sábado, 26 de enero de 2013

70º Aniversario. Stalingrado, la tumba del nazismo

El 31 de enero de 1943, hace 70 años, se rindió el mariscal Erich von Paulus, jefe de las fuerzas alemanas en Stalingrado, al general soviético Vasili Zhukov. No fue la de Stalingrado una de las decenas de batallas importantes de la II Guerra Mundial, sino, acaso, la más decisiva. Hasta entonces, la Wehrmacht nunca antes había sufrido una derrota significativa, ni había capitulado uno de sus mariscales, ni había perdido, como tragado por la tierra, todo un Ejército, el VIº y gran parte del IVº ejército Panzer, dos de sus joyas y, sobre todo, aquella derrota marcó el declive de las armas alemanas y el paulatino predominio de las aliadas.
Entre el 10 de enero y el 3 de febrero de 1943, unos 100.000 alemanes partieron hacia los campos de concentración, donde morirían como moscas. No regresaron a Alemania ni 5.000. En el frente de Stalingrado, entre julio de 1942 y febrero de 1943, ambos bandos sufrieron unas 1.400.000 bajas (medio millón, muertos). Según el mariscal Malinovski, jefe del 2º Ejército de la Guardia en esa batalla capturaron o destruyeron 2.000 tanques, 2.000 aviones, 10.000 cañones y no menos de 5.000 vehículos. El Estado Mayor alemán reconoció que habían perdido seis meses de producción bélica.

Aquel tremendo choque se gestó en el verano de 1942 cuando Hitler, llevado por su impaciencia -como le sucedía cuando no se producían de inmediato los resultados que perseguía- cambió los objetivos de su ofensiva y en vez de dirigirla contra el Cáucaso, como estaba previsto, dividió sus fuerzas y lanzó lo más granado de ellas contra Stalingrado, la ciudad de Stalin.

Empeño criminal

La Luftwaffe la arrasó y en agosto, cuando llegó Von Paulus, al frente de unos 250.000 hombres, Stalingrado había dejado de ser un objetivo militar interesante. Pero Hitler se empecinó en su conquista por el prurito de inferir a Stalin una afrenta propagandística y en tan infantil empeño invirtió sus mejores tropas, preparadas para librar grandes batallas a campo abierto y sin ninguna especial aptitud para combatir en un mar de ruinas.
Y entre escombros, esqueletos urbanos y sótanos pelearon desde septiembre de 1942 a enero de 1943 más de medio millón de hombres, infiriéndose unos a otros un promedio superior a las tres mil bajas diarias, sin que los soldados alemanes, continuamente reforzados, lograran tomar hasta el último reducto soviético en la orilla derecha del Volga.

La revancha de Stalin

Aquella feroz guerra de ratas era un dislate nazi, pues, además, estaba permitiendo que el Ejército Rojo reuniera efectivos para un gran contraataque, que se produjo en noviembre. El día 23, tres ejércitos soviéticos atacaron a los gastados ejércitos alemanes del bajo Volga y a sus débiles aliados, italianos y rumanos, abriendo en el frente una brecha de más de 200 kilómetros al norte y al sur de Stalingrado, donde quedó cercada toda la fuerza de Von Paulus. Eran no menos de 300.000 hombres, aunque la mitad de ellos carecían de valor militar: decenas de miles de rumanos y croatas apenas equipados que habían llegado huyendo y una inmensa confusión de planas mayores, oficinas, personal de tierra de la aviación... bocas que alimentar más que tropas operativas.
La situación empeoró paulatinamente pues Hitler se empecinó en organizar allí un resistencia numantina confiando en que la Luftwaffe del mariscal Göring suministraría a los cercados 500 toneladas diarias de víveres y pertrechos. Vana ilusión: En los dos meses largos que duró el cerco apenas proporcionó a Stalingrado 12.000 toneladas, un tercio de lo imprescindible.

El hundimiento

Con todo aún hubo un momento para la esperanza. Mediado diciembre, el mariscal Von Manstein comenzó a abrirse paso hacia Stalingrado con un reducido ejército, tratando de romper la bolsa y abrir una vía de escape a Von Paulus. Para facilitar la operación, éste hubiera debido atacar en la misma dirección con todas sus fuerzas, pero Hitler se empecinó en que Paulus no abandonara las ruinas sino que siguiera luchando para conquistarlas. Aquella insensata orden hizo fracasar la maniobra de Manstein, cuya agotada fuerza debió replegarse para no ser a su vez copada.
El 24 de enero, todas las fuerzas de Von Paulus estaban embotelladas en las ruinas, removidas cada mañana por las granadas de la artillería soviética. En esa fecha, los alemanes perdieron Gumrak, su último aeropuerto, y las fuerzas de Rokossovski partían en dos al 6º Ejército, enlazando junto al Volga con los último reductos soviéticos. Una semana después, sin víveres, con la munición casi agotada, y enfermo capituló Von Paulus, con sus últimos hombres


*David Solar es historiador y autor de los libros sobre la Segunda Guerra Mundial 'El último día de Adolf Hitler', 'La caída de los dioses' y 'Un mundo en ruinas', entre otros.

