Freya von Moltke, esposa de una de las figuras de la resistencia alemana contra el nazismo y miembro del Círculo de Kreisau, fallece a los 98 años en EE UU.
Freya von Moltke no lo sabía, pero aquel hombre cuyos "ojos terribles" tanto la inquietaron un día al encontrárselo cara a cara en la penumbra en una sala de proyección berlinesa mandaría años después a la horca a su marido.
Freya Deichmann, nacida en 1911 en Colonia y fallecida ayer en Vermont (EE UU), donde vivía, fue la esposa de una de las grandes figuras de la resistencia alemana contra el nazismo, el conde Helmuth James von Moltke, centro, junto con Peter Yorck von Wartenburg, del Círculo de Kreisau, de uno de los grupos fundamentales de oposición al régimen de Hitler, y ajusticiado en la prisión de Plötzensee el 23 de enero de 1945 tras ser condenado por alta traición.
Como las mujeres de otros prominentes miembros de la lucha antinazi, Freya, que, según su propio testimonio, topó con Hitler dos veces poco antes de que éste subiera al poder (en el cine y en una representación de Los maestros cantores: le parecía "una espantosa fatalidad para Alemania"), tuvo un activo papel en la labor clandestina de su marido. No obstante, a diferencia de otras esposas como Nina von Stauffenberg, no resultó alcanzada por la vengativa práctica de Sippenhaft, el encarcelamiento de familiares de conspiradores, que era una de las prácticas atroces del III Reich. Así, pudo visitar habitualmente a Von Moltke en la cárcel y pugnar por su liberación (además de pasar cartas y hacer de correo, con escritos metidos en pastelitos, entre los compañeros presos). De hecho, había llegado hasta el peligroso Himmler el mismo día en que, a las cuatro de la mañana, ahorcaban a su marido.
Familia del famoso mariscal (sobrino biznieto), Von Moltke, al que se ha saludado como la mente más lúcida de la resistencia alemana contra Hitler, es, claro, el otro conde de la misma -aunque hubo bastantes de ellos involucrados en la lucha-. Son muchas las cosas que le unen al que, gracias en parte al cine, se ha convertido en la figura emblemática de la resistencia, Claus von Stauffenberg, el autor material del atentado del 20 de julio de 1944. Pero también muchas las que los separan. Von Moltke, de hondas convicciones cristianas (e inclinaciones socialistas), se oponía a la acción violenta contra Hitler e incluso llegó a felicitarse (que ya es conciencia) por haber sido detenido (en enero de 1944, acusado de avisar a un amigo de que iban a arrestarlo) antes de se le incluyera en la preparación activa del golpe de Estado, que desaprobaba. Achacaba a la divina providencia -en realidad fue la Gestapo- que su captura le hubiera servido para "quedar y seguir libre de cualquier asunto relacionado con el uso de la violencia" (véase el extraordinario testimonio que son sus cartas desde la cárcel, publicadas por Acantilado). Esos escrúpulos no le salvaron de morir a resultas de la oleada salvaje de represalias de Hitler tras el atentado. Su esposa Freya parece haber sido menos tiquismiquis con respecto a cargarse al líder nazi y siempre consideró, como otros miembros del Círculo de Kreisau que sí se implicaron en el frustrado tiranicidio, que había que intentarlo.
Tras la ejecución de su marido, Freya von Moltke aguardó en la finca familiar de Kreisau (Silesia) -donde se reunían los miembros del grupo- con sus dos hijos y las mujeres de otros resistentes ajusticiados el fin de la guerra. Luego marchó a Suráfrica, de donde era su suegra, y vivió allí de 1947 a 1956.
De regreso a Berlín conoció al filósofo Eugen Rossentock-Huessy, que había sido profesor de su marido, y se marchó a vivir con él a Vermont. Mujer con una honda conciencia ética, se implicó activamente en la defensa de los derechos humanos y el entendimiento entre los pueblos, y se consagró a mantener viva la memoria del Círculo de Kreisau y de la resistencia alemana.
