
Es bueno oír que Hobsbawm, de militancia comunista y el último que uno esperaría, admita que la experiencia soviética fue desastrosa. Y en gran medida es cierto; no se debe subestimar el sacrificio de nueve millones de efectivos. Pero esto cobra otro sentido ante las recientes declaraciones de Vladimir Putin: debemos acatar la actitud de Rusia hacia 1945, saludar su gloria y heroísmo sin revisarlo pues el mensaje es que nadie debe atreverse a atacar esa nación.
Usted fue de los primeros extranjeros en consultar los archivos del Ministerio de Defensa.
Tuve muchísima suerte en el timing; accedí al archivo en 1994. Lo que enfureció a los rusos fue la denuncia de las violaciones masivas y la escala que adquirió.
En Berlín: la caída usted hace graves acusaciones sobre las violaciones sistemáticas por patotas, de hasta setenta soldados en Bunslau. Sostiene que al menos dos millones de alemanas fueron violadas por el Ejército Rojo.
Sí, muchas experimentaban catatonía o se suicidaban. En la Alemania ocupada por la URSS hubo dos millones de abortos entre el 45 y el 48, debidos a violaciones. Cruzamos esto con centenares de testimonios personales. Esto no quiere decir que no hubiera soldados soviéticos, en especial los de origen judío (y lo destaco pues encontré numerosos testimonios) que velaban por los civiles alemanes. Pero la mayoría de los oficiales soviéticos no podía controlar a sus soldados, mientras otros los alentaban. Cada noche el mecanismo consistía en emborracharse en las horas previas a estas salidas a violar, y de hecho era un ritual, como si necesitaran del alcohol para darse brío. En ese marco los oficiales ya no podían refrenarlos; se habrían arriesgado a que sus propia tropa les disparase. La paradoja interesante es que uno presupone en el estalinismo una sociedad muy reglamentada, mientras que en el Ejército Rojo reinaba la indisciplina. Se daba la situación opuesta en el ejército británico: la disciplina era flexible y había menos desmadre.
Uno de los muchos méritos de Berlín es que legitima el punto de vista de las familias y mujeres.
Por cierto, fue arduo para mí el tema de las violaciones sobre todo en el marco estadounidense, donde las académicas controlan ese campo de estudio. Una historiadora amiga me ayudó a estructurarlo. Llegado a un punto yo contaba con tantos testimonios, que tuve que renunciar a decenas de páginas a fin de no entrar en la pornografía de la guerra, dado que las más suaves ya eran repugnantes... De esto no sólo dan fe los cuadernos de guerra del escritor Vasili Grossman, existen informes detallados en los archivos rusos. Pero mi aporte fue cuestionar la posición clásica del feminismo, a saber: la violación no es un acto sexual sino un acto de violencia. Esto se ajusta al Ejército Rojo en Prusia oriental, donde las violaciones eran mero estallido de odio al enemigo, así se tratara de niñas o abuelitas. Cuando entran en Berlín, vuelven a mostrar una mezcla desconcertante de violencia irracional y lujuria alcohólica pero ya eligen a las mujeres. Hay numerosos relatos de cómo bajaban con antorchas a los sótanos iluminando los cuerpos para elegir a las más bellas o a las más gordas -se suponía que éstas eran esposas de jerarcas nazis. Así, a partir del 45 y por dos años, no se trata de venganza sino de oportunismo sexual, lo cual es mucho más grave: implica que los varones, cuando no hay chance de que los castiguen, apelan de manera directa a su superioridad física. Asimismo, tenemos la situación contraria, las alemanas que seducen a oficiales soviéticos a cambio de que las protegieran de las violaciones o para conseguir comida, lo que conforma esa zona gris de la prostitución en la posguerra. Todo esto viene a cuestionar al campo feminista que no se puede imponer la mera explicación ideológica a estas violaciones, como arma bélica o campaña de terror, tal como sí sucedió en la Guerra Civil española. Cuando el ejército africano avanza hacia Madrid por cuenta de Francisco Franco, las esposas e hijas de los sindicalistas a menudo son violadas y asesinadas por los marroquíes. Hace 15 años vimos este mismo fenómeno en los soldados serbios hacia las mujeres de Bosnia. Si tradicionalmente la violación es arma de terror, en la recuperación de Alemania se debió a la falta de control.
Las jefaturas soviéticas, según la documentación, estaban al tanto.
Lavrenty Beria, temible jefe del NKVD, el servicio secreto, lo sabía todo; yo mismo leí los informes que se le enviaban a Stalin desde Prusia oriental, Pomerania y Berlín. Pero ya conocemos el comentario de Stalin a un líder comunista eslavo: "¿acaso nuestros soldados no tienen derecho a divertirse?" En la última fase del combate berlinés, Stalin advirtió que el pánico de las mujeres enfurecía a los efectivos alemanes y trató de cambiar la línea en el tema de la venganza pero ya era tarde. La propaganda masiva a favor de las violaciones desde 1942, durante el avance alemán en la URSS (me refiero al eslogan constante de que "la madre tierra ha sido violada", sugiriendo que el Ejército Rojo podía vengarse a cómo diera) estaba tan implantada en la psiquis de los soldados que no podía remediarse. Además, las violaciones continuaron hasta bien entrado 1947: cada vez que una nueva unidad reemplazaba a otra en un territorio se desataban, era un ciclo. Al entrar en Prusia oriental, el Ejército Rojo colgó carteles que decían "En tierras de la bestia fascista". Si bien el periodista Ilya Ehrenburg fue acusado por los alemanes de promover la violación de mujeres, lo cual no hizo, no dejó de referirse reiteradas veces a "la bruja rubia" en referencia a Alemania. Hay que pensar, asimismo, que la mayoría de los soldados soviéticos habían recibido humillaciones de sus propios oficiales y quizá se verificaba en ellos la teoría de que el oprimido se venga oprimiendo a una víctima más vulnerable.
