«Nunca he pedido disculpas a Hiroshima por lo que hicimos y nunca lo haré. Nuestra misión era poner fin a la Segunda Guerra Mundial, así de simple». Son palabras de Theodore Van Kirk, un frágil anciano que pasa sus días cuidando las rosas de su finca. Van Kirk es el único tripulante vivo del «Enola Gay», el avión que hace 65 años lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima matando a unas 200.000 personas. Si las circunstancias fueran las de entonces, «lo volvería a hacer», aseguró.
Hiroshima recordó ayer a las víctimas en el 65.º aniversario de aquel terrible hecho y, por primera vez, acudió un representante de Estados Unidos: el embajador en Japón, John Ross. También fue la primera conmemoración de tan fatídico día para el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon -quien hizo un llamamiento para el desarme nuclear global-. Allí estuvieron también representantes del Reino Unido y Francia (aliados en la Segunda Guerra Mundial y hoy potencias nucleares).
Van Kirk, al que conocían como el «holandés», relató por su parte que él y sus compañeros eran conscientes de lo que estaban haciendo y que la noche anterior trataron de calmar los nervios jugando al póquer. En la mañana del 6 de agosto partieron de la base con rumbo a Hiroshima, cargados con «Little Boy», la bomba de uranio que dejaron caer sobre Hiroshima y que provocó la explosión más devastadora que el hombre ha causado nunca. Miles de personas fueron instantáneamente carbonizadas, y muchas más perecieron al poco tiempo o malvivieron con terribles secuelas. El viejo piloto confiesa que sintió alivio al ver que el arma nuclear había funcionado y que su misión llevó a la rendición a Japón y al fin de la gran guerra.
«Se les había enseñado a luchar hasta el último combate. Los japoneses no se habrían rendido, nos hubieran combatido con palos y piedras», explica el «holandés». Van Kirk no se arrepiente. «Hicimos lo que teníamos que hacer para salvar vidas americanas y japonesas», añade. Dos meses después del lanzamiento de la primera bomba atómica contra una población civil, el equipo del «Enola Gay» fue enviado a evaluar los daños a Nagasaki. Van Kirk confiesa ahora que «la destrucción fue mucho peor de lo que había imaginado. Vi a un soldado japonés caminando entre los restos. Pensé en él, que tras luchar en una guerra regresaba a casa para ver su ciudad destruida. Fue un momento conmovedor».
Hiroshima recordó ayer a las víctimas en el 65.º aniversario de aquel terrible hecho y, por primera vez, acudió un representante de Estados Unidos: el embajador en Japón, John Ross. También fue la primera conmemoración de tan fatídico día para el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon -quien hizo un llamamiento para el desarme nuclear global-. Allí estuvieron también representantes del Reino Unido y Francia (aliados en la Segunda Guerra Mundial y hoy potencias nucleares).
Van Kirk, al que conocían como el «holandés», relató por su parte que él y sus compañeros eran conscientes de lo que estaban haciendo y que la noche anterior trataron de calmar los nervios jugando al póquer. En la mañana del 6 de agosto partieron de la base con rumbo a Hiroshima, cargados con «Little Boy», la bomba de uranio que dejaron caer sobre Hiroshima y que provocó la explosión más devastadora que el hombre ha causado nunca. Miles de personas fueron instantáneamente carbonizadas, y muchas más perecieron al poco tiempo o malvivieron con terribles secuelas. El viejo piloto confiesa que sintió alivio al ver que el arma nuclear había funcionado y que su misión llevó a la rendición a Japón y al fin de la gran guerra.
«Se les había enseñado a luchar hasta el último combate. Los japoneses no se habrían rendido, nos hubieran combatido con palos y piedras», explica el «holandés». Van Kirk no se arrepiente. «Hicimos lo que teníamos que hacer para salvar vidas americanas y japonesas», añade. Dos meses después del lanzamiento de la primera bomba atómica contra una población civil, el equipo del «Enola Gay» fue enviado a evaluar los daños a Nagasaki. Van Kirk confiesa ahora que «la destrucción fue mucho peor de lo que había imaginado. Vi a un soldado japonés caminando entre los restos. Pensé en él, que tras luchar en una guerra regresaba a casa para ver su ciudad destruida. Fue un momento conmovedor».
Para poder seguir viviendo hay que buscar justificaciones de nuestros actos hasta debajo de las piedras si fuera necesario. Es comprensible que las personas busquen explicaciones del porqué de una actuación responsable de tanta muerte y destrucción. Surgen preguntas: ¿Para conseguir la rendición de Japón no habría sido suficiente una bomba diez veces menos devastadora? ¿Era absolutamente necesaria una segunda bomba, "Fat man", sobre Nagasaki? Además de vencer en la guerra, ¿qué otro objetivo perseguían los norteamericanos? ¿Acaso demostrar al mundo que ellos eran invencibles e implacables? Una demostración de fuerza y de falta de miramientos en una guerra fría que iba a empezar.
ResponderEliminarCayentano, solo decir: Que hubieras hecho tu, si hubieras vivido en esa epoca.
ResponderEliminarQuizas, es cruel una bomba sola que mate a tantas personas.. pero, piensa en JAPON de por entonces, como una bomba... la cantidad de personas que mataron durante su epoca del terror (Nankin, mas de 200.000 personas)..
La cuestion era.. el caracter japones, hubiera permitido la rendicion tan pronto, si no se hubiera lanzado la bomba? EE.UU tenia que entrar hasta el propio Japon para que se rindieran? cuantas personas "hubieran" muerto?? ten por seguro, que MUCHAS mas que la de la propia bomba.