La pista sur del aeropuerto y la autopista 5 fueron cerradas por una hora, hasta que la bomba de 50 kilogramos pudo ser desactivada exitosamente.
Se registraron demoras, pero no cancelaciones de vuelos.
Samuel Kunz, que reconoció haber trabajado en el campo de exterminio de Belzec, situado en Polonia bajo ocupación alemana, entre 1942 y 1943, fue informado la semana pasada de los cargos que pesan en su contra, informó a AFP un portavoz de la fiscalía de la ciudad de Dortmund (oeste de Alemania).
El hombre también está acusado de la muerte de otros diez judíos en dos incidentes distintos, los que también ocurrieron en Belzec, precisó el portavoz, Christoph Goeke.
Kunz, cuyo apartamento fue allanado por la policía en enero, negó estar implicado personalmente en los asesinatos, según un fiscal presente durante el registro.
Kunz había sido convocado como testigo en otro proceso contra un criminal nazi, el del presunto guardia de un campo de concentración John Demjanjuk, también de 90 años, de origen ucraniano, despojado de sus nacionalidad estadounidense y extraditado a Múnich en mayo pasado.
Desde el juicio de Nuremberg después de la guerra, donde los principales líderes nazis fueron sentenciados a muerte, las autoridades alemanas habían examinado más de 25.000 casos pero la inmensa mayoría no culminaron en procesos.
Pero actualmente, con la mayoría de los sospechosos de crímenes de guerra con noventa o más años, se produjo una oleada de casos relativos a las atrocidades cometidas durante la guerra, en un cambio en la política de Berlín que los cazadores de nazi saludaron.
El caso más significativo es el de Demjanjuk, cuyo juicio comenzó el noviembre pasado por su participación en el asesinato de 27.900 personas cuando era presuntamente guardia en el campo de exterminio de Sobibor, cargos que ha negado siempre.
"Los expertos estiman que se trata de la demanda no resuelta de restitución de obras robadas durante el Holocausto más importante del mundo", escribe el diario estadounidense.
Los herederos del banquero húngaro Baron Mor Lipot Herzog presentaron el martes ante un tribunal federal de Washington una demanda contra el Estado húngaro y varios museos públicos de ese país.
El procedimiento busca que se le devuelvan más de 40 obras, entre ellas pinturas y esculturas de maestros como El Greco, Elder, Zurbarán, Van Dyck, Velázquez y Monet.
Durante más de veinte años los herederos del banquero demandaron al Gobierno húngaro que les devolviera las obras, estimadas en 100 millones de dólares, la mayor parte de las cuales se hallan en museos húngaros, donde fueron a parar durante la Segunda Guerra Mundial.
"Quiero que se haga justicia", declaró al diario el bisnieto del banquero húngaro, David de Csepel. "Mi bisabuelo era uno de los más importantes coleccionistas de arte de Europa. Su pasión y su amor por el arte son bien conocidos", dijo.
El reconocimiento fue otorgado por el Instituto Yad Vashem porque Castellanos emitió entre 1942 y 1944 certificados gratuitos de nacionalización salvadoreña siendo cónsul en Ginebra, Suiza.
"Fue una acción tan efectiva que logró salvar a más de 40.000 ciudadanos de origen judío", expresó el canciller Hugo Martínez.
Se estima que seis millones de judíos murieron en campos de exterminio emplazados por los alemanes liderados por Adolfo Hitler en su país y en varias naciones ocupadas, especialmente en Polonia.
El presidente de Israel, Shimon Peres, visitó el domingo el campo de concentración croata de Jasenovac, donde durante la Segunda Guerra Mundial murieron miles de serbios y de judíos, víctimas del régimen croata pronazi.
Shimon Peres, acompañado por su homólogo croata Ivo Josipovic, visitará también el museo de este campo de concentración, calificado a veces de "Auschwitz croata", y dejará una corona de flores en el monumento en memoria de las víctimas, antes de pronunciar un breve discurso.
Peres es el segundo jefe del Estado hebreo que visita Jasenovac. Moshe Katsav lo hizo en 2003.
El número de víctimas en Jasenovac durante el régimen pronazi croata --en su mayor parte serbios, judíos, gitanos y antifascistas croatas-- es un tema polémico. Varía desde varias decenas de miles hasta 700.000, según cifras proporcionadas por Serbia.
