La polémica propuesta ha logrado un respaldo mayoritario en el Senado belga, a pesar de la oposición frontal de los partidos francófonos del sur del país, lo que podría introducir la cuestión en la agenda de esta cámara para su votación por primera vez tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
"La amnistía como gesto colectivo sigue siendo para nosotros un escándalo y un error", asegura el presidente de la región francófona de Valonia, el socialista Rudy Demotte.
El ministro de Justicia, el democristiano flamenco (CD&V) Stefaan De Clerck, ha liderado, por su parte, las voces a favor de mantener un debate sobre el asunto, lo que muchos han interpretado como un respaldo indirecto a la propuesta del VB.
De Clerck llegó a decir que ya era hora de "olvidar el pasado", lo que desató una oleada de críticas entre los políticos francófonos, tradicionalmente asociados a la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, y desde la comunidad judía de Bélgica.
"Más de 30.000 judíos fueron deportados hacia centros de exterminio de Polonia, entre 1942 y 1944, desde Malinas (Bélgica) y Drancy (Francia)", recuerdan varias organizaciones judías de Bélgica, para las cuales "es imposible olvidar".
La portavoz del ministro de Justicia, Lieselot Bleyenberg, explicó hoy a Efe que De Clerck reconoce que su mención al olvido "fue un error" y se disculpa por ello, pero mantiene que sigue siendo partidario del debate, ya que, a su juicio, permitiría analizar el pasado de manera objetiva y construir elementos de reconciliación 65 años después de los hechos.
De Clerck se reunirá el próximo lunes con las organizaciones judías de Bélgica para escuchar su opinión y despejar dudas sobre su posición.
Los principales partidos francófonos -socialistas, cristianodemócratas, ecologistas y liberales- insisten en que hablar de amnistía es un peligro para la democracia y una ofensa para las víctimas y sus familias.
La amnistía, aunque consistiera simplemente en la retirada del estatus de "traidores" de los colaboracionistas durante la ocupación alemana entre 1940 y 1944 es muy simbólica.
"Reabrir el debate no creo que beneficie a la situación actual del país", sumido en una profunda crisis política desde hace casi un año, afirmó en una conversación con Efe el investigador de estudios políticos de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Regis Dandoy.
Según Dandoy, partidos como VB (cuyo nombre significa "Interés Flamenco") y el soberanista N-VA, ganador de los comicios de junio pasado en el norte del país, ambos partidarios de la división de Bélgica, son la raíz del problema ya que fueron creados por los propios colaboradores con el nazismo.
"Se trata de una estrategia para limpiar su imagen y desvincularse del pasado", añade Dandoy, quien asegura que los demás partidos de Flandes apoyan esta corriente "porque entienden que es bueno para Flandes".
El politólogo Carl Devos, de la Universidad de Gante (Flandes), considera "un insulto" decir que todos los flamencos piensan como el radical VB y asegura que se trata de "una minoría" y que el colaboracionismo fue un problema de Bélgica y no en particular de Flandes.
En su opinión, "es una estupidez" asociar a Flandes con la riqueza y la mentalidad liberal y a Valonia con la pobreza y el socialismo, y por extensión con el colaboracionismo y la resistencia, respectivamente, y recuerda que uno de los más conocidos colaboracionistas fue el líder fascista francófono León Degrelle.
"Quizá el motivo por el cual algunos se resisten a hablar de esta cuestión y dejarla zanjada para siempre es precisamente por que se vería que no existen tantas diferencias entre Flandes y Valonia", sostuvo.
El debate sigue abierto mientras se decide si se vota la propuesta del VB, cuyas iniciativas en otras ocasiones no han logrado ningún respaldo.
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