José María García Pelegrín, español que ha residido casi toda su vida en Alemania y experto en las relaciones entre catolicismo y nazismo, acaba de publicar el libro Católicos contra Hitler en donde muestra la lucha y la entrega de seis personajes que por sus principios cristianos no claudicaron ante el nazismo y sus tropelías.
La obra se centra en las figuras del cardenal von Galen, apodado ‘el león de Münster’ que denunció los atropellos cometidos por los seguidores de Hitler; Kart Leisner, seminarista que fue recluido en el campo de concentración de Dachau; Franz Jägerstätter, campesino condenado a muerte por negarse a cumplir el servicio militar por razones religiosas; Helmuth James von Moltke, en cuya finca de Kreisau se reunieron personas de muy diversa filiación política para sentar las bases de la futura Alemania; y Wilm Hosenfeld, un oficial del ejército alemán que en la Polonia ocupada actuó siguiendo el lema de ‘Intento salvar a todos’. El sexto personaje es una enfermera, aunque en realidad no era alemana, sino polaca. Se trata de Irena Sendler, que salvó a más de 2.000 niños del ghetto de Varsovia.
Una vez más se ve que en la oposición a Hitler destacaron cristianos comprometidos que tenían la convicción de que el nacionalsocialismo era incompatible con la vivencia del Evangelio.
Hace sólo dos años una película, Sophie Scholl, popularizaba a otros cristianos que se opusieron también a la barbarie nazi. Sobre este tema publicó también García Pelegrín el libro La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler.
De otro lado, con mayor proyección mundial la película Valkiria, protagonizada por Tom Cruise desveló a muchos que abundaron los alemanes que no eran nazis y bastantes de ellos dieron su vida para luchar contra el dictador. Quien colocó la bomba contra Hitler en la “Guarida del Lobo”, el conde Claus von Stauffenberg, era también católico. Y se ha conocido que una gran parte de los militares que protagonizaron el intento de eliminación del dictador eran personas cristianas, tanto católicas como protestantes, que no sólo tomaban la decisión de realizar el magnicidio por motivos políticos sino ante todo éticos, para poner fin a una guerra perdida cuya continuidad significaba la muerte de millones de personas.
Algunos detalles de los protagonistas del libro: Wilm Hosenfeld fue el oficial alemán que ayudó al pianista judío Wladyslaw Szpilman, lo que aparece en la película El Pianista de Roman Polanski. El cardenal Clement August von Galen difundió con todas sus fuerzas la encíclica Mit brennender Sorge, de marzo de 1937, en que el Papa Pío XI condenaba el nazismo. Asimismo, elevó protestas contra la eliminación de los enfermos mentales practicada por los nazis; Jägerstätter se planteó un problema de conciencia cuando fue llamado a filas porque no quería matar ni robar a personas de otros países que defendían su patria ni ayudar a la victoria de un poder antirreligioso; Karl Leisner sería ordenado sacerdote clandestinamente en el campo de Dachau; von Moltke comparecería ante el inicuo juez Roland Freisler, que llevaría la muerte a los que habían participado en la oposición a Hitler. Por fin, la lista de salvados por Irena Sendler contiene más del doble de nombres que la famosa e importante “lista de Schindler”.
García Pelegrín, doctor en Historia por la Universidad de Colonia, coopera en diversos medios de comunicación alemanes y suizos, a la vez que es coordinador de la sección de cine de un servicio de internet. En este libro ayuda a difundir un aspecto de la lucha de unos cristianos consecuentes con su fe contra el totalitarismo nazi, hechos que habían quedado ocultos en la magnitud de la Segunda Guerra Mundial y las masacres practicadas.
La obra se centra en las figuras del cardenal von Galen, apodado ‘el león de Münster’ que denunció los atropellos cometidos por los seguidores de Hitler; Kart Leisner, seminarista que fue recluido en el campo de concentración de Dachau; Franz Jägerstätter, campesino condenado a muerte por negarse a cumplir el servicio militar por razones religiosas; Helmuth James von Moltke, en cuya finca de Kreisau se reunieron personas de muy diversa filiación política para sentar las bases de la futura Alemania; y Wilm Hosenfeld, un oficial del ejército alemán que en la Polonia ocupada actuó siguiendo el lema de ‘Intento salvar a todos’. El sexto personaje es una enfermera, aunque en realidad no era alemana, sino polaca. Se trata de Irena Sendler, que salvó a más de 2.000 niños del ghetto de Varsovia.
Una vez más se ve que en la oposición a Hitler destacaron cristianos comprometidos que tenían la convicción de que el nacionalsocialismo era incompatible con la vivencia del Evangelio.
Hace sólo dos años una película, Sophie Scholl, popularizaba a otros cristianos que se opusieron también a la barbarie nazi. Sobre este tema publicó también García Pelegrín el libro La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler.
De otro lado, con mayor proyección mundial la película Valkiria, protagonizada por Tom Cruise desveló a muchos que abundaron los alemanes que no eran nazis y bastantes de ellos dieron su vida para luchar contra el dictador. Quien colocó la bomba contra Hitler en la “Guarida del Lobo”, el conde Claus von Stauffenberg, era también católico. Y se ha conocido que una gran parte de los militares que protagonizaron el intento de eliminación del dictador eran personas cristianas, tanto católicas como protestantes, que no sólo tomaban la decisión de realizar el magnicidio por motivos políticos sino ante todo éticos, para poner fin a una guerra perdida cuya continuidad significaba la muerte de millones de personas.
Algunos detalles de los protagonistas del libro: Wilm Hosenfeld fue el oficial alemán que ayudó al pianista judío Wladyslaw Szpilman, lo que aparece en la película El Pianista de Roman Polanski. El cardenal Clement August von Galen difundió con todas sus fuerzas la encíclica Mit brennender Sorge, de marzo de 1937, en que el Papa Pío XI condenaba el nazismo. Asimismo, elevó protestas contra la eliminación de los enfermos mentales practicada por los nazis; Jägerstätter se planteó un problema de conciencia cuando fue llamado a filas porque no quería matar ni robar a personas de otros países que defendían su patria ni ayudar a la victoria de un poder antirreligioso; Karl Leisner sería ordenado sacerdote clandestinamente en el campo de Dachau; von Moltke comparecería ante el inicuo juez Roland Freisler, que llevaría la muerte a los que habían participado en la oposición a Hitler. Por fin, la lista de salvados por Irena Sendler contiene más del doble de nombres que la famosa e importante “lista de Schindler”.
García Pelegrín, doctor en Historia por la Universidad de Colonia, coopera en diversos medios de comunicación alemanes y suizos, a la vez que es coordinador de la sección de cine de un servicio de internet. En este libro ayuda a difundir un aspecto de la lucha de unos cristianos consecuentes con su fe contra el totalitarismo nazi, hechos que habían quedado ocultos en la magnitud de la Segunda Guerra Mundial y las masacres practicadas.
Habrá que hacerse con el libro. Gracias por darlo a conocer.
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