Vía|El País
Freya von Moltke no lo sabía, pero aquel hombre cuyos "ojos terribles" tanto la inquietaron un día al encontrárselo cara a cara en la penumbra en una sala de proyección berlinesa mandaría años después a la horca a su marido.
Freya Deichmann, nacida en 1911 en Colonia y fallecida ayer en Vermont (EE UU), donde vivía, fue la esposa de una de las grandes figuras de la resistencia alemana contra el nazismo, el conde Helmuth James von Moltke, centro, junto con Peter Yorck von Wartenburg, del Círculo de Kreisau, de uno de los grupos fundamentales de oposición al régimen de Hitler, y ajusticiado en la prisión de Plötzensee el 23 de enero de 1945 tras ser condenado por alta traición.
Como las mujeres de otros prominentes miembros de la lucha antinazi, Freya, que, según su propio testimonio, topó con Hitler dos veces poco antes de que éste subiera al poder (en el cine y en una representación de Los maestros cantores: le parecía "una espantosa fatalidad para Alemania"), tuvo un activo papel en la labor clandestina de su marido. No obstante, a diferencia de otras esposas como Nina von Stauffenberg, no resultó alcanzada por la vengativa práctica de Sippenhaft, el encarcelamiento de familiares de conspiradores, que era una de las prácticas atroces del III Reich. Así, pudo visitar habitualmente a Von Moltke en la cárcel y pugnar por su liberación (además de pasar cartas y hacer de correo, con escritos metidos en pastelitos, entre los compañeros presos). De hecho, había llegado hasta el peligroso Himmler el mismo día en que, a las cuatro de la mañana, ahorcaban a su marido.
Familia del famoso mariscal (sobrino biznieto), Von Moltke, al que se ha saludado como la mente más lúcida de la resistencia alemana contra Hitler, es, claro, el otro conde de la misma -aunque hubo bastantes de ellos involucrados en la lucha-. Son muchas las cosas que le unen al que, gracias en parte al cine, se ha convertido en la figura emblemática de la resistencia, Claus von Stauffenberg, el autor material del atentado del 20 de julio de 1944. Pero también muchas las que los separan. Von Moltke, de hondas convicciones cristianas (e inclinaciones socialistas), se oponía a la acción violenta contra Hitler e incluso llegó a felicitarse (que ya es conciencia) por haber sido detenido (en enero de 1944, acusado de avisar a un amigo de que iban a arrestarlo) antes de se le incluyera en la preparación activa del golpe de Estado, que desaprobaba. Achacaba a la divina providencia -en realidad fue la Gestapo- que su captura le hubiera servido para "quedar y seguir libre de cualquier asunto relacionado con el uso de la violencia" (véase el extraordinario testimonio que son sus cartas desde la cárcel, publicadas por Acantilado). Esos escrúpulos no le salvaron de morir a resultas de la oleada salvaje de represalias de Hitler tras el atentado. Su esposa Freya parece haber sido menos tiquismiquis con respecto a cargarse al líder nazi y siempre consideró, como otros miembros del Círculo de Kreisau que sí se implicaron en el frustrado tiranicidio, que había que intentarlo.
Tras la ejecución de su marido, Freya von Moltke aguardó en la finca familiar de Kreisau (Silesia) -donde se reunían los miembros del grupo- con sus dos hijos y las mujeres de otros resistentes ajusticiados el fin de la guerra. Luego marchó a Suráfrica, de donde era su suegra, y vivió allí de 1947 a 1956.
De regreso a Berlín conoció al filósofo Eugen Rossentock-Huessy, que había sido profesor de su marido, y se marchó a vivir con él a Vermont. Mujer con una honda conciencia ética, se implicó activamente en la defensa de los derechos humanos y el entendimiento entre los pueblos, y se consagró a mantener viva la memoria del Círculo de Kreisau y de la resistencia alemana.
Vía|El País
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