Una nueva biografía del jefe de propaganda del III Reich, Joseph Goebbels, basada en documentos ahora desclasificados, desvela aspectos de su personalidad y de su vida privada.
Ningún dirigente nazi, con la excepción obvia de Adolf Hitler, extendió tanto el virus del racismo por Alemania como Joseph Goebbels. Su odio a los judíos, visceral y homicida, era incluso anterior a su atracción por las ideas nazis. Sin embargo, el que después se convirtió en jefe de propaganda del III Reich estuvo enamorado durante años de una chica judía.
La relación era conocida, pero su exacta dimensión quedó definida con la apertura de los archivos soviéticos, los únicos donde se conservaban todos los diarios de Goebbels. El historiador británico Toby Thacker los ha utilizado como materia prima fundamental en su libro Joseph Goebbels. Vida y muerte, que la editorial Ariel publica ahora encastellano.
En su despacho de la Universidad de Cardiff, Thacker explica que cuando Goebbels se enteró en 1923 de que la madre de Else Janke era judía, su relación ya era estrecha y su amor, genuino. "En los momentos más oscuros para Goebbels, ella era el único apoyo que tenía en medio de una situación desesperada. Había auténtico amor, y eso le hacía vivir en una tensión permanente tras descubrir que Else era medio judía".
Le resultó "increíblemente difícil" romper con ella y tardó tres años en hacer que la ruptura fuera irreversible. El odio y el amor se juntan de forma casi ridícula en la misma entrada del diario. Primero, muestra su lado más despreciable: "Una raza bastarda será estéril y debe morir. ¡¡¡No puedo ayudarlos!!!" (por la familia de Else). Y a continuación: "Te amo más de lo que nunca pudiera haber imaginado".
Thacker admite que no hay pruebas de que sus amigos nazis conocieran el secreto de este amor esquizofrénico. "No sé si Hitler lo sabía. De hecho, Hitler nunca la conoció. Y no es algo que Goebbels hubiera compartido fácilmente".
Este detalle de humanidad, si una palabra así puede utilizarse para describir a alguien como Goebbels, es un ejemplo entre varios del valor que pueden tener los diarios. Manipulador, mentiroso, de una crueldad sin límites ¿Puede alguien fiarse de su testimonio? Otros historiadores pensarán lo contrario, pero Thacker discrepa. "Goebbels consideraba su diario un archivo personal completo. Como fuente básica de sus actividades diarias, la gente que conocía, las conversaciones, los lugares que visitaba, los diarios son precisos", dice. Su relato puede contrastarse con otras fuentes y hechos conocidos.
¿Qué dicen sus diarios del Holocausto? "En relación a las matanzas tanto de judíos como de enfermos mentales, es más cuidadoso y críptico. Pero dado que estas cosas eran secretas en la Alemania nazi, es significativo que escriba sobre ellas", resalta Thacker.
Goebbels elige con cuidado sus palabras: "No escribe a menudo la expresión Solución Final, sí una o dos veces. No parece que le guste mucho hablar de ello. Sí utiliza con frecuencia la palabra exterminio", según el profesor.
En el caso de los minusválidos, hay pasajes que no dejan lugar a dudas. "Bouhler informa de los procedimientos establecidos para la liquidación de los dementes; una tarea necesaria que debe llevarse a cabo sin más dilación", escribe el 1 de mayo de 1941. "Sigue siendo secreto. El proceso nos está causando numerosas dificultades". Probablemente, se refiere a la oposición de las jerarquías religiosas protestante y católica.
La maquinaria del Holocausto
Al referirse al inicio de la deportación de los judíos polacos de Lublin, no cuenta lo que sabe pero el contexto es obvio: "El proceso empleado es bastante cruel y no conviene entrar en más detalles. Como consecuencia, apenas queda rastro del pueblo judío". Lo escribe el 27 de marzo de 1942, sólo unos meses después de la reunión de Wannsee, en la que se aprueba poner en marcha la maquinaria del Holocausto.
Los fragmentos de los diarios dedicados a sus primeros años antes de entrar en contacto con Hitler sólo han sido desvelados en su integridad en los últimos dos o tres años. Vemos a un Goebbels de una trayectoria personal similar a la de Hitler: un inadaptado con poco futuro, incapaz de encontrar trabajo, de saber para qué sirve. En su caso, hay un añadido humillante: su pronunciada cojera le impidió alistarse en la I Guerra Mundial.
Goebbels era una persona inmersa en los libros, la música y la cultura. Valoraba aDostoievski. "Le interesa porque Dostoievski está preocupado por la gente que no encaja en la sociedad y que tiene una visión muy crítica de lo que le rodea. Hay además una noción de redención. Toma de él una visión de los campesinos rusos como un pueblo casi espiritual que comparte fuertes lazos de raza, cultura y comunidad. Y es una noción que él transfiere al pueblo alemán", explica Thacker.
Goebbels no conocía a ningún campesino ruso pero no importaba. "Es una idea puramente imaginaria. En sus años jóvenes, vivía puramente en su imaginación. No viajó a otros países. No iba al cine, no oía la radio, no parece que leyera muchos periódicos", añade el profesor de Historia.
