jueves, 10 de junio de 2010

Cómo "la estrategia del siliencio" salvó a miles de judíos

La Pave the Way Foundation inició un proyecto de recuperación de documentos para mostrar toda la información y los testimonios posibles sobre el pontificado del papa Pío XII, el Pontífice la Segunda Guerra Mundial, con el fin de acabar con el "atasco" académico causado por la falta de información disponible públicamente.

Nuevos hallazgos han sacado a la luz documentos y testimonios, que muestran claramente que el 16 de octubre de 1943, fue la falta intencionada de una denuncia pública por parte del Papa Pío XII contra la detención de los judíos romanos, lo que les salvó la vida y permitió su rescate.

Tenemos una declaración jurada de 1972 el general Karl Wolff, comandante de las SS para Italia y segundo de Heinrich Himmler, que establece que en septiembre de 1943 Adolf Hitler ordenó desarrollar un plan para invadir el Vaticano, secuestrar al Papa, incautar los bienes del Vaticano, y matar a la Curia Romana. Este plan debía llevarse a cabo inmediatamente.

El general Wolff sabía que si esta invasión se llevaba a cabo, se producirían disturbios masivos en toda Europa, lo que supondría un desastre militar para el esfuerzo bélico alemán. El general Wolff declaró que tuvo éxito en convencer a Hitler para retrasar la invasión. Este punto de vista de un potencial desastre militar era compartida por el gobernador militar de Roma, el general comandante Rainer Stahel, y el embajador alemán ante la Santa Sede, Ernst von Weizsäcker.

Pío XII se enteró del plan de invasión, y también creía por su parte que su ejecución provocaría disturbios en masa que podrían matar a miles de personas inocentes y que la neutralidad del Vaticano sería violada, permitiendo así que las fuerzas alemanas entrasen en todas las propiedades del Vaticano. Existen actas manuscritas, que establecen que el 6 de septiembre de 1943, Pío XII llamó en secreto a los cardenales para comunicarles que el Vaticano podría ser invadido, y que él sería llevado al norte y probablemente asesinado. Los cardenales tenían que prepararse para huir a un país neutral de inmediato, en cuanto se produjese la invasión del territorio del Vaticano.

También firmó una carta de renuncia, y la puso en su escritorio. Dio instrucciones a los cardenales para formar un gobierno en el exilio y para elegir un nuevo Papa, una vez que estuvieran a salvo. Tenemos una carta escrita a mano por el secretario de Estado ordenando a la Guardia Suiza que no resistiesen a las fuerzas invasoras alemanas con la fuerza de las armas, y numerosos documentos que detallan cómo se iban a proteger la Biblioteca Vaticana y el contenido del museo.

A lo largo de este período, von Weizsäcker envió mensajes positivos engañosos sobre el Papa a Berlín para calmar a Hitler, no para justificar una orden de invasión. Algunos críticos de Pío XII erróneamente han basado sus teorías de la complicidad y la colaboración del Papa en estos cables intencionadamente engañosos - lo que el asistente de von Weizsäcker, Albrecht von Kessel, llamó más tarde "mentiras tácticas".

Tenemos un testimonio adicional de teniente Nikolaus Kunkel, un oficial alemán de la sede del gobernador militar de Roma, que corrobora la evidencia documentada y el testimonio exactamente de cómo Pío XII directamente salvó a la comunidad judía romana, y de que estaban esperando la orden de invasión por parte de Berlín cualquier día.

Cuando comenzaron los arrestos en la mañana del 16 de octubre 1943, Pío XII fue alertado de ello por la princesa Enza Pignatelli Aragona Cortes. De inmediato dio varios pasos para forzar a los alemanes para detener los arrestos. Llamó al Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Maglione, y le instruyó para lanzar una vehemente protesta contra los arrestos. El cardenal Maglione advirtió von Weizsacker esa misma mañana, de que el Papa no podía permanecer en silencio ya que se estaba arrestando a los judíos debajo de sus propias ventanas, en su propia diócesis. Pío XII entonces envió a su sobrino, Carlo Pacelli, para que se reuniera con un simpatizante de Alemania, el obispo Alois Hudal, ordenándole que escribira una carta a sus contactos alemanes para detener de inmediato las detenciones.

Esto también demostró ser ineficaz. El último esfuerzo de Pío XII, el más exitoso, fue enviar a su confidente, el Superior General de los Salvatorianos, padre Pankratius Pfeiffer, para que se reuniera directamente con el gobernador militar de Roma, el general Stahel. Padre Pfeiffer advirtió a Stahel de que el Papa iba a lanzar una protesta en voz alta y pública en contra de estas detenciones, si no se detenían. El temor de que esta protesta pública diese lugar a que Hitler ordenara la invasión de la Santa Sede movió a Stahel a actuar.

