viernes, 7 de agosto de 2009

Aviadores

Ahora que seguro que muchos estáis de vacaciones (espero) os voy a recomendar un libro que leí hace un par de años y me satisfizo enormemente.



“Nunca en la historia de los conflictos humanos tantos han debido tanto a tan pocos”, la célebre frase con la que Winston Churchill rindió homenaje en 1940 a los pilotos de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), cobra una especial relevancia cuando la historia fija su atención en un reducido grupo de esos “pocos” y recuerda su gesta. Se trata de los pilotos norteamericanos que combatieron en la Batalla de Inglaterra, mucho antes de que su país entrara en la Segunda Guerra Mundial.

Aviadores cuenta su historia de la certera mano de Alex Kershaw, un autor que ha dado suficientes pruebas tanto de rigor histórico, como de ágil y estupendo pulso narrativo. De igual manera que en El largo invierno (Debate, 2006) narra la peripecia heroica de una compañía estadounidense en la batalla de las Ardenas, y su posterior cautiverio, Kershaw se ocupa en este caso de los primeros estadounidenses que, por diferentes motivos, se enrolaron en la RAF y combatieron en defensa del cielo británico y en Francia. Fueron ocho y sólo uno, el subteniente John Kenneth Haviland, (Escuadrón 151), sobrevivió a sus compañeros. Llegaron cuando más se les necesitaba; a través de mil dificultades y desafiando el decreto presidencial que declaraba ilegal que sus ciudadanos combatieran a favor o en contra de los países en guerra. El castigo era duro: una multa de diez mil dólares, prisión por varios años y la retirada de la ciudadanía y el pasaporte. Las razones para enfrentarse abiertamente y correr el riesgo eran varios; para Eugene Tobin, su principal motivación al principio era el conseguir pilotar Hurricanes, y sobre todo Spitfires. Otros como Philip Leckrone se alistaron para defender el modo de vida británico. “Zake”, como le llamaban sus camaradas, murió en accidente aéreo el mismo día que los norteamericanos se estrenaban como pilotos del escuadrón Águila de la RAF volando todos juntos. Fue la primera unidad de la historia de la RAF integrada sólo por estadounidenses (Escuadrón 71). El carácter agresivo del escuadrón estaba bien definido en su mascota: un águila con guantes de boxeo. Con los Escuadrones Águila de la RAF acabaron volando 244 ciudadanos de Estados Unidos, explica el escritor e historiador, quien matiza que en 1945 se les conocía como los “precursores de la mejor ala de cazas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos”.

Entre los hombres que arriesgaron sus vidas en la batalla de Inglaterra – “cuya media de supervivencia fue tan solo de ochenta y siete horas de vuelo”-, Billy Fiske, llamado el “Rey de la velocidad”, por haber ganado dos medallas de oro olímpicas al frente del equipo estadounidense de bobsleigh, que volaba encuadrado en el escuadrón 601, llamado el de “los millonarios” (porque todos sus integrantes lo eran), fue el primer norteamericano en morir. Su Hurricane fue muy dañado por la caza enemiga, y aunque consiguió salvarlo aterrizando con él, graves quemaduras y heridas acabaron con su vida en el hospital al día siguiente.

El libro, plagado de anécdotas, nos acerca a cada uno de los aviadores combinando carácter y pericia, con algunas notas curiosas sobre los contendientes enfrentados, a los que trata con respeto. Así, el autor, explica que Vernon Charles Keough, uno de los tres primeros norteamericanos en llegar a Inglaterra para participar en la batalla aérea, y ex paracaidista acrobático, era, con su escaso metro y medio de estatura, el piloto más bajo que jamás había volado en la RAF. O que el subteniente Arthur Gerald Donahue, superviviente de la batalla de Inglaterra, y que desapareció en las aguas del canal de la Mancha el once de septiembre de 1942, tras derribar a un Junkers 88, fue el primer y único piloto estadounidense que mandó un escuadrón (Escuadrón 64) exclusivamente formado por británicos.

Otro de los aspectos interesantes que menciona Kershaw en su libro, es la importancia que tuvo el hecho de vencer a la Luftwaffe para que la opinión estadounidense, hostil a la participación del país en la guerra, empezara a cambiar de opinión y mirara con simpatía generalizada la gesta de aquellos aviadores, entre los que se contaban unos cuantos compatriotas suyos.

Los pilotos alemanes, cuenta el escritor, competían en 1940 para alcanzar el máximo de victorias, y así convertirse en el as supremo de la Luftwaffe. La reñida “contienda” tuvo participantes tan hábiles y diestros como Werner Mölders, Helmut Wick o Adolf Galland, que a finales de 1940 superaban, con holgura, cada uno la cincuentona de aviones abatidos. Helmut Wick, que perseguía enconadamente ser el nuevo Barón Rojo –su unidad se llamaba Von Richthofen-, fue derribado sobre la isla de Wihg; tanto él como su cazador, el as estadounidense Johnny “Dogs” Dundas, abatido inmediatamente después por el piloto de flanco de Wick, desaparecieron sin dejar rastro. Adolf Galland logró acabar la guerra con vida. Fue el más condecorado y mejor as de caza alemán; sumó ciento cuatro victorias, la última, relata Alex Kershaw, la obtuvo pilotando el “revolucionario” reactor ME-262 el 26 de abril de 1945. Murió a los ochenta y tres años de edad, en 1966.

Aviadores, es un libro serio en su concepción y profundidad histórica; ameno y emocionante. Muy aconsejable, no tan sólo para los amantes de la aviación militar, sino a todas aquellas personas que valoren las gestas, donde unos pocos, con su sacrificio, ayudaron a cambiar la historia.

1 comentario :

  1. No coincido con Kershaw ya que, en mi opinión, Galland no fue el mejor as de la caza germana. No es que la wikipedia sea una fuente exacta pero, en este caso, nos puede servir:

    http://es.wikipedia.org/wiki/As_de_la_aviaci%C3%B3n#Lista_de_ases_destacados_con_20_muertes_o_m.C3.A1s

    En esta lista se puede ver que existen varios ases con más derribos que Galland.

    Saludos

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