El desfile militar que ofrecerá el gobierno de México el próximo 16 de septiembre será histórico. Incluirá, como nunca antes, a integrantes de las Fuerzas Armadas de 16 países amigos. Soldados rusos, brasileños, españoles, canadienses y estadounidense, entre otros, darán mayor gala al Bicentenario.
Sin embargo, una insignia militar de la historia moderna del país ha sido olvidada y sus fantasmas serán meros espectadores —como los más de 100 millones de mexicanos— de los pasos marciales y del porte del personal castrense internacional.
Las Águilas Aztecas que sobrevolaron el mundo en 1945 hoy lanzan voces a oídos sordos pidiendo participar en los festejos patrios.
Son los héroes mexicanos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivientes del legendario Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana (FAEM).
Durante años han pedido a los distintos secretarios de la Defensa Nacional y a los presidentes en turno la oportunidad “de servir nuevamente a la nación” y saludar, junto al contingente que fluye todos los años frente a Palacio Nacional, al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
El Escuadrón 201, conocido como Águilas Aztecas, fue la unidad de combate aéreo que participó en la Segunda Guerra Mundial. Los 290 elementos, de los que 30 eran pilotos, cruzaron el cielo en defensa del pueblo de México hace más de 60 años.
Quienes sobrevivieron al fuego enemigo en el exterior y después al fuego de la realidad mexicana durante más de medio siglo, acusan que las autoridades les niegan su participación en el desfile conmemorativo de la Independencia porque ya no son militares en activo.
Ellos recuerdan con nostalgia su intervención en tareas de observación, bombardeo y ametrallamiento de posiciones japonesas, vehículos en convoy y emplazamientos de artillería en Filipinas y Formosa.
Del heroico contingente hoy sobreviven poco menos de 30 personas. Con posibilidades de marchar, no más de 12.
Son ellos, los defensores del México de Lázaro Cárdenas, del país que defendió su soberanía ante extranjeros a mediados del siglo pasado... ellos, los pocos que aún pueden erguirse, los mismos que piden una oportunidad “antes de partir”.
Cuatro integrantes de la FAEM eran originarios de Los Ángeles, California. Eran minoría en un grupo que, sin ser tan numeroso, formado con 99% de sangre mexicana.
Hoy, esa minoría representa para los sobrevivientes un alivio para su frustración. La ciudad natal de esos cuatro compañeros de trinchera en Estados Unidos será su cobijo en estas fiestas patrias. Ahí desfilarán “a lo grande”, dicen, el próximo domingo.
Pero no pierden la fe en que el presidente Calderón les conceda el deseo de participar en el desfile del 16 de septiembre, “ya que estamos conscientes del poco tiempo que nos queda de vida”, dicen en una carta enviada al mandatario en mayo pasado.
Creo que su petición es justa. No hay que olvidar a nadie.
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