Las relaciones entre Croacia e Israel eran tensas cuando el presidente Franjo Tudjman estaba en el poder en Zagreb, en los años 1990.
Israel acusaba al ex jefe de Estado de no haber denunciado en forma más enérgica al régimen ustasha pronazi en el poder durante la Segunda Guerra Mundial en Croacia.
Aproximadamente 75% de unos 40.000 judíos que vivían en Croacia fueron asesinados por el régimen ustasha.
Las relaciones entre los dos países mejoraron gradualmente con la llegada al poder del presidente Stipe Mesic, que sucedió a Franjo Tudjman en 2000.
En un discurso pronunciado el viernes, Shimon Peres elogió las actuales relaciones entre Israel y Croacia, y el compromiso de ese país en "no repetir las tragedias del pasado".
Esta mañana, a las diez, se ha celebrado el funeral en su memoria en la iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día, cuatro días después de su fallecimiento.
Story era judío y tenía 12 años cuando empezó la ocupación nazi, y al término de la Segunda Guerra Mundial trabajó en un barco como lavaplatos, oficio que le llevó a recorrer mundo.
En 1960 llegó a la provincia de Alicante para trabajar como ingeniero civil en la base militar de Aitana, cerca de Alcoy, y desde entonces a vivido en esta ciudad.
En la década de 1980 escribió sus memorias bajo el título de "Yo burlé al Tercer Reich".
Story ha relatado en muchas ocasiones que fue a clase con Ana Frank, como lo refleja una de las fotografías que tenía colgada en su domicilio.
El relato de Story y el de Frank son completamente diferentes, ya que el primero cuenta la historia de un judío libre y, la segunda, la de los que vivían encerrados.
La familia de este hombre la formaban 70 miembros, de los cuales sólo dos sobrevivieron al Holocausto, él y una prima, que a causa de todo lo ocurrido perdió la razón.
Una vez en Alcoy, descubrió las fiestas locales, especialmente la alcoyana de Moros y Cristianos, y le gustaron tanto que acabó formando parte de la Filà Judíos.
La oficina que dirige el fiscal Preet Bharara anunció un acuerdo que pone fin a una batalla legal iniciada hace más de una década, cuando las autoridades estadounidenses ordenaron la confiscación de varias obras cedidas al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) por el museo austríaco, y que demandaban como propias dos familias judías.
Entre ellas se encontraba 'Retrato de Wally' (1912), del pintor austríaco Egon Schiele (1890-1918), que era reclamada por los herederos de Lea Bondi Jaray, una marchante de arte judía vienesa que fue forzada por los nazis a entregarles sus propiedades y a exiliarse a Londres cuando Alemania ocupó Austria.
El acuerdo anunciado este martes supone que el Museo Leopold, entidad fundada por el estado austríaco para recoger las propiedades de Rudolf Leopold, considerado el más importante coleccionista privado de arte en Austria y fallecido el pasado 29 de junio, deberá abonar 19 millones de dólares a la familia Bondi a cambio del óleo.
Según detalla la Fiscalía de Manhattan, Bondi era la propietaria de 'Retrato de Wally', un cuadro que le fue expoliado, junto a otras propiedades, por el coleccionista nazi de arte Friedrich Welz y que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, fue entregado por el Ejército de EEUU a la Galería Nacional de Austria. Años después, Bondi intentó recuperar el cuadro con la ayuda del coleccionista Leopold, quien, sin embargo y según la Fiscalía, la engañó para quedarse con el cuadro, con lo que el óleo pasó a engrosar la lista de obras de arte que hicieron famoso al austríaco.
Desde entonces, e incluso después de la muerte de Bondi en 1969, su familia luchó para conseguir la propiedad de la pieza, mientras que Leopold, que llegó a contar con una colección de 5.400 pinturas, incluidas 250 de Schiele, afirmaba que él era su legítimo propietario.
En septiembre de 1997, el Museo Leopold cedió al MoMA una serie de cuadros de Schiele, entre los que se encontraba 'Retrato de Wally', lo que hizo que dos años después las autoridades estadounidenses iniciaron un proceso legal debido a que podría tratarse de mercancía robada.
