En plena II Guerra Mundial, el 5 de noviembre de 1943 a las 20.15, con los alemanes ya controlando la Italia fascista, un avión no identificado lanzó 5 bombas sobre el Estado más pequeño del mundo, la Ciudad del Vaticano, neutral en un mundo en llamas. Cuatro de esas bombas estallaron causando graves destrozos en el tanque de agua cerca de la estación ferroviaria, las oficinas del Governatorado y el taller de mosaicos del Vaticano. Los cristales de la parte trasera de la Basílica de San Pedro quedaron hechos añicos.
Nadie reivindicó el ataque, el único en la historia moderna del Estado Vaticano. La noticia fue confirmada por el director de L’Osservatore Romano, el conde Dalla Torre. L’Osservatore Romano, los periódicos italianos y la prensa extranjera trataron el tema durante seis días. La Secretaría de Estado del Vaticano pidió aclaraciones a los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Se conservan las respuestas escritas del general de EE.UU. Dwight Eisenhower, del gobierno Inglés y del gobierno del Reich, en las que todos negaron la responsabilidad.
La República de Salo, el Estado fascista dirigido por Benito Mussolini, acusó a Estados Unidos. La prensa fascista especuló sobre el caso, acusando a los Aliados de haber violado las normas internacionales y ofendido el emblemático lugar del cristianismo. Al séptimo día, Pío XII pidió silencio a todas las partes para evitar más odio y acusaciones.
¿Quién lo hizo? Circularon durante años cuatro hipótesis: 1) los fascistas italianos, anticlericales y vengativos; 2) la propaganda nazi-fascista, para echar la culpa a los aliados; 3) los nazis, para mantener amedrentado y callado al Vaticano; 4) cualquier facción interesada en sacar al Papa de Roma, con la justificación de "su persona se encuentra en peligro, que se vaya el Santo Padre, nosotros nos lo llevamos".
El misterio resuelto: fueron anticlericales fascistas
El pasado 5 de noviembre se presentó la respuesta oficial al misterio, un libro del periodista Augusto Ferrara titulado "1943: bombas en el Vaticano", en un acto que contó con la presencia del cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Comisión Pontificia para la Ciudad del Vaticano y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano.
Los culpables habían sido los fascistas italianos, por orden del líder Roberto Farinacci. Y muchos en el Vaticano lo sospechaban .El avión fue un SIAI Marchetti S.M. 79, un bombardero italiano conocido como "Sparviero", que despegó de Viterbo, Italia. El libro de Augusto Ferrara ofrece una transcripción de una conversación telefónica entre un sacerdote y un padre jesuita, Pietro Tacchi Venturi, muy cercano al secretario de Estado del Papa en aquel momento. El sacerdote afirma en esa conversación: "Fueron los italianos. Pudimos comprobarlo a través de personas que estaban presentes en todos los puntos del desarrollo de la maniobra".
Ferrara explicó a Zenit que "fue un avión Savoia-Marchetti, que llevaba a bordo cinco bombas destinadas a destruir la estación de Radio Vaticano, porque Farinacci estaba convencido de que escondidas en las noticias se estaban transmitiendo al enemigo informes de carácter militar."
A RomeReports lo explicó así: “Farinacci fue a Viterbo con un avión de la República. Allí encontró un piloto, cargó las bombas y durante cinco días sobrevoló el Vaticano, porque quería golpear la Radio Vaticana. Según los fascistas, la Radio Vaticana comunicaba mensajes cifrados a los partisanos, es decir, ayudaba al ejército que estaba entrando en Roma”.
Roberto Farinacci era uno de los más altos cargos fascistas. Era un anticlerical radical y un fanático racista. Perdió una mano con una granada en la Segunda Guerra de Abisinia, luchó en la Guerra Civil Española y fue luego responsable de la Albania ocupada por los italianos. En 1945 le ejecutaron unos partisanos.
El cardenal Lajolo, 67 años después del bombardeó, lo calificó como "un episodio miserable, vil, porque iba dirigido contra un estado desarmado e indefenso." Añadió que "uno se pregunta qué sentido podría tener un acontecimiento de tal naturaleza que no podría ser otro que el de un insulto." Y recordó que "fue el único acto de violación de la soberanía territorial del Estado del Vaticano desde su creación." Con todo, según el cardenal, el Vaticano "a pesar de ser pequeño", mostró "la eficacia de su función de protección de la Papa", cuya "libertad e independencia" fue asegurada.
Según el cardenal Lajolo, parece que la polémica tras el ataque la hizo remitir Giovanni Battista Montini, futuro Papa Pablo VI, que trabajaba en ese momento en la Secretaría de Estado de Pío XII, para "no alimentar el riesgo de una posible guerra civil".
La clave para el misterio, unas fotos halladas
“Dos amigos vaticanistas me dijeron que habían visto unas fotos extrañas del Vaticano en un mercado de antigüedades de Verona. Como periodista fui a ver de qué se trataba. Era un sobre con 40 fotos tomadas en 1943”, explicó Augusto Ferrara a Rome Reports.