¿Vincula esto al nacionalismo, a traumas históricos, a la represión estalinista?
Algunos autores observan que en el estalinismo había una marcada desexualización -en las imágenes públicas, las mujeres llevaban ropa de trabajo que disimulaba sus pechos-; reinaba la idea de que toda emoción humana debía canalizarse al partido y a la devoción a Stalin. Aunque en los primeros años del soviet se apoyaba la descriminalización de la homosexualidad, esto sufrió un vuelco con Stalin. Como parte de las políticas represivas de la sexualidad, el aborto fue suprimido. La represión artificial produjo lo que los psiquiatras rusos llamaron un "erotismo de barricada".
El código soviético era brutal en las propias filas. No sólo los desertores eran ejecutados; también el soldado "que no disparara de inmediato al camarada en el momento de desertar o rendirse al enemigo". Usted afirma que en Stalingrado hubo 13.500 ejecuciones. Stalin mismo sugirió, en la conferencia de Teherán, ajusticiar a 50 mil oficiales alemanes prisioneros. En el Ejército Rojo se superponen las categorías de víctima y perpetrador.
Los francotiradores de Stalingrado tenían orden de disparar a los niños si veían que uno era tentado por algún alemán con comida a cambio de que llenara su cantimplora. Esto da idea de su absoluta impiedad y de la deshumanización del enemigo: el desertor era peor que el rival. Los alemanes, muy crudos naturalmente, no llegaban a tanto con sus soldados vacilantes. Los soviéticos tenían sus propios escuadrones de ejecuciones, unidades del NKVD que luego devinieron en el SMERSH, servicio de contraespionaje. Ahí tenemos a los supernumerarios Hilfsfreiwillige, los célebres Hiwis, prisioneros o desertores soviéticos que los alemanes reempleaban. Llegó a haber casi un millón y medio de Hiwis en el frente oriental como voluntarios con uniforme de la Wehmacht. Pero se debe ser cuidadoso pues esto nos plantea una distinción filosófica bien interesante: ¿un genocidio político, como el GULAG, es igual al genocidio racial? Es revelador que al final de la guerra y en los preliminares de las Naciones Unidas, la URSS garantizara que la definición universal de genocidio excluyera el exterminio político, para que no rozara a Stalin por su trato a las minorías nacionales.
Según usted, Stalingrado representó "una nueva forma de combate"; miles de civiles quedaron apresados.
Lo asombroso de Stalingrado es que el combate transcurría en las ruinas de la vida civil. Los bombardeos dejaron todo en escombros, en los que continuaba la lucha casa por casa. Es impensable que más de 10 mil civiles, incluidos mil niños, estuvieran todavía vivos entre las ruinas después de más de cinco meses de lucha. En las evacuaciones soviéticas, más de 50 mil civiles quedaron atrapados en la margen occidental del Volga. En las afueras, cuando había una tregua en lo bombardeo, mujeres y niños salían de sus refugios, agujeros en el suelo, para cortar tajadas de carne de los caballos muertos antes de que los pelaran los perros vagabundos y las ratas. Los principales hurgadores eran los niños.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Tolkien, ¿espía británico?
J.R.R. Tolkien es conocido en el mundo entero por sus novelas, pero su participación en el esfuerzo bélico sorprendería a mucha gente.
‘El tercer Reich’, de Wolfgang Benz
Los judíos fueron las víctimas del crimen y de la propaganda, vivieron con sus derechos civiles recortados, recluidos en guetos o campos de concentración. En los pasquines antisemitas del tercer Reich se fundamenta el odio racial sobre dos ejes, uno presentar la caricatura del judío como usurero, gordo, que se aprovecha del ciudadano alemán y dos, se le presenta en fealdad, la nariz ganchuda configurando un perfil de cabra como estereotipo de la diferencia con la raza aria, que el partido nazi propugnaba como base de superioridad intelectual, física y militar.
Las 101 preguntas y respuestas sobre el Tercer Reich, permiten al público en general tener acceso a las conclusiones de un estudioso en la materia, sobre una ideología que lamentablemente continúa contaminando a gente racista y violentista. El conocimiento y comprensión de esta etapa de la historia universal podría ayudar a diseñar estrategias para erradicar su influencia.
martes, 22 de septiembre de 2009
La lección europea de la II Guerra Mundial
Al contrario, la población civil, tanto como el potencial bélico-industrial enemigo, era el verdadero objetivo de la política de guerra. Se trataba de rehacer el mapa y la composición étnica de Europa. El Holocausto y la Guerra no fueron dos episodios paralelos. El primero formaba parte del núcleo del plan esencial de Hitler que provocó la contienda. El enfrentamiento de la Alemania nazi con los países de Europa occidental -cuya población era considerada básicamente aria- era político-ideológico: el desprecio por su "decadente" sociedad liberal; el problema con los pueblos eslavos de Europa del Este y la Unión Soviética -y con la mayoría de la población judía, asentada en estos países- era racial. Dos frentes de guerra con objetivos y consecuencias muy distintos.
Y es que Hitler tenía un proyecto para Europa, para resolver el sempiterno problema del orden continental. Su solución, radical y definitiva, consistía en recortar de nuevo las piezas del puzzle étnico-nacional europeo, el más complicado y entreverado del mundo. El objetivo: restaurar la unidad de Europa sobre la base de la supremacía alemana. La receta: pureza racial aria en el Centro del Reich, subyugación (nueva esclavitud) del Este eslavo, y rediseño político (subordinación) del Oeste decadente. Y, en todas partes, eliminación de los ubicuos judíos europeos, encarnación del disolvente cosmopolitismo antinacional (del que formaban el comunismo y el capitalismo internacional, dos caras de la misma moneda). El Reich milenario aspiraba a recomponer Europa sobre nuevas bases genético-raciales. Fue la última y extrema solución al milenario problema de la diversidad-unidad europea: suprimir el primer término de la ecuación.
