"Nuremberg es la única ciudad del mundo con tal volumen de libros y documentos robados en sus fondos", señaló hoy en la ciudad bávara Eva Homrighausen, responsable de la biblioteca, al anunciar la iniciativa.
A partir del 10 de mayo de 1933 y en una orgía de fuego que recorrió al menos 21 ciudades alemanas hasta el mes de julio, miles de libros fueron sustraídos de bibliotecas privadas y públicas y quemados, robos que proseguirían por toda Europa hasta 1945.
Los que no ardieron en esos meses de 1933, a pesar de las protestas internacionales, fueron almacenados. Hoy, los almacenados en la Biblioteca de Nuremberg buscan a sus dueños originales.
La operación de quema fue orquestada por el que fuera ministro de Ilustración Pública y Propaganda, Joseph Goebbels -que presidió la pira de Berlín en la entonces Opernplatz jaleado por 70.000 personas-, y ejecutada por miles de miembros del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, de las Juventudes Hitlerianas y de la Sturmabteilung (SA, grupo paramilitar nazi).
En el caso de los libros robados en Nuremberg y sus alrededores, el encargado de la razia fue el máximo responsable del órgano de propaganda nazi "Der Stürmer", Julius Streicher.
Aquellos libros, o bien fueron escritos por autores políticamente contrarios o desafectos al régimen nazi (Thomas y Heinrich Mann, Bertoldt Brecht, Karl Marx o Alfred Döblin, entre otros), o pertenecían a judíos, masones, sacerdotes, izquierdistas, sindicalistas u homosexuales, todos ellos perseguidos por el régimen de Adolf Hitler Los robos de libros y documentos en la Europa avasallada por las tropas de Hitler prosiguió al menos hasta el fin de la guerra en 1945, y muchos de ellos fueron trasladados hasta Nuremberg.
Una cuarta parte de sus fondos, según explicó hoy la Biblioteca Pública de Nuremberg, perteneció a personas de 437 lugares de toda Europa.
En la lista de los antiguos propietarios figura la profesora Margaret Besch, de Berlín, nacida el 13 de abril de 1870; el librero Wilhelm Latte, también de la capital de Alemania; el dentista R.
Hess de Döbleln, al abogado Herbert Kempenich, de Dortmund, o el médico austríaco Otto Gersung.
La ciudad de Nuremberg suscribió en 1998 el conocido como Acuerdo de Washington, según el cual los estados, asociaciones nacionales y autoridades locales se comprometían a devolver cualquier obra de arte confiscada por los nazis entre 1933 y 1945.
En febrero de 2001, la Comisión de Cultura y Medios de Comunicación del Gobierno federal alemán comunicó a todas las bibliotecas del país que debían buscar entre sus fondos los ejemplares confiscados presuntamente por los nazis.
Además, debían trazar una historia de sus ejemplares, desde establecer quiénes fueron sus propietarios originales y en qué circunstancias se robaron.
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