Publicado en El Mundo el 26/01/2013

lunes, 21 de enero de 2013

Spielberg y Tom Hanks producirán una nueva miniserie sobre la II Guerra Mundial



Dúo de éxito casi garantizado, Steven Spielberg y Tom Hanks se asociarán de nuevo para producir una miniserie sobre la Segunda Guerra Mundial en la cadena HBO. Según ha informado «Variety», el relato se centrará en los frentes aéreos y en los avatares de los soldados de la Octava División y estará basado en el libro de Donald L.Miller «Masters of the air: America's bomber boys who fought the air war against nazi Germany» («Maestros del aire: los pilotos de bombarderos americanos que lucharon en la guerra aérea contra la Alemania nazi'). Tom Hanks y Steven Spielbergs ya sentaron precedente en esta misma cadena televisiva con sus creaciones del mismo tema «Hermanos de sangre» y «The Pacific». Las dos fueron nominadas al Globo de Oro a la mejor miniserie para televisión, aunque sólo la primera lo ganó. 

La HBO llevaba meses detrás de un proyecto de esta naturaleza sobre la Segunda Guerra Mundial. De hecho, Graham Jost, creador de «Justified: la ley de Raylan» y guionista de «Hermanos de sangre» y «The Pacific» ya había adelantado a «The Hollywood Reporter» su deseo de trabajar con Hanks y Spielberg en otra serie bélica. Este proyecto supone un importante compromiso financiero para la cadena, ya que tendrá que construir un gran decorado y necesitará de bastantes efectos especiales y pirotécnicos. Sin embargo, HBO ya se gasto entre 100 y 200 millones de dólares en cada una de las entregas anteriores y le resultó rentable.

jueves, 17 de enero de 2013

Los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial modificaron el clima

Los aviones bombarderos de los aliados que sobrevolaron Europa durante la Segunda Guerra Mundial produjeron en el sureste de Inglaterra cambios importantes en el clima, según revela un nuevo estudio.

Que las estelas de los aviones tienen efectos sobre el clima es algo que los climatólogos ya sabían. Por un lado actúan como una especie de manto que atrapa el calor que de otro modo escaparía hacia el espacio exterior. Por otra parte, durante el día reflejan la luz procedente del Sol, impidiendo que llegue a la superficie y enfriando por lo tanto la Tierra. Los climatólogos están de acuerdo en que, normalmente, al sumar ambos efectos el resultado es que un exceso de tráfico aéreo calienta el planeta.

Analizando los registros de operaciones de las fuerzas armadas estadounidenses y británicas y los datos climatológicos de los años cuarenta, científicos de la Universidad de Brimingham (Reino Unido) han cuantificado los niveles de nubosidad que provocaron los miles de bombarderos aliados que volaron desde Inglaterra hasta distintos destinos en Europa entre 1943 y 1945. Y tras estudiar los datos escogieron un ataque representarivo: el que se produjo durante la mañana del 11 de mayo de 1944, que implicó a más de 1400 aviones. De este modo han llegado a la conclusión de que aquel día los vuelos de los aviones británicos hicieron que la temperatura descendiera 0,8ºC sobre las bases militares. Sus conclusiones se publican en la revista International Journal of Climatology.

“Mirando hacia una época en que la aviación se producía en grupos concentrados con fines militares resulta más fácil separar este fenómeno de otros que también afectan al clima”, subraya Rob MacKenzie, coautor del estudio.

miércoles, 2 de enero de 2013

La historia de "Tankogrado", la ciudad secreta de Stalin



Gran parte del éxito cosechado por el Ejército Rojo en numerosas batallas de la Segunda Guerra Mundial está ligado a Cherliábinsk, una ciudad escondida en el corazón de los Montes Urales y prácticamente desconocida para los occidentales.

Así, mientras el Ejército Rojo luchaba contra la invasión nazi, más de 40.000 obreros trabajaban en esta ciudad para construir los vehículos acorazados con los que sus soldados luchaban contra el enemigo. 

Tal y como podemos leer en el blog «Historias inútiles», a finales de los años 20 esta ciudad, por la que discurre el ferrocarril Transiberiano, fue escogida para acoger una gran fábrica de tractores que generó un gran crecimiento en la localidad.

Aprovechando las industrias ya existentes, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial el gobierno soviético decidió construir unas enormes instalaciones para la producción de armamento, entre ellos los modelos de tanque KV-1 y T-34 y los lanzadores de cohetes “Katyusha”. Debido a ello, Cherliábinsk se ganó muy pronto el apelativo popular de “Tankogrado”, la ciudad de los tanques.
Según algunos historiadores, el papel de esta desconocida ciudad fue crucial para el desarrollo de la guerra, ya que su industria fue uno de los principales responsables de que la URSS adquiriera una capacidad de combate gigantesca a través de los carros de combate. Lennart Samuelson, experto en la historia de esta localidad, asegura que en 1942 produjo más de 3.600 tanques.

El aura de misterio de Cherliábinsk se vio incrementada a partir de los años 40, cuando el gobierno soviético comenzó a desarrollar investigaciones nucleares secretas en la zona, en las instalaciones de Chelyabinsk-70. Además, un grave accidente nuclear ocurrido en 1957 a unos 150 kilómetros al noroeste de la ciudad causó un número indeterminado de muertes en la región y provocó el cierre de la provincia a los extranjeros hasta 1992. A consecuencia de ello, el aura de ciudad secreta soviética de “Tankogrado” aumentó hasta límites insospechados.