En coincidencia con los sesenta años del fin de la Segunda Guerra Mundial, una obra del historiadora británico Richard Overy que lleva por título "Por qué ganaron los aliados" se detiene en los cambios radicales que entre 1942 y 1945 propiciaron el triunfo de la sociedad estratégica conformada por Gran Bretaña, Estados Unidos y la ex URSS.
Overy, un prestigioso historiador del III Reich y la Segunda Guerra Mundial, propone un riguroso análisis que abarca la dimensión moral y política de la guerra en torno a cuatro campos de conflicto decisivos para los aliados: la guerra marítima, el frente oriental, la ofensiva aérea y la reconquista de Europa.
En una segunda instancia, el autor se ocupa de otros factores también cruciales como el equilibrio de recursos y la eficacia militar, la construcción del liderazgo y el criterio estratégico, la movilización y los contrastes morales entre los bandos enfrentados.
"Fue un conflicto único, tanto por su escala como por su extensión geográfica. Se movilizaron recursos colosales en inmensas distanciasLos Aliados pensaban que no se trataba de ganar la guerra en una zona de combate concreta, sino que debía ganarse en todos los teatros de operaciones y en todas las armas: por tierra, mar y aire, indica Overy en el libro.
La lucha por la victoria fue, pues, costosa, extensa y, sobre todo, lenta. Las exigencias de la guerra fueron extraordinarias para todos los estados beligerantes de ambos bandos. Todos ellos movilizaron una tercera parte (o más) de sus recursos humanos y dedicaron hasta dos tercios de su economía a satisfacer las necesidades inagotables del frente", agrega.
Por qué ganaron los aliados, recién editado por el sello Tusquets, elude presentarse como una historia general de la Segunda Guerra Mundial para concentrarse en aspectos menos divulgados, como la descomunal participación soviética que registró unos 20 millones de muertos- frente a un Estados Unidos que no sufrió ningún ataque en su territorio, o las 70.000 bajas civiles inglesas.
La obra, que se acaba de reeditar pero fue publicada originalmente en 1995, ofrece un formato ágil que no excluye la acumulación de datos y apostillas interesantes, como el registro de la hostilidad hacia la guerra por parte del pueblo norteamericano.
En 1937, el Congreso aprobó leyes exhaustivas sobre neutralidad cuyos objetivos eran evitar que Estados Unidos interviniese en guerras ajenas y limitar el comercio y la producción de armas. Muchos estadounidenses lamentaban la intervención del 1917 y estaban decididos a no cometer el mismo error dos veces, sostiene Overy.
A pesar de todo, el margen entre la victoria y la derrota fue a menudo tan escaso que las teorías generales parecen fuera de lugar. Las batallas no se deciden de antemano. Si fuera así , nadie se tomaría la molestia de librarlas. La decisiva batalla de Midway se ganó porque de los centenares de bombas que arrojaron los estadounidenses, diez dieron en el blanco, apunta en la obra.
En el prólogo del libro, Overy indica que cuando sus allegados se enteraron el título del libro la réplica habitual fue ¿Ganaron?, a lo que el prestigioso historiador responde: Hay muchas formas de ganar. El paso del tiempo ha permitido argüir que ninguno de los tres aliados principales Gran Bretaña, Estados Unidos y la ex URSS- ganó gran cosa.
Gran Bretaña perdió su imperio y su papel de líder mundial; Estados Unidos se encontró con que había cambiado un enemigo europeo por otro, un imperio del mal más peligroso e impenetrable que el de Hitler; en cuanto a la URSS, el costo de mantener su condición de superpotencia, adquirida en 1945, acabó por provocar una crisis en su propia sociedad, que la condujo al derrumbamiento en 1991, explica.
Como contrapartida, el ensayista señala que los tres países del Eje -Alemania, Italia y Japón- no han vuelto a hacer ningún intento de convertirse en grandes potencias militares, aunque los tres han conocido la prosperidad económica.
Alemania y Japón son las superpotencias del mercado mundial y sus ciudadanos son mucho más ricos que los británicos, cuyo esfuerzo bélico estuvo a punto de arruinar una economía que en 1939 era de las más ricas del mundo. En eso piensa la gente cuando pregunta ¿Ganaron?. Es indiscutible que los Aliados ganaron la contienda militar en 1945 y este libro trata de la victoria en este sentido más restringido, subraya Overy.
En su afán de concentrarse en los aspectos coneptuales, el historiador describe algunas campañas o batallas solamente cuando esto contribuye a la exposición de una tesis, pero su objetivo es el análisis de la tecnología, la política y la moral antes que la acción de las tropas.
