La chapa de serie, vital para identificar la procedencia del artefacto hallado en aguas de Udra, sigue desaparecida y la Armada da por hecho de que no se encontrará.
Las incógnitas en torno al origen del torpedo descubierto por los buceadores del club de Bueu la semana pasada seguirán en pie. Al menos nada parece indicar que se vayan a despejar a corto, ni medio plazo. Quizás no lo hagan nunca. El portavoz de la Escuela Naval, José Luis Guitart, recalcó ayer que la Armada española no tiene datos sobre la procedencia de este proyectil de adiestramiento.
Los restos del artefacto están demasiado deteriorados. Los buzos militares de Ferrol que lo recuperaron del fondo rocoso en que se hallaba, a 19 metros de profundidad junto al faro de Mourisca, revisaron todo el área en el operativo sin encontrar una pieza fundamental. Se trata de una pequeña placa con la numeración de su fabricación en serie.
Los especialistas solo tienen clara la identificación del torpedo como un G-7 alfa. Su fabricación es alemana y procede de una época previa cuando los nazis ya tiranizaban Alemania o de la propia Segunda Guerra Mundial. Para mayor tranquilidad de propios y extraños, la Armada ratificó que el artefacto buenense nunca tuvo carga explosiva y que se empleó únicamente para labores de adiestramiento.
Aquí es donde el misterio permanece. La placa serviría para poder datarlo, revisar los archivos españoles y poder tener la certeza de si lo usó la Escuela Naval para prácticas con los alumnos o si procede de alguna maniobra de otras armadas en aguas exteriores a las españolas. Guitart resaltó que si el torpedo procede de los adiestramientos de la Escuela Naval no puede ser posterior a 1948, que fue el año en el que se realizó la última de estas pruebas.
A merced de la corriente
Por las características del modelo del artefacto, algunos especialistas tampoco creen que pueda proceder de las maniobras del Antequera en aguas exteriores.
La presencia de este torpedo en la ría puede explicarse con dos razones. Tuvo que fallar el dispositivo de reflotamiento para que el buque militar que lo lanzó no lo recuperase. El artefacto pudo ser disparado dentro de la ría y acabar en el fondo cuando se le acabó el combustible en la década de 1930 o 1940. También pudo ser lanzado desde algún barco militar fuera y quedar entre aguas. Las fuertes corrientes del Atlántico lo pudieron arrastrar hasta el interior de la ría y depositarlo en Udra, cuando las aguas se calmaron.
La Armada aún no ha decidido que hará con el torpedo. En un principio se pensó en exhibirlo en un museo, pero está demasiado deteriorado, partido en tres partes. La hélice y su proa están completamente destrozadas.
Vía| La voz de Galicia
Las incógnitas en torno al origen del torpedo descubierto por los buceadores del club de Bueu la semana pasada seguirán en pie. Al menos nada parece indicar que se vayan a despejar a corto, ni medio plazo. Quizás no lo hagan nunca. El portavoz de la Escuela Naval, José Luis Guitart, recalcó ayer que la Armada española no tiene datos sobre la procedencia de este proyectil de adiestramiento.
Los restos del artefacto están demasiado deteriorados. Los buzos militares de Ferrol que lo recuperaron del fondo rocoso en que se hallaba, a 19 metros de profundidad junto al faro de Mourisca, revisaron todo el área en el operativo sin encontrar una pieza fundamental. Se trata de una pequeña placa con la numeración de su fabricación en serie.
Los especialistas solo tienen clara la identificación del torpedo como un G-7 alfa. Su fabricación es alemana y procede de una época previa cuando los nazis ya tiranizaban Alemania o de la propia Segunda Guerra Mundial. Para mayor tranquilidad de propios y extraños, la Armada ratificó que el artefacto buenense nunca tuvo carga explosiva y que se empleó únicamente para labores de adiestramiento.
Aquí es donde el misterio permanece. La placa serviría para poder datarlo, revisar los archivos españoles y poder tener la certeza de si lo usó la Escuela Naval para prácticas con los alumnos o si procede de alguna maniobra de otras armadas en aguas exteriores a las españolas. Guitart resaltó que si el torpedo procede de los adiestramientos de la Escuela Naval no puede ser posterior a 1948, que fue el año en el que se realizó la última de estas pruebas.
A merced de la corriente
Por las características del modelo del artefacto, algunos especialistas tampoco creen que pueda proceder de las maniobras del Antequera en aguas exteriores.
La presencia de este torpedo en la ría puede explicarse con dos razones. Tuvo que fallar el dispositivo de reflotamiento para que el buque militar que lo lanzó no lo recuperase. El artefacto pudo ser disparado dentro de la ría y acabar en el fondo cuando se le acabó el combustible en la década de 1930 o 1940. También pudo ser lanzado desde algún barco militar fuera y quedar entre aguas. Las fuertes corrientes del Atlántico lo pudieron arrastrar hasta el interior de la ría y depositarlo en Udra, cuando las aguas se calmaron.
La Armada aún no ha decidido que hará con el torpedo. En un principio se pensó en exhibirlo en un museo, pero está demasiado deteriorado, partido en tres partes. La hélice y su proa están completamente destrozadas.
Vía| La voz de Galicia
Bueno, sea de donde sea su procedencia, ya no puede hacer "pupa" a nadie.
ResponderEliminarUn saludo.
Supongo que en los años 40 los nazis harian pruebas con el consentimiento de Franco.
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