lunes, 12 de mayo de 2008

La Lista de Schindler, 1993


Año de producción: 1993
Dirección: Steven Spielberg
Intérpretes: Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes, Caroline Goodall, Jonathan Sagall, Embeth Davidtz.
Guión: Steven Zaillian
Música: John Williams
Fotografía: Janusz Kaminski
Duración: 194 min.


¿Cómo puede una niña pequeña perdida entre la multitud ejemplificar de una manera tan perfecta el puro horror ante la masacre ? Spielberg logró que el espectador se sintiera, al igual que Oskar Schindler en su caballo, abrumado al ver cómo una pequeña niña caminaba sola por el guetto en medio de la masacre, y con el paso del tiempo, dicha secuencia ha permanecido grabada a fuego en el subconsciente colectivo como una de esas imágenes de un poder visual único. Spielberg calló las bocas de aquellos que le tachaban de mero director de productos ultracomerciales con esta película necesaria, soberbia, hermosa, y demostrando a todo el mundo que si se pone serio, no pierde ni un ápice de calidad.

Clavado en la memoria tenemos el angustiado rostro de Liam Neeson, con ojos llorosos y gesto desesperado, mientras a su alrededor se aglomera un grupo de hombres y mujeres dramáticamente enternecidos:
El coche. ¿Por qué me quedé el coche? Valía diez personas. Diez personas. Diez personas más… Esta pluma. Dos personas. Es de oro… Dos personas más… Él me hubiera dado dos personas por ella, al menos una. Una persona más. Una persona, Stern. Por esto… ¡Pude haber salvado a una persona más y no lo hice! ¡Y… y no lo hice…!
Steven Spielberg nos ha estado preparando para ese final durante tres horas de película. Un final melodramático que expresa algo terrible: hasta dónde ha podido llegar la bajeza humana, capaz de vender la vida de un semejante por… una pluma. La lista de Schindler es probablemente la mejor película sobre el Holocausto jamás filmada y también la más triste. Cuando se estrenó en 1993 muchos pensaron que a partir de ese momento ya no habría más películas sobre el mismo tema. Con La lista de Schindler ya todo estaba contado. Y, pese a que nos equivocamos, ninguna hasta el momento ha podido superar la entidad dramática y cinematográfica de la obra maestra de Spielberg.


Septiembre de 1939. Los nazis invaden Polonia. Los judíos son internados en guetos, son asesinados en las calles, son enviados a los campos de concentración. El alemán Oskar Schindler ve en la situación un medio de prosperar económicamente y comienza una interesada relación con los militares más poderosos para poner en marcha una fábrica. La mano de obra no es problema, ya que procederá de los campos de concentración… Schindler logra hacerse con los servicios de Itzhak Stern, un judío que se hará realmente cargo del negocio, mientras que él se ocupará de la labor de salón con la cúpula nazi, con el objetivo de elaborar una lista de trabajadores judíos que estarán únicamente bajo su protección. Sin embargo, lo que empieza como un medio lucrativo acaba convirtiéndose en la obsesión –empeñando su dinero y su futuro– por arrancar a cuantas más personas mejor de la garras psicópatas de Amon Goeth, oficial al mando de uno de los campos.

La lista de Schindler es la historia de un héroe y un monumento a la dignidad humana, pero ambas cosas se hacen patentes poco a poco, tras un denso y trágico velo. Spielberg muestra a un Oskar Schindler nada ejemplar: vanidoso, mujeriego y hedonista. Un dandy oportunista que tardar cierto tiempo en comprender la barbarie nazi y en implicarse totalmente contra el holocausto. Además es el mismo horror el que produce una toma de partido por todo aquello que tenga aliento de vida. El asco y la repulsión de algunas imágenes no son aptas para paladares muy sensibles.


Excelentes las interpretaciones de Liam Neeson, Ben Kingsley y Ralph Fiennes, además de todos aquellos actores (sin nombre) que hacen un GRAN papel (asi, en MAYUSCULAS) por que te dejan con la boca abierta y la carne de gallina durante toda la película. Y la música del maestro John Williams suena como un desgarrador lamento imposible de olvidar.

El director recibió por la película una recompensa largamente acariciada. La Academia se volcó con ella, otorgándole siete Oscar, entre ellos los correspondientes a la mejor película, mejor guión y mejor dirección.

Con esta cinta, Spielberg realizó una poesía viviente, una obra totalmente lírica sobre el horror y la demencia del hombre, un maravilloso canto a la vida, a la esperanza en la oscuridad, y le da voz a un pueblo silenciado y humillado durante siglos, que por fin vio cómo su sufrimiento era relatado con manos serias, y todo ello es posible gracias a un hombre, Oskar Schindler, el mayor mecenas del siglo XX, y probablemente de la historia, el mecenas de lo más valioso e importante de este mundo: la vida.

Curiosidades del rodaje

Steven Spielberg quisó filmar dentro del campo de Auschwitz, pero no obtuvo el permiso necesario de las autoridades. En su lugar tuvo que levantar el set junto al campo de concentración. Antes de Spielberg, el director Billy Wilder –judío que huyó de Alemania en 1933– se interesó en el proyecto. La escena de la “liquidación” en el gueto de Cracovia ocupaba tan sólo una página en el guión original. Spielberg decidió introducir 20 páginas más basadas en diferentes testimonios reales, con una duración de 20 minutos. Por ejemplo, la escena del hombre que escapa de la captura diciendo a los nazis que le han ordenado retirar las maletas de la calle, es la historia real de un superviviente. Durante el rodaje, el ambiente era tan triste y depresivo que el director pidió a su amigo Robin Williams que animara al equipo con algunas escenas cómicas. En principio, Spielberg quiso rodar en polaco y alemán con subtítulos en inglés, pero desechó la idea al comprender que en esos idiomas no podría sacar la mejor actuación de los intérpretes.

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