El productor y cineasta Gerardo Herrero presentó ayer en Ciudad de la Luz el rodaje de su última película, Sangre en la nieve, un thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial durante 1943, momento en que la Alemania nazi comienza a replegarse del frente ruso. Herrero vuelve a dirigir en una producción hispano-lituana para contar una historia de crímenes, amistad y redención que utiliza las sombras históricas y cinematográficas que cubren la División Azul, un cuerpo de voluntarios españoles que combatió a las órdenes del ejército alemán. Carmelo Gómez y Juan Diego Botto cargan con el peso de un reparto con grandes secundarios.
Sangre en la nieve ha trasladado ahora su rodaje desde los 24 grados bajo cero de Lituania hasta los 20 positivos de Alicante y sus estudios, donde se han construido los decorados para rodar los interiores de la película. Es en el altar de una conseguida capilla ortodoxa donde el director, el productor Antonio Saura y la directora de Ciudad de la Luz, Elsa Martínez, presentaron ayer el filme que, a falta de dos semanas más de rodaje y del montaje definitivo, espera estar "en los cines en el mes de octubre", como explicó el productor madrileño de la oscarizada El secreto de sus ojos.
Herrero explicó que Sangre en la nieve es una apuesta personal suya y de Saura, quien le propuso leer la novela de Ignacio del Valle El tiempo de los emperadores extraños. "Tuvo un proceso de adaptación del guión de dos años y medio, tiempo en el que pudimos consultar libros, anticuarios, documentos y fotografías para recrear uniformes y caracterizar a los actores", apuntó ayer el cineasta, el mayor valedor de Ciudad de la Luz en cuanto a rodajes de altura.
La salida al mercado casi simultánea de varias obras relacionadas con la División Azul es, a su juicio, "una mera coincidencia", como se exculpó ayer Herrero, quien aseguró ignorar "que se cumple este año el 70 aniversario de la partida de militares y falangistas" que lucharon en Rusia.
La trama pivota entre los personajes Arturo Andrade (Juan Diego Botto), un ex comisario de policía que asume la tarea de investigar una serie de crímenes rituales en el seno de la División para redimir un error pasado, y el sargento Espinosa (Carmelo Gómez), militar de carrera y acompañante silente de Andrade. "Es el absurdo de buscar a un asesino en un sitio donde mueren 30 personas al día", apuntó Gómez, quien da vida a un veterano de la Guerra Civil que vive en un batalla ajena el conflicto entre sus ideales de soldado nacional y el absurdo de dejarse matar por una causa que no es suya. "Es una historia de amistad entre dos hombres, con mucha ternura", afirmó Gómez, que se desarrolla en "ese paseo dantesco hacia la profundidad del ser humano que es la guerra". El personaje de Sergi Calleja, secundario también presente ayer, representa la enajenación y la locura de un soldado que quiere que lo maten. "Tiroliro es un jugador de ruleta rusa que ha perdido el respeto por su vida", apuntó el intérprete, caracterizado como un falangista fanático parecido a Millán Astray "que no tiene nada que ver con él" como explicaría después el director de la cinta.
Herrero ha recuperado "ese brillito en los ojos", según Saura, al tomar los mandos de esta producción de cuatro millones de euros que aprovecha la inexplorada aventura soviética de la División Azul. Para los prejuiciosos, Herrero garantiza una elocuente "sutilidad" en el tratamiento ideológico de la película.
Sangre en la nieve ha trasladado ahora su rodaje desde los 24 grados bajo cero de Lituania hasta los 20 positivos de Alicante y sus estudios, donde se han construido los decorados para rodar los interiores de la película. Es en el altar de una conseguida capilla ortodoxa donde el director, el productor Antonio Saura y la directora de Ciudad de la Luz, Elsa Martínez, presentaron ayer el filme que, a falta de dos semanas más de rodaje y del montaje definitivo, espera estar "en los cines en el mes de octubre", como explicó el productor madrileño de la oscarizada El secreto de sus ojos.
Herrero explicó que Sangre en la nieve es una apuesta personal suya y de Saura, quien le propuso leer la novela de Ignacio del Valle El tiempo de los emperadores extraños. "Tuvo un proceso de adaptación del guión de dos años y medio, tiempo en el que pudimos consultar libros, anticuarios, documentos y fotografías para recrear uniformes y caracterizar a los actores", apuntó ayer el cineasta, el mayor valedor de Ciudad de la Luz en cuanto a rodajes de altura.
La salida al mercado casi simultánea de varias obras relacionadas con la División Azul es, a su juicio, "una mera coincidencia", como se exculpó ayer Herrero, quien aseguró ignorar "que se cumple este año el 70 aniversario de la partida de militares y falangistas" que lucharon en Rusia.
La trama pivota entre los personajes Arturo Andrade (Juan Diego Botto), un ex comisario de policía que asume la tarea de investigar una serie de crímenes rituales en el seno de la División para redimir un error pasado, y el sargento Espinosa (Carmelo Gómez), militar de carrera y acompañante silente de Andrade. "Es el absurdo de buscar a un asesino en un sitio donde mueren 30 personas al día", apuntó Gómez, quien da vida a un veterano de la Guerra Civil que vive en un batalla ajena el conflicto entre sus ideales de soldado nacional y el absurdo de dejarse matar por una causa que no es suya. "Es una historia de amistad entre dos hombres, con mucha ternura", afirmó Gómez, que se desarrolla en "ese paseo dantesco hacia la profundidad del ser humano que es la guerra". El personaje de Sergi Calleja, secundario también presente ayer, representa la enajenación y la locura de un soldado que quiere que lo maten. "Tiroliro es un jugador de ruleta rusa que ha perdido el respeto por su vida", apuntó el intérprete, caracterizado como un falangista fanático parecido a Millán Astray "que no tiene nada que ver con él" como explicaría después el director de la cinta.
Herrero ha recuperado "ese brillito en los ojos", según Saura, al tomar los mandos de esta producción de cuatro millones de euros que aprovecha la inexplorada aventura soviética de la División Azul. Para los prejuiciosos, Herrero garantiza una elocuente "sutilidad" en el tratamiento ideológico de la película.
No hay comentarios :
Publicar un comentario