Año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Hay que evitar que Alemania siga expandiendo sus tropas por Europa. Se forma un comité de crisis en el Reino Unido llegando a la conclusión de que sólo hay una manera de pararlos: lanzando toneladas de pienso con ántrax al ganado alemán que posteriormente aniquilará a millones de alemanes. Su nombre en clave: Operación vegetariana.
A lo largo de la historia de los diferentes conflictos bélicos han existido ideas muy “locas” y bastantes surrealistas. De entre el armamento histórico con el que se ha intentado generar ventaja en el campo de batalla se han dado por buenos el uso de palomas suicidas, gallinas y pollos para calentar minas nucleares, bombas murciélagos o la historia que hoy contaremos. Esto fue lo que ocurrió en los siguientes meses.
Guerra con armas “biológicas”
Tras los atentados en las Torres Gemelas en Nueva York el mundo entero retrocedió al pasado. Después de los terribles acontecimientos y con la llegada de Al Qaeda como el “enemigo” número uno, las siguientes semanas no había un solo periódico que no hablará del ántrax y de la posibilidad de que se iniciara una guerra marcada por las armas biológicas.
No era algo nuevo, décadas atrás el uso de “veneno” contra masas de ciudadanos ya existía, y en el Reino Unido estuvieron a punto de comenzar una de las más cruentas batallas de esta índole. Habían fabricado nada menos que cinco millones de piensos compuesto con ántrax con la intención de envenenar al ganado y posteriormente a los ciudadanos alemanes en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
La Operación Vegetariana, así la llamaron, tenía como objetivo acabar con los rebaños de ganado de carne y leche alemanes para posteriormente ver como se propagaba la bacteria en la nación. El razonamiento era que al no tener acceso a los antibióticos, habría causado la muerte de miles, tal vez millones, de hombres, mujeres y niños alemanes. No sólo eso, al haber acabado con la mayor parte del ganado, la escasez de alimentos habría derivado en hambruna y muerte para los supervivientes.
El ántrax (o carbunco) es una infección provocada por una bacteria bajo el nombre de Bacillus anthracis que fabrica esporas. Estas esporas, que pueden vivir años en la tierra, son las que provocan la enfermedad cuando entran en el cuerpo. Precisamente se trata de una enfermedad frecuente en animales de granja, y para que una persona se enferme ha de entrar en contacto con las esporas, bien por inhalación, bien a través de la ingesta de carne que contenga las esporas.
Así pues, una vez producidas las primeras “delicias”de ántrax, los británicos pasan a realizar tests de pruebas del experimento en la isla escocesa de Gruinard. La operación fue un gran secreto durante años y aún contiene varios de sus archivos clasificados, pero la gran mayoría de los detalles se pueden encontrar en los Public Record Office de Kew.
El hombre cuya tarea consistía en llevar a cabo la operación fue el doctor Paul Fildes, director del departamento de biología en Porton Down, cerca de Salisbury (Wiltshire). Fildes había estado anteriormente a cargo de la unidad química del Consejo de Investigación Médica en el Hospital Middlesex.
Dos años antes del objetivo previsto, en 1942, el doctor comienza a buscar en el Reino Unido proveedores y fabricantes de aceite de linaza para producir los cinco millones de pienso compuesto. Por otro lado se estaban produciendo grandes cantidades de la bacteria junto al diseño y producción de contenedores especiales para guardar los “pasteles” para el ganado. Los mismos informes hablan de cómo tuvieron que modificar algunos bombarderos de la RAF (Real Fuerza Británica) para la entrega de esta carga infectada con ántrax.
Cocinando cinco millones de piensos con ántrax
Con la operación ya en marcha, dos fueron las empresas encargadas de proveer la materia prima necesaria para producir esta ingente cantidad de pienso: Olympia Oil y Cake Company. También se contrató a la compañía J&E Atkinson (la misma encargada de proveer a la familia real británica) para el corte de cada “pastel” en trozos pequeños, en este punto suponemos que se trataba de repartir en porciones exactas al mayor número de ganado de esos cinco millones de piensos.
Atkinson hizo los cálculos: serían capaces de producir entre 180.000 y 250.000 piezas de 2,5 centímetro y 10 gramos de peso a la semana. Cobraría por ello al gobierno un precio estándar (entre 12 y 15 chelines cada mil) y se comprometió a entregar 5.273.400 del producto antes del mes de abril de 1943. A mediados del mismo año, en 1942, Atkinson informa al doctor Fildes que están produciendo a razón de 40.000 piezas al día. El plan marcha a la perfección.
Mientras, el ántrax había sido fabricado por el propio Ministerio de Agricultura y Pesca en los laboratorios en Surrey. Un académico de Oxford, el doctor E. Schuster, se puso a trabajar en la elaboración del “producto” que inyectaría la bacteria en el pienso. Finalmente serían los científicos de Porton Down los que diseñarían unos envases en forma de cubo de 18 cm. con los que transportarían el alimento infectado.
Estos envases habían sido fabricado con un asa de acero con el fin de que los operarios pudieran transportarlos, a su vez estos debían llevar unos guantes. Luego se reclutó a trece mujeres que, de manera secreta, serían las encargadas de inyectar las esporas de ántrax. Al mismo tiempo, Fildes y su equipo trabajaban en la mejor manera de entregar el alimento al ganado en Alemania.
Una unidad de investigación del RAF llegó a la conclusión más simple y eficaz: se fabricarían unas bandejas de madera con el “producto” que se montarían posteriormente en varios bombarderos escogidos para la tarea.
Principio y fin de la operación
A principios de 1944 la Operación Vegetariana ya estaba lista. Se piensa que en primer lugar es crucial montar un ataque en los meses de verano. Según aseguraría Fildes, el producto debía ser arrojado sobre los campo de ganado abiertos, justo en el momento en el que la hierba de la primavera está en decadencia. Según los ensayos previos en la isla de Gruinard, se había demostrado que el pienso producido era consumido por el ganado en un corto espacio de tiempo. Además, se debían centrar en las zonas de Oldenburg y Hanover, donde se encontraba la mayor parte del ganado alemán.
Fildes llega a calcular el tiempo y la velocidad a la que deberían ir los aviones en la misión, alrededor de 18 minutos deberían de bastar para cubrir toda la distancia como objetivo, esto sería, más o menos, el lanzamiento de un envase cada dos minutos, lo que requería que cada avión debía transportar entre 9 y 10 cajas con el producto (de más de una docena de bombarderos).
¿Qué ocurrió? Evidentemente la misión no fructificó. Si bien Fildes y su equipo estaban preparados para iniciar la operación en verano de 1944, las noticias de las numerosas victorias aliadas pararon la operación. La guerra contra la Alemania nazi estaba siendo ganada con armas convencionales. Así, en 1945 y tras acabar la guerra, esos cinco millones de piensos compuestos con ántrax fueron incinerados.
Con todo, la peor parte de esta operación se la llevó la isla de Gruinard. Las pruebas allí efectuadas dejaron el enclave completamente contaminado y vallado durante 50 años, hasta que se inició un programa intensivo de cuatro años con el que por fin se erradicaron las esporas de ántrax en 1990.
Vía | Gizmodo
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