Se trata de una técnica cuyo funcionamiento está ya más que demostrado: la publicación de un informe confidencial sirve para esconder la verdad que supuestamente debería revelar.
Siguiendo ese principio, el New York Times acaba de publicar en primera plana un informe del Departamento de Justicia estadounidense, que se mantuvo en secreto durante 4 años, sobre criminales nazis refugiados en Estados Unidos.
El informe examina varias decenas de casos y aporta sobre estos algunos detalles capaces de impresionar a los lectores, como la conservación de un fragmento del cuero cabelludo de Joseph Mengele, que permite una identificación a través de un análisis de ADN.
En el fondo, la publicidad que se ha dado a ese informe busca presentar como casos individuales lo que realmente fue una política sistemática, cosa que numerosos historiadores ya han demostrado fehacientemente desde hace mucho tiempo.
El Pentágono y la CIA reciclaron un gran número de científicos nazis (Operación Paperclip), muchos de los cuales prosiguieron con toda impunidad la realización de programas de investigación con métodos criminales (esencialmente sobre la guerra biológica y química). Por otro lado, el Pentágono y la CIA también reclutaron a numerosos criminales nazis para reprimir, por todos los medios, a los adversarios de Estados Unidos a través del mundo. Un ejemplo de ello es la
Operacion Cóndor, desarrollada en América Latina durante los años 1970-1980. Por su parte, la URSS también recurrió a los científicos nazis, pero sólo durante un corto periodo de transferencia tecnológica. Moscú nunca autorizó la realización de investigaciones que recurrieran a métodos criminales y expulsó a todos aquellos científicos al cabo de 3 años. La URSS nunca utilizó criminales nazis con fines de represión política.
Debido a su carácter sistemático, la presencia de nazis en el dispositivo imperial de Estados Unidos se prolongó durante generaciones. En 1986-1978, George H. Bush (Bush padre) y Ronald Reagan se rodearon de consejeros políticos nazis convertidos en miembros del Republican Heritage Groups Council.
Más recientemente, las administraciones de Bill Clinton y de George W. Bush (el hijo) recurrieron a los hijos de aquellos consejeros para orientar a varios gobiernos de Europa central y oriental. Por ejemplo, el nazi ucraniano Lev Dobriansky fue consejero de Reagan y, posteriormente, embajador en Bahamas, mientras que su hija Paula Dobriansky –notoriamente vinculada a la CIA– se encargó, por orden del Departamento de Estado, de representar a la segunda generación de nazis en los gobiernos de la Europa Oriental post-soviética. Son estos individuos quienes instalaron las prisiones secretas de la CIA, cuya existencia ha revelado el Consejo Europeo, prisiones en las que se practica la tortura.
El informe publicado por el New York Times se utiliza también para esparcir rumores, o sea acusaciones no demostradas, que pueden ser tanto ciertas como falsas. El informe supuestamente «confirma» la culpabilidad de bancos suizos en el robo de los fondos bancarios de víctimas del nazismo… pero no aporta ningún elemento que pruebe la veracidad de esa supuesta «confirmación». Mientras no se pruebe lo contrario, el supuesto robo no es más que una leyenda que las organizaciones sionistas vienen utilizando para extorsionar a los bancos suizos.
Una vez más, aquello que la prensa dominante nos presenta como una acción de relativa transparencia sobre un hecho del pasado forma en realidad parte integrante de la manipulación de hoy en día.
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