Tras numerosas apelaciones, en 2009 una jueza estadounidense determinó que el cuadro en cuestión era una propiedad privada de la familia Bondi que había sido robada y pidió al Museo Leopold que demostrara que el coleccionista austríaco no conocía la historia del cuadro cuando se hizo con él. La misma jueza programó una vista para el próximo 26 de julio para seguir adelante con el caso, algo que no será ahora necesario tras el fallecimiento de Leopold el pasado mes y tras el acuerdo alcanzado por las partes.
"Más de 70 años después de que el 'Retrato de Wally' fuera robado, el acuerdo de hoy supone otro pequeño paso hacia la justicia para las víctimas de delitos contra la propiedad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial", aseguró hoy Bharara.
Añadió que Lea Bondi Jaray y su familia se mantuvieron firmes durante su larga batalla para recuperar sus derechos sobre el cuadro y consideró que "su determinación da esperanza a otras personas que han perdido preciadas propiedades y arte por el robo de los nazis".
Por su parte, el director del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), John Morton, apuntó que con el acuerdo de hoy "se corrige una injusticia de siete décadas" y aseguró que este caso ha ayudado a que "quienes se dedican a comerciar con arte sean extremadamente cuidadosos con las obras adquiridas en el Holocausto y nos ayuden a rectificar el pasado".
La CIJ ha admitido así la continuación del proceso iniciado por Berlín, que denunció que las sentencias de varios tribunales italianos contra el Estado germano por el asesinato de civiles durante dicho conflicto bélico atentaban contra su inmunidad jurisdiccional, según informó la corte en un comunicado.
La más alta instancia judicial de Naciones Unidas considera que la demanda de reconvención de Italia "es inadmisible en su forma y no forma parte de los actuales procedimientos", y por lo tanto, autoriza a Roma y a Berlín a seguir presentando sus alegaciones sobre el caso de las indemnizaciones a las víctimas.
Alemania había acudido a la corte con sede en La Haya en diciembre de 2008 tras enfrentarse a un número creciente de casos ante los tribunales italianos por los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial mientras Italia estaba bajo ocupación nazi.
Según la parte alemana, Italia no ha respetado la inmunidad soberana de la que disfruta Alemania al permitir la presentación de demandas civiles basadas en violaciones del Derecho internacional cometidas bajo el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Italia, por su parte, alegó en diciembre de 2009 que Alemania había incumplido su obligación de reparación a las víctimas de guerra y de crímenes contra la humanidad ejecutados por el Tercer Reich.
Roma hizo así referencia a una sentencia de un tribunal de casación italiano contra el Estado alemán por el asesinato de 203 civiles a manos del ejército germano en la región de Toscana, por lo que condenó a Berlín a indemnizar a las familias de los difuntos.
La pregunta sobre si se podría seguir escribiendo después de Auschwitz no se había formulado todavía, porque Auschwitz, en 1933, no había tenido lugar. A Karl Kraus, sin embargo, ya le había invadido esa pregunta, porque pudo imaginárselo. La tercera noche de Walpurgis, quizá la más clarividente crítica del nazismo escrita antes de que se materializara el infierno que su fraseología informaba, fue su respuesta, pero no la publicó. El lector en español dispone ahora de una reedición de este libro que desde su primera frase "No se me ocurre nada sobre Hitler" está arrancado al silencio.
De Karl Kraus (1874), poeta, dramaturgo y periodista austriaco, tres veces candidato al Nobel, apenas había traducciones disponibles en castellano. "Había una deuda pendiente con Kraus, que es una figura muy relevante del siglo XX", dice Sandra Santana, autora de una tesis doctoral sobre su obra, y que da por restituida parte de la deuda con esta reedición, junto con la también reciente de Escritos (una selección de artículos) y otras tres obras que se imprimirán en el próximo medio año.
Kraus, fundador y director de Die Fackel, la revista de la que publicó 922 números entre 1899 y 1936, año en que murió ("demasiado pronto", según Walter Benjamin), y que a partir de 1912 no tuvo otro redactor, ni corrector ni editor que él mismo, ya había optado por el silencio al comienzo de la Primera Guerra Mundial. A finales de 1914, lo rompió con un artículo, En esta gran época, escrito para anunciar cuán pequeña, bajo las bombas, acabaría siendo: "En esta época ruidosa que retiembla con la sinfonía estremecedora de acciones que provocan noticias y noticias que disculpan acciones, en una época así no esperen de mí una sola palabra propia. Ninguna salvo ésta, justamente la que protege aún al silencio de ser malentendido".
