lunes, 29 de febrero de 2016

Tatiana Savicheva, la niña rusa autora de un diario durante el sitio de Leningrado



Entre polémicas y emotividad, el caso de Ana Frank ha monopolizado prácticamente el interés por las impresiones personales de ciudadanos corrientes en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Pero al menos hay otro caso parecido que tuvo lugar en el frente ruso, concretamente durante el sitio de Leningrado. Se trata del diario de Tatiana Sávicheva, una niña rusa que también dejó por escrito, en breves páginas, las impresiones que vivió en aquel conflicto.

Tatiana era la hija pequeña de un panadero y una costurera. Él padre murió cuando ella tenía seis años, dejando a la viuda a cargo de cinco hijos, tres niñas y dos niños. Excepto uno de ellos, Mijail, que fue enviado fuera, el resto estaban en la ciudad cuando la Wehrmacht entró en la URSS. Toda la familia aportó su grano de arena en la defensa, bien en el frente, bien en las fábricas. Sólo una de las hermanas, Nina, enviada a un encargo, fue evacuada por el lago Ladoga sin tiempo de avisar y la dieron por muerta.

La ciudad que antaño se llamaba San Petersburgo y era la residencia de invierno de los zares, se había convertido en objetivo del ejército alemán en 1941, que la cercó y la sometió a un duro asedio de casi tres años. Los germanos no consiguieron romper las líneas porque aunque la situación de desabastecimiento en Leningrado era desesperada, se consiguió abrir un corredor por dicho lago e introducir algunas provisiones, de forma precaria pero más o menos regular. Ello no impidió que el hambre se cebase en la población y sumase más muertes a las puramente militares, las causadas por el frío y por las enfermedades, de manera que el número de víctimas rondó la espeluznante cifra de setecientos mil muertos.










En ese contexto terrible y desolador, la desaparición de Nina impresionó inevitablemente a Tatiana, por entonces de once años de edad, que heredó un cuaderno suyo. La niña ya llevaba, al parecer, un diario, pero tuvo que quemarlo para alimentar el fuego de la estufa casera. Sin embargo, conservó la libreta de su hermana y empezó a hacer anotaciones en sus páginas a partir del 28 de diciembre de 1941. Digo anotaciones porque no se trataba de una redacción ordenada de vivencias como la de Ana Frank: apenas una docena de frases en lo que constituye una especie de obituario familiar.

Para ser exactos son nueve frases con las fechas de los sucesivos fallecimientos de sus familiares. Espeluznantemente simples y trágicas:

Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas.
La abuelita murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 p.m.
Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 a.m.
El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, dos horas después de medianoche.
El tío Lesha el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 p.m.
Mamá el 13 de mayo de 1942 a las 7:30 a.m.
Los Sávichev murieron.
Murieron todos.
Solo quedó Tania.

Efectivamente, al final sólo ella seguía aferrándose tenazmente a la vida. En el verano de 1942, Tania fue rescatada entre los escombros de un bombardeo y evacuada a Krasny Bor, localidad situada a una veintena de kilómetros al suroeste donde unos meses después se libraría una cruenta batalla entre el Ejército Rojo, que pasaba ya al contraataque, y el 50º Cuerpo alemán, apoyado éste por la División Azul española. Si el rumbo de la guerra empezaba a serle adverso al Eje, también la pequeña Tatiana declinaba en su lucha por sobrevivir. Una profesora del orfanato donde estaba escribió una carta a Mijail, aquel hermano que había conseguido salir de Leningrado al comienzo de la guerra, explicándole que la niña estaba muy enferma.



De hecho, tuvo que ser ingresada en un hospital.Y allí llegó al final de su camino. Tatiana Savicheva moría de tuberculosis el 1 de julio de 1944 dejando como recuerdo de su odisea aquellas terribles hojas sueltas escritas de su puño y letra, que su hermana Nina (en la foto anterior junto a Mijail) recató de las ruinas de su hogar al terminar el conflicto. Constituyeron una de las pruebas esgrimidas por los fiscales de Nüremberg para ilustrar el sufrimiento del pueblo ruso ante la invasión alemana.

Ese escueto diario se puede ver hoy en día en el Museo de Historia de Leningrado. Además, el recuerdo de Tania se mantiene en el país a través de un memorial y en el universo entero al haberse bautizado con su nombre un cinturón de asteroides descubierto en 1971.

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