Tanto a la segunda como a la primera, seguimos llamándolas guerras mundiales, cuando fueron guerras fundamentalmente europeas. Muchos historiadores consideran ambas conflagraciones como un solo período de crisis con un interregno de 20 años: la gran guerra civil intraeuropea de la primera mitad del siglo XX. Un solo cataclismo en dos tiempos, consecuencia de la voladura del sistema de poder que había organizado el equilibrio de las potencias en Europa desde la Paz de Westfalia (1648). Ésta, al reconocer la diversidad política y religiosa del continente, puso fin a los sueños imperiales que desde el Sacro Imperio Romano-Germánico (s. VIII d. C.) habían tratado de reconstituir la unidad según el modelo de la Roma imperial.
En esa primera etapa de la Historia europea se buscó una superestructura política que concordara con un sustrato religioso (Cristiandad) y cultural (grecolatino) común; después de Westfalia, más modestamente, el designio era mantener la diversidad mediante el equilibrio multipolar de las potencias. Así, el estallido de 1914-1945 puede entenderse como la culminación de una pugna sangrienta y multisecular por el alma de Europa, un interminable y desgarrador conflicto interno por resolver la ecuación entre su unidad de fondo y su intratable diversidad.
La herida abierta europea -religiosa, diplomática, económica, nacionalista, imperialista, ideológica- fue metamorfoseándose sobre un sustrato histórico y de civilización compartido, lo que le confería su sentido de guerra civil. Sólo esto explica la ferocidad y reiteración de sus conflictos: el hecho de ser el espacio geográfico-cultural con la mayor concentración de diversidad del planeta, superpuesta, además, sobre la más alta densidad demográfica. La trágica paradoja de Europa es que la premisa de su ascenso -la competitividad y conflictividad inherentes que forzaron su innovación y su apertura al mundo- fue también la condición de su estallido. Explotó cuando estaba en el cenit de su poder tecnológico, económico y político-colonial sobre el resto de la humanidad. Sólo tras el cataclismo de 1945, que marcó su fin como vanguardia y centro del mundo, se intentó algo completamente diferente, superando más de 2.000 años de sangrientos conflictos por definir y organizar Europa.
70 años después, la Unión Europea es la única derivada histórica de aquel conflicto que representa algo completamente nuevo y distinto, inequívocamente positivo, en un mundo aún deudor de sus consecuencias. Sus características definitorias son otras tantas respuestas a los factores que hicieron posible la Gran Crisis Europea, al final de la primera globalización (1870-1914): valores democráticos compartidos y relativización de la soberanía nacional y el nacionalismo, creación de un espacio económico común y solidario, con un modelo social que amortigüe las convulsiones socio-económicas y las tentaciones revolucionarias. Si algo es seguro en la etapa de globalización que vivimos, a una escala mucho mayor, tras la guerra fría, es que Europa no será la causa ni el terreno de una nueva guerra mundial. Y bien pudiera ser la clave para evitarla.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Subastan una red secreta de túneles de la Segunda Guerra Mundial
"Es un lugar absolutamente fascinante y cuanto más indagas, más Historia encuentras", afirmó el portavoz, quien explicó que los túneles fueron utilizados como hospital de emergencia para los heridos en combate.
Instalaciones de superficie del gigantesco complejo también fueron utilizadas como lugar de aterrizaje para los zepelines empleados por los británicos durante la Primera Guerra Mundial.
Desde el puesto de vigilancia del complejo se oteaba la llegada de aviones y barcos enemigos.
"Sería fantástico que alguien lo comprara para convertirlo en museo o monumento conmemorativo", concluyó el portavoz.
Vía| Qué
domingo, 20 de septiembre de 2009
'La guerra de ratas', el principio del fin de guerra
Bajo este trasfondo, prosigue la serie de National Geographic 'Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial', con el estreno , este domingo a las 21.00 horas, de sus dos últimos episodios, que transcurren entre los años 1942 y 1945: 'Los grandes aterrizajes' y 'El fin de la pesadilla'.
En el primero de ellos, de una hora de duración, la producción repasará tanto la trágica batalla vivida en territorio soviético como el siempre recordado desembarco de Normandía, acontecimiento que se cobró un gran número de vidas aliadas y que aún se recuerda como uno de los más complejos planteamientos estratégicos bélicos realizados por mar.
Un hecho que también provocó un punto de inflexión en la contienda y que sirvió a los aliados para ganar terreno anteriormente conquistado por los nazis, que veían como su poder mermaba poco a poco. Más todavía cuando París fue recuperada.
Por su parte, el segundo y final episodio, con emisión a las 22.00 horas, transmitirá los últimos momentos de una guerra que llega a su momento más decisivo. Las tropas avanzan por Francia, Hitler escapa de un atentado, las SS toman el poder alemán, los aliados vencen en la batalla de Las Árdenas a los alemanes, el 'Führer' acaba suicidándose en su búnker mientras los rusos toman Berlín... Mientras, en Hiroshima y Nagasaki, Estados Unidos se dispone a dar un golpe de gracia a la amenaza japonesa. ¿Su nombre? La bomba atómica.
'Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial' está producida por la francesa CC&C y cuenta todos los entresijos, con material en color, restaurado e incluso inédito, de un conflicto que marcó un antes y un después en el mundo que ahora conocemos.
Vía| El Mundo
jueves, 17 de septiembre de 2009
La película "Venezzia" muestra la visión caribeña de la II Guerra Mundial
"La protagonista fundamental es Venezuela. El país juega un papel completo con sus olores, sabores, colores, música... se siente Venezuela por todos lados", aseguró en una entrevista a Efe Haik Gazarian, que se estrena como director con "Venezzia", interpretada por la venezolana Ruddy Rodríguez y el mexicano Alfonso Herrera.
Hijo de armenios, nacido en Venezuela, Gazarian ha participado como cámara en películas como "El Código Da Vinci", "Harry Potter y la cámara de los secretos","Misión Imposible 2" o "007. Muere otro día".
