A pesar de que España se declaró neutral durante la Segunda Guerra Mundial, durante toda la campaña mantuvo una postura ciertamente ambigua frente al conflicto, y una política que cambiaba según soplasen los vientos. Un ejemplo es la declaración de guerra a Japón en los últimos meses de la guerra, declaración que estuvo a punto de producirse pero que finalmente se desestimó.
Fueron múltiples los encontronazos, principalmente de la aviación española con fuerzas aéreas aliadas y del Eje, las violaciones del espacio aéreo, y las confusiones. Muchos pilotos aliados confundían a los aparatos de fabricación alemana e italiana de la aviación española con aparatos enemigos, y por ello hubo persecuciones e intentos de derribo de manera frecuente.
Pero con todo el territorio español fue el escenario de varias operaciones militares que se pueden encuadrar en el devenir de la contienda. Estas son las tres más destacadas.
Ataques a Gibraltar desde el buque Olterra
El Olterra era un petrolero italiano que fue hundido por su propia tripulación en la Bahía de Algeciras el 10 de junio de 1940, tras la entrada de Italia en la guerra. Esa es la versión oficial, aunque según algunos registros se debió a sabotage por comandos británicos.
En 1942 fue recuperado por la Decima Flottiglia MAS, una unidad de comandos buzos de la marina italiana, que lo utilizaron desde su emplazamiento en Algeciras para atacar con torpedos humanos a los barcos aliados que se dirigían a Gibraltar.
Con el pretexto de reflotar el barco para venderselo a una naviera española, comandos de la Decima disfrazados de trabajadores civiles tomaron el control del carguero. El buque fue remolcado al puerto de Algeciras, donde se iniciaron las reparaciones, modificandolo para albergar y mantener los torpedos humanos. También se instaló una torreta de observación en el castillo de proa, y bajo la línea de flotación se abrió un hueco para poder lanzar los torpedos. Éstos y el material necesario para su mantenimiento se introdujeron de contrabando en España, camuflados como materiales de reparación.
Las operaciones se dirigían desde Villa Carmela, un apartamanto en la costa de Algeciras, alquilado por un miembro de la Decima, Antonio Ramognino, cuya esposa era española.
Los británicos nunca llegaron a encontrar pruebas de que el Olterra tenía algo que ver con los ataques a sus barcos, a pesar de que lo sospechaban, hasta que al final de la guerra una unidad británica abordó el buque encontrando piezas para montar torpedos.
Hoy en día algunas partes del barco, como su nombre y algunos ojos de buey se pueden ver expuestos en el Museo Naval italiano de La Spezia.
Operación Postmaster
En los días previos a la invasión de Polonia (1 de septiembre de 1939), todos los barcos mercantes alemanes recibieron la orden de regresar a casa o buscar refugio en puertos neutrales. Así, más de cien barcos alemanes se refugiaron en puertos españoles. Uno de esos puertos fue el de Santa Isabel (la capital de la Guinea Ecuatorial española, en la isla de Fernando Poo). En principio fueron tres los buques alemanes que fondearon allí, el Pionier, el Likomba y el Bibundi. Pero el Pionier abandonó el puerto dos meses después, consiguiendo llegar a Hamburgo.
Del mismo modo en la mañana del 10 de junio de 1940, mientras Mussolini declaraba la guerra a los aliados, un buque italiano, el Duchesa d’Aosta, buscó refugio en Santa Isabel.
Estos tres buques del eje constituían motivo de preocupación para los británicos, ya que se temía pudieran abandonar el puerto para reabastecer a los submarinos que operaban en las inmediaciones de Freetown atacando los mercantes aliados. Por ello se puso en marcha la Operación Postmaster.
Los británicos prepararon desde Lagos un comando de cuarenta hombres, entre los cuales se encontraban tres legionarios exiliados españoles republicanos. El 11 de enero de 1942 partieron con el objetivo de ejecutar el asalto a los tres buques en la noche del día 14 y llevárselos. Aquel día no había ningún buque de guerra español en el puerto, y la luz de la ciudad se apagaba a la 1 de la mañana, por falta de gasoil, lo que facilitó la operación.
El comando tardó media hora en reducir a la tripulación del Duchessa d’Aosta, sin disparar un solo tiro. El mayor problema fue cortar las cadenas del ancla, lo que propició la alarma en tierra. Sin embargo cuando las piezas de artillería emplazadas en Punta Ferranda recibieron la orden de abrir fuego, los tres barcos ya habían desaparecido en la oscuridad.
Fue uno de los primeros éxitos logrados por los comandos británicos en la guerra. El buque italiano fue cambiado de nombre y usado como transporte de tropas y material entre Canadá y Gran Bretaña durante toda la guerra. Al finalizar ésta, se vendió a una naviera italiana, hasta ser desguazado en 1952.
Operación Renconquista de España
Con ese nombre tan rimbombante se bautizó a la operación de invasión del Valle de Arán, planeada por la Unión Nacional Española (UNE) y el Partido Comunista de España en octubre de 1944.
Se trataba de invadir el territorio español provocando al mismo tiempo un levantamiento popular que terminase con el régimen franquista. El plan incluía varios ataques de distracción a lo largo de la frontera en los Pirineos, con el ataque principal a través del Valle de Arán, ejecutado por la 204 División de Guerrilleros (Maquis), y el establecimiento de un gobierno provisional republicano en suelo español que obligase a los aliados a ejecutar una invasión de España.
El 3 de octubre de 1944 se inició la ofensiva. Una brigada penetra por Roncesvalles, otra por el valle del Roncal, pero ambas son rechazadas por unidades del ejército y de la Guardia Civil, debiendo regresar a Francia. Un segundo intento se produjo a mediados de mes, esta vez desde Hendaya, encontrando de nuevo una fuerte oposición y teniendo que retirarse ocho días más tarde.
El 19 de octubre arranca el ataque definitivo al Valle de Arán con la 204 División dividida en tres columnas, que debían converger al sur de Viella. Rapidamente logran capturar varios caseríos y al día siguiente establecen el Estado Mayor en Bosost, donde se producen los principales combates.
Pero la llegada de refuerzos del ejército franquista, incluidas unidades de la Legión, deja a los maquis en inferioridad numérica y material. Viendo que tampoco se producía el levantamiento popular esperado, y ante la posibilidad de que los guerrilleron quedasen cercados, el 22 de octubre Santiago Carrillo ordena la retirada.
La operación supuso un fracaso total, con 129 guerrilleros muertos y 588 heridos, por 32 muertos de las fuerzas franquistas.
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