El Museo Judío de Berlín incorpora color y viñetas a sus colecciones habituales gracias a una exposición centrada en la dimensión judía del arte del cómic que, bajo el título de "Héroes, Freaks y Superrabinos", muestra cómo Superman y Batman, entre otros, intentaron acabar con Hitler.
Más de 400 objetos como portadas de revistas, publicaciones, vídeos y paneles muestran en Berlín que, detrás de los más conocidos héroes mundiales, solían situarse dibujantes o editores con orígenes judíos.
En ese sentido, no es en balde que Superman, Batman, Daredevil o el Capitán América, entre otros, ocuparon parte de su tiempo en luchar contra las fuerzas del nacionalsocialismo y en darle una lección al mismísimo Hitler.
Cómo si de un cómic se tratara, la exposición se divide en seis capítulos, en los que el visitante camina por encima de páginas repletas de historietas, que comienzan con los inicios de las tiras cómicas en las publicaciones de Joseph Pulitzer y William R. Hearst.
En sus salas también se hace un repaso a la vida y obra de autores de origen judío como Jerry Siegel, creador de Superman, Harvey Kurtzman, fundador de la revista satírica "MAD" para la editorial EC, o Art Spiegelman, hijo se supervivientes del Holocausto nazi y creador de historietas vanguardistas y sexuales en la segunda mitad del siglo XX.
La muestra recuerda que la historia del cómic comienza a finales del siglo XIX con algunas publicaciones dominicales de Nueva York, para cobrar fuerza conforme pasan las décadas y evidenciar la importancia que tuvieron en ese campo los hijos de inmigrantes judíos europeos.
Cuando la industria del cómic toma fuerza, durante la década de 1930, las viñetas incluían temas vinculados con los judíos, pero nunca de manera explícita.
En años sucesivos, algunos de los más importantes y atrevidos dibujantes introducían, a través de las historias y los personajes, críticas a los nazis y a sus prácticas antisemitas.
En ese sentido, destaca la historia de Horst Rosenthal, dibujante judío que contó a través de unas viñetas con Mickey Mouse lo que sucedía en los campos de concentración nazi, para acabar recluido en el de Auschwitz hasta su muerte.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, el tema del antisemitismo vuelve a cobrar protagonismo a partir del juicio en Jerusalén al antiguo coronel de las SS Adolf Eichmann, lo que dio a conocer más información sobre el Holocausto y provocó que el tema se incluyera en la literatura gráfica, ahora mucho más sofisticada que en épocas anteriores.
Así durante la década de los 60, el increíble Hulk, los personajes de X-Men o los Cuatro Fantásticos trataron temas como la violencia, el racismo o el antijudaísmo sin tabúes.
Con el paso del tiempo la causa judía siguió vinculada al mundo del cómic, hasta el punto de que en 1978 surge "Sabraman", versión israelí de un súper héroe norteamericano reconvertido en un súper rabino.
A las puertas del recinto museístico, una simpática figura de Superman con su cabeza ensangrentada y clavada en el suelo ironiza con que "los súper héroes también tienen malos días", para dar la bienvenida a los visitantes que acuden al singular e imponente Museo Judío de Berlín.
Con la colaboración de los museos judíos de París y Amsterdam, la colorista muestra podrá verse en la capital alemana hasta principios de agosto.
Más de 400 objetos como portadas de revistas, publicaciones, vídeos y paneles muestran en Berlín que, detrás de los más conocidos héroes mundiales, solían situarse dibujantes o editores con orígenes judíos.
En ese sentido, no es en balde que Superman, Batman, Daredevil o el Capitán América, entre otros, ocuparon parte de su tiempo en luchar contra las fuerzas del nacionalsocialismo y en darle una lección al mismísimo Hitler.
Cómo si de un cómic se tratara, la exposición se divide en seis capítulos, en los que el visitante camina por encima de páginas repletas de historietas, que comienzan con los inicios de las tiras cómicas en las publicaciones de Joseph Pulitzer y William R. Hearst.
En sus salas también se hace un repaso a la vida y obra de autores de origen judío como Jerry Siegel, creador de Superman, Harvey Kurtzman, fundador de la revista satírica "MAD" para la editorial EC, o Art Spiegelman, hijo se supervivientes del Holocausto nazi y creador de historietas vanguardistas y sexuales en la segunda mitad del siglo XX.
La muestra recuerda que la historia del cómic comienza a finales del siglo XIX con algunas publicaciones dominicales de Nueva York, para cobrar fuerza conforme pasan las décadas y evidenciar la importancia que tuvieron en ese campo los hijos de inmigrantes judíos europeos.
Cuando la industria del cómic toma fuerza, durante la década de 1930, las viñetas incluían temas vinculados con los judíos, pero nunca de manera explícita.
En años sucesivos, algunos de los más importantes y atrevidos dibujantes introducían, a través de las historias y los personajes, críticas a los nazis y a sus prácticas antisemitas.
En ese sentido, destaca la historia de Horst Rosenthal, dibujante judío que contó a través de unas viñetas con Mickey Mouse lo que sucedía en los campos de concentración nazi, para acabar recluido en el de Auschwitz hasta su muerte.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, el tema del antisemitismo vuelve a cobrar protagonismo a partir del juicio en Jerusalén al antiguo coronel de las SS Adolf Eichmann, lo que dio a conocer más información sobre el Holocausto y provocó que el tema se incluyera en la literatura gráfica, ahora mucho más sofisticada que en épocas anteriores.
Así durante la década de los 60, el increíble Hulk, los personajes de X-Men o los Cuatro Fantásticos trataron temas como la violencia, el racismo o el antijudaísmo sin tabúes.
Con el paso del tiempo la causa judía siguió vinculada al mundo del cómic, hasta el punto de que en 1978 surge "Sabraman", versión israelí de un súper héroe norteamericano reconvertido en un súper rabino.
A las puertas del recinto museístico, una simpática figura de Superman con su cabeza ensangrentada y clavada en el suelo ironiza con que "los súper héroes también tienen malos días", para dar la bienvenida a los visitantes que acuden al singular e imponente Museo Judío de Berlín.
Con la colaboración de los museos judíos de París y Amsterdam, la colorista muestra podrá verse en la capital alemana hasta principios de agosto.
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