En el film, Herrera interpreta a Frank Moore, un especialista en decodificación estadounidense enviado a un pequeño pueblo en la costa venezolana con la misión de interceptar posibles comunicaciones nazis para atentar contra los tanques petroleros con los que se abastecía a la flota de la Fuerza Área Real Inglesa.
Allí conoce a Venezzia, personaje interpretado por Ruddy Rodríguez, la esposa de su comandante, una mujer encerrada en su casa y que sufre una enfermedad degenerativa que la está dejando ciega.
Para Gazarian, se trata más de una "historia de amor universal" que de una película de guerra, si bien el trasfondo histórico es de gran importancia para el argumento, sobre todo por el punto de vista que ofrece.
"El amor es universal pero que la Segunda Guerra Mundial esté contada desde el punto de vista del Caribe es muy atractivo", señaló Gazarian, quien trabajó en la historia en Berlín, donde le sorprendió que "mucha gente en la propia Alemania desconocía que los nazis tuvieron una importante presencia en el Caribe".
La idea se gestó en 1996, cuando se encontraba estudiando cine en el extranjero y se dedicó a investigar la historia de Venezuela para paliar la nostalgia que sentía por su país.
"Poca gente sabe que hundieron tanqueros venezolanos y que más de cien soldados todavía están hundidos en el fondo del mar entre Venezuela y Aruba", coincidió Ruddy Rodríguez, quien desde que ganara Miss Venezuela en 1987 ha desarrollado una importante carrera como actriz de telenovela y cine en toda Latinoamérica.
En declaraciones a Efe, Rodríguez destacó la presencia de las costumbres y de la idiosincrasia venezolanas en la película, en la que se muestra la gastronomía, los tambores, los bailes o las fiestas tradicionales de la costa.
"Quisimos mostrar otra parte de Venezuela que no es la de los conflictos, la política, la economía o las misses, otro punto de vista de lo que somos y hacemos", añadió la actriz, que se pone por primera vez a las órdenes de quien fue su manager durante más de veinte años.
Su personaje es el eje central de la película, y el que le da el título, una mujer que se mantiene ajena a la guerra porque "se encuentra librando su propia batalla interior" contra una vida con la que está totalmente inconforme, señaló.
Además, "defiende mucho la paz y la tranquilidad que se vive en Venezuela", si bien es la que da las claves para el desenlace de los acontecimientos, aseguró Rodríguez.
"Los protagonistas son dos seres totalmente conflictivos insatisfechos, solitarios y cada uno llena el nicho del otro", añadió la actriz.
Su progresiva ceguera es una metáfora de su incapacidad para ver más allá de ese mundo que le ha tocado vivir, algo que le enseña el personaje que interpreta Herrera, ex integrante del grupo juvenil mexicano RBD.
Ante su compañero de reparto, Rodríguez dice que se "quita el sombrero" ya que muestra no ser "el chamo de RBD sino un hombre, un actor comprometido y serio".
El actor mexicano manifestó que la película muestra muy bien el importante papel de Venezuela como suministrador de crudo durante el siglo XX y, a su juicio, es "interesante" que llegue a las pantallas en un momento tan "crítico" en la política energética porque "no hay casualidades".
Herrera cree que la película puede interesar a nivel internacional ya que "acerca la cultura venezolana y muestra un tiempo específico de un país con tradiciones muy específicas, algo que lejos de crear una barrera para el espectador de otro país puede resultar muy atractivo".
"Venezzia" se estrenará simultáneamente el 25 de septiembre en Venezuela y Colombia, país natal de sus guionistas, la actriz y cantante Valentina Rendón y el escritor Jörg Hiller, y donde se realizó parte de la posproducción.
martes, 15 de septiembre de 2009
Homenajean a una paloma mensajera condecorada durante Segunda Guerra Mundial
Cantante de la II Guerra Mundial lidera lista de ventas en Reino Unido.
... tampoco hay hoy muchas noticias donde elegir...
lunes, 14 de septiembre de 2009
Árbol genealógico de Hitler
domingo, 13 de septiembre de 2009
Una carta de la Reina Madre relata un bombardeo al palacio de Buckingham
jueves, 10 de septiembre de 2009
Partisanos y traidores en la Rusia ocupada
El ideólogo nazi, que terminará colgado en Nuremberg, afirma que la Unión Soviética ha de ser declarada "zona militar administrativa" y dividida en dos "Comisariados del Reich": Ostland y Ucrania. En la "zona militar administrativa" se impuso un régimen de feroz ocupación. Los "koljos" soviéticos, renombrados "poderes estatales", fueron confiados a funcionarios alemanes; los soviet fueron abolidos y sustituidos por "juntas", siendo presididas por burgomaestres elegidos por los nazis; los pueblos volvieron a tener los "starosta" y los policías locales. A los ciudadanos, fichados mediante las partidas de nacimiento y los lugares de trabajo, se les prohibió alejarse del propio centro sin el permiso de la autoridad militar; la circulación por las carreteras se permitía sólo durante las horas diurnas.
Creadas estas condiciones de esclavitud, se hizo posible a los ocupantes realizar el último de los tres puntos de Rosenberg: el aprovechamiento total.
Entre mediados de 1941 y finales de 1943 más de cinco millones de ciudadanos soviéticos -según datos rusos- fueron deportados a Alemania para realizar trabajos forzados, de los cuales 3.104.000 eran hombres, 1.498.000 mujeres y 633.000 niños menores de 16 años.
El cálculo global de las pérdidas humanas, según el Archivo Central ruso, es de 8.000.000 de víctimas entre ciudadanos y prisioneros de guerra (excluidos los caídos en combate), 4.000.000 en Ucrania, 2.500.000 en Bielorrusia, 1.700.000 en la República socialista federativa rusa.