Todo cambió cuando leyó los primeros discursos de Hitler. Antes de conocerlo, la devoción ya era total. Goebbels no buscaba a un líder, sino a un hombre que fuera la esencia de Alemania, un salvador de estirpe mesiánica capaz de sacar al país de su estado de frustración.
No tenía la misma opinión de los principales dirigentes nazis. A casi todos los consideraba unos ineptos. Ni así se ve alterada "la imagen idealizada que tenía de Hitler", a pesar de que en sus diarios sí se deslizan algunas críticas. Y queda patente una actitud diferente ante el sufrimiento de los alemanes durante los bombardeos aliados. Hitler no se inmuta y en cambio es algo que martiriza a Goebbels.
La idea de la guerra le horroriza y no oculta su temor a lo que puede pasar en Rusia. Pero en muchas otras ocasiones se cree las absurdas ideas de Hitler sobre la inminente victoria. Hasta opina convencido que Estados Unidos nunca podrá producir tanto armamento como Alemania.
Goebbels ha ligado su destino y el de una nación a un hombre que llevará a todos a la destrucción. Nunca se plantea abandonar a Hitler y, cuando todo está perdido, sabe que correrá su mismo destino. Ya en 1943 le ha dicho al general Guderian que a veces piensa "en los rusos entrando en Berlín y en nosotros viéndonos obligados a envenenar a nuestras mujeres e hijos".
Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. A Goebbels y su mujer, Magda Quandt, les quedan 24 horas de vida. Confió sus dudas a otro nazi "Es como si hubiese estado discutiendo conmigo mismo durante horas enteras, pero me falta valor" hasta que pronto decide poner fin a su vida. Antes, envenenó a sus seis hijos con cápsulas de cianuro. La locura criminal que contribuyó a crear termina tragándose a Goebbels y a toda su familia.
Vía|Público
Ningún dirigente nazi, con la excepción obvia de Adolf Hitler, extendió tanto el virus del racismo por Alemania como Joseph Goebbels. Su odio a los judíos, visceral y homicida, era incluso anterior a su atracción por las ideas nazis. Sin embargo, el que después se convirtió en jefe de propaganda del III Reich estuvo enamorado durante años de una chica judía.
La relación era conocida, pero su exacta dimensión quedó definida con la apertura de los archivos soviéticos, los únicos donde se conservaban todos los diarios de Goebbels. El historiador británico Toby Thacker los ha utilizado como materia prima fundamental en su libro Joseph Goebbels. Vida y muerte, que la editorial Ariel publica ahora encastellano.
En su despacho de la Universidad de Cardiff, Thacker explica que cuando Goebbels se enteró en 1923 de que la madre de Else Janke era judía, su relación ya era estrecha y su amor, genuino. "En los momentos más oscuros para Goebbels, ella era el único apoyo que tenía en medio de una situación desesperada. Había auténtico amor, y eso le hacía vivir en una tensión permanente tras descubrir que Else era medio judía".
Le resultó "increíblemente difícil" romper con ella y tardó tres años en hacer que la ruptura fuera irreversible. El odio y el amor se juntan de forma casi ridícula en la misma entrada del diario. Primero, muestra su lado más despreciable: "Una raza bastarda será estéril y debe morir. ¡¡¡No puedo ayudarlos!!!" (por la familia de Else). Y a continuación: "Te amo más de lo que nunca pudiera haber imaginado".
Thacker admite que no hay pruebas de que sus amigos nazis conocieran el secreto de este amor esquizofrénico. "No sé si Hitler lo sabía. De hecho, Hitler nunca la conoció. Y no es algo que Goebbels hubiera compartido fácilmente".
Este detalle de humanidad, si una palabra así puede utilizarse para describir a alguien como Goebbels, es un ejemplo entre varios del valor que pueden tener los diarios. Manipulador, mentiroso, de una crueldad sin límites ¿Puede alguien fiarse de su testimonio? Otros historiadores pensarán lo contrario, pero Thacker discrepa. "Goebbels consideraba su diario un archivo personal completo. Como fuente básica de sus actividades diarias, la gente que conocía, las conversaciones, los lugares que visitaba, los diarios son precisos", dice. Su relato puede contrastarse con otras fuentes y hechos conocidos.
¿Qué dicen sus diarios del Holocausto? "En relación a las matanzas tanto de judíos como de enfermos mentales, es más cuidadoso y críptico. Pero dado que estas cosas eran secretas en la Alemania nazi, es significativo que escriba sobre ellas", resalta Thacker.
Goebbels elige con cuidado sus palabras: "No escribe a menudo la expresión Solución Final, sí una o dos veces. No parece que le guste mucho hablar de ello. Sí utiliza con frecuencia la palabra exterminio", según el profesor.
En el caso de los minusválidos, hay pasajes que no dejan lugar a dudas. "Bouhler informa de los procedimientos establecidos para la liquidación de los dementes; una tarea necesaria que debe llevarse a cabo sin más dilación", escribe el 1 de mayo de 1941. "Sigue siendo secreto. El proceso nos está causando numerosas dificultades". Probablemente, se refiere a la oposición de las jerarquías religiosas protestante y católica.