"Su revista fue la única que siguió publicando cartas de los soldados y artículos muy críticos con la guerra. Es verdad que pudo hacerlo gracias a su independencia económica y a sus amistades en la primera plana política, administrativa y militar", explica José Luis Arántegui, traductor y compilador de Escritos (Visor). Acantilado publicará a principios de 2011 una selección de mil páginas de Die Fackel, además de un ensayo de Santana sobre su autor.
El silencio de La tercera noche de Walpurgis (Hiru), sin embargo, es otra cosa. No se trata de "esa estrategia retórica" que subraya Santana, utilizada otras veces como "estrategia de expresión frente a lo que está ocurriendo: por ejemplo, frente a la represión de una huelga, interrumpe la publicación de su revista". Tampoco de su repentina muerte, aunque es verdad que había estado corrigiendo las galeradas de este libro (y las correcciones podían ocupar a Kraus durante meses y años), sobrevenida poco después de que lo atropellara una bicicleta en abril de 1936.
No. Respecto a las circunstancias históricas, él mismo dedicó un número de su revista, en julio de 1934 y titulado ¿Por qué no se publica Die Fackel?, para explicarlo: "Está el peligro de que por actos polémicos cuya utilidad no se podría demostrar se produjeran sacrificios humanos por la mera sospecha de que estas personas sean partidarios del polemista", se lee al principio de ese ejemplar, según traducción simultánea y telefónica de Adan Kovacsics, traductor de la versión para teatro de Los últimos días de la humanidad, que publicará también Hiru en otoño.
La tercera noche de Walpurgis, sin embargo, incluye el silencio como argumento y no sólo por motivos prácticos. Es, en parte, la impotencia de la sátira que sobreviene porque la realidad ya es una sátira, y sangrante, resume Arántegui. "El nazismo lo supera, de ahí que el libro sea algo abierto, porque sigue llegando material, cada vez más y cada vez peor", añade Kovac-siscs.
El hitlerismo fue antes que nada una forma de hablar: "Un discurso que materializa las metáforas", según el mismo Arántegui escribe en su epílogo a Escritos. El regreso a las esencias a través de una retórica incendiaria intuyó Kraus se iba a demostrar metiendo fuego a Alemania y Europa hasta reducirlas a ceniza. "La versión de que a ningún judío se le ha tocado un solo cabello' ha podido ser mantenida porque está comprobado que es la única forma de tratarlos que no se ha puesto en práctica; mientras que a muchos se les ha cortado todo el pelo al cero", se lee en este libro escrito poco después de la llegada de Hitler al poder, en 1933.
De su aparato propagandístico, ayudado involuntariamente por todos los que repiten sus mensajes sin entender lo que implica repetirlos, Kraus sabe (como Goebbels) que es así como el nazismo devora cualquier discurso que quisiera resistírsele. Frente, por ejemplo, a las detenciones preventivas por motivos políticos: "A esos insatisfechos les toca en suerte la prisión preventiva, la desintegración de sus agrupaciones, e incluso la constatación a través de la oficina Wolff de que dicha desintegración no tuvo lugar". La agencia de noticias Wolff informaba puntual y eficazmente de las bondades del nazismo, según puede comprobarse todavía consultando la hemeroteca, por ejemplo, de La Vanguardia .
No deben confundirse, sin embargo, las dudas de Kraus, con ninguna mistificación del exterminio de los judíos como si fuera algo inexpresable. Él mismo detestó esa mistificación por adelantado. No hay que atribuir a la lengua la impotencia e irresponsabilidad de los que la usan. Karl Kraus: "Si uno consigue ganarse a la lengua, ni siquiera un acontecimiento como el de Hitler podría usurparle el pensamiento".
"Antes que Hitler, cualquier cosa", fue, según Arántegui, la razón por la que él, más o menos socialdemócrata, acabó apoyando al canciller socialcristiano Dollfuss, ante la incapacidad de los socialdemócratas para comprender aunque no le faltaban indicios entre sus militantes torturados lo que Hitler suponía. "Nada más fatídico que la actitud de un liderazgo que con un nuevo aliento avanza veloz hacia la ruina pero no logra recobrarlo para decir la verdad", escribió Kraus, judío, sobre los que eran sus compañeros de viaje (al campo de concentración, se entiende) sin saberlo. "Cuando su época alzó la mano contra sí misma, él era esa mano", escribrió sobre él Bertold Brecht.