Overy reflexiona también sobre las consecuencias a largo plazo que desató el fin de la guerra, en particular que aún reforzándose la democracia en la Europa Occidental, dio fruto a un régimen totalitario en la Europa del Este durante otros cincuenta años.
Overy, un prestigioso historiador del III Reich y la Segunda Guerra Mundial, propone un riguroso análisis que abarca la dimensión moral y política de la guerra en torno a cuatro campos de conflicto decisivos para los aliados: la guerra marítima, el frente oriental, la ofensiva aérea y la reconquista de Europa.
En una segunda instancia, el autor se ocupa de otros factores también cruciales como el equilibrio de recursos y la eficacia militar, la construcción del liderazgo y el criterio estratégico, la movilización y los contrastes morales entre los bandos enfrentados.
"Fue un conflicto único, tanto por su escala como por su extensión geográfica. Se movilizaron recursos colosales en inmensas distanciasLos Aliados pensaban que no se trataba de ganar la guerra en una zona de combate concreta, sino que debía ganarse en todos los teatros de operaciones y en todas las armas: por tierra, mar y aire, indica Overy en el libro.
La lucha por la victoria fue, pues, costosa, extensa y, sobre todo, lenta. Las exigencias de la guerra fueron extraordinarias para todos los estados beligerantes de ambos bandos. Todos ellos movilizaron una tercera parte (o más) de sus recursos humanos y dedicaron hasta dos tercios de su economía a satisfacer las necesidades inagotables del frente", agrega.
Por qué ganaron los aliados, recién editado por el sello Tusquets, elude presentarse como una historia general de la Segunda Guerra Mundial para concentrarse en aspectos menos divulgados, como la descomunal participación soviética que registró unos 20 millones de muertos- frente a un Estados Unidos que no sufrió ningún ataque en su territorio, o las 70.000 bajas civiles inglesas.
La obra, que se acaba de reeditar pero fue publicada originalmente en 1995, ofrece un formato ágil que no excluye la acumulación de datos y apostillas interesantes, como el registro de la hostilidad hacia la guerra por parte del pueblo norteamericano.
En 1937, el Congreso aprobó leyes exhaustivas sobre neutralidad cuyos objetivos eran evitar que Estados Unidos interviniese en guerras ajenas y limitar el comercio y la producción de armas. Muchos estadounidenses lamentaban la intervención del 1917 y estaban decididos a no cometer el mismo error dos veces, sostiene Overy.
A pesar de todo, el margen entre la victoria y la derrota fue a menudo tan escaso que las teorías generales parecen fuera de lugar. Las batallas no se deciden de antemano. Si fuera así , nadie se tomaría la molestia de librarlas. La decisiva batalla de Midway se ganó porque de los centenares de bombas que arrojaron los estadounidenses, diez dieron en el blanco, apunta en la obra.
En el prólogo del libro, Overy indica que cuando sus allegados se enteraron el título del libro la réplica habitual fue ¿Ganaron?, a lo que el prestigioso historiador responde: Hay muchas formas de ganar. El paso del tiempo ha permitido argüir que ninguno de los tres aliados principales Gran Bretaña, Estados Unidos y la ex URSS- ganó gran cosa.
Gran Bretaña perdió su imperio y su papel de líder mundial; Estados Unidos se encontró con que había cambiado un enemigo europeo por otro, un imperio del mal más peligroso e impenetrable que el de Hitler; en cuanto a la URSS, el costo de mantener su condición de superpotencia, adquirida en 1945, acabó por provocar una crisis en su propia sociedad, que la condujo al derrumbamiento en 1991, explica.
Como contrapartida, el ensayista señala que los tres países del Eje -Alemania, Italia y Japón- no han vuelto a hacer ningún intento de convertirse en grandes potencias militares, aunque los tres han conocido la prosperidad económica.
Alemania y Japón son las superpotencias del mercado mundial y sus ciudadanos son mucho más ricos que los británicos, cuyo esfuerzo bélico estuvo a punto de arruinar una economía que en 1939 era de las más ricas del mundo. En eso piensa la gente cuando pregunta ¿Ganaron?. Es indiscutible que los Aliados ganaron la contienda militar en 1945 y este libro trata de la victoria en este sentido más restringido, subraya Overy.
En su afán de concentrarse en los aspectos coneptuales, el historiador describe algunas campañas o batallas solamente cuando esto contribuye a la exposición de una tesis, pero su objetivo es el análisis de la tecnología, la política y la moral antes que la acción de las tropas.
Overy reflexiona también sobre las consecuencias a largo plazo que desató el fin de la guerra, en particular que aún reforzándose la democracia en la Europa Occidental, dio fruto a un régimen totalitario en la Europa del Este durante otros cincuenta años.
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