En concreto, 30 fotos se habían tomado el 6 de noviembre de 1943, el día después del ataque, y recogían los efectos del ataque y sus destrozos y reforzaban la autoría italiana. Una nota personal del fotógrafo se encontraba en el sobre, indicando la hora del hecho.
Las imágenes ahora se recogen en el libro de Ferrara, coeditado por la Libreria Editrice Vaticana, un ejemplar del cual se regaló al Papa Benedicto XVI el 3 de noviembre.
Peor que los fascistas, los nazis alemanes
Cuando la Italia fascista pasó a estar bajo un control más directo de los alemanes, el Vaticano estuvo a punto de ser ocupado por los nazis. De hecho, Hitler dio la orden, pero no llegó a cumplirse.
El general alemán KarI Wolff, comandante de las SS en Italia desde el 9 septiembre de 1943 hasta el final de la contienda, aseguró después de la guerra que realmente existía una orden de Hitler para capturar y deportar al Papa Pío XII. Hitler mismo se lo pidió el 11 o 12 de septiembre de 1943, enfurecido por la situación en Italia (la llamada "traición de Badoglio").
El muy esotérico y anticatólico Himmler, que tenía aprecio a Wolff, le sugirió, afirmó el general, "que me preocupase durante la ocupación del Vaticano de que los antiguos escritos rúnicos y otros tesoros culturales germanos que se hallaban en los archivos y subterráneos, y que él consideraba “testimonio de la antigua fe germana”, no sólo no fuesen destruidos, sino que debían ser puestos en lugar seguro, presumiblemente en Alemania. Comprendí así, con auténtico terror, que Himmler tenia los mismos propósitos que Hitler."
Hitler, según Wolff, fue muy claro ese día y dijo al nuevo comandante en Italia: "Wolff, quiero que, lo más pronto posible, ocupe con sus tropas el Vaticano y la Ciudad del Vaticano, dentro de las medidas de contraofensiva alemana contra la inaudita ´traición de Badoglio´. Ponga en un sitio seguro los archivos y objetos de arte del Vaticano y deporte al Papa al norte, para que no pueda caer en manos de los aliados o bajo su influencia política. Según la marcha de los acontecimientos, tanto militares como políticos, derivados de esta situación, haré que el Papa se instale en Alemania o en el neutral Liechtenstein."
Pero Wolff le fue dando largas con distintas excusas durante meses (falta de tropas, otras ocupaciones) hasta que en diciembre de 1943 le pudo convencer de que el asalto y saqueo del Vaticano no era conveniente. Las fuerzas aliadas fueron avanzando en la capital, que fue liberada el 5 de junio de 1944.
Nadie reivindicó el ataque, el único en la historia moderna del Estado Vaticano. La noticia fue confirmada por el director de L’Osservatore Romano, el conde Dalla Torre. L’Osservatore Romano, los periódicos italianos y la prensa extranjera trataron el tema durante seis días. La Secretaría de Estado del Vaticano pidió aclaraciones a los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Se conservan las respuestas escritas del general de EE.UU. Dwight Eisenhower, del gobierno Inglés y del gobierno del Reich, en las que todos negaron la responsabilidad.
La República de Salo, el Estado fascista dirigido por Benito Mussolini, acusó a Estados Unidos. La prensa fascista especuló sobre el caso, acusando a los Aliados de haber violado las normas internacionales y ofendido el emblemático lugar del cristianismo. Al séptimo día, Pío XII pidió silencio a todas las partes para evitar más odio y acusaciones.
¿Quién lo hizo? Circularon durante años cuatro hipótesis: 1) los fascistas italianos, anticlericales y vengativos; 2) la propaganda nazi-fascista, para echar la culpa a los aliados; 3) los nazis, para mantener amedrentado y callado al Vaticano; 4) cualquier facción interesada en sacar al Papa de Roma, con la justificación de "su persona se encuentra en peligro, que se vaya el Santo Padre, nosotros nos lo llevamos".
El misterio resuelto: fueron anticlericales fascistas
El pasado 5 de noviembre se presentó la respuesta oficial al misterio, un libro del periodista Augusto Ferrara titulado "1943: bombas en el Vaticano", en un acto que contó con la presencia del cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Comisión Pontificia para la Ciudad del Vaticano y de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano.
Los culpables habían sido los fascistas italianos, por orden del líder Roberto Farinacci. Y muchos en el Vaticano lo sospechaban .El avión fue un SIAI Marchetti S.M. 79, un bombardero italiano conocido como "Sparviero", que despegó de Viterbo, Italia. El libro de Augusto Ferrara ofrece una transcripción de una conversación telefónica entre un sacerdote y un padre jesuita, Pietro Tacchi Venturi, muy cercano al secretario de Estado del Papa en aquel momento. El sacerdote afirma en esa conversación: "Fueron los italianos. Pudimos comprobarlo a través de personas que estaban presentes en todos los puntos del desarrollo de la maniobra".