Una cosa es el silencio y otra la fatalidad. El libro de Kraus reconforta al menos porque, mirando de frente al desastre, no le concede en ningún momento el carácter de inevitable. ¿Cómo enfrentarse a él? Es a eso a lo que Kraus se niega a responder, porque habría sido liberar de su responsabilidad a cada uno de los lectores. "Sobre la responsabilidad personal, no hay nada que decir", repite Arántegui, su traductor. Karl Kraus perdió la voz tras ser atropellado por un ciclista. Murió el 12 de junio de 1936.
Ataviado con el uniforme de teniente coronel del Arma de Infantería del Ejército, el príncipe de Asturias será el principal protagonista del 'estreno' del mayor museo militar español, que dispone de más de 10.000 metros de superficie en total y que permitirá recorrer la historia de España a través de sus ejércitos.
Según datos facilitados por el director del Museo del Ejército, general de Brigada Antonio Izquierdo, el nuevo centro en el Alcázar está compuesto por siete salas históricas --que recorren el devenir de los ejércitos desde 1492 hasta la actualidad--, trece salas temáticas y una sala de 900 metros cuadrados para exposiciones temporales.
Los 8.000 metros cuadrados de superficie de exposiciones están distribuidos por rutas temáticas como 'España y su historia militar', 'La Organización Militar y sus hombres', 'Los Medios Materiales', 'El Arte de la Guerra' y 'Ejército y Sociedad'.
RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE EL ALCÁZAR
Además de las salas mencionadas, el museo exhibe en su interior 2.100 metros cuadrados de restos arqueológicos del histórico edificio del Álcazar de Toledo, desde su primera construcción hasta restos más modernos, todo ello junto a las exposiciones.
Protegidos por un techo de 30 metros, los restos siguen una línea cronológica que data de la Edad del Bronce hasta el Alcázar Imperial de Carlos V, pasando por las dos murallas árabes de Toledo y restos medievales que también se ven representados.
ALMACENES Y FONDOS
El nuevo edificio habilitado en el Alcázar de Toledo dispone de diez almacenes para albergar fondos museísticos y cuatro talleres de restauración. A juicio del Ministerio de Defensa, el Museo del Ejército será uno de los tres museos más importantes del mundo al conservar en la actualidad 36.400 objetos que se reparten en la sede de Toledo y los depósitos realizados en otros museos militares, en unidades del Ejército y en instituciones civiles.
El centro de exposiciones en el Alcázar tiene una plantilla de 157 empleados, 50 de ellos militares --incluidos catorce guardias civiles-- y 107 civiles. La plantilla actual representa un 85 por ciento del total de militares y un 52 por ciento del personal civil previsto.
El público podrá visitar a partir del 20 de julio el nuevo centro de referencia militar ubicado en el histórico edificio toledano, en horario continuo, desde las 10.00 hasta las 21.00 horas en verano y desde las 10.00 hasta las 19.00 horas desde octubre.
LA DIVISIÓN AZUL
La sala dedicada al siglo XX exhibirá, entre otros episodios históricos, la historia de la División Azul, también conocida como la 'Blaue Division', la unidad de voluntarios militares españoles enviada por Franco para participar en la Segunda Guerra Mundial entre 1941 y 1943 integrada en las Fuerzas Armadas comandadas por Adolf Hitler.
La historia de esa unidad militar española, que integró a la Escuadrilla Azul --formada por destacados aviadores españoles--, representa "un hecho histórico incuestionable", según el director del Museo del Ejército, el general Izquierdo. En dicha sala, se mostrarán más de 30 objetos relacionados con la División Azul, con representación de las dos partes enfrentadas en el enfrentamiento bélico.
LA GUERRA CIVIL
La sala dedicada a la Historia contemporánea española también exhibirá fondos de la Guerra Civil, con representación de los dos bandos enfrentados, al igual que, según Defensa, ocurrirá con los fondos dedicados a relatar el régimen franquista.
