En la segunda mitad del siglo XX la pregunta, ¿Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial?, aun tenía una respuesta fácil: el 1 de septiembre de 1939. Vivíamos en un mundo en el que Europa, el occidente euro-atlántico, aun conservaba casi el monopolio de la historia. Ya no estábamos en el XIX colonial, cuando africanos, sudamericanos y asiáticos, simplemente, no existían, pero aun podíamos escribir la historia a nuestra medida con cierto confort.
Grandes historiadores europeos contemporáneos como Eric Hobsbawm mencionan las hambrunas de Irlanda, en su famosa trilogía sobre el XIX, pero no citan las hambrunas de la India victoriana, infinitamente más letales. En el siglo XXI las cosas han cambiado. El mundo sigue siendo muy desigual, pero aquellos chinitos, indios y africanos que antes no contaban nada, cada vez cuentan más. Por eso, es necesario replantearse esa pregunta, y muchas otras, con miras a una historia más moderna y más acorde con el nuevo "mundo total" en el que nos encontramos.
En este mundo de hoy, nuestra antigua respuesta de que la Segunda Guerra Mundial comenzó a las 4,45 de la madrugada del uno de septiembre de 1939, cuando el acorazado alemán Schleswig-Holstein inició el bombardeo de la Westerplatte de Gdansk (entonces Danzig), es, por lo menos, discutible. Para entonces, aquella guerra tenía ya ocho años de historia en el mundo de verdad, que es mucho más grande que el mundo eurocentrista de ayer.
En 1931 los japoneses se habían apoderado de un trozo de China mayor que Francia. En 1933 y 1935 habían expandido su invasión a otras tres provincias chinas, practicando su guerra química y bacteriológica con experimentos en la población civil. En 1935 Italia invadía Abisinia, con el Mariscal Badoglio utilizando gas mostaza contra la población civil. En mayo de 1939 se producía el ataque japonés contra Mongolia, retaguardia de la URSS. Daba comienzo así la batalla de Jaljyn Gol, concluida en septiembre con muchos más muertos que toda la campaña de la invasión alemana de Francia de 1940 y sobre la que vale la pena extenderse.
La batalla de Jaljyn Gol, evocada en la carta de Putin a los polacos que se divulgó ayer en Varsovia, como la invasión japonesa de China, no fueron episodios marginales sino jugadas centrales de la Segunda Guerra Mundial. En la estepa mongola se libró una batalla moderna, con uso integrado de artillería tanques y aviación, un escenario que luego sería típico de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Los soviéticos estrenaron allá el tanque T-34 (quinientas unidades) que seis años después llegaría hasta Berlín, y quinientos aviones.
Muchos han oído hablar de la heroica y quijotesca carga de la caballería ligera polaca contra los tanques de Hitler, episodio que tiene el pequeño inconveniente de no haberse producido nunca y ser pura fantasía, según manuales como el "Oxford Companion to the Second World War". Lo que no ocurrió en Polonia, sí tuvo lugar en Mongolia, pues en la mencionada batalla participaron decenas de miles de mongoles a caballo, con fusil, espada y máscara antigás, atacando no los tanques pero si los flancos del ejército japonés que acabó siendo completamente desorganizado. El jefe de las tropas era el General Georgi Zhukov, que luego sería el Mariscal soviético más importante de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.
La batalla contribuyó a cambios de planes que afectaron directamente a Europa, a esa Europa sin Rusia que era la que se entendía entonces, y en parte todavía hoy, razón por la que aun no tenemos un esquema continental de seguridad integrado. Perdiendo 60.000 hombres entre muertos y heridos, la derrota japonesa obligó a Tokio a enfocar la guerra hacia las colonias europeas en China y en el conjunto de Asia, donde aniquilaron a unos 20 millones de chinos, y acabaron chocando frontalmente con intereses europeos.
En el mundo de ayer estos datos quedaban fuera de la historia. Las agresiones, los atropellos y las matanzas contra no europeos, o que no implicaran a intereses europeos, no contaban, o podían ser tolerados. Mucho de ello continúa hoy, aunque no tenga futuro.