La maquinaria del Holocausto
Al referirse al inicio de la deportación de los judíos polacos de Lublin, no cuenta lo que sabe pero el contexto es obvio: "El proceso empleado es bastante cruel y no conviene entrar en más detalles. Como consecuencia, apenas queda rastro del pueblo judío". Lo escribe el 27 de marzo de 1942, sólo unos meses después de la reunión de Wannsee, en la que se aprueba poner en marcha la maquinaria del Holocausto.
Los fragmentos de los diarios dedicados a sus primeros años antes de entrar en contacto con Hitler sólo han sido desvelados en su integridad en los últimos dos o tres años. Vemos a un Goebbels de una trayectoria personal similar a la de Hitler: un inadaptado con poco futuro, incapaz de encontrar trabajo, de saber para qué sirve. En su caso, hay un añadido humillante: su pronunciada cojera le impidió alistarse en la I Guerra Mundial.
Goebbels era una persona inmersa en los libros, la música y la cultura. Valoraba aDostoievski. "Le interesa porque Dostoievski está preocupado por la gente que no encaja en la sociedad y que tiene una visión muy crítica de lo que le rodea. Hay además una noción de redención. Toma de él una visión de los campesinos rusos como un pueblo casi espiritual que comparte fuertes lazos de raza, cultura y comunidad. Y es una noción que él transfiere al pueblo alemán", explica Thacker.
Goebbels no conocía a ningún campesino ruso pero no importaba. "Es una idea puramente imaginaria. En sus años jóvenes, vivía puramente en su imaginación. No viajó a otros países. No iba al cine, no oía la radio, no parece que leyera muchos periódicos", añade el profesor de Historia.
Todo cambió cuando leyó los primeros discursos de Hitler. Antes de conocerlo, la devoción ya era total. Goebbels no buscaba a un líder, sino a un hombre que fuera la esencia de Alemania, un salvador de estirpe mesiánica capaz de sacar al país de su estado de frustración.
No tenía la misma opinión de los principales dirigentes nazis. A casi todos los consideraba unos ineptos. Ni así se ve alterada "la imagen idealizada que tenía de Hitler", a pesar de que en sus diarios sí se deslizan algunas críticas. Y queda patente una actitud diferente ante el sufrimiento de los alemanes durante los bombardeos aliados. Hitler no se inmuta y en cambio es algo que martiriza a Goebbels.
La idea de la guerra le horroriza y no oculta su temor a lo que puede pasar en Rusia. Pero en muchas otras ocasiones se cree las absurdas ideas de Hitler sobre la inminente victoria. Hasta opina convencido que Estados Unidos nunca podrá producir tanto armamento como Alemania.
Goebbels ha ligado su destino y el de una nación a un hombre que llevará a todos a la destrucción. Nunca se plantea abandonar a Hitler y, cuando todo está perdido, sabe que correrá su mismo destino. Ya en 1943 le ha dicho al general Guderian que a veces piensa "en los rusos entrando en Berlín y en nosotros viéndonos obligados a envenenar a nuestras mujeres e hijos".
Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. A Goebbels y su mujer, Magda Quandt, les quedan 24 horas de vida. Confió sus dudas a otro nazi "Es como si hubiese estado discutiendo conmigo mismo durante horas enteras, pero me falta valor" hasta que pronto decide poner fin a su vida. Antes, envenenó a sus seis hijos con cápsulas de cianuro. La locura criminal que contribuyó a crear termina tragándose a Goebbels y a toda su familia.
Vía|Público
Un personaje complejo, atormentado, acomplejado por la cojera que le sobrevino de la polio y fanático, en una Alemania convulsa y en crisis. Terrible cóctel.
ResponderEliminarSaludos.
Mucho se habla del exterminio de judìos en la 2da Guerra Mundial. Pero en este caso el amor de Goebbels por una mujer judìa puedo decir que no fuè el ùnico.
ResponderEliminarLes digo que Josep Mengele mientras estuvo en Auschwitz tuvo una novia-amante-mujer o como quieran decirle, de origen judìo. Ella procedìa de una familia de buena posiciòn de Varsovia. Lo ùnico que sè es que su primo de apellido Tauber manejaba el mercado negro de Varsovia . Cuando Mengele debe huir ella lo ayuda a travès de sus familiares, todos ellos judìos.Parece ser que ella muere asesinada por èste hecho, muchos años despuès en1960 ò 1961 en Bariloche Argentina, al pretender encontrarse con Mengele.
Quienes investigaron su muerte cuentan que aùn tenìa el nùmero de prisionera tatuado en su brazo.La Embajada de Israel dijo que ella era Agente del Mossad y que la habrìa asesinado Mengele porque ella lo pudo reconocer.En mi opiniòn la asesinò por "traiciòn" un grupo cazador de nazis llamado "Los Vengadores" que operaba en Argentina. Mengele luego huyò a Paraguay.