lunes, 17 de octubre de 2011

"Hemos hallado al piloto que derribó a Saint-Exupéry"

Al piloto alemán que derribó el avión de su tío abuelo, Antoine de Saint-Exupéry, le han acusado de falsario. ¿Qué últimas noticias tienen ustedes de esa revelación?

-Cada año hay un nuevo descubrimiento; hemos hallado al piloto alemán que abatió el avión de Saint-Exupéry, y hablado con él.

-¿Cómo han contactado con él?

-Secretamente. Un tío mío, que tiene más o menos la misma edad que el piloto alemán, lo ha encontrado y se ha entrevistado con él. Ha sido un encuentro muy simbólico entre dos soldados de la Segunda Guerra Mundial.

Horst Rippert se llama el piloto alemán que aseguró haber derribado el avión de Antoine de Saint-Exupéry en el tardoverano de 1944. Rippert, de niño, se aventuraba en la lectura de Saint-Exupéry y se dedicó a la aviación por él, deslumbrado por el coraje del autor. Leer a Saint-Exupéry le llevó a aprender a volar... y a derribar a su héroe.

-Parece una historia sacada de uno de los maravillosos relatos de Saint-Exupéry.

-Este hombre, a sus 88 años, tuvo la valentía de contar esta historia, algo que no le debe haber dejado dormir muchas noches. Hizo su trabajo y no sabía quién pilotaba el otro avión.

-Aviador, pensador, filósofo... ¿qué fue en realidad Antoine de Saint Exupéry?

-Un humanista; es el mensaje de «El Principito».


El resto de la entrevista no guarda relación con ningún aspecto de la Segunda Guerra Mundial, aún así no deja de ser bastante interesante. Podéis leerla al completo AQUÍ.

jueves, 13 de octubre de 2011

Subastan en 14.000 dólares carta de Einstein sobre el "peligro" nazi

Una carta de Albert Einstein de 1939, advirtiendo del "calamitoso peligro" de los nazis para los judíos en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, fue rematada el martes en Estados Unidos en casi 14.000 dólares, el doble de lo estimado, informó la casa de subastas.

El físico ganador del Premio Nobel escribió a un empresario de Nueva York, Hyman Zinn, alabándolo por ayudar a los refugiados judíos que huían de la persecución en la Alemania de Adolf Hitler.

"Debe ser una fuente de profunda satisfacción para usted estar haciendo una contribución tan importante para rescatar a nuestros perseguidos compañeros judíos de su calamitoso peligro y conduciéndolos hacia un futuro mejor", escribió Einstein.

La carta escrita a máquina, en papel membretado de Einstein de la Universidad de Princeton, con el sobre de correo original y descripta como en "estado muy bueno a excelente", fue vendida por 13.936 dólares, incluyendo la prima del comprador, dijo la casa de subastas Nate D. Sanders.

El precio mínimo de base era de entre 5.000 y 7.000 dólares.

En la carta fechada el 10 de junio de 1939, Einstein, que huyó de Alemania a Estados Unidos cuando Hitler llegó al poder en 1933, decía que los judíos debían ayudarse unos a otros como lo habían hecho por generaciones.

"El poder de la resistencia que ha permitido al pueblo judío sobrevivir durante miles de años se basó en gran medida en la tradición de ayuda mutua", dijo Einstein, autor de la teoría de la relatividad general.

"En estos años de angustia nuestra disposición a ayudarnos los unos a los otros está siendo puesta a prueba de manera especialmente severa. Podemos soportar esta prueba, así como lo hicieron nuestros padres antes que nosotros", escribió.

Y agregó: "No tenemos otro medio de autodefensa más que nuestra solidaridad y nuestro conocimiento de que la causa por la cual estamos sufriendo es una causa trascendental y sagrada".

domingo, 9 de octubre de 2011

Espía leonés al servicio inglés


Fue el 1 de abril de 1939 cuando en España sonaron los últimos bombardeos de la Guerra Civil Española, una contienda que marcó enormemente a un país que quedó totalmente destruido y que, desde ese momento, contó con la figura de Francisco Franco como jefe del Estado. Apenas unos meses más tarde, la ofensiva de Adolf Hitler sobre Polonia provocaba el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La España de Franco optó por mantener una postura de aparente neutralidad en este conflicto bélico internacional, en el que se optó por no posicionarse en contra de Alemania e Italia, debido a la afinidad política con estos países y al apoyo recibido por su parte en la guerra española.

En medio de este panorama político internacional, en León se fraguaban los primeros pasos de lo que sería una red de espionaje al servicio de Gran Bretaña. Su núcleo logístico estuvo registrado en diferentes enclaves de la ciudad, donde comenzó la actuación de Lorenzo Sanmiguel Martínez, también conocido con el nombre falso de Juan Martínez Martínez, jefe de esta organización de espionaje.

De antecedentes izquierdistas, ideales comunistas y mala conducta, Lorenzo Sanmiguel regresó a España desde México en 1935, y tras participar como voluntario en el Regimiento de Infantería número 31 de Astorga (León), fue detenido y procesado por sedición, acusado de la distribución de hojas de propaganda subversiva redactadas en el interior del cuartel. Tras el golpe franquista, consiguió escapar y se trasladó a Asturias, donde se ocultó hasta el año 1939.

Fue en ese momento cuando, vestido de mujer, viajó a León para esconderse en el domicilio de sus padres, donde permaneció hasta el año 1941, cuando cruzó clandestinamente la frontera de Portugal para viajar a Lisboa y visitar las Embajadas de Gran Bretaña, México y Cuba e informar de su posición en beneficio de la Causa roja. De nuevo en España, entró en contacto con la Embajada inglesa en Madrid y comenzó a dirigir una red de espionaje en el norte de España.

Contó con 36 agentes y numerosos colaboradores que el jefe de la red reclutaba entre sus familiares y amigos, o bien por recomendaciones. Manejaban información tanto de fuerzas militares, como de enclaves y lugares de interés. Cada agente disponía de una contraseña. La información facilitada incluía distribución de fuerzas, defensa de costas, actos de sabotaje, entre otras muchas materias.

Descubiertos

El 16 de octubre de 1943, un trabajador de la Fábrica de Cañones de Trubia, en Asturias, llamado Libertario García, fue detenido por la Guardia Civil, para quien no había pasado desapercibido el elevado nivel de vida que mantenía. Reconoció que vendía información a un tal Juan Martínez. La investigación llevó a la Guardia Civil a un piso del paseo de la Condesa de Sagasta de León, donde Juan tenía una habitación arrendada.

En el tiroteo que se produjo, Juan Martínez falleció. En su habitación se encontraron armas, dinero, fotografías y planos y una agenda con los nombres de sus 56 colaboradores o agentes. El Consejo de Guerra ordinario se reunió en Oviedo el 16 de marzo de 1944. La sentencia recogió la absolución de doce de los acusados, pero también la pena de muerte para cuatro más y diferentes condenas para el resto. Fue el final del sueño de Lorenzo, que relacionó el triunfo aliado en Europa con la caída de Franco en España.