Vía| La Vanguardia
Grandes historiadores europeos contemporáneos como Eric Hobsbawm mencionan las hambrunas de Irlanda, en su famosa trilogía sobre el XIX, pero no citan las hambrunas de la India victoriana, infinitamente más letales. En el siglo XXI las cosas han cambiado. El mundo sigue siendo muy desigual, pero aquellos chinitos, indios y africanos que antes no contaban nada, cada vez cuentan más. Por eso, es necesario replantearse esa pregunta, y muchas otras, con miras a una historia más moderna y más acorde con el nuevo "mundo total" en el que nos encontramos.
En este mundo de hoy, nuestra antigua respuesta de que la Segunda Guerra Mundial comenzó a las 4,45 de la madrugada del uno de septiembre de 1939, cuando el acorazado alemán Schleswig-Holstein inició el bombardeo de la Westerplatte de Gdansk (entonces Danzig), es, por lo menos, discutible. Para entonces, aquella guerra tenía ya ocho años de historia en el mundo de verdad, que es mucho más grande que el mundo eurocentrista de ayer.
En 1931 los japoneses se habían apoderado de un trozo de China mayor que Francia. En 1933 y 1935 habían expandido su invasión a otras tres provincias chinas, practicando su guerra química y bacteriológica con experimentos en la población civil. En 1935 Italia invadía Abisinia, con el Mariscal Badoglio utilizando gas mostaza contra la población civil. En mayo de 1939 se producía el ataque japonés contra Mongolia, retaguardia de la URSS. Daba comienzo así la batalla de Jaljyn Gol, concluida en septiembre con muchos más muertos que toda la campaña de la invasión alemana de Francia de 1940 y sobre la que vale la pena extenderse.
La batalla de Jaljyn Gol, evocada en la carta de Putin a los polacos que se divulgó ayer en Varsovia, como la invasión japonesa de China, no fueron episodios marginales sino jugadas centrales de la Segunda Guerra Mundial. En la estepa mongola se libró una batalla moderna, con uso integrado de artillería tanques y aviación, un escenario que luego sería típico de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Los soviéticos estrenaron allá el tanque T-34 (quinientas unidades) que seis años después llegaría hasta Berlín, y quinientos aviones.
Muchos han oído hablar de la heroica y quijotesca carga de la caballería ligera polaca contra los tanques de Hitler, episodio que tiene el pequeño inconveniente de no haberse producido nunca y ser pura fantasía, según manuales como el "Oxford Companion to the Second World War". Lo que no ocurrió en Polonia, sí tuvo lugar en Mongolia, pues en la mencionada batalla participaron decenas de miles de mongoles a caballo, con fusil, espada y máscara antigás, atacando no los tanques pero si los flancos del ejército japonés que acabó siendo completamente desorganizado. El jefe de las tropas era el General Georgi Zhukov, que luego sería el Mariscal soviético más importante de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.
La batalla contribuyó a cambios de planes que afectaron directamente a Europa, a esa Europa sin Rusia que era la que se entendía entonces, y en parte todavía hoy, razón por la que aun no tenemos un esquema continental de seguridad integrado. Perdiendo 60.000 hombres entre muertos y heridos, la derrota japonesa obligó a Tokio a enfocar la guerra hacia las colonias europeas en China y en el conjunto de Asia, donde aniquilaron a unos 20 millones de chinos, y acabaron chocando frontalmente con intereses europeos.
En el mundo de ayer estos datos quedaban fuera de la historia. Las agresiones, los atropellos y las matanzas contra no europeos, o que no implicaran a intereses europeos, no contaban, o podían ser tolerados. Mucho de ello continúa hoy, aunque no tenga futuro.
Vía| La Vanguardia
No es muy serio afirmar que en Mongolia hubo más muertes que en la batalla de Francia. Allí los alemanes tuvieron 27.000 muertos, más que los muertos reconocidos por japón y urss sumados.
ResponderEliminarHay quin sostiene que, en realidad, desde la firma de Versalles a la invasión de POlonia solo hay un periodo de tregua y que la I y la II Guerra MUndial son prácticamente un continuo. De todas formas, sí está firmente asentada en el historicismo que la invasión de POlonia es eld esencadenante de la contienda que acabó con Alemania derrotada en 1945
ResponderEliminarhttp://treneando.wordpress.com/2009/09/01/el-tren-de-hitler/