viernes, 31 de agosto de 2012

La leyenda de los jinetes polacos que cargaron contra tanques nazis

La historia guarda un hueco especial para los héroes, pero eso sí, siempre que sea verdad lo que se cuenta de ellos, ya que en caso contrario están abocados al olvido. Esto es lo que ha sucedido con uno de los mitos más famosos de la Segunda Guerra Mundial, el que afirma que una unidad de caballería polaca cargó valerosamente contra decenas de tanques alemanes aún a sabiendas de que iban a ser aniquilados. Algo que, al parecer, es falso.

Este mito comienza el 1 de septiembre de 1939, cuando las tropas de Hitler iniciaron un conflicto mundial al invadir a su vecina Polonia. Para los nazis las prioridades estaban claras: conquistar en el menor tiempo posible el territorio haciendo uso de una de las estrategias militares más revolucionarias hasta la fecha, la ‘blitzkrieg’ o guerra relámpago. Esta táctica era sencilla y consistía en valerse de su superioridad tecnológica para sorprender a los enemigos con un asalto llevado a cabo con todo tipo de vehículos de gran velocidad (blindados o motocicletas). Sus contrincantes, que no habían visto hasta ese momento una estrategia como esa, no tenían tiempo de reaccionar antes de ser masacrados.

Los alemanes se toparon con un ejército polaco en el que la caballería aún contaba con un papel primordial. Y es que, en ese momento, algunos oficiales creían que era imposible que los inmortales jinetes cayeran ante las balas enemigas. De hecho, Polonia no contó con carros de combate hasta 1936, año en que adquirió poco menos que 40. Ante la fuerza arrolladora de Alemania, a sus vecinos sólo le quedaba la opción de resistir hasta recibir la ayuda de alguno de sus aliados europeos.

Entre los primeros objetivos de los nazis se encontraba el ‘Corredor de Pomerania’, un pequeño territorio cerca del pueblo de Pomorze que, situado en el norte del país, le otorgaba un acceso directo al mar Báltico. Para Hitler estaba claro: era necesario tomar este pequeño «pasillo» que le había sido arrebatado al pueblo alemán. Para ello, destinaron nada menos que al 4º Ejército nazi.

Nuestra historia se sucede en esta zona, en la que el alto mando polaco había afincado dos divisiones de infantería y una brigada de caballería con la intención de evitar la toma de Pomerania por parte de los alemanes.

Según el mito, la unidad de jinetes que se encontraba en este territorio, conocida como Brigada de Caballería «Pomorska», llevó a cabo lo que sería recordado como uno de los mayores actos de valor de un soldado durante de la Segunda Guerra Mundial. Según se cuenta, la caballería cargó, lanza y espada en ristre, contra una unidad de tanques alemanes. Estos blindados, conocidos como Panzers, masacraron a los valientes caballeros haciendo valer su superioridad tecnológica.

Además, la leyenda continúa y afirma que la derrota fue tan aplastante que la carga de la «Pomorska» fue la última de la historia, al menos durante un conflicto militar. Y es que este combate dejó sin argumentos a los que apoyaban la caballería. Estaba claro, la época del jinete había tocado a su fin.

La leyenda habla de valentía y honor pero ¿se produjo realmente esta carga?. Según las declaraciones que el historiador Steven J. Zaloga hace en su libro «La invasión de Polonia: 'Blitzkrieg'», la respuesta está clara: este mito es falso. Para Zaloga, los hechos se sucedieron de una forma totalmente distinta, y comenzaron cuando las tropas polacas tuvieron que retirarse hacia el sur del corredor de Pomerania ante la presencia de un gran contingente alemán.

Según explica en sus escritos, contra quién realmente combatió la «Pomorska» durante la guerra fue una unidad alemana motorizada que contaba con algunos vehículos, pero no con blindados. «La Brigada de Caballería ‘Pomorska’ libró todo un día de choques con la 20º División de Infantería Motorizada alemana a lo largo del río Brda, obligando al comandante enemigo a pedir permiso para replegarse ‘ante una intensa presión de caballería’.», escribe el historiador.

Ese mismo día -2 de septiembre de 1939-, la «Pomorska» libraría la batalla que le otorgó su fama, aunque no fue contra blindados. «A última hora de la tarde el jefe del 18º Regimiento de Lanceros, coronel K. Mastelarz, mandó una incursión de dos escuadrones tras las líneas enemigas» determina Zaloga en el documento. «Tras salir al galope de un bosque, sorprendieron al descubierto a un batallón de infantería alemán y cargaron al sable contra la atónita unidad enemiga», explica el historiador.

Los jinetes consiguieron diezmar al regimiento enemigo, pero finalmente la tecnología dio la victoria a los alemanes cuando varias de sus autoametralladoras hicieron retirarse a los caballeros. Después del combate, 20 de los 50 polacos que formaban la unidad de la incursión habían muerto, y entre ellos estaba su comandante. «Al día siguiente se llevó al lugar corresponsales de guerra italianos y se les dijo que los jinetes habían cargado contra carros de combate», sentencia el historiador.

