lunes, 4 de octubre de 2010

Así huyó Hitler de Alemania


Es de noche en la capital europea de Estrasburgo y hay en curso una confabulación para salvar el III Reich. En ello están 13 jerarcas y potentados del nazismo y Eric Frattini, un artesano éste de la conjura y el enjuague como ha mostrado en numerosos títulos; y a quien el mito de la operación «Odessa», la trama para salvar y teletransportar el Reich a otro continente y otro futuro, era una deuda lógica pendiente: «Documentos estadounidenses pusieron en duda el suicidio de Hitler».

Que Hitler pudo irse por aquí o por allí, es algo que el autor logra demostrar no sólo en su última novela, en la que «estudio todas las teorías de escape conocidas y las hago confluir en una narración posible», sino durante un entero fin de semana con un grupo de periodistas en los Alpes, en el llamado Nido del Águila de Hitler. Así sale a relucir desde el misterio del submarino U-977 a avistamientos en Noruega y el Amazonas, del tesoro del lago de Toplitz al papel de la banca suiza, los trabucaires franciscanos croatas y la vía de las ratas por Italia y España.

El veterano periodista y analista de asuntos de seguridad lleva años metiendo su bisturí inquisidor en toda organización y conciliábulo humano —de los Borgia al KGB, del Mossad a la ONU y al Vaticano— y no sólo no pincha en hueso sino que decenas de ediciones e idiomas le permiten tocar blando aun cuando, «ya de lleno en la novela», es capaz de imaginar incluso cómo escapó el Führer en «El oro de Mefisto».

Por las calles y cervecerías de Múnich en que Hitler proclamó el nacional-socialismo o sufrió un atentado, hasta el recodo de los Alpes que convirtió en la segunda capital del Reich, y trepando hasta lo alto del refugio que Martin Bormann y sus adláteres le construyeron en el Kehlstein, Frattini es como su novela, un entusiasta y apresurado mitómano. «Mre, por esta escalera bajaban Hitler y Chamberlain» tras el ominoso acuerdo de Múnich, «y en esta iglesia se expusieron los cadáveres de los conjurados»; «mire, por estos 14 kms de túnel por dentro de la montaña se escapaba del Berghof », la mansión alpina del canciller del Reich. Y quiere hablar de la maquinación de su conjura, precisamente aquí donde el nazismo se encontró con el arcano ario montañés, donde la belleza magnética de los Alpes forzaron la mano megalómana en la invasión de Polonia y en el Holucausto de los hebreos de Europa.

Que Frattini no rehuye la bendita controversia lo demuestran títulos como «ONU. Historia de la corrupción», «Mossad, la ira de Israel», «Los Papas y el sexo» y un largo recorrido por el KGB, la CIA, la Cosa Nostra, el MI6 y otras raras compañías, todo ello publicado en una docena de idiomas y países, con especial eco en el Este y un último golpe con MacMillan Group en el díficil mercado de EE.UU.

Numerosas investigaciones periodísticas le han dado el oficio documentador, «he tardado 20 ensayos en quitarme el cinturón de castidad» y saltar a la novela, especialmente ya con su anterior: «El laberinto de agua». «Los periodistas estamos muy encorsetados», un pudoroso esquema que este limeño casual, nacido en 1963, considera «antiliterario». «Pero los historiadores tienen un corsé aún peor», ríe.

La documentación abordada con la casa de Medici, en «La Conjura» (2006), le dio por primera vez un tiento literario. Y aunque prefiere «la historia y el estudio, a la literatura», reconoce que hoy «apenas nadie compra ensayo». Y dentro de la narrativa, su filón es de oro: «el thriller compite con García Márquez». Su nuevo título hace referencia al mito fáustico del alma vendida al diablo, ésta por el oro de los nazis; y no sólo está basada «en datos desclasificados, papeles del Pentágono», sino en lo que es más poderoso: la cabeza de Frattini: «Confío en que el lector sepa diferenciar».

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