De los prisioneros de guerra soviéticos (en total 5.100.000), sólo 1.800.000 escaparon de la muerte por frío, hambre y asesinatos indiscriminados. No se sabe el número de víctimas entre los judíos, asesinados inmediatamente y en donde se encontraban: en Babi Jar, en Kiev, fueron masacrados 100.000 en una sola fosa. Las trágicas condiciones de vida en los "lager" llevaron a muchos prisioneros soviéticos a pasar a las filas del "Ejército de liberación ruso", creado por el traidor Vlassov.
Andrej Andreevich Vlassov, un general cosaco nacido en 1900 en Lomakino, había participado en la victoriosa contraofensiva rusa de Moscú. El verano siguiente, su 2º Ejército fue aniquilado por los alemanes en Volkhov y él mismo cayó prisionero. Después, empujado por la ambición, el general predilecto de Stalin aceptó pasar al bando de los alemanes haciéndose jefe del "Comité para la liberación de los pueblos rusos". Eran sobre todo uzbekos y cosacos ucranios quienes componían su Ejército de Liberación: en cifras globales, unos 825.000 hombres, si bien debido a las frecuentes deserciones tuvieron que ser transferidos a Francia y a Bélgica.
Su base de adiestramiento estaba en Heuberg, en los alrededores de Ulma. Sólo a comienzos de 1945, cuando el máximo esfuerzo de Hitler se dirigió a impedir el avance soviético, Vlassov de desplazó hacia oriente con dos divisiones y combatió en Silesia y en Praga. Capturado por los americanos y enviado a los rusos, fue colgado en Moscú con otros once generales traidores el 1 de agosto de 1946.
El comportamiento de Vlassov no fue único: los alemanes llegaron a organizar otras "legiones extranjeras" compuestas por hombres de Azerbaiyán, Osetia o Ingushetia, por ejemplo. En total, cien o doscientos mil hombres que se dispersaron con la ofensiva rusa de 1944 y con la expansión, en los territorios ocupados, del movimiento partisano.
La lucha contra los alemanes en las retaguardias comenzó en el verano de 1942 debido al rapidísimo avance alemán que aplastó a muchas divisiones soviéticas, en total 250.000 soldados.
Fue la batalla de Stalingrado la que transformó el movimiento partisano en un segundo frente, especialmente en Ucrania y Bielorrusia, con divisiones adiestradas, dotadas de campos de aviación, de organizaciones para el traslado de los heridos y el aprovisionamiento de armas pesadas (morteros, cañones, piezas anticarro) y con una estructura político-administrativa: en la zona de Orel, 18.000 partisanos controlaban 490 poblados; en el distrito de Baturinska (Smolensk), a comienzos de 1943, la organización partisana poseía depósitos de víveres con 207 toneladas de centeno, 700 toneladas de patatas y 1.000 cabezas de ganado.
El número de partisanos "regulares" llegó a 360.000. La orden de Stalin a los partisanos de atacar la línea ferroviaria en Bielorrusia, entre julio y noviembre de 1943, dio estos resultados: 200.000 vías destruidas, 1.014 trenes descarrilados, 814 locomotoras inutilizadas y 72 puentes demolidos.
Los sabotajes, las emboscadas y los atentados se transformaron rápidamente en batallas en campo abierto. En Bielorrusia, la acción de los partisanos eliminó medio millón de alemanes, entre los que se encontraban 47 generales y el alto comisario de Hitler, Wilhelm Kube, muerto al colocarle una bomba debajo de la cama de su camarera rusa.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Mein Kampf adaptado al manga
Pues bien, más de ochenta años después de su publicación, la editorial japonesa East Press, especializada en la adaptación de obras de pensamiento y estadismo, ha publicado una adaptación fiel del libro al manga, con la lógica controversia que, como podeis imaginar, ha supuesto.
Evidentemente publicar una obra así es difícil, pero parece ser que les ha ido muy bien a la hora de las ventas, ya que han vendido la nada desdeñable cifra de 45000 tomos.
¿De verdad era necesario esto? ¿Es aconsejable poner más aún al alcance de las nuevas generaciones el mensaje de este libro por el que posiblemente nunca se hubiesen interesado sin adpatarlo a este nuevo formato?
Vía| Zona Fandom
martes, 8 de septiembre de 2009
España y la Segunda Guerra Mundial
Cuando, hace setenta años, la Segunda Guerra Mundial dio comienzo, se habían cumplido cinco meses del final de la contienda civil española. Por lo tanto, a pesar de contar con un ejército entrenado y relativamente bien armado, España no estaba en condiciones de embarcarse en un nuevo conflicto. La reconstrucción del país era la primera prioridad para el nuevo régimen político. Ahora bien, desde los primeros momentos y más aún una vez que, a lo largo de 1940, Alemania conquistaba –como si de un castillo de naipes se tratara– cada uno de los países europeos que invadía, no faltaban las voces que sugerían a Francisco Franco que se uniera a la ‘guerra relámpago’ de Adolf Hitler.
Precisamente su cuñado, el ministro de Asuntos Exteriores Ramón Serrano Súñer, era quien mejor representaba a los germanófilos, entre quienes se contaban también numerosos líderes falangistas. Aunque los falangistas no ocultaban sus distancias respecto del racismo que impregnaba la ideología nazi, sentían gran fascinación por la recuperación económica que Alemania había experimentado desde que Hitler ascendió al poder y por el feroz anticomunismo que sus dirigentes despertaban. De todos modos, los falangistas –y el resto del régimen– experimentaban mayor afinidad ideológica con la Italia fascista de Benito Mussolini que con los nazis.
La entrevista de Hendaya en octubre de 1940 entre Hitler y el general Franco iba encaminada a resolver el papel de España en la Segunda Guerra Mundial. Entonces Hitler se encontraba en su mejor momento, con media Europa bajo su poder. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la historiografía franquista ha expuesto aquel encuentro, como una hábil maniobra de Franco, en la que éste exageró sus pretensiones ante Hitler, con el fin de que el führer se viera obligado a rechazar la participación de nuestro país en la contienda.