Zaloga también da las claves de porqué esta mentira fue aceptada tanto por alemanes como por polacos. Y es que ensalzaba la tecnología militar de los nazis a la vez que daba a conocer el valor de la caballería polaca. «Esta historia se fue magnificando hasta convertirse en parte de la propaganda alemana y en uno de los mitos más duraderos de la campaña de Polonia», sentencia el historiador en su libro.

martes, 28 de agosto de 2012

Desalojan a 2.500 personas en Múnich tras hallar una bomba de la II Guerra Mundial

El hallazgo de una bomba de la Segunda Guerra Mundial de 250 kilogramos de peso ha obligado a evacuar en la madrugada de hoy a unas 2.500 personas en la ciudad alemana de Múnich hasta su desactivación.

El artefacto fue localizado durante unas obras de construcción en un solar del barrio muniqués de Schwabing, donde la Policía y los bomberos procedieron a desalojar a todos los habitantes en un radio de unos 300 metros. "La bomba podría estallar en cualquier momento", dijo esta madrugada un portavoz de los bomberos, quien comentó que el detonador se encuentra activo a pesar de que han pasado casi 70 años desde el fin de la última contienda mundial. Además, añadió que si la bomba explotara, el edificio situado junto al lugar del hallazgo quedaría completamente destruido.

Los artificieros han vuelto a cubrir en parte la bomba con paja y arena para reducir los efectos de una posible explosión y tratarán de desactivarla a lo largo de la jornada aprovechando la luz del día.

Los ciudadanos evacuados está alojados mientras tanto en colegios, guarderías y otras instituciones públicas para poder regresar a sus hogares. Mas de un centenar de bomberos y otras fuerzas de rescate se encuentran en las cercanías del lugar del hallazgo, mientras se ha clausurado preventivamente una estación de metro y cerrado la Leopoldstrasse, una de las calles mas transitadas de la capital de Baviera.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Evacuado un museo en Varsovia tras hallarse proyectil de la II Guerra Mundial

El museo de Antropología de Varsovia fue evacuado hoy cuando, debido a unas obras de reforma en el edificio, se descubrió un proyectil sin explotar de la Segunda Guerra Mundial.

Alrededor de 150 personas se encontraban en el edificio cuando el grupo de obreros que realizaba los trabajos dio la voz de alarma al toparse con la carga explosiva, ubicada entre el primer y el segundo piso del inmueble.

Un equipo de artificieros se trasladó al céntrico museo para desactivar el explosivo.
El proyectil podría haber sido arrojado por el Ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, durante los enfrentamientos que siguieron a la insurrección de la población civil de Varsovia contra la ocupación nazi.

domingo, 12 de agosto de 2012

Entrevista a un cazanazis



Hace unas semanas, el húngaro Ladislaus Csizsik-Csatary, un criminal nazi de 97 años acusado de la matanza de unos 15.000 judíos durante el Holocausto, era detenido en su casa de Budapest. Una espectacular detención que comenzó gracias a la denuncia de un vecino que lo reconoció. Sin embargo, el arresto de Csatary no hubiera sido posible sin el trabajo de Efraim Zuroff, un cazanazis del centro Wiesenthal. Zuroff, que ha dedicado su vida a llevar a criminales de guerra nazis ante la Justicia, habla con ABC en su oficina de Jerusalén.

¿Cómo llegó hasta Csatary?
—Alguien contactó conmigo en septiembre y me dio información creíble. Al parecer, el antiguo comandante Csizksik Csatary estaba viviendo en Budapest. En menos de dos semanas me reuní con el fiscal de Hungría para comunicarle el nombre de Csatary, los cargos contra él y pedirle que se abriera una investigación.

Aún así, la Justicia húngara no puso todo de su parte para detenerlo
—En Budapest no contestaban a mis cartas, y estaba bastante preocupado de que la investigación no avanzase. Es algo muy difícil para cualquier país que uno de los suyos sea juzgado por este tipo de crímenes, ninguno quiere ese tipo de publicidad.

Zuroff decidió entonces iniciar la guerra sucia, habló con el periódico británico «The Sun» para que hostigara a Csatary y mostrara a todo el mundo la historia de este criminal nazi. El periódico lo acosó sin piedad, consiguiendo que la Justicia húngara reaccionara y acabara por detenerlo.

Pese a que la mayoría de los criminales nazis son ya nonagenarios, la edad no es impedimento para llevarlos ante los tribunales. «No hay que olvidar que se trata de hombres que durante años, en su plenitud física y mental, asesinaron y torturaron a seres humanos. No hay que dejar que el aspecto frágil de un anciano nos haga olvidar las atrocidades que cometieron», afirma.

Las dos únicas condiciones que deben cumplir estos criminales para poder ser detenidos son «no haber sido ya condenados por los mismos crímenes y que conserven sus facultades mentales, aunque tengan 100 años». A pesar de que su contribución ha sido clave para poder arrestar a Csatary, Zuroff asegura que todavía quedan unos 600 criminales y colaboradores del régimen nazi en libertad. Reconoce que no es una tarea fácil llevarlos ante la Justicia ya que la mayoría de víctimas que pueden reconocerlos han fallecido y por la burocracia necesaria para conseguir que los países donde residen acepten llevarlos a juicio.

«El tiempo pasa y, tanto las víctimas como los asesinos, son ya muy ancianos. No podemos permitir que los que torturaron y mataron a millones de judíos tengan ahora un retiro dorado, sin pagar por el dolor que infligieron», dice.

Zuroff asegura que lo más impactante de su trabajo es que ninguno de los criminales que ha capturado ha mostrado arrepentido por sus atrocidades: «En 32 años de trabajo, nunca me he encontrado con ningún nazi que haya expresado arrepentimiento o remordimiento alguno», afirma.