viernes, 23 de abril de 2010

El megalómano Mijalkov ofrece su versión rusa de la Segunda Guerra Mundial

"Sentí la necesidad de rodar una secuela tras ver 'Salvar al soldado Ryan' de Steven Spielberg. Me sentí herido por la historia según la cual la victoria en la guerra pertenecía a los aliados", afirmó Mijalkov, el director ruso más internacional.

Mijalkov, empeñado en sus últimas películas en sentar cátedra sobre la historia de su país, aseguró que minusvalorar el papel de la URSS en la victoria sobre la Alemania nazi es "injusto", aunque sólo sea desde el punto de vista del "número de víctimas" (26 millones) sufridas por el pueblo soviético.

Propagandista vocacional, Mijalkov organizó en el Kremlin el pasado fin de semana un estreno para la elite política y cultural, además de veteranos de la guerra, con vistas al comienzo de las celebraciones con motivo del 65 aniversario de la derrota de Hitler.

"Confío en que, al ver esta película, los espectadores comprendan el precio de la victoria y lo que tuvo que sufrir nuestro pueblo", dijo en alusión a que la cinta está ambientada en los primeros y más sangrientos meses de la invasión nazi.

Con un presupuesto de 55 millones de dólares, "Quemados por el sol II" es la cinta más cara de la historia del cine ruso, lo que el espectador puede apreciar por sí mismo en las espectaculares escenas bélicas, las explosiones, los aviones de guerra y los miles de extras.

"Si no hacemos películas a lo grande, nunca seremos una potencia mundial en el cine", se justificó el director, que dedicó ocho años a esta cinta, para la que incluso tuvo que ordenar construir especialmente un puente de madera de 130 metros de largo.

Mijalkov, que se llevó un Oscar y una Palma de Oro en Cannes en 1994 por la primera parte de "Quemados por el sol" que se centra en las purgas estalinistas, recupera a los dos principales personajes de esa película: el oficial Kótov, al que interpreta de nuevo él mismo, y el espía del NKVD (precursor del KGB) que le traiciona.

Ese papel es de nuevo interpretado por Oleg Ménshikov, al igual que el de la hija de Kótov, que pone de nuevo frente a la pantalla grande a la hija del director, Nadia Mijalkova.

Kótov, que habría muerto en la primera parte, pasa del campo de concentración en el que se encontraba al campo de batalla, donde es buscado por el personaje de Ménshikov, que recibe órdenes directas del propio Stalin (Maxím Sujánov).

La película, que dura tres horas y ha sido incluida en la sección oficial del próximo Festival de Cannes, ha recibido críticas muy dispares, en muchos casos relacionadas no con la calidad de la cinta, sino con el mensaje político que pone sobre la mesa.

Muchos críticos acusan a Mijalkov de convertirse en portavoz del Kremlin, obsesionado a su vez con los intentos de otros países de revisar la historia de la contienda mundial al acusar a la URSS de pactar con Hitler para anexionarse territorios en Europa del Este.

Según el diario digital Gazeta.ru, "la manipulación de la realidad" por parte de Mijalkov hace que "Quemados por el sol II" se parezca más a "Malditos Bastardos" de Quentin Tarantino que a una película histórica.

"Esta gran película es el mayor fraude de la historia del cine ruso", dijo Ksenia Lárina, crítica de la emisora de radio "Eco de Moscú", que culpó del fiasco "al grandioso e inhumano ego de Mijalkov", amigo personal del primer ministro, Vladímir Putin.

Otros acusan a Mijalkov de dejar sin respuesta muchos interrogantes sobre los dos personajes principales, que parecían haber muerto en la primera parte, y que el cineasta deberá aclarar en la tercera, que será estrenada en los próximos meses.

En el plano exclusivamente artístico, los expertos alaban la puesta en escena y la actuación de Sujánov, que interpreta a un Stalin despiadado y colérico.

"Tres horas, pero la película se pasa en un suspiro. Habrá mucho debate, muchas críticas, pero merece la pena verla", comentó Fiódor Bondarchuk, uno de los directores más taquilleros de Rusia.

La anterior película de Mijalkov -hijo del autor del himno soviético y ruso- "12", un remake de "Doce hombres sin piedad" de Sidney Lumet, recibió en 2007 un León de Oro especial en el festival de Venecia.

El cineasta ruso, que nació pocos meses después del fin de la guerra, recibió otro León de Oro en 1991 por "Urga, el territorio del amor", una historia ambientada en las praderas de Mongolia.

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