viernes, 4 de julio de 2014

El tesoro maldito de Eva Braun



Eva Braun tenía 17 años y trabajaba como asistente y modelo para el fotógrafo personal de Adolf Hitler –que era Heinrich Hoffmann– cuando conoció al líder nazi en Múnich. Dos años después de ese encuentro en 1929, Braun y el dictador alemán comenzarían a verse habitualmente transformándose la joven fotógrafa en amante del nazi quien comenzaría a agasajarla con regalos de todo tipo.

El tema acerca del origen y destino de los regalos de Hitler a Braun –y en general del arte robado por los nazis– volvió a removerse nuevamente ayer, ya que la Pinacoteca de Múnich ha confirmado que un sobrino ya fallecido de la amante del Führer presentó un recurso ante el Tribunal de Múnich para que se le restituyan a la familia los regalos que Hitler hiciera a Braun. Pero los herederos del sobrino –según confirmó ayer el museo bávaro– han rechazado continuar con la demanda.


Empadronado en Múnich

Hacia 1936, Eva Braun formaba parte del hogar de Hitler en la residencia de Berghof, donde llevó una vida alejada de la Segunda Guerra Mundial, concentrándose en su trabajo fotográfico: es la autora de gran parte de las fotos y vídeos en color que se conservan de Adolf Hitler. A medida que el Tercer Reich comenzaba a derrumbarse, Eva Braun juró lealtad al dictador y viajó hasta Berlín para estar al lado del Führer en el búnker. Ahí, ante la cercanía de las tropas del Ejército Rojo y bajo la Cancillería del Reich, Braun y Hitler contrajeron matrimonio el 29 de abril de 1945 –ella tenía 33 y él 56 años–, menos de dos días después ambos se suicidan; Braun con la ingestión de una cápsula de cianuro.

A la hora del suicidio, Hitler se encontraba empadronado en Múnich, razón por la cual el ministerio de Finanzas de este Land recibe los derechos de autor de «Mein Kampf», libro que pertenecían a la editorial del partido nazi Eher-Verlag y con la obligación de evitar su publicación. También recibe obras de arte y numerosos objetos de valor que han ido a parar a la colección de pintura del Estado de Baviera, como un reloj de brillantes grabado con el nombre de Eva Braun que Hitler regaló a su amante con motivo de su 27 cumpleaños. El reloj en cuestión, que se encuentra almacenado en el depósito de la pinacoteca bávara, fue uno de los objetos reclamados por su sobrino, información que ha confirmado ayer dando un nuevo giro al encendido debate acerca del arte robado por los nazis.

Demanda desactivada

Luego de la muerte del sobrino de Braun, sus herederos han rechazado continuar con la demanda que no sólo incluía el reloj de brillantes sino una pintura que perteneció a la fotógrafa: «Gebirgslandschaft an der spanischen Küste» (Paisaje montañoso en la costa de España), de Fritz Bamberger, una obra que se encuentra en el sitio web Lost Art, ya que no está descartado que fuera robada a familias judías. En el fondo de obras de arte de la Pinacoteca de Múnich se encuentra gran cantidad de objetos de valor procedentes de la época nazi, sobre todo piezas de arte que pertenecieron al círculo de poder de Hitler: pasadores de corbata, gemelos de oro o collares de brillantes que pertenecieron a Hermann Göring, Julius Streicher o Martin Bormann.

Hitler quería cultivar una imagen de héroe casto; se consideraba a sí mismo atractivo para las mujeres y quería permanecer soltero para aprovecharlo, por ello él y Eva Braun nunca aparecieron juntos en público. Por otra parte, toda la familia de Eva Braun sobrevivió a la guerra: su madre Franzisca vivió en una granja en Baviera y murió en 1976 a los 96 años, su padre Fritz ya había muerto en 1964, su hermana Gretl murió en 1987 e Ilse –la mayor, que no formó parte del círculo cercano de Hitler– falleció en 1979.

El tesoro maldito de Eva Braun ha reabierto el debate acerca de la gestión alemana respecto del arte robado por los nazis y las pertenencias de Hitler y sus comandantes. Se acaban de cumplir ochenta años de la llegada del líder nazi al poder y el Estado germano no ha sido capaz de tomar decisiones respecto del legado nacionalsocialista que se encuentra en diferentes instituciones como la Pinacoteca de Múnich.

El caso Gurlitt hizo que se creara una comisión especial que gestionaría las obras encontradas, pero hasta ahora no hay resultados claros. Las propiedades extraídas a las víctimas del nazismo deben ser devueltas a sus propietarios o descendientes, así lo establece la Declaración de Washington, firmada por más de cuarenta Estados en 1998 (Alemania entre ellos).

Via| ABC

1 comentario :

  1. Ola muy buen artículo, te agradecería mucho si me pudieras proporcionar una fuente del mismo. Saludos :)

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