Otro libro sobre el nazismo. El tema es uno de los más investigados por la historiografía contemporánea, pero Fabrice D´Almeida, catedrático de la École Normale Supérieure de París, define pronto cuál es el motor que le ha impulsado a pasar los últimos tres años y medio investigando sobre ese oscuro capítulo del siglo XX en distintos archivos de París, Berlín y Múnich, y cuyo resultado llegó esta semana a las librerías españolas: «El nazismo y el Holocausto son dos aspectos que definen la cultura occidental hasta ahora. Nos ayudan a comprender muchas cosas en nuestra sociedad».
El historiador francés considera además que su estudio sobre las implicaciones de las élites y la aristocracia alemanas con la cúpula nazi, El pecado de los dioses (Taurus, 2008), consigue encontrar un nicho en el amplio repertorio de estudios centrados en el nazismo. Entre las diversas biografías y estudios sobre la psicología de Hitler, la vasta «holocaustología» que trata el genocidio a los judíos y los tratados sobre la guerra, D´Almeida señala que muy pocos autores -sólo dos desde los años 50- han investigado sobre el papel que cumplió el cortejo y la capacidad de seducción de los nazis con los estratos más exquisitos de la sociedad alemana.
Los nazis «tenían un aparato muy bien organizado para controlar no sólo la vida pública, sino también la privada». Casi con deleite apunta D´Almeida uno de sus hallazgos en el archivo de los asistentes personales de Hitler, en la Biblioteca Pública de Baviera: «Una entrada registra a los amigos del ministro, a los amigos de la mujer del ministro, y ¡también a los de la hija! Lo planeaban todo, si se invitaba a mujeres a una cena, si ésta era de trabajo o de placer».
Ese contubernio con las clases más altas alemanas, a las que se les otorgaba privilegios aun contradictorios con la propia ideología nazi, continúa D´Almeida, formaban parte de una estrategia a largo plazo, orientada a cimentar el poder global de su proyecto político.
Por ello, la tesis central del libro, señala el autor, es que esos refinados mecanismos de seducción no sólo alcanzaban a las masas -un campo en el que los nazis alcanzaron una habilidad extraordinaria-, sino también a las élites sociales.Y ello, agrega, se han convertido en una herencia presente en el mundo moderno.
«Ahora el problema es más que nada un problema de la gestión ética», añade D´Almeida. «Tenemos que tomar un poco de distancia de lo material y de lo ideológico». Acerca de los riesgos de la cercanía al poder en la sociedad europea contemporánea, el investigador francés destaca que los mismos no radican tanto en la violencia de corte ideológico, sino en la falta de escrúpulos en los círculos cercanos al poder político. «El problema central de nuestra época es que no tenemos una ética global».
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