viernes, 11 de junio de 2010

El totalitarismo nazi aportó al santoral varios comunicadores, laicos o clérigos, por la vía del martirio.

El periodista andaluz Manuel Lozano Garrido, «Lolo», será beatificado este sábado en Linares (Jaén). Es el único periodista moderno en los altares que no ha sido mártir. De él se destaca el coraje y alegría con que afrontó durante muchos años su durísima situación médica.
Tampoco les faltó el coraje a otros periodistas que subieron a los altares por la «vía rápida», el martirio. Ni carecían de valor «periodistas» más antiguos.

El primero en ser venerado fue San Lucas, autor griego del tercer evangelio y de los «Hechos de los Apóstoles», sin duda el «periodista» más leído de la historia y el más influyente. En el capítulo 20 de «Hechos» es cronista en primera persona de su viaje costero con San Pablo. Su evangelio se inicia así: «he investigado cuidadosamente todo desde los orígenes para hacer una narración ordenada». El patrón oficial de los periodistas es el obispo San Francisco de Sales (1567-1622), autor de textos que repartía casa por casa en zonas de mayoría protestante, prefiriendo predicar el amor en época de guerras religiosas. Su «Introducción a la vida devota» llegó a todo tipo de público.

Los nazis aportaron tres periodistas al santoral al martirizar a San Maximiliano Kolbe, al beato Titus Brandsma y al laico alemán Nikolaus Gross.

Kolbe murió de una inyección letal en Auschwitz, después de tres semanas sin alimento ninguno en un foso de castigo, sustituto voluntario de otro condenado. En 1927 en Polonia había puesto en marcha todo un complejo editorial, luego una radio, y siendo misionero en Japón, sin conocer el idioma, editó ocho revistas católicas y dos periódicos. «El caballero de la Inmaculada», en polaco, llegó a tirar casi un millón de ejemplares.

El carmelita y periodista Titus Brandsma animó a la prensa holandesa durante la ocupación nazi a no publicar la propaganda del régimen: lo ejecutaron en 1942. Pero ellos eran célibes, mientras que Nikolaus Gross era padre de familia numerosa. Sindicalista, director de un periódico católico, siguió publicando desde la clandestinidad y condenando el nazismo. Fue ahorcado en 1945 por «traición» a la patria.

Hay otros en proceso de beatificación, como Odoardo Focherini, periodista de Acción Católica que salvó numerosos judíos en Italia y fue asesinado por los nazis, o el director de «La Verdad» y alcalde de Murcia, Francisco Martínez, asesinado por milicianos en 1936 porque, dijo uno de ellos, «había pruebas de que era muy católico».

Lídice en la memoria

En la cadena de crímenes cometidos por Alemania, hay uno que permanece en la memoria de la Humanidad, la destrucción y aniquilación de Lídice, un pequeño pueblo de Checoslovaquia, el 10 de junio de 1942.

Lidice era una pequeña y agradable aldea campesina, situada a 16 Km de Praga, la cual estaba conformada por obreros del centro industrial de Kladno, donde la mayoría de los pobladores trabajaba la tierra.

Allí, unos días antes de la citada fecha, hombres de la resistencia checa atacaron el vehículo que transportaba al Vicecomandante de las SS bajo las órdenes de Himmler, Reinhard Heindrich, quien fue llevado gravemente herido a una clínica capitalina donde falleció.

Al conocer la noticia, Hitler, enfurecido ordenó dar un escarmiento a los nativos de la localidad, y en la noche del 27 de Mayo, ordenó la total destrucción de la comunidad checa, de donde supuestamente eran los autores del referido crimen.

Fue así que adolescentes y hombres adultos del pueblo fueron llevados a un granero y ejecutados contra la pared. El pueblo fue incendiado, las mujeres fueron trasladas al campo de concentración de Ravensbruck y los niños fueron separados de sus madres.

La gestapo había querido borrar de la faz de la tierra a este pueblo, a pesar de no disponer de una prueba concreta contra los vecinos de la pequeña aldea minera.

Hoy, cuando la vida parece diferente y el acontecimiento tan lejano; es imposible olvidar tanta crueldad, máxime al ocurrir luego, similares hechos en Mi Lay, Cassinga, Soweto, Fallujah, Abu Grahib, Palestina, Afganistán y Guantánamo.

¿Irse de fiesta en plena II Guerra Mundial? Es lo que está de moda en Londres


Los londinenses sacaron a relucir los vestidos con flores de sus abuelas y los uniformes de la Segunda Guerra Mundial para dirigirse nuevamente a los refugios, escuchar música swing, beber y recordar otras cosas de la época de los bombardeos aéreos.

La Blitz Party que se celebra cada cuatro o cinco semanas en distintos lugares de la capital inglesa, es promocionada como una tarde de la década de 1940 con espíritu comunitario.

En ella, las personas tienen la posibilidad de cambiar la seguridad del mundo moderno por una época en que los londinenses desafiaban a los bombarderos Luftwaffe de Hitler ocultos tras cortinas oscuras.

"Esto ha golpeado la taquilla", dice el fundador y organizador de Blitz Party, Mark Holdstock, quien inauguró el club nocturno el año pasado.

"Tenemos personas que saben cómo dar una fiesta y probablemente han ido a fiestas y clubes por mucho tiempo. Son mayores que los nuevos juerguistas. Están buscando algo un poco más interesante e inclusivo", señala.

Los lugares de encuentro son escogidos específicamente para dar una sensación de auténtico refugio de guerra. Luego son equipados con artefactos y artículos para rememorar tiempos anteriores, como sacos de arena, lámparas de aceite, libros de raciones y literas militares.

Bandas de música swing, artistas y DJs hacen vibrar la noche con sonidos de una época pasada.

"En etapas comenzamos a arrendar lugares de encuentro más grandes, mientras la voz se difundía y tuvimos más seguidores (...) Hay lugares naturales donde la Blitz Party encaja (...) bóvedas ferroviarias reacondicionadas y cosas que indican al periodo", dijo Holdstock.

"Hemos explorado diferentes tiendas de antigüedades y segunda mano, para salvar cosas sueltas como accesorios (...) tendemos a escenificar todo el ambiente como un refugio de guerra", agregó.

Los asistentes pueden comprar cócteles de la época en el bar ambientado como tienda de provisiones y aperitivos que incluyen huevos escoceses caseros y emparedados.