Ferrara explicó a Zenit que "fue un avión Savoia-Marchetti, que llevaba a bordo cinco bombas destinadas a destruir la estación de Radio Vaticano, porque Farinacci estaba convencido de que escondidas en las noticias se estaban transmitiendo al enemigo informes de carácter militar."
A RomeReports lo explicó así: “Farinacci fue a Viterbo con un avión de la República. Allí encontró un piloto, cargó las bombas y durante cinco días sobrevoló el Vaticano, porque quería golpear la Radio Vaticana. Según los fascistas, la Radio Vaticana comunicaba mensajes cifrados a los partisanos, es decir, ayudaba al ejército que estaba entrando en Roma”.
Roberto Farinacci era uno de los más altos cargos fascistas. Era un anticlerical radical y un fanático racista. Perdió una mano con una granada en la Segunda Guerra de Abisinia, luchó en la Guerra Civil Española y fue luego responsable de la Albania ocupada por los italianos. En 1945 le ejecutaron unos partisanos.
El cardenal Lajolo, 67 años después del bombardeó, lo calificó como "un episodio miserable, vil, porque iba dirigido contra un estado desarmado e indefenso." Añadió que "uno se pregunta qué sentido podría tener un acontecimiento de tal naturaleza que no podría ser otro que el de un insulto." Y recordó que "fue el único acto de violación de la soberanía territorial del Estado del Vaticano desde su creación." Con todo, según el cardenal, el Vaticano "a pesar de ser pequeño", mostró "la eficacia de su función de protección de la Papa", cuya "libertad e independencia" fue asegurada.
Según el cardenal Lajolo, parece que la polémica tras el ataque la hizo remitir Giovanni Battista Montini, futuro Papa Pablo VI, que trabajaba en ese momento en la Secretaría de Estado de Pío XII, para "no alimentar el riesgo de una posible guerra civil".
La clave para el misterio, unas fotos halladas
“Dos amigos vaticanistas me dijeron que habían visto unas fotos extrañas del Vaticano en un mercado de antigüedades de Verona. Como periodista fui a ver de qué se trataba. Era un sobre con 40 fotos tomadas en 1943”, explicó Augusto Ferrara a Rome Reports.
En concreto, 30 fotos se habían tomado el 6 de noviembre de 1943, el día después del ataque, y recogían los efectos del ataque y sus destrozos y reforzaban la autoría italiana. Una nota personal del fotógrafo se encontraba en el sobre, indicando la hora del hecho.
Las imágenes ahora se recogen en el libro de Ferrara, coeditado por la Libreria Editrice Vaticana, un ejemplar del cual se regaló al Papa Benedicto XVI el 3 de noviembre.
Peor que los fascistas, los nazis alemanes
Cuando la Italia fascista pasó a estar bajo un control más directo de los alemanes, el Vaticano estuvo a punto de ser ocupado por los nazis. De hecho, Hitler dio la orden, pero no llegó a cumplirse.
El general alemán KarI Wolff, comandante de las SS en Italia desde el 9 septiembre de 1943 hasta el final de la contienda, aseguró después de la guerra que realmente existía una orden de Hitler para capturar y deportar al Papa Pío XII. Hitler mismo se lo pidió el 11 o 12 de septiembre de 1943, enfurecido por la situación en Italia (la llamada "traición de Badoglio").
El muy esotérico y anticatólico Himmler, que tenía aprecio a Wolff, le sugirió, afirmó el general, "que me preocupase durante la ocupación del Vaticano de que los antiguos escritos rúnicos y otros tesoros culturales germanos que se hallaban en los archivos y subterráneos, y que él consideraba “testimonio de la antigua fe germana”, no sólo no fuesen destruidos, sino que debían ser puestos en lugar seguro, presumiblemente en Alemania. Comprendí así, con auténtico terror, que Himmler tenia los mismos propósitos que Hitler."
Hitler, según Wolff, fue muy claro ese día y dijo al nuevo comandante en Italia: "Wolff, quiero que, lo más pronto posible, ocupe con sus tropas el Vaticano y la Ciudad del Vaticano, dentro de las medidas de contraofensiva alemana contra la inaudita ´traición de Badoglio´. Ponga en un sitio seguro los archivos y objetos de arte del Vaticano y deporte al Papa al norte, para que no pueda caer en manos de los aliados o bajo su influencia política. Según la marcha de los acontecimientos, tanto militares como políticos, derivados de esta situación, haré que el Papa se instale en Alemania o en el neutral Liechtenstein."
Pero Wolff le fue dando largas con distintas excusas durante meses (falta de tropas, otras ocupaciones) hasta que en diciembre de 1943 le pudo convencer de que el asalto y saqueo del Vaticano no era conveniente. Las fuerzas aliadas fueron avanzando en la capital, que fue liberada el 5 de junio de 1944.
Muy interesante historia. Desmiente bastantes prejuicios que circulan por ahí...
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