viernes, 16 de marzo de 2012

Las temidas monjas paracaidistas de Hitler

La reticencia a una nueva guerra por parte de Francia e Inglaterra junto a la bisoñez de sus respectivos primeros ministros, Édouard Daladier y Neville Chamberlain, dejaron el camino expedito para que Hitler ocupase Polonia. Cuando quisieron reaccionar ya era tarde… la maquinaria bélica alemana estaba atacando el frente occidental; cayeron Luxemburgo, Bélgica, los Países Bajos y, finalmente, Francia.

La brutal ofensiva del ejército alemán en el frente iba acompañada de otra ofensiva tras las líneas enemigas. Esta otra ofensiva no era otra que la de socavar la resistencia desde dentro, lo que el General Mola en la Guerra Civil española acuñó como la quinta columna, y para este menester Hitler disponía de un maestro de la propaganda y la confusión… Joseph Goebbels (Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad).

Goebbels puso la maquinaria en marcha emitiendo en onda media desde Colonia, Stuttgart o Leipzig e incluso bajo el nombre de Radio Humanité (como el periódico comunista francés) para que pareciesen emisiones hechas desde Francia por los comunistas. Comenzaron a hacer correr bulos sobre curas y monjas paracaidistas que se infiltraban entre la población, paracaidistas que utilizaban uniformes de color azul cielo que los hacían mimetizarse de tal forma que eran invisibles durante el descenso… A la difusión de este bulo también contribuyeron las declaraciones en París del ministro holandés de Asuntos Exteriores, Van Keffles: miles de paracaidistas alemanes fueron lanzados sobre Holanda y Bélgica vestidos con ropas de curas, monjas o enfermeras. Se dieron casos en los que a grupos de monjas se les ponía en fila e inspeccionaban las manos y la nuez.

Todos sospechaban de todos, los espías se convirtieron en una epidemia. El caos, la histeria, el pánico y la confusión se apoderaron de Francia y más de 10 millones de franceses abandonaron sus hogares huyendo de los alemanes. Aquel éxodo colapso la red de comunicaciones, los suministros y armas no llegaban al frente, los heridos no podían ser trasladados a los centros médicos…

Aquella batalla la había ganado Goebbels.

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