El histórico edificio del Alcázar de Toledo, que fue asediado durante la Guerra Civil por los republicanos y fue defendido en julio de 1936 por los militares dirigidos por el coronel Moscardó, también exhibirá algunos de los símbolos de la resistencia al asedio y del oficial que dirigió a los militares esos días, coronel entonces y general de Brigada tras el hecho de armas.
El acto de inauguración --aplazado a mediados de junio por la comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en las Cortes-- contará con la asistencia de la ministra de Defensa, Carme Chacón, el jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general del Aire José Julio Rodríguez, y el jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), general de Ejército Fulgencio Coll.
El traslado del Museo del Ejército al Alcázar de Toledo ha supuesto una importante inversión económica por parte de la Administración General del Estado, con la colaboración de las diferentes administraciones autonómicas y locales implicadas.
El reconocido escritor cuenta que el enfado de Hitler ocasionó que esa misma noche, anularan el partido en el que la selección peruana había goleado, pese a que les anularon tres goles, al país austriaco con la poderosa delantera denominada “rodillo negro”.
Pero la historia no acaba allí, pues tras la anulación del encuentro, el representativo bicolor decidió retirarse de la por ‘Dignidad’.
“Yo le pregunto a los amigos peruanos por qué no han difundido eso en toda Latinoamérica empezando por las escuelas como: ‘Nosotros fuimos el país que humillamos a Hitler’”, asegura Galeano.
Esta historia pertenece a la última publicación del escritor uruguayo llamada Espejos, obra en la cual revisa la historia de la humanidad hasta hoy, y lo hace desde la óptica de los hechos y de las personas menos conocidas, de los que no figuran en los diarios ni en las fotos.
Se trata de once lienzos al óleo que forman parte de un lote de 50 pinturas que fueron saqueadas en 1945 de la pinacoteca de la localidad germana de Pirmasens, próxima a la frontera con Francia, informó este miércoles la Policía de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos. La mayoría de los cuadros devueltos son obra de Heinrich Buerkel, un pintor del siglo XIX originario de Pirmasens.
La persona que descubrió que el citado lote de cuadros formaba parte de un botín de guerra fue una ciudadana estadounidense que heredó algunas de ellas de su tío, un veterano de guerra cuyo regimiento estuvo acantonado en Pirmasens.
Hace apenas unos días, informábamos de una polémica novela en la que aparecían relaciones sexuales de Ana Frank. Hoy os traigo la versión en cómic del famoso diario. Se suma así a la corriente de versionar en cómic obras famosas. Por ahora sólo estará disponible en holandés y su precio es 15 euros, aunque se cuenta con una próxima traducción a otros idiomas.
Con 160 páginas, el cómic ha sido autorizado por la Fundación Ana Frank, y no sólo podremos ver las penosas vivencias de Ana y su familia, sino que también se intercalará información sobre los acontecimientos históricos de la época, lo que me parece genial para ayudar a situar en el contexto la historia. La editorial holandesa que se ocupa de ello, Young Crowds, distribuirá además la biografía por los institutos holandeses.
Los encargados de dar vida a Ana y sus acompañantes en el Anexo secreto son Sid Jacobson y Ernest Colón, famosos por dedicarse a esto del cómic político-histórico, y que ya cuentan en su haber con una versión cómic de la biografía del Che Guevara y (esto me ha dejado bastante de piedra, os voy a ser sincera) el informe oficial de la investigación sobre los atentados del 11 de Septiembre. Como se suele decir, hay gente para todo, y todo tiene su público…
Personalmente, esta nueva versión en cómic me sobra un poco. Me imagino que con ella se pretende dar a conocer la terrible historia de Ana Frank a jovencitos que no han cogido un libro en su vida. Venga, vale, aceptamos barco. Pero, ¿no os parece que muchas veces se simplifica todo demasiado? En este caso no tiene demasiado que ver con el cómic de Ana Frank en sí mismo, sino con la tendencia a dárselo todo mascadito a los estudiantes. Sólo hace falta dar una vuelta por la sección juvenil de una librería para ver un montón de obras famosas versionadas y/o abreviadas, y no precisamente para niños pequeños (lo que sería lógico), sino para adolescentes. En fin, sólo espero que con este cómic se formen nuevos lectores, pero siempre me da la impresión de que el mensaje no termina de calar y se queda en la superficie, costando trabajo que lean no ya un libro entero, sino un simple cómic…