Pero no parece que realmente fuera así. Ciertamente, ni para Franco ni para Hitler la entrada de España en la guerra era una prioridad. Lo que España hiciera o dejase de hacer estoy seguro de que nunca le quitó el sueño a Hitler. En aquellos días, lo que verdaderamente le preocupaba era obtener la derrota definitiva de Reino Unido y ultimar los preparativos para la invasión de la Unión Soviética. Derrotada y controlada Francia, España apenas poseía valor estratégico para Hitler, si bien el concurso de nuestro país en la guerra le habría ayudado a controlar el Estrecho de Gibraltar.
Lo más probable es que Franco acudiese a la estación de Hendaya a negociar abiertamente la intervención de España en la guerra. El desacuerdo provino, seguramente, de las exigencias de Franco sobre Marruecos, entonces bajo la autoridad del gobierno francés de Vichy, firme aliado de Alemania.
Meses después, en 1941, cuando Alemania invadió la Unión Soviética, volvieron a aflorar las presiones de los germanófilos. En esos instantes, España optó por una solución intermedia. Conservando su ‘no beligerancia’, que no ‘neutralidad’, envió casi 50.000 soldados al ‘frente ruso’, encuadrados dentro del ejército alemán y con uniforme de la ‘Wehrmacht’. Era la ‘División Azul’. En aquellos meses, obviamente, España vivió los momentos más tensos con los Aliados.
Así, durante la contienda, Franco formuló la peculiar teoría de la ‘guerra de los tres frentes’, aunque, naturalmente, era más propia de un oportunista que de un estadista. En Europa Occidental, España se mantendría neutral, no apoyando ni a Reino Unido ni a Alemania. En Europa del Este respaldaría, sin remilgos, a la Unión Soviética y, en el Pacífico, se pondría del lado de Estados Unidos.
Entretanto, soldados y oficiales alemanes cruzaban la frontera española con total impunidad, con sus vistosos uniformes. Por ejemplo, en Vizcaya, y en concreto en el balneario de Carranza, coincidiendo con el avance de los Aliados en Francia, un batallón de infantería alemán buscó refugio hasta su repatriación al finalizar la guerra.
A principios de 1943, tras la victoria soviética en la batalla de Stalingrado y los avances de los Aliados en el norte de África, todo hacía presagiar que Alemania no podía vencer. El Gobierno español ordenó el regreso de la derrotada División Azul –perdiendo la décima parte de sus efectivos– y declaró la estricta neutralidad. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, el monárquico Francisco Gómez-Jordana, es el encargado de pilotar el giro de la política internacional española. Quería ofrecer al mundo la imagen de un régimen católico y anticomunista.
No faltaron, incluso, los acercamientos de España hacia los Aliados. En los últimos meses de la guerra, las matanzas perpetradas por los japoneses en las islas Filipinas, en las que murieron decenas de españoles, implicaron que España rompiese sus relaciones diplomáticas con el ya debilitado país nipón e, incluso, que sopesara declararle la guerra. No hacía cincuenta años que Filipinas había dejado de ser territorio español y en aquel alejado archipiélago aún vivían miles de españoles –varios cientos eran misioneros–, que simpatizaban, desde luego, más con los norteamericanos que con los japoneses.
La declaración de guerra contra Japón sólo habría sido simbólica, ya que difícilmente España habría sido capaz de trasladar tropas hasta Extremo Oriente, ni los Aliados lo habrían permitido. Pocos años más tarde, Franco quiso también ponerse a disposición de Estados Unidos, durante la Guerra de Corea, simplemente para ganar su simpatía política y concluir su aislamiento internacional.
Debe apuntarse un hecho no muy conocido y es que en 1944, en pleno retroceso de las tropas del III Reich, un grupo conformado por unos pocos miles de exiliados republicanos penetraron en el valle de Arán, buscando precipitar una intervención de los Aliados, para que éstos invadiesen España y lograsen deponer el régimen de Franco. Pero esta operación fracasó estrepitosamente en todos los sentidos y, enseguida, el ejército español controló la situación.
Mientras tanto, vemos que la política exterior española –durante la Segunda Guerra Mundial– pivotó más sobre el oportunismo político que sobre la convicción ideológica. Impresionado por los acontecimientos internacionales, el joven régimen de Franco maniobró, fundamentalmente, con el único afán de sobrevivir. Y lo consiguió.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Mentiras demasiado humanas
Espeluznante en la revelación del alma carnicera, podrida, racista y al servicio de los complejos militares industriales no sólo de los que ya sabíamos (Hitler, Göring, Goebbels y la pandilla) sino de los 'buenos': predominantemente Roosvelt y Churchill, este último un cerdo lleno de furia y de rabia contra judíos, comunistas y toda ralea que se opusiera a su sueño de una gran conflagración, de una matanza sin fronteras.
Baker cuenta la historia de otra manera. Nada del estilo interpretativo habitual de los especialistas (de los que uno ya sospecha que en su gran mayoría sólo leen monografías y manuales sin mayor investigación del asunto, cuando no directamente pastan de alguna ideología cerril o de algún departamento de relaciones públicas); nada de eso: documentos de la época, artículos, declaraciones, conferencias, diarios de los grandes y pequeños protagonistas de aquellos años que para el autor supusieron el fin de la civilización, el fin del mundo, el fin de toda esperanza en una especie fundamentalmente sanguinaria.
Documento tras documento y testimonio tras testimonio, sin interferencia alguna del autor, que calla expresivamente, casi hoscamente, el lector se va adentrando en la espesa mentira que los vencedores tramaron para dar su perfil idílico a las masas a las que enviaban al matadero. No había ningún ideal tras su presunto sacrificio por salvar a Europa de las garras del nazismo, sino un deseo pertinaz y criminal de sacar a los campos de batalla su arsenal de últimos modelos matarifes.
