Samuel Kunz, que reconoció haber trabajado en el campo de exterminio de Belzec, situado en Polonia bajo ocupación alemana, entre 1942 y 1943, fue informado la semana pasada de los cargos que pesan en su contra, informó a AFP un portavoz de la fiscalía de la ciudad de Dortmund (oeste de Alemania).
El hombre también está acusado de la muerte de otros diez judíos en dos incidentes distintos, los que también ocurrieron en Belzec, precisó el portavoz, Christoph Goeke.
Kunz, cuyo apartamento fue allanado por la policía en enero, negó estar implicado personalmente en los asesinatos, según un fiscal presente durante el registro.
Kunz había sido convocado como testigo en otro proceso contra un criminal nazi, el del presunto guardia de un campo de concentración John Demjanjuk, también de 90 años, de origen ucraniano, despojado de sus nacionalidad estadounidense y extraditado a Múnich en mayo pasado.
Desde el juicio de Nuremberg después de la guerra, donde los principales líderes nazis fueron sentenciados a muerte, las autoridades alemanas habían examinado más de 25.000 casos pero la inmensa mayoría no culminaron en procesos.
Pero actualmente, con la mayoría de los sospechosos de crímenes de guerra con noventa o más años, se produjo una oleada de casos relativos a las atrocidades cometidas durante la guerra, en un cambio en la política de Berlín que los cazadores de nazi saludaron.
El caso más significativo es el de Demjanjuk, cuyo juicio comenzó el noviembre pasado por su participación en el asesinato de 27.900 personas cuando era presuntamente guardia en el campo de exterminio de Sobibor, cargos que ha negado siempre.
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