El general Stahel inmediatamente telefoneó a Heinrich Himmler, y se inventó razones militares para detener los arrestos. Confiando en las valoraciones de Stahel, Himmler avisó a Hitler de que detuviera los arrestos. La orden de detener los arrestos fue tomada al mediodía del 16 de octubre, y empezó a ser efectiva a las 2 de la tarde del mismo día que comenzaron.

Esta secuencia de hechos fue confirmada de forma independiente por el general Dietrich Beelitz, oficial de enlace con la oficina del mariscal de campo Albert Kesselring y el mando de Hitler. Beelitz escuchó personalmente la conversación entre Stahel y Himmler. Cuando el engaño de Stahel fue conocido después, Himmler castigó al General Stahel enviándole al frente oriental.

Se sabe que en el Vaticano había espías inflitrados. El Papa sólo podía enviar a sacerdotes de confianza y confidentes a través de Roma e Italia, con órdenes verbales y por escrito del Papa de abrir los claustros, permitiendo a hombres y mujeres entrar en los conventos y monasterios católicos, y ordenando que todas las instituciones eclesiásticas ocultasen a los judíos donde pudieran.

Según el afamado historiador británico sir Martin Gilbert, el Vaticano ocultó a miles de judíos literalmente en un día (véanse los documentos de apoyo aquí y aquí). Una vez ocultos, el Vaticano continuó alimentando y manteniendo a sus "huéspedes" judíos hasta la liberación de Roma, el 4 de junio de 1944.

Documentos de Berlín y del juicio a Eichmann en Israel muestran también que los 8.000 judíos romanos que iban a ser arrestados no tenían que ir a Auschwitz, sino que debían ser mandados al campo de trabajo de Mauthausen y mantenidos como rehenes. Esta orden fue revocada posteriormente por personas desconocidas, y 1.007 judíos fueron enviados a Auschwitz para morir. Desgraciadamente sólo sobrevivieron 17. Mientras que hay gente que critica repetidamente a Pío XII por no haber salvado a los 1.007, permanecen completamente en silencio sobre sus acciones directas, que salvó a una comunidad judía de Roma, de más de tres mil años de antigüedad.

Se descubrió recientemente, en los archivos norteamericanos, que los aliados habían descifrado los códigos alemanes y sabían con una semana de antelación de la intención de arrestar a los judíos de Roma. Los aliados decidieron no avisar a los romanos porque esto podría alertar a los alemanes de esta brecha en su servicio de inteligencia. Esta “decisión militar” dejó a Pío XII solo, sin aviso previo, para intentar poner fin a los arrestos.

Hablando del Papa Pío XII, el más importante experto judío sobre el Holocausto en Hungría, Jeno Levai, declaró que era una ironía "especialmente lamentable que la única persona en toda la Europa ocupada que hizo más que nadie para frenar el terrible crimen y mitigar sus consecuencias, se ha convertido hoy en día en el chivo expiatorio de los fracasos de los demás”.

Publicado por Catholic.net

2 comentarios :

  1. Una figura controvertida la de Pío XII, polémica y a veces contradictoria. Por un lado vemos cómo el régimen nazi pretende liquidar el sistema papal, por otro cómo el pontífice intenta convencer a Mussolini para que no entre en guerra y luego, concluida la guerra, muchos autores confirman el papel del Vaticano como intermediario en la "ruta de las ratas" para facilitar la huida de los dirigentes nazis hacia latinoamérica, vía España, como comenté en su día en mi entrada
    http://latinajadediogenes.blogspot.com/search/label/Nazis%20en%20latinoam%C3%A9rica
    En todo caso la investigación de los historiadores no debe ser un camino cerrado, al contrario, es saludable que pueda hacerse una revisión de lo que pasó, siempre con objetividad y desapasionamiento, a la luz de los nuevos hallazgos.
    Muy interesante tu entrada.
    Un saludo.

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  2. Suscribo al 100% tus palabras Cayetano, pero si ya es complicado y polémico de por sí tratar este tema asépticamente desde un punto de vista político, si mezclamos política con religión estamos creando un cóctel que es muy fácil que no le agrade a nadie al mismo tiempo que todos defiendan a ultranza su peculiar sabor.
    Es complicada la objetividad en este asunto.
    Solo el tiempo puede ir rompiendo unos vínculos que impidan ver con perspectiva muchos capítulos de este apasionente conflicto.

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