Los líderes aliados eran antijudíos y anticomunistas a partes iguales, igual que Hitler, y los únicos ideales que se vieron por aquellos pagos fueron los de quienes entregaron sus vidas. En este libro, Churchill adquiere la talla siniestra de un Stalin y da la impresión de que le ha llegado la hora de la verdad, como sucedió en su momento con el capo soviético y sus colectivizaciones y depuraciones genocidas.
De hecho, el mundo podría haber sido efectivamente otro, caso de que no lo sea ya y estemos tardando en enterarnos, pero Hitler ofreció mejor ocasión y más amplia que Stalin para teñir el mundo de rojo y tapizarlo de vísceras. En fin, para montar una gran exposición universal de máquinas asesinas y potenciar el nuevo capitalismo de armamento pesado y rutilante tecnología, fascinación de aquella época.
Hay que insistir en que este libro no es una interpretación histórica, sino una densa recapitulación de hechos perfectamente contrastados y registrables.
El autor de 'La entreplanta' o 'La caja de cerillas', una suerte de objetivista a muerte, cuya narrativa es una huida pavorosa de la conciencia humana a la vez que una investigación minuciosa de las cosas que nos rodean y hablan de nosotros con mayor verdad de la que nosotros hablamos de nosotros mismos, realiza aquí un ejercicio semejante, aunque ahora con la historia que nos han querido vender.
viernes, 4 de septiembre de 2009
Polonia intenta que Moscú devuelva las obras de arte arrebatadas tras Guerra
La diplomacia polaca tiene como primer objetivo la vuelta a casa de nueve pinturas que hasta 1946 colgaban en las paredes del museo de Gdansk y en la colegiata de Glogów, entre ellas una tabla de Lucas Cranach y otra del flamenco Jan Bruegel el Viejo, según informa hoy el diario "Dziennik".
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores polaco se espera que sus pretensiones sean escuchadas por el Kremlin, especialmente después de la mano tendida por el primer ministro ruso, Vladimir Putin, tras su reciente reunión con el primer ministro polaco, Donald Tusk, en la que el mandatario ruso afirmó su deseo de que Rusia y Polonia logren superar el pasado y alcancen relaciones privilegiadas.
Entre 1945 y 1946 varias cajas cargadas con obras de arte salieron desde Gdansk con dirección a la URSS, algunas de las cuales acabaron en el museo Pushkin de Moscú.
A pesar del acercamiento protagonizado por Tusk y Putin, desde Polonia todavía se espera que Rusia se disculpe oficialmente por las atrocidades cometidas por la antigua Unión Soviética en Polonia, fundamentalmente por la tragedia de Katyn (en la actual Ucrania), donde más de 20.000 oficiales polacos perecieron a manos de los soviéticos.
Para muchos polacos, acontecimientos como éste o como la imposición del comunismo tras la Segunda Guerra Mundial dificultan la reconciliación con Rusia, a pesar de que la visita de Putin a Gdansk ha supuesto un importante paso en el acercamiento entre ambos países.
Vía| ADN
jueves, 3 de septiembre de 2009
Canarias en la Segunda Guerra Mundial
Como dije el día primero de este mes en Antena3, en Canarias tanto los ingleses como los alemanes jugaron al gato y al ratón durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes contaban con la ventaja de que el régimen de Franco les había carta blanca para usar puertos y aeropuertos españoles como quisieran. Además, España se convirtió en una especie de patio trasero de la Alemania nazi y su presencia en España fue masiva: aquí se instaló la Gestapo, el Partido Nazi, los servicios secretos y de propaganda y la marina alemana utilizaba los puertos españoles a sus anchas.
Canarias no fue una excepción y aquí la marina alemana varios años antes del inicio de la guerra ya había montado una base secreta de apoyo a sus buques, base ubicada en el viejo edificio Wöermann. Allí un grupo de agentes secretos, coordinados desde Alemania por el almirante Canaris, organizaban el suministro de submarinos alemanes en aguas canarias. Sin embargo, es curioso que Jandía sea mas conocida por este tema aunque eso es debido al carácter mítico de Villa Winter y de su propietario, Gustav Winter. Hoy sabemos que la costa de Cofete es muy complicada para albergar una base secreta de submarinos, pero es casi seguro que los U-boten hacían escala en Cofete y, de alguna manera, se suministraban de víveres y piezas de repuesto, o desembarcaban algún herido. Para ello sólo tenían que fondear el submarino frente a la costa y acercarse a tierra en los botes neumáticos que llevaban a bordo. Los ingleses esto lo tenían tan claro que todas las mañanas empezaban las patrullas aéreas con base en Marruecos. Fue así como “cazaron” al U-167 después de salir de Cofete. Los Hudson británicos lo bombardearon llegando a Gran Canaria y lo hundieron frente a la playa de Las Burras, en San Agustín. Por otro lado, al aeropuerto de Gando, en Telde, empezaron a llegar los primeros Ju-52, Messerchsmidt y Heinkel, que estuvieron operativos hasta finales de los años 60 del S.XX. ¿Qué hijo de militar de la época no recuerda haber subido a la “estafeta”, un Ju-52 del Ejército del Aire español?
Pero Canarias tuvo el honor de ser masivamente pro británica durante toda la Segunda Guerra Mundial, al contrario que la España franquista que era descaradamente pro-nazi.
De esta forma en las islas unos y otros se vigilaban, se perseguían y, cuando podían, se atacaban. Los ingleses hundieron en el Puerto de La Luz el barco alemán, Corrientes, que suministraba apoyo a los submarinos alemanes en alta mar. A su vez los alemanes hundieron el acorazado inglés, Hood, después de salir del Puerto de La Luz, en Gran Canaria. Además, Churchil tenía preparado un ejército de asalto para tomar las islas Canarias con el beneplácito de la población canaria.
Así, pues, Canarias jugó su papel estratégico en la Segunda Guerra Mundial y los canarios tuvimos la inteligencia de ponernos al lado de los Aliados, que ganaron la guerra como explico en mi libro, “Submarinos y arqueología nazi en Canarias”.
