El escritor y ex confinado de ese campo, el mayor construido durante el nazismo en territorio alemán, participó en las conmemoraciones del 65 aniversario de su liberación, en las que intervino asimismo el presidente del Parlamento alemán, Norbert Lammert.
Semprún recordó el levantamiento de los presos, que salieron al encuentro de las tropas aliadas tras hacerse con las armas de los soldados alemanes.
Lammert, por su parte, instó a "defender" los principios de la libertad, la tolerancia y la humanidad frente al totalitarismo y recordó la doble experiencia de Buchenwald, como campo nazi, primero, y soviético, tras la Segunda Guerra Mundial.
Buchenwald fue construido en 1937 en las afueras de Weimar y hasta el 11 de abril de 1945 fueron recluidos ahí unos 250.000 presos de 36 países, en un principio prisioneros políticos, y luego judíos, homosexuales, gitanos y soldados soviéticos.
Se calcula que unos 56.000 de esos presos murieron de hambre, enfermedad o a consecuencia de las condiciones del campo.
En la última fase de la Segunda Guerra Mundial los nazis empezaron a desmantelar el campo y obligaron a los presos a participar en las llamadas "marchas de la muerte", en condiciones inhumanas, en su huida de los aliados.
Parte de esos confinados se levantaron contra los nazis, mientras que los restantes 21.000 fueron liberados por los soldados estadounidenses cuando entraron en el lugar.
Tras la división de Alemania, Weimar quedó en territorio germano-oriental y los soviéticos lo usaron a su vez como campo de prisioneros, a los que se confinó en condiciones asimismo inhumanas.
Semprún, quien fue deportado desde Francia a Buchenwald en 1944, con 21 años, como miembro de la resistencia comunista, había participado ya en anteriores aniversarios de su liberación.
A las conmemoraciones de hoy seguirán a lo largo de la próxima semana otros actos en memoria de la liberación de campos nazis, como el de Bergen-Belsen (norte del país).
El próximo domingo, la canciller Angela Merkel participará a su vez en el 65 aniversario de la liberación de los de Sachsenhausen y Ravensbrück, en las afueras de Berlín.
Semprún recordó el levantamiento de los presos, que salieron al encuentro de las tropas aliadas tras hacerse con las armas de los soldados alemanes.
Lammert, por su parte, instó a "defender" los principios de la libertad, la tolerancia y la humanidad frente al totalitarismo y recordó la doble experiencia de Buchenwald, como campo nazi, primero, y soviético, tras la Segunda Guerra Mundial.
Buchenwald fue construido en 1937 en las afueras de Weimar y hasta el 11 de abril de 1945 fueron recluidos ahí unos 250.000 presos de 36 países, en un principio prisioneros políticos, y luego judíos, homosexuales, gitanos y soldados soviéticos.
Se calcula que unos 56.000 de esos presos murieron de hambre, enfermedad o a consecuencia de las condiciones del campo.
En la última fase de la Segunda Guerra Mundial los nazis empezaron a desmantelar el campo y obligaron a los presos a participar en las llamadas "marchas de la muerte", en condiciones inhumanas, en su huida de los aliados.
Parte de esos confinados se levantaron contra los nazis, mientras que los restantes 21.000 fueron liberados por los soldados estadounidenses cuando entraron en el lugar.
Tras la división de Alemania, Weimar quedó en territorio germano-oriental y los soviéticos lo usaron a su vez como campo de prisioneros, a los que se confinó en condiciones asimismo inhumanas.
Semprún, quien fue deportado desde Francia a Buchenwald en 1944, con 21 años, como miembro de la resistencia comunista, había participado ya en anteriores aniversarios de su liberación.
A las conmemoraciones de hoy seguirán a lo largo de la próxima semana otros actos en memoria de la liberación de campos nazis, como el de Bergen-Belsen (norte del país).
El próximo domingo, la canciller Angela Merkel participará a su vez en el 65 aniversario de la liberación de los de Sachsenhausen y Ravensbrück, en las afueras de Berlín.
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