sábado, 27 de febrero de 2016

Ucrania traslada el conflicto por Crimea de 1944 a Eurovisión



La cicatriz indeleble que dejó en el corazón de los ucranianos la pérdida de Crimea se vuelve cada vez más evidente. En un país impregnado de odio por la sangre derramada y sumido en la división, las reivindicaciones en contra de la anexión de este territorio a Rusia siguen proliferando en un año en el que el presidente Poroshenko marcó como objetivo primordial recuperar la zona. Su protesta va más allá de cualquier frontera y, decididos a que su grito de lucha y esperanza se escuche por toda Europa, los ucranianos están dispuestos a todo. Incluso, a propagar su discurso a través del potente altavoz que supone Eurovisión.

La cantante Yamala representará este año a Ucrania en el famoso festival europeo después de ser elegida por el público en una gala televisada. La artista, de 32 años y con una amplia carrera a sus espaldas, concurrirá con una balada dedicada a los tártaros de Crimea, que sufrieron deportaciones masivas durante el estalinismo. La propia cantante, como gran parte de los tártaros de Crimea, nació en la república centroasiática de Kirguizistán, donde sus familiares fueron reubicados. Tras la independencia de Ucrania de la URSS en 1991, regresó junto con su familia a la península de Crimea, que hace dos años fue anexionada por Rusia tras un polémico referéndum no reconocido por la comunidad internacional.

La canción que interpretará Yamala a Eurovisión no deja lugar a dudas sobre su intencionalidad política. Su título es «1944», el año en que Stalin ordenó la deportación de un cuarto de millón de tártaros, casi toda la población de esa etnia en Crimea, con destino a varias repúblicas de Asia Central. «Cuando los extraños llegan, van a vuestras casas, os matan y dicen: 'Nosotros no somos culpables', dice el tema en su inicio.




Los tártaros se han opuesto recientemente a la anexión de la república por parte de Rusia y han denunciado la conculcación de sus derechos desde que el territorio ya no forma parte de Ucrania. «Esta es mi historia. La historia de un pueblo, tal como me la contó mi abuela, que fue deportada a Asia Central, y que perdió a una hija a la que ni siquiera pudo enterrar», cuenta la artista.

Aunque la delegación rusa todavía no se ha pronunciado sobre esta candidatura, el viceprimer ministro de la República de Crimea ya ha acusado al gobierno ucraniano de usar Eurovisión con fines políticos. «Quieren explotar la tragedia de los tártaros de Crimea para imponer al público europeo una imagen forzosa, de supuesta persecución contra los miembros de esta comunidad en la Crimea rusa», señala Ruslán Baalbek.

Ucrania se ausentó el año pasado de Eurovisión debido a los estragos a nivel político, económico y social que causó su guerra con los prorrusos. Su última participación fue en 2014, cuando apenas acababa de iniciarse el conflicto. Pese a todo, en esa ocasión hubo tregua en las votaciones: Ucrania le dio cuatro puntos a Rusia y Moscú, siete a los ucranianos. Pero para Estocolmo, se abre una nueva brecha entre ambos países: una nueva guerra con Crimea como origen del conflicto.

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