Vía| Noticias Gran Canarias
Diario de la Segunda Guerra Mundial
Su nuevo blog se llama Diario de la Segunda Guerra Mundial y en el podemos encontrar día a día y actualizado conforme avanzan las fechas, información sobre los acontecimientos que se sucedían en los distintos teatros durante la Segunda Guerra Mundial.
He podido comprobar, hasta el día de hoy, el magnífico trabajo realizado, y me he dado cuenta de que algunos de vosotros también sois seguidores de su blog (al igual que yo), bien hecho.
Desde aquí os animo a todos a que al menos le echéis un vistazo con interés y aprovecho para desearte muchísima suerte en este proyecto, Silas, y ya sabes que para los que necesites este es tu blog hermano.
En concreto la historia de Irena Sendler, que ya os contamos el año pasado, es para mí la más impactante, precisamente por el hecho de que estuvo a punto de llevarse a su historia a la tumba (murió el año pasado) , y, sin embargo, el hecho de que esta saliera a la luz ayudó a que muchos de aquellos niños hayan podido conocer hoy su historia e identidad.
Sin duda Irena Sendler fue una de las grandes mujeres de la historia y sinceramente espero que esta película le haga un merecido homenaje.
Os dejo con la noticia.
Presentación europea en Gdansk (Polonia), coincidiendo con el 70 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial, para el estreno del filme norteamericano ‘Los niños de Irena Sendler’, que siguiendo la senda marcada por ‘La lista de Schindler’ saca a la luz a héroes anónimos del conflicto europeo y de la limpieza étnica de la Alemania de Hiltler.
Protagonizada por la neozelandesa Anna Paquin y dirigida por John Kent Harrison, la película cuenta la vida de ‘la madre de los niños del Holocausto’ y ‘El ángel del Gueto’ como fue conocida Irena Sendler, (1910-2008).
Se trataba de una enfermera de profesión, una mujer de un coraje extraordinario que no dudó en arriesgar su vida para salvar del gueto judío de Varsovia a más de 2500 niños, a quienes bajo el nombre de Jolanta, lograba rescatar para ocultarlos entre familias católicas y en conventos para evitar su traslado a los campos de concentración.
En 1943 fue descubierta por la Gestapo, siendo capturada y torturada, pero ella nunca reveló ni la identidad ni el paradero de los niños que había rescatado.
Durante numerosos años, la historia de esta polaca permaneció oculta, hasta que en 1999, un grupo de estudiantes estadounidenses y tras una larga investigación dieron con ella. Sendler fue propuesta por Polonia para recibir el premio Nobel de la Paz en 2007, que finalmente recayó, en una decisión totalmente injusta y con numerosos tintes políticos en el estadounidense Al Gore.
Filme lleno de emotividad y sentimiento, sin duda.
Vía| Blog de cine
El tren que salvó a cientos de niños judíos vuelve a la vía
Cuando se cumple el aniversario del comienzo de la II Guerra Mundial, el tren que partió hoy de la estación central de Praga camino de Londres quiere homenajear la labor de sir Nicholas Winton, quien entre 1938 y 1939 logró evacuar al Reino Unido a 669 jóvenes checoslovacos, en su mayoría judíos.
El 1 de septiembre de 1939, el entonces agente de bolsa británico tuvo que hacer de tripas corazón ante la imposibilidad de que partiera el último tren de Praga para salvar a más niños de las garras del nazismo.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió que aquel convoy, organizado por el Movimiento de Refugiados Infantiles checo, abandonara la ciudad.
Pero su labor en los meses previos permitió salvar cientos de vidas, gracias a unas complicadas operaciones logísticas, que han sido recreadas ahora con la máxima fidelidad, tanto por el tipo de vagones utilizados como por el recorrido.
Entre los pasajeros del tren que partió hoy se encuentran 22 de aquellos 669 "niños de Winton", acompañados por cerca de 60 familiares y la hija del benefactor.
Winton, a quien hoy se dedicó una estatua en la estación central, fue uno de los principales responsables de aquellas operaciones de salvamento.
Tras abandonar hoy la capital checa, este convoy de diez vagones pasará por las ciudades alemanas de Nüremberg y Colonia y por la holandesa de Hoek van Holland.
En Colonia está prevista una visita a la sinagoga, y en todas las paradas habrá encuentros con la autoridades locales.
Además de estos actos protocolarios, el tren, tirado por una locomotora a vapor, deberá efectuar otras tantos altos en el camino para repostar agua.
Tras cruzar el Canal de la Mancha y alcanzar el puerto de Harwick, está previsto llegar a la ciudad del Támesis el viernes a las 8.37 GMT.
Aquí la comitiva será recibida a pie de estación por el propio Winton, que tiene ya 100 años.
Su acción humanitaria le hizo acreedor en 1998 de la Orden de Tomas Garrige Masarik, que otorga la República Checa, y en 2002 del título de caballero británico. Todo ello muy a pesar suyo.
El británico dejó pasar desapercibida la hazaña toda su vida y ésta sólo pudo salir a la luz gracias a su esposa, Greta, que descubrió un viejo cuaderno de notas que documentaba aquel episodio.
De los que entonces abandonaron Checoslovaquia gracias a Winton, "la mayoría se quedó en las Islas Británicas, aunque conservando algo de sus raíces checas", declaró a Efe Vojtech Berger, uno de los ocupantes del convoy de homenaje.
Sólo 30 de esos "niños de Winton" checoslovacos residen hoy en su país natal.
También viajan en el convoy el director de cine eslovaco Matej Minac, que inmortalizó en 2002 la obra de Winton en su documental "El poder del bien", que obtuvo un premio Emmy.
El Reino Unido acogió cerca de 10.000 menores, predominantemente judíos, de la Alemania nazi y de los territorios ocupados de Austria, Checoslovaquia y Polonia, entre ellos los "